Los máximos especialistas mundiales en la materia trabajaron en el viaje, es difícil que fueran todos engañados o que todos estuvieran en el supuesto montaje y ninguno se fuera de la lengua nunca. |
Es una de las
principales teorías conspiranoicas: existen
infinidad de criaturas que, contra toda evidencia, mantienen la creencia de que
la llegada del hombre a la Luna fue un fraude desde el primer instante (otros
dicen que la Tierra es plana). Estos días (concretamente el 16-VII) se
conmemora el medio siglo de la llegada del Hombre a la Luna…, a pesar de los
que siguen convencidos de que todo fue una conspiración con miles y miles de
conspiradores
Como había prometido
John Kennedy, antes de terminar la década de los sesenta USA puso hombres en la
Luna y los trajo a la Tierra. Quien lo vio por la tele lo recuerda, y quien no
estaba allí sabe del asunto, sin embargo, no son pocas las personas que
desconocen que hubo un segundo, y un tercero, cuarto, quinto y sexto alunizaje.
A pesar de ello, sigue contando con muchos convencidos la teoría conspiratoria,
la que niega que algún terráqueo haya puesto sus pies en el satélite. Cuesta
creer que existan criaturas que sólo necesiten escuchar las ‘razones’ que
esgrime cualquiera en la barra del bar, en la oficina o en la mesa, para
creerse a pies juntillas que fueron pérfidos montajes los logros de los Apolo
11, 12, 14, 15, 16 y 17 y que, por el contrario, no tengan en cuenta los
argumentos expuestos por científicos y estudiosos del tema. Debe ser que hay muchos
que encuentra irresistible creerse estar en el ajo, saber algo que los demás no,
para así poder mirar por encima del hombro a quienes, según ellos, se han
tragado la bola. Sea como sea, hay que ser un poco testarudo para mantener la
convicción de la conjura a pesar de todo lo que todos los especialistas han manifestado.
Los ‘indicios’ que
esgrimen los empeñados en la teoría del complot han sido rebatidos infinidad de
veces, a pesar de lo cual siguen presentándose como pruebas concluyentes. No
es, por eso, cuestión de ir enumerando esas supuestas pruebas para ir refutándolas
una por una. De todos modos, hay diferentes versiones: está quien afirma que
sólo el primer viaje está en duda, no los siguientes, ante lo cual cabría
preguntarse, ¿por qué harían un montaje tal si sólo cuatro meses después fueron
de verdad?; otros sostienen que sí llegaron, pero que el vídeo se rodó en un
estudio, y una de las señales que apuntan como evidencia es que el viento mueve
la bandera…, como si en los estudios hiciera viento (la bandera se mueve porque
el mástil es de aluminio y vibra al clavarlo, y porque la gravedad en la luna
es seis veces menor que en la tierra); también están los que apoyan su posición
incrédula en las fotos, las sombras y distancias de los objetos o en algunas
veladuras…, sospechas que han sido explicadas (cualquiera puede encontrar esas
explicaciones) por activa y por pasiva. ¿Y por qué no se ven estrellas?,
preguntan algunos sin tener en cuenta lo más simple: porque es de día y, entre
otras causas de carácter fotográfico, porque la superficie de la luna refleja mucha
luz.
Se podría continuar
revisando todos los motivos de desconfianza, pero sería repetir una vez más lo
expuesto hasta la saciedad. Por eso es más oportuno presentar otras líneas de
razonamiento. Aquí van tres. Pocos años después de la desintegración de la
Unión Soviética, varios de los especialistas que habían trabajado en los
diversos proyectos espaciales soviéticos (incluyendo el ingeniero Vasily
Mishin, quien había sido el brazo derecho de Sergey Koroliov, el genial diseñador
de cohetes y naves como Sputnik o Vostok) contaron cómo habían seguido la
trayectoria del Apolo 11 desde el momento del despegue hasta el amerizaje con
todos los instrumentos con que contaba su avanzada tecnología aerospacial,
incluyendo una nave no tripulada que estaba en órbita lunar; además, tal y como
confesó uno de ellos, si hubieran tenido la más leve sospecha de fraude lo
hubieran proclamado a los cuatro vientos para, así, demostrar la ‘perfidia del
capitalismo’. Sin embargo, reconocen que no les quedó más remedio que asistir
en butaca de primera clase a aquel primer viaje a la Luna, cuyo éxito significó
el abandono del proyecto que la URSS tenía en marcha para poner un hombre sobre
su superficie antes que nadie. Por tanto, si los máximos enemigos de todo lo
estadounidense corroboran sin el mínimo atisbo de duda aquel primer viaje… Ah!,
y ya en el presente siglo sondas de Japón, India y China (que tiene programa
espacial propio) han fotografiado el suelo selenita (con resolución de hasta 1,5
metros), mostrando las huellas y restos de los alunizajes. Como curiosidad
puede añadirse que los familiares de Gagarin y Komarov (héroes soviéticos del
espacio) entregaron a Neil Armstrong pequeños recuerdos de sus fallecidos para
que los llevara con él en su aventura.
Otro argumento. En la
odisea del Apolo 11 (al igual que en las demás) tomaron parte directa miles de técnicos
y especialistas, destacados expertos en las múltiples disciplinas que la
magnitud del proyecto requería: en las fotos y grabaciones del control de
Tierra se ve una auténtica multitud. Así las cosas, en caso de que todo hubiese
sido trola, una de dos, o todos esos técnicos participaron en el fraude o todos
ellos fueron a su vez engañados; si es que tomaron parte en la farsa resulta
difícil pensar que, tras tantos años transcurridos, ninguno haya sucumbido a la
tentación de desmontar todo el tinglado y hacerse rico y famoso, ser
considerado un héroe a escala planetaria y pasar a la Historia; por el
contrario, si ellos, las máximas autoridades mundiales en cada especialidad,
fueron víctimas de la estafa, cabe preguntarse ¿quién sabría más que ellos para
poder falsear todos los datos y de este modo burlar su pericia y experiencia? En
cualquiera de los dos casos el montaje es literalmente imposible.
Y otro más. No hay
astrónomo, astrofísico, estudioso del cosmos o científico de cualquier otra rama
del saber que vacile a la hora de dar como hecho evidente cada una de aquellas
asombrosas aventuras. De este modo, puede tenerse como irrelevante (incluso
calificarse de ignorante) la opinión de gentes que, absolutamente ajenas a los
verdaderos entresijos del asunto, niegan la evidencia.
No puede dejar de
mencionarse el curioso falso documental francés ‘Operación Luna’ (2002), el
cual cuenta con entrevistas a grandes personalidades que parecen explicar cómo
se construyó el supuesto embuste. La filmación habría sido dirigida por el aclamado
director Stanley Kubrik; sin embargo, al final de la película se desvela entre
risotadas que todo ha sido una chanza, e incluso salen algunas divertidas tomas
falsas; también admitieron cómo sacaron de contexto palabras de grandes
personajes de la política, por ejemplo: si uno dice “de ninguna manera
provocaremos una guerra, eso seguro”, no hay más que quitar el “de ninguna
manera” y sacar el resto... Por cierto, cualquier aficionado al cine se
sorprenderá al darse cuenta de que muchos de los ‘testigos’ que aparecen en
esta inocentada (se estrenó el día de los inocentes en Francia) se llaman igual
que personajes emblemáticos de pelis de Kubrik y Hitchcock.
Bromas aparte, nadie en
su sano juicio puede defender esta leyenda urbana. Atreverse a tal cosa
equivale a dárselas de saber más que nadie, de ser más experto y conocedor del
tema que todos los profesionales que corroboran la veracidad de aquellos
asombrosos viajes espaciales.
CARLOS DEL RIEGO
(Actualizado de
noviembre de 2015)
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