OPINIÓN

HISTORIA

viernes, 28 de junio de 2013

EL PREOCUPANTE E IMPARABLE DETERIORO MEDIAMBIENTAL La cuestión del deterioro del medio ambiente va a ser de las que más preocupen a los terrícolas en pocos años. No se trata de creerse a pies juntillas las previsiones de los ecologistas más ultras, casi siempre catastrofistas y alarmistas, pues nadie sabe cómo van a evolucionar las cosas o qué ocurrirá en un futuro ya bastante cercano, sino en comprobar lo que está ocurriendo actualmente que, con total seguridad, es mucho más serio que lo que trasciende a la prensa.

Así están los cielos en el sudeste asiático.
En los últimos meses se ha sabido que más de medio centenar de habitantes de la Amazonia brasileña son asesinados anualmente por mercenarios al servicio de las grandes madereras, petroleras y otras industrias sin que el gobierno de dicho país mueva un dedo (tienen en proyecto varias leyes proteccionistas, pero no terminan nunca de ser promulgadas). Esas potentes empresas (que llegado el caso podrían demostrar no tener nada que ver con la violencia) no persiguen más que la tierra donde viven esos indios, pues desean deforestar, quemar, explotar y, en fin, convertir la cuenca amazónica en monstruosas extensiones para pastos y cultivos de transgénicos después de que haya sido talado todo el bosque posible. Sin atender a lo que se puede prever sobre cómo será la selva dentro de un decenio, sí que se evidencia su retroceso simplemente mirando las fotos de hace unos años y de hoy. Es un hecho, no especulación o previsión.

La isla indonesia de Sumatra está sufriendo aterradores incendios cuyos humos ya han provocado un muerto (que se sepa); se trata de una mujer que vivía en el sur de la vecina Malasia, cuyas autoridades decretaron estado de emergencia ante la nociva contaminación del aire. Al parecer, estos inmensos incendios forestales han sido intencionados, pues hay cientos de frentes que delimitan enormes extensiones codiciadas por empresas que buscan terrenos aptos para pasto y cultivo. Nubes de humo y cenizas se esparcen por los países vecinos, cuyos habitantes creen combatir el problema con mascarillas… Las autoridades detienen a posibles responsables…, pero el gran problema es que estas quemas se vienen produciendo desde hace años, con lo que los bosques tropicales indonesios pronto sólo podrán verse en los documentales de la tele.

Sí, la disminución de las junglas, bosques o cualquier superficie arbolada silvestre es algo absolutamente innegable, pero no es la única mala noticia. Como es sabido las aguas marinas vienen siendo el vertedero final de innumerables materiales, sobre todo plásticos. Además, los mares sufren vertidos de todo tipo, sobrepesca, destrucción de fondos y un sinfín de agresiones más. Y por si la cosa no fuera suficientemente inquietante, ahora se sabe (según un instituto oceanográfico de San Diego, Usa) que el Océano Antártico tiene algo así como barra libre para su explotación, pues quien quiera puede presentarse allí y hacer y deshacer a su antojo. Si también se tiene en cuenta que varias regiones árticas o cercanas están amenazadas por la industria petrolífera, hay que convenir que la cosa no pinta nada bien.

Finalmente, la polución atmosférica, que como se sabe está alimentada por los gases de los automóviles (de tierra, mar y aire), las chimeneas de las fábricas, las calefacciones y aires acondicionados… Lo malo es que los grandes contaminantes no tienen intención de manchar menos, puesto que a día de hoy se paga por poder contaminar todo lo que se quiera, ya sea como multa o comprando derechos de contaminación. Así, ¿por qué arriesgar beneficios si con un pequeño desembolso se puede producir-ensuciar lo necesario para mantener las ganancias?

El futuro del planeta no está en riesgo, como tampoco la vida en el mismo, pues la Tierra ha pasado por episodios infinitamente más catastróficos a los que plantas y animales han sabido resistir. Pero sí que se está yendo a un medio ambiente más sucio, más pobre, más feo, más desértico, más difícil y con más damnificados por catástrofes. El gran problema es que los gobiernos no quieren entrar en conflicto con las empresas, pues éstas proporcionan empleos y dinero en impuestos, con lo que les dejan hacer, miran a otro lado o retrasan soluciones; a cambio, hacen creer que están preocupados por el tema y trabajan en ello, pero nunca agarran el toro por los cuernos, nunca se enfrentan al problema con ánimo de encontrar solución.     
   
Tierra, agua y aire están cada año más contaminados por culpa de los excesos de producción y consumo en los cinco continentes. ¿Quién es el culpable?, ¿el empresario que quiere producir más a costa de lo que sea, o el ciudadano que se deja embaucar y cae en las trampas y manipulaciones de las agencias de propaganda al servicio de aquel? Evidentemente todos, todos los individuos, no los sistemas, pues estos son buenos o malos según las acciones y decisiones de las personas.


CARLOS DEL RIEGO 

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