Así están los cielos en el sudeste asiático. |
En los últimos meses se ha sabido que más de medio
centenar de habitantes de la Amazonia brasileña son asesinados anualmente por
mercenarios al servicio de las grandes madereras, petroleras y otras industrias
sin que el gobierno de dicho país mueva un dedo (tienen en proyecto varias
leyes proteccionistas, pero no terminan nunca de ser promulgadas). Esas
potentes empresas (que llegado el caso podrían demostrar no tener nada que ver
con la violencia) no persiguen más que la tierra donde viven esos indios, pues
desean deforestar, quemar, explotar y, en fin, convertir la cuenca amazónica en
monstruosas extensiones para pastos y cultivos de transgénicos después de que
haya sido talado todo el bosque posible. Sin atender a lo que se puede prever
sobre cómo será la selva dentro de un decenio, sí que se evidencia su retroceso
simplemente mirando las fotos de hace unos años y de hoy. Es un hecho, no
especulación o previsión.
La isla indonesia de Sumatra está sufriendo
aterradores incendios cuyos humos ya han provocado un muerto (que se sepa); se
trata de una mujer que vivía en el sur de la vecina Malasia, cuyas autoridades
decretaron estado de emergencia ante la nociva contaminación del aire. Al
parecer, estos inmensos incendios forestales han sido intencionados, pues hay
cientos de frentes que delimitan enormes extensiones codiciadas por empresas
que buscan terrenos aptos para pasto y cultivo. Nubes de humo y cenizas se
esparcen por los países vecinos, cuyos habitantes creen combatir el problema
con mascarillas… Las autoridades detienen a posibles responsables…, pero el
gran problema es que estas quemas se vienen produciendo desde hace años, con lo
que los bosques tropicales indonesios pronto sólo podrán verse en los
documentales de la tele.
Sí, la disminución de las junglas, bosques o
cualquier superficie arbolada silvestre es algo absolutamente innegable, pero
no es la única mala noticia. Como es sabido las aguas marinas vienen siendo el
vertedero final de innumerables materiales, sobre todo plásticos. Además, los
mares sufren vertidos de todo tipo, sobrepesca, destrucción de fondos y un
sinfín de agresiones más. Y por si la cosa no fuera suficientemente
inquietante, ahora se sabe (según un instituto oceanográfico de San Diego, Usa)
que el Océano Antártico tiene algo así como barra libre para su explotación,
pues quien quiera puede presentarse allí y hacer y deshacer a su antojo. Si
también se tiene en cuenta que varias regiones árticas o cercanas están
amenazadas por la industria petrolífera, hay que convenir que la cosa no pinta
nada bien.
Finalmente, la polución atmosférica, que como se
sabe está alimentada por los gases de los automóviles (de tierra, mar y aire),
las chimeneas de las fábricas, las calefacciones y aires acondicionados… Lo
malo es que los grandes contaminantes no tienen intención de manchar menos,
puesto que a día de hoy se paga por poder contaminar todo lo que se quiera, ya
sea como multa o comprando derechos de contaminación. Así, ¿por qué arriesgar
beneficios si con un pequeño desembolso se puede producir-ensuciar lo necesario
para mantener las ganancias?
El futuro del planeta no está en riesgo, como
tampoco la vida en el mismo, pues la Tierra ha pasado por episodios
infinitamente más catastróficos a los que plantas y animales han sabido
resistir. Pero sí que se está yendo a un medio ambiente más sucio, más pobre,
más feo, más desértico, más difícil y con más damnificados por catástrofes. El
gran problema es que los gobiernos no quieren entrar en conflicto con las empresas,
pues éstas proporcionan empleos y dinero en impuestos, con lo que les dejan
hacer, miran a otro lado o retrasan soluciones; a cambio, hacen creer que están
preocupados por el tema y trabajan en ello, pero nunca agarran el toro por los
cuernos, nunca se enfrentan al problema con ánimo de encontrar solución.
Tierra, agua y aire están cada año más contaminados
por culpa de los excesos de producción y consumo en los cinco continentes.
¿Quién es el culpable?, ¿el empresario que quiere producir más a costa de lo
que sea, o el ciudadano que se deja embaucar y cae en las trampas y
manipulaciones de las agencias de propaganda al servicio de aquel? Evidentemente
todos, todos los individuos, no los sistemas, pues estos son buenos o malos según
las acciones y decisiones de las personas.
CARLOS DEL RIEGO