Canned Heat, con Bob 'El Oso' Hite mostrando su barriga y Alan 'Búho Ciego' Wilson entre barbudos
Corría el año 1965 cuando en
California se funda un grupo diferente, una banda de rock con mucha
personalidad, estilo, talento, Canned Heat. A pesar de que, setenta años
después, algunos de sus temas tienen una gran consideración entre los iniciados
en esto del rock, el grupo está bastante olvidado. De todos modos, es fácil
identificar a sus dos integrantes principales, Bob ‘El Oso’ Hite y Alan ‘Búho
Ciego’ Wilson, ambos muertos por excesos: drogas, mujeres, suciedad, demencia y
más drogas
Rock, sicodelia, blues, rythm &
blues…, fueron algunos de los géneros por donde se movieron Canned Heat, y por
esos caminos se mueven algunos de sus títulos emblemáticos, sobre todo los
inolvidables ‘Going up the country’ y ‘On the road again’, ambos firmados por
Alan Wilson, quien también tiene el ‘honor’ de formar parte del indeseable
‘club de los 27’. Actuaron en festivales como Monterrey Pop (1967) y Woodstock
(1969), pero la esencia de la banda desapareció con la muerte de Wilson en 1970
(suicidio y/o sobredosis), al que siguió Bob Hite en
1981(sobre-sobre-sobredosis).
Abril de 1981, aunque el grupo ya no
era el que fue tras la muerte de Wilson, aun tenían gancho con el público.
Hite, ‘El Oso’, ya estaba hasta las cejas antes de aquel concierto. Él y su
esposa Susan, más adicta que él y además alcohólica sin remedio, se habían metido
como si nada un gramo de coca cada uno, y luego registraron su desvencijada casa
en busca de alguna cosilla más que sabían que estaba por ahí… A la entrada del
local del concierto se encuentran con un tipo que vende caballo (un ex oficial
de artillería) y les ofrece una prueba, El Oso la rechaza per se queda con todo
lo que el camello lleva encima. Fito de la Parra (batería) le advierte que lo
que ese tipo vende suele ser muy muy fuerte, pero Hite le dice que seguro que
ni siquiera lo va a colocar y, acto seguido, se mete todo de una vez. A los
pocos segundos, los casi 140 kilos de El Oso caen como un saco de patatas, queda
inmóvil y empieza a ponerse azul. Los demás ‘piensan’ que un par de rayas de coca lo despejarán,
así que se la ponen ante la nariz, él esnifa automáticamente pero sigue sin
moverse. El resto del grupo vuelve al escenario y lo dejan en la parte de atrás
del coche de Fito sin preocuparse, pues este episodio ya lo habían visto; “fue
como otras veces, cuando Bob se desmayaba y luego despertaba preguntando qué
había pasado”, declaró Fito. Pero esta vez no despertó. La gran cantidad y la
pureza de la heroína que se metió, junto a su obesidad y su deteriorado
organismo fueron determinantes.
En realidad todos los miembros del
grupo consumían de todo a todas horas. Eran los últimos años sesenta y el
asunto del droguerío era cotidiano, normal, casi obligatorio para hippies,
sicodélicos y gentes del rock & roll; una vez la policía entró donde
estaban y los detuvo…, excepto a Wilson, que estaba observando y recogiendo
hojas. También recuerdan los supervivientes que en cuanto podían buscaban
mujeres y trataban de estar todo el día de los polvos al polvo, continuamente,
drogas de todo tipo y chicas para todos; por ahí se iba todo (todo) lo que
ganaban. Por otro lado, también es conocido que jamás se lavaban, jamás bebían
agua ni usaban la ducha; al parecer, Alan estaba siempre por los suelos, pues
le gustaba observar flores, pájaros, árboles, y se arrodillaba o arrastraba;
los otros iban siempre llenos de grasa de moto, manchas de todos los colores,
restos de comida…, y lo ‘mejor’ del asunto, subían al escenario con la ropa de
faena, no sabían qué era eso de cambiarse para lucir ante el público. En fin,
que a sus vicios principales se añadía la convivencia con la mugre. Dicen
quienes estuvieron allí que apestaban siempre, de día, de noche, en escena, en
el bar, en la fiesta. Fueron grandes del blues y el rythm, pero personifican a
la perfección el lado más feo y autodestructivo de los 60.
Alan ‘Blind Owl’ Wilson había llegado
de Boston a California en 1965. Era un apasionado de la naturaleza que observaba
animales y plantas y estaba muy preocupado por los bosques de secuoyas (un
pionero de la ecología). Por eso siempre iba andrajoso, sucio y maloliente,
pues tras reptar para observar jamás se duchaba. Todos dicen que era muy
inteligente, reservado, pero a veces daba muestras de desequilibrios mentales y
desarreglos sicológicos.
Wilson nunca tuvo una casa ni ello le
preocupaba, le gustaba dormir al aire libre o, como mucho, en casa de Hite. Estudiaba
con gran deleite libros de botánica, escribía sobre las secuoyas californianas
y acumuló colecciones de piñas, hojas y muestras de tierra que caían de su
sucísima ropa sucia mientras correteaba entre la maleza. El propio Bob Hite
dijo: “En realidad era un tipo muy raro y descuidado, ni se cuidaba ni se lavaba
ni se peinaba ni se cambiaba de ropa; cuando lo llevé a mi casa mi madre no
podía creerlo. Y mientras los demás estábamos con ‘tías’ él se arrastraba
observando cualquier planta; le interesaban mucho más los pájaros y las flores
que las mujeres”. Skip Taylor (manager) dijo: “Le compraba ropa, lo bañaba y lo
vestía, y en unos minutos estaba
cubierto de barro y suciedad. No me extraña que no tuviera éxito con las
mujeres. Una vez le pagué a una ‘amiga’ y ella lo llevó a su habitación. Al
poco salió y me dijo ‘más te vale que te devuelva el dinero, ¡qué peste, qué
guarro!’. Nunca comprendió que a las chicas no les gusta rebozarse en la
suciedad ni que tengas un aliente apestoso”.
Al Wilson solía dormir en casa de Bob
Hite: “Casi siempre estaba protestando por la contaminación o por los bosques.
Un día me dijo: ‘Ya no sé cuáles son mis problemas. Es un rollo levantarse
todos los días’. No nos extrañó que intentara suicidarse o hablara de ello”. En
septiembre de 1970 el grupo tenía una gira por Europa. Taylor: “Dos días antes de
partir para Europa le dije a Al que se asegurara de lavar su ropa para la gira.
Luego desapareció, lo cual no era inusual. Buscamos y buscamos pero no
apareció, así que tomamos el avión sin él. En Berlín nos dijeron que lo habían encontrado
muerto en el monte, en un saco de dormir, no muy lejos de la casa de Hite.
Tenía el brazo derecho cruzado sobre el pecho y muchos recipientes vacíos de barbitúricos.
No había dejado ninguna nota. Una vez que dijo que se iba a meter un montón de
pastillas para acabar con todo, pero no recordó dónde las había guardado”.
“Si no hubiéramos sido músicos
habríamos sido criminales, seguro”, dijo Fito.
CARLOS DEL RIEGO