OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 31 de marzo de 2013

ALVIN LEE, EL HÉROE DE LA GUITARRA ENTRA EN LA LEYENDA El sprinter de la guitarra, Alvin Lee, fallecía con sólo 68 años y en España (apenas se ha dado más información). Suyo es uno de los momentos maravillosos, imprescindibles de la historia del rock, ámbito en el que ya ocupa estatus de leyenda

Si el rock pudiera representarse con una imagen, ésta de Alvin Lee sería perfecta.

Hace unos días (6-III-13) murió el músico británico Alvin Lee, quien ostentó el oficioso título de ‘guitarrista de rock más rápido’ (curiosamente esos días también se fue el atleta italiano Pietro Mennea, el último blanco en poseer un récord de velocidad).

Como saben todos los que llevan décadas vibrando con el rock, Alvin Lee fue el cantante, guitarrista, compositor del legendario grupo Ten Years After.


Durante la época dorada del rock (los años setenta del siglo pasado) el heavy y similares tenían, además de sus propios y eternos atractivos, ese plus de la clandestinidad, ese sabor que da el conocer algo que otros no. En aquel contexto se estrenó en España la película ‘Woodstock’, de obligada visión y encendidos y admirados comentarios entre todos los iniciados; y allí, en tan emblemático escenario, entre las máximas estrellas del género, apareció un grupo británico de reciente formación, Ten Years After; Alvin Lee presenta el tema ‘I´m going home’ e inmediatamente inicia un punteo escalofriante a la velocidad de la luz, dejando asombrados, admirados, al medio millón de personas que estaba allí y, luego, a los millones que han visto el documental que se hizo sobre aquel inolvidable festival. A partir de ese momento el guitarrista entró en la historia del rock con el título de de campeón de velocidad, de modo que el deseo de todo el mundo de verlo en vivo lo llevó a pasarse larguísimas temporadas de escenario en escenario.


En aquellos momentos de máximo esplendor del rock duro y pesado, los que estaban al cabo del día solían discutir sobre guitarristas y baterías, sobre grupos y elepés, pero casi todos admitían que si Eric Clapton era el mejor, Alvin Lee era el más veloz; a veces había quien discrepaba y colocaba a Ritchie Blackmore a la misma altura, poniendo como ejemplo el incendiario sólo del ‘Highway star’ en el ‘Made in Japan’…, pero al final todos los amantes del rock reconocían disfrutar tanto con uno como con otro. Asimismo, en las discotecas de la España de los setenta sonaban, alternando con las horteradas, piezas del rock más cañero y actual, ocurriendo algo muy curioso en la pista de baile. Ésta estaba casi siempre ocupada por chicas y chicos vestidos a la moda bailando los éxitos de los 40 y semejantes, pero cuando el ‘pincha’ cambiaba de ritmo y ponía un rato de rock, la pista se llenaba de guitarristas imaginarios que parecían en éxtasis, tipos con pelo largo que se contorsionaban mientras agitaban la cabeza tocando el ‘air guitar’, unos hincándose de rodillas en pleno solo, otros haciendo el paso del pato made in Chuck Berry, estos saltando enardecidamente por el figurado escenario y aquellos agitándose enardecidamente como si su vida dependiera de ello. Y uno de los temas que inevitablemente atraían al personal bajo las luces sicodélicas y las bolas espejadas era el ‘I´m going home’, con el que se rememoraba al gran héroe de la guitarra, al coloso de la velocidad insuperable; en esos instantes todos estaban poseídos por el rock, todos eran Alvin Lee.

Apenas estuvo siete años al frente de Ten Years After (de 1967 al 74), pues luego él siguió por su cuenta mientras el resto de la banda se quedaba con el nombre, publicando en tan poco tiempo nueve álbumes; el segundo, ‘Undead’, se grabó en vivo con cinco canciones kilométricas, entre ellas el histórico ‘Voy a casa’. El estilo agresivo y casi siempre arrebatado solía tener como contrapunto evidentes matices de jazz, de blues y rythm, cosa que se nota en casi todos los discos. Otras de sus grandes creaciones fueron la exquisita ‘Love like a man’, la fabulosa ‘Bad secene’ y su continuación ‘Two time mama’ (ambas en el estupendo Lp ‘Ssssh’), el irresistible rythm & blues ‘Hear me calling’, la preciosa ‘I´d love to change the world’… En todas hay pasión, enorme vehemencia, mucha clase, inspiración, virtuosismo y, sobre todo, rock de máxima categoría, de ese que lleva al buen rockero al frenesí; todo con una omnipresente y genial Gibson en manos del héroe de la guitarra por excelencia.

¿Llegaste por fin a casa Alvin?

CARLOS DEL RIEGO


viernes, 29 de marzo de 2013

LA FARSA DE ÁVILA, EL CANTÓN DE CARTAGENA Y EL TERRITORIO CATALÁN LIBRE La Historia de España es muy prolija en episodios que parecen sacados de comedias bufas; se pueden recordar la Farsa de Ávila o la declaración del cantón de Cartagena, a las que ahora se suman los recientísimos manifiestos de algunas poblaciones catalanas que se erigen en ‘territorio catalán libre’

La Farsa de Ávila según litografía anónima del siglo XIX.

 Varios pequeños municipios catalanes se han declarado ‘territorio catalán libre’ según acuerdo y resolución de sus ayuntamientos que, en los últimos meses, han ido anunciando parecidos bandos independentistas. Tales resoluciones, lógicamente, no tienen ninguna repercusión en la ciudadanía, nada cambia una vez comunicado el ‘nuevo status’ político; es, en fin, como si un tipo de Cabañaquinta (Asturias) se levanta un día y empieza a pregonar a voz en grito que no es asturiano sino bosquimano del Kalahari…

Esta hilarante ausencia de sensatez recuerda algunos episodios de parecida índole que abundan en la riquísima Historia de España, inagotable en revueltas chuscas, motines de circo y rebeliones esperpénticas. Por un lado tiene mucho que ver con aquella insurrección cantonalista durante la Primera República Española, pero también guarda relación con el ridículo pasaje de mediados del siglo XV que está en los libros con el nombre de Farsa de Ávila.

Tras la revolución conocida como La Gloriosa (1868) y el fiasco de Amadeo de Saboya se proclama en 1873 la República Española; en este contexto federalista algunas regiones y poblaciones españolas se proclaman cantones independientes, siendo el cantón murciano de Cartagena el más conocido. El caso es que es que los delirantes e inconscientes bodoques de turno (más vale no recordar sus nombres) se creyeron legitimados y aptos para declarar la independencia del cantón, y así, tomaron las fortalezas de la ciudad. Como no podía ser de otro modo, hicieron el ridículo más espantoso, como demuestran dos hechos significativos; uno se produce en los primeros momentos: como no tenían bandera a mano (se había acordado que la enseña del Cantón Murciano de Cartagena fuera íntegramente roja), en la fortaleza de Galeras se optó por izar una bandera del Imperio Turco (roja con media luna y estrella blancas) creyendo que desde lejos nadie vería más que el rojo, sin embargo, desde uno de los barcos se comunicó que “el castillo de Galeras ha enarbolado bandera turca’…, piénsese en el pasmo del capitán, oficiales y marineros al creer que habían sido invadidos por los turcos. La otra muestra del ridículo de esta asonada de cuchufleta consiste en un texto divulgado por el ‘gobierno’ del cantón en el que se amenaza a una ‘potencia extranjera’ a que se pliegue a sus exigencias o será atacada…, la potencia amenazada era Almería. Finalmente las tropas gubernamentales asediaron y tomaron la ciudad, causando gran cantidad de muertos entre la población civil, que invariablemente es la que paga los delirios de grandeza de unos cuantos majaderos con mucha más vanidad que cerebro.

A mediados del siglo XV el rey de Castilla era Enrique IV ‘El Impotente’, que tenía en contra a gran parte de la nobleza y alto clero, los cuales al no poder destronarlo decidieron montar una pantomima, la Farsa de Ávila. En junio de 1465 nobles y obispos se reunieron cerca de la capital castellana (con los lugareños observando la representación) y allí construyeron un escenario en el que colocaron una estatua de madera que representaba al rey. Después de una proclama acusatoria, encendida y reivindicativa, uno tras otro los tres principales conjurados le fueron retirando al pelele la corona (símbolo de la dignidad y legitimidad), la espada (que representa la justicia y el poder) y el cetro (que equivale a la autoridad); finalmente echaron la estatua al suelo acusando a Enrique IV de ser amigo de los moros, de ser manso y de ser homosexual y, por tanto, no ser el padre de Juana (‘La Beltraneja’). Luego nombraron rey a su hermanastro Alfonso de Castilla (‘El Inocente’), que tenía 13 años, e incluso le montaron una corte, aunque no era más que un títere en manos de los productores y escritores de la farsa; además, murió sólo tres años después. Al final la cosa quedó en nada, e incluso algunos de los ‘farsantes’ se cambiaron de bando.

Pasajes chistosos, escenas desternillantes, chanzas y mofas pueblan la historia de España (en realidad seguro que igual que en todas partes), y en esa línea los regidores de aquellas poblaciones catalanas quieren que tradición tan divertida no se pierda.              
Qué tendrá el mando que convierte a ciudadanos de a pie en engreídos enfermos de poder y con delirios de grandeza que se creen capacitados, señalados y legitimados para poner en práctica cualquier ocurrencia. 

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 27 de marzo de 2013

LA HIPOCRESÍA DE PROGRES DE GUARDARROPÍA Pregonan con palabras gruesas no exentas de amenaza su posición cercana a los menos favorecidos y totalmente contraria a los ricos y poderosos, pero en privado, en el día a día, en lo que les toca directamente son tan burgueses capitalistas como aquellos a que los que desprecian

Hay que tener la cara dura

Son muchos los que proclaman de modo combativo y a voz en grito su condición de socialistas, comunistas o rojos en general (progres y fans del buenismo hueco), mientras que sus actos son cien por cien capitalistas (como no puede ser de otro modo en esta sociedad). Y esto se produce tanto entre las personas célebres como entre los ciudadanos de a pie, aunque lógicamente son las contradicciones de los conocidos las que trascienden.

Hipócrita según la RAE es el que finge sentimientos, ideas y cualidades contrarios a los que experimenta. Pues tales maneras exhiben no pocos privilegiados que declaran en un sentido pero viven y actúan en el contrario… Los indios de las películas del oeste decían a esto ‘hablar con dos lenguas’ o ‘tener la lengua partida como las serpientes’; y es que el aparentador profesional y vocacional es figura omnipresente en todo tipo de sociedades a lo largo de la historia.

No pocos hipócritas que se dicen de izquierdas (los de derechas ‘gastan’ su hipocresía en otros ámbitos) quedan en fuera de juego a la que se divulgan sus costumbres y procederes. Por ejemplo, se sabe que Izquierda Unida tiene gruesas deudas con Hacienda y la Seguridad Social, dando muestra de su preocupación por sus propios empleados; eso sí, ninguno de sus grandes jerarcas deja de cobrar sus envidiables sueldos y complementos. Como es sabido, los sindicatos más pendencieros y amenazadores se han aprovechado de la ley que tanto critican para poner en marcha unos cuantos eres, y así tener manos libres para despedir a sus trabajadores pagando justo lo que dice esa ley contra la que tan vehementemente salieron a la calle; eso sí, a los líderes de los grandes sindicatos no les faltan sueldazos y sobrepagas como a los políticos, se les ve en los restaurantes de lujo y no hacen ascos a los símbolos capitalistas.

Pero lo mejor es la tremenda, colosal, astronómica hipocresía de muchos de los que se dedican al cine. Todavía se recuerda aquella entrega de los Premios Goya con los almodóvares pregonando ostentosamente ‘no a la guerra’ y largando sin tiento. Y también todo el mundo tiene en mente la vergonzosa sumisión del director cuando recibió el Óscar; o sea, berreó todo lo que quiso contra la guerra aquí (a pesar de que los españoles apenas hacían otra cosa que llevar el botijo), y cuando estaba allí, ante un micrófono de alcance global y con el principal causante de la guerra a la escucha, se acongoja y se deja llevar por su papanatismo y sumisión ante el poderoso, limitándose a soltar vaguedades como lo de “paz para todos” o algo así (por cierto, ¿han aparecido ya las armas de destrucción masiva?). En fin, valiente en casa, cobarde fuera e hipócrita en todas partes.

De igual modo el actor español oscarizado, que no deja pasar ocasión para recitar su apoyo incondicional a la causa palestina y, por tanto, su posición antiisraelí, pero lleva su mujer a que dé a luz en un hospital judío (y carísimo). Y no hay que olvidar sus alaridos contra los recortes, contra el capitalismo, contra los políticos de derechas…, pero todas sus acciones demuestran sin asomo de duda que él es un perfecto burgués capitalista, y muy bien acomodado que practica lo que dice combatir.

Y qué decir de esa actriz que por la mañana anuncia las bondades del banco X con gran sonrisa y por la tarde tuerce el gesto con grandes aspavientos en manifestaciones contra los ‘bancos ladrones’ que desahucian a la gente.

La última la ha protagonizado la camarilla de los bardenes. Acaban de cerrar su restaurante (La Bardemcilla se llama) dejando en la calle a ocho trabajadores; en principio se les comunicó que todos irían a un ere y que lo que se les debía se lo pagaría el fondo de garantía salarial. Pero en vista del barullo formado (“protestan contra eres y despidos pero por detrás los aprovechan”, empezó a comentar el personal) y ante el riesgo de perder imagen, se echan atrás, anuncian la retirada del ere y prometen mayores indemnizaciones para los empleados tras el cierre del negocio; es decir, lo que de verdad les importa es lo que la gente piense y diga de ellos, lo que temen es que se les tenga por hipócritas que dicen una cosa y hacen la contraria, pero no pierden un segundo en pensar en ser coherentes con lo que exigen con tanta insolencia. En fin, que ante semejante revuelo los bardenes se salen por peteneras, dicen que no sabían nada (con qué facilidad se hace uso del recurso de tratar de parecer un tonto que vive en la inopia), buscan un cabeza de turco y, por supuesto, de lo dicho del ere nada de nada; ¿alguien cree que si la cosa no se hubiera hecho pública no hubieran seguido adelante con el expediente? 
  
Este tipo de sociatas de guardarropía tienen más dobleces que una camisa.  
        
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 24 de marzo de 2013

DAVID BOWIE, ‘THE NEXT DAY’, EL REGRESO DE LA LEYENDA David Bowie acaba de lanzar nuevo disco tras una década de silencio absoluto. ‘The next day’ ha devuelto al primer plano a una estrella que se había escondido; se trata de un buen trabajo, pero será difícil que alguna de estas canciones se coloque junto a sus grandes clásicos en la memoria de los incondicionales del Duque

La portada mira al pasado y juega con 'los viejos tiempos'.

El nuevo disco del gran David Bowie, después de la sorpresa que supuso la publicación de los adelantos que anunciaban nuevo lanzamiento, es una de las noticias musicales de lo que va de año (este 2013 ha sido elegido por no pocos viejos dinosaurios para regresar a escena). Apartado de los focos desde que en 2004 sufriera un ataque al corazón en plena gira, el viejo camaleón ha vuelto al estudio junto al que fuera durante muchos años su brazo derecho, el productor Tony Visconti. El resultado es ‘The next day’, un disco que al menos le ha devuelto a primera página en todo el mundo, algo que rara vez había conseguido el Duque Blanco en toda su carrera; de hecho, pocos de sus 26 álbumes de estudio (incluyendo este) han sido tan analizados, tan comentados, tan publicitados.


‘Al día siguiente’ es, vaya por delante, un trabajo muy meritorio; es original, toma riesgos y explora, aprovecha virtudes del pasado, contiene mucho talento e inteligencia, está muy logrado… pero se antoja algo frío, puede que distante. Da la sensación de que es la creación de un gran artista que se ve atenazado por la responsabilidad de estar a la altura, la obra de un compositor agarrotado por la obligación de no desmerecer un pasado tan glorioso, de un músico contrastado, emblemático, que no desea defraudar a los millones que llevan años pendientes de él. Podría afirmarse que a Bowie y Visconti les ha salido un álbum demasiado cerebral, un poco rígido y puede que excesivamente tallado, repulido y retocado. Pudiera ser, en fin, que el peso de la leyenda haya restado lucidez.

Se abre con ambientación aparentemente primitiva, pero que oculta mucha producción, con guitarras crudas y directas y profusión de voces; la saturación parece recordar sus evocados primeros setenta del siglo pasado. ‘Dirty…’resulta un tanto extraña, aunque no deja de mostrar a ese Bowie en continua búsqueda. ‘The Stars…’ ofrece un ritmo más ágil y una parte vocal cargada de pasión, ideal para una melodía intensa, pero la cosa no acaba de funcionar. ‘Love’ adquiere matices blues, la ya conocida ‘Where are…’ mantiene el enigma con su tono pausado, calmoso y lánguido, ‘Valentine`s’ hace un guiño a los años dorados al rememorar el sonido de la guitarra de ‘Ziggy Stardust’ al principio, es de lo mejor del disco, pero la cosa se diluye. ‘If you…’ es caótica, inquietante, opresiva, quizá hasta sicodélica, pero no acaba de enganchar, ‘I´d rather…’ comienza de modo prometedor aunque luego se distrae, ‘Boss’ es nuevamente muy años setenta, con matices jazz e incluso funk…, y ‘You feel…’ puede que sea el mejor corte del álbum, la pieza más sólida y contundente, la que muestra formas mejores y más definidas y, además, es muy muy Bowie en todos los aspectos: vocal, instrumental, ambiental.

Las letras son en general muy poéticas, melancólicas, muy de persona de edad (66 cumplidos). Y los diversos matices de voz que exhibe el inconfundible artista británico siguen siendo tan Bowie que producen una sensación reconfortante por la grata vibración del reconocimiento, sobre todo se agradece algún que otro delicioso falsete glam, pero la modulación carece del descaro y la arrogancia ingenua que tuvo (lógico).

Los arreglos son muy abundantes, recargados en varias ocasiones, y sorprendentemente no aparecen sólidos, sino que se antojan retenidos, como si la principal intención fuera no molestar.

Sin embargo, el mayor problema de este nuevo trabajo de David Robert Jones son las canciones, que siendo buenas no producen gran sensación más allá de la curiosidad y atención que merece una nueva creación de un artista de esta talla. Él pone todo su talento, pero melodías y estribillos, materias en las que él siempre fue brillante, aparecen un tanto apagadas, mates.

Da la impresión de que su alejamiento de la calle le ha arrebatado chispa, quizá la lejanía del exceso, la madurez, las preocupaciones e inquietudes vitales han sido perjudiciales para su espíritu creador. Escuchando el disco se reconoce a la primera que son canciones Bowie, tienen la marca de la casa, pero va a ser difícil que alguna de estas sea recordada al lado de las que todos recuerdan.

A pesar de todo ‘The next day’ es el mejor disco de David Bowie en más de treinta años, desde que en 1980 publicara el arrebatador ‘Scary monsters’; y sin la menor duda supera de modo aplastante a la mayoría de lo que se graba, se edita y se escucha.

Sea como sea, este regreso presagia una nueva etapa (hay que esperar que sea larga) en la trayectoria de uno de los artistas más singulares de la historia del rock. Es una gran noticia. 

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 21 de marzo de 2013

CON NUEVO PAPA ¿DEBE LA IGLESIA MODERNIZARSE? Con la llegada del 266º Papa han resurgido las exigencias que plantean, increíblemente, los ajenos, los extraños e incluso los contrarios a la Iglesia Católica; como si un vegetariano clamara por la renovación de las formas de cocinar ternera

Si la Iglesia Católica cambia su postura respecto a ciertos temas en función del momento, debería buscar otro nombre.

Tras la elección del nuevo Papa han vuelto a escucharse las voces de quienes piden, e incluso exigen, cambios en la Iglesia Católica, modernización, adaptación al mundo actual, renovación de estructuras, evolución con la sociedad… Pero lo más sorprendente de tales demandas es que, casi en su totalidad, proceden de quienes se declaran ateos o agnósticos, o sea, de aquellos que teóricamente ‘pasan’ de la religión; es algo así como que a los que no les gusta el teatro clamen por la utilización de dispositivos e ingenios electrónicos en los escenarios.

Así pues, quienes están dentro de la Iglesia, o sea los interesados y afectados por ella, prefieren que las cosas sigan como están (aunque siempre habrá lógicas discrepancias y opiniones contrarias), mientras que los que no quieren nada con lo que ahora encabeza Francisco I o incluso desean su desaparición, son los que reivindican cambios. Curioso, incoherente, ilógico.  

Esas voces que reclaman (casi siempre a gritos y con abundancia de insultos) novedades, mutaciones, actualizaciones se suelen centrar en cuatro o cinco puntos. Uno de ellos es el tema del aborto, pues reivindican que el Vaticano deje de pronunciarse a favor del no nacido y libere de culpa (de pecado, vamos) a la madre que, argumentan, ha de ser libre para decidir si lo que lleva dentro vivirá  o morirá como si fuera algo de su absoluta propiedad o formara parte de ella. Otro asunto que causa gran preocupación a los ateos preocupados por la Iglesia es el de las mujeres curas, pues reivindican el derecho de ellas a cantar misa; así, si detestan la religión y sus ritos, si no creen en nada de eso, ¿qué puede importarles que las mujeres dirijan o no las ceremonias? La negativa a casar a personas del mismo sexo, la oposición frontal a la eutanasia o al divorcio son otros temas en los que los ajenos a la religión elevan la voz exigiendo adecuación a los tiempos. Sin embargo, si el nuevo Papa iniciara el camino de la reforma de las bases del catolicismo estaría anunciando su desaparición, ya que sería renunciar a su moralidad, a su naturaleza, ajena a los tiempos, y se convertiría en una organización voluble y al albur de las modas y tendencias sociales de cada momento, o sea, que dejaría de ser la Iglesia Católica.

Tal vez los que se declaran contrarios a toda creencia y a todo concepto de trascendencia crean que esa es la mejor forma de acabar con esa entidad que lleva más de dos milenios operando. Pero aunque así fuera no deja de llamar la atención la preocupación por algo que les es tan repelente; imagínese que un enemigo de la masonería o de un club de fumadores, sociedad recreativa o comunidad de vecinos no cesara de proclamar la necesidad de la modernización de sus ritos, de exigir el cambio de indumentaria o de aconsejar unos nuevos horarios. Para estos casos la sabiduría popular acuñó aquello de ‘¡Y a ti quién te ha dado vela en este entierro!”.

Por otra parte, también se ha aprovechado la llegada del nuevo al solio pontificio para recordar la “necesidad de que la Iglesia Católica pida perdón por sus crímenes en el pasado, como la Inquisición o las Cruzadas”. Bueno, dígase una organización, organismo, partido, gobierno o país que no tenga cadáveres en el armario, y si hay que pedir perdón por hechos de anteriores generaciones deberían empezar los partidos democráticos, pues democracias legítimas han perpetrado barbaridades equiparables a aquellas, igual que otros regímenes, y en tiempos con Derechos Humanos en vigor.

CARLOS DEL RIEGO


martes, 19 de marzo de 2013

CORRALITO: CUANDO EL GOBIERNO METE MANO EN LAS CARTILLAS DE AHORRO Ya sucedió en Argentina y ahora está a punto de producirse en un país de la UE, Chipre: los incompetentes que ocupan el gobierno sólo han encontrado una solución para paliar la calamitosa situación de la economía del país (a la que ellos condujeron), y no es otro que sisar de las cuentas corrientes

Este es el deseo común a todos los gobernantes que son y en el mundo han sido.

Los que se dedican a la cada vez más odiada actividad política parecen volverse más locos, más tontos a cada crisis que se presenta; y da igual que los integrantes de esta dudosa casta sean de un país o de otro, de una ideología o de otra, pues no hay nada que se parezca más a un político que otro, independientemente de credos, nacionalidades o estatus social. La más reciente ocurrencia de estos oscuros personajes para atajar los problemas económicos ha sido perpetrada por los mandamases de Chipre; como es sabido, los politicastros de allí anunciaron que sisarían algo más de un 6% a todas las cuentas corrientes de menos de 100.000 euros y casi un 10% a las de más, pero luego, ante la previsible contestación popular, se echaron atrás y anunciaron que no distraerían nada de las cartillas con saldos inferiores a 20.000, pero que habría menguas para las que tuvieran más en la cartilla. Y ahora parece que la cosa puede quedarse en papel mojado. Sea como sea, aquellos cantamañanas (que no serán mucho peores que los de aquí, los de allá y los de acullá) demuestran ser poco profesionales y muy negligentes, pusilánimes y tornadizos, ya que han demostrado no estar convencidos de la medida, pues si lo estuvieran y hubieran estudiado todas las posibilidades la mantendrían a pesar de las protestas, pero como en realidad no hacen sino dar palos de ciego, se la envainan sin el menor rubor al menor contratiempo. 

El caso es que, nuevamente, ante un problema generado por ellos recurren al ciudadano para solucionarlo, a pesar de ser ellos (ellos, distintos a nosotros), los que se presentaron voluntarios para mandar, los culpables de la situación. Y es así porque si se ha producido crisis económica por el estallido de las burbujas, si son los especuladores los que producen la inestabilidad, si los banqueros y empresarios con antifaz producen agujeros o llevan contabilidades paralelas, si se evade dinero a diestro y siniestro y hay fraude fiscal a gran escala, si se blanquean capitales…, es culpa de los que mandan, pues el hecho de que se produzcan esas irregularidades es muestra de la ineficacia, de la ineptitud, de la dejadez de los políticos, es decir, ellos sin duda tienen toda la culpa, pues no han sabido combatir esos delitos a pesar de contar con todos los recursos legales. En pocas palabras, los que se presentaron voluntariamente para mandar no han hecho su trabajo, pues han permitido que especuladores, blanqueadores y trincones en general se lo lleven tranquilamente, impunemente; y cuando la cosa se vuelve insostenible (como en Chipre ahora) los verdaderos culpables de la situación (los empoltronados) cargan sobre los ciudadanos el peso de la solución y recurren al hurto legal, metiendo mano en sus cartillas de ahorro, sustrayendo, escamoteando, sisando… Pero peor aún que hurtar al ciudadano con tan incomprensible descaro es el hecho de que los integrados en la secta política están convencidos de que han hecho lo correcto, de que el pueblo debe darles las gracias…, cuando en justicia deberían desaparecer, esconderse en el desierto para siempre.  

Por otro lado, los siniestros covachuelistas de Bruselas (y de otros poderosos organismos) exigen al gobierno de Chipre que saque algo más de cinco mil millones de donde sea si es que quieren que les entreguen los diez mil millones precisos para el rescate; para un profano en contabilidad la cosa chirría, ya que parece tonto exigir cinco para dar diez en lugar de dar cinco directamente; así las cosas, en caso de que los preclaros estadistas chipriotas consumen el hurto anunciado, ¿a dónde irán los cinco mil millones birlados al ciudadano?, ¿saldrán del país en dirección a la Unión Europea?, ¿se quedarán allí para que el gobierno los ‘administre’?, ¿desaparecerán para siempre?

Sea como sea, cuando las cuentas de tu vecino veas sisar…

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 17 de marzo de 2013

EL TIMO Y EL ENGAÑO EN EL MUNDO DEL POP Y EL ROCK La clase política viene estafando al ciudadano desde que se ‘inventó’ el poder, pero la trampa, el fraude y el engaño no son exclusiva del representante público, sino que están presentes en todos los ámbitos donde haya algo que ganar, y el mundo del pop y el rock no está exento de aprovechados y caraduras

Malcom McLaren (entre Sid Vicious y un poli) ideó una original estafa con Sex Pistols como protagonista

Como todas las actividades que producen dinero, fama, poder, el rock y el pop también han atraído a una amplia variedad de trileros, chorizos, embaucadores, engañabobos y timadores, que han urdido tramas más o menos hábiles en las que han caído muchos incautos. Los músicos estafan cuando no dan lo que prometen; por ejemplo cuando ofrecen el típico concierto rápido y corto, ese en el que se nota que los del escenario están deseando acabar y largarse; o cuando meten sonidos pregrabados sin reconocerlo; o cuando alguno de los integrantes del grupo se presenta ‘indispuesto’, como cuando los fantásticos Dr. Feelgood salieron a tocar con un Gypie Mayo incapaz de sujetar la púa o de sostenerse en pie, cosa que también ocurrió con el batería de Damned en el histórico Rock-Ola de Madrid.

Capítulo aparte merece el asunto de los plagios y apropiación de ideas ajenas, ya que son pocos los que se libran de acusación tan vergonzante; The Beatles y Stones, The Doors, Michael Jackson, Georges Harrison y otros grandes hubieron de sufrir sonrojantes denuncias, llegando algunos de ellos a acordar el pago al denunciante para no continuar con la causa; en este capítulo tienen papel protagonista Led Zeppelin, señalados como grandes copistas de los bluesmen norteamericanos (aunque no sólo), y Oasis, especialistas en tomar esto de aquí y aquello de allá para dar forma a una canción ‘propia’ (maestros del corta y pega); Blur, Coldplay, Nirvana y muchísimos otros han tenido que aguantar el dedo acusador. Y emblemática es la leyenda que asegura que el Coronel Parker había comprado por unos cuantos dólares varias decenas de canciones a músicos callejeros para luego, hábilmente transformadas, convertirlas en superventas en la voz de Elvis.


Entre ellos, entre los compañeros de grupo abundan también las peleas, más por temas relacionados con el efectivo que por asuntos musicales. Aquí la lista tiende al infinito, puesto que son muy habituales declaraciones de este guitarrista o aquel batería del tipo de “esa canción, esa idea es mía, el nombre del grupo lo tengo registrado yo, se aprovecharon de mí y luego no compartieron conmigo los beneficios…”; por ejemplo, Topper Headon, batería de The Clash, afirmó que sus compañeros le habían robado gran parte de los temas de los discos ‘Sandinista’ y ‘Combat rock’ y luego le pusieron de patitas en la calle (probablemente su adicción a la heroína contribuyó al despido).
  
Pero los engaños más sonados suelen ser aquellos que tienen al público como primo. Seguro que hay quien se acuerda de aquel dúo llamado Milli Vanilli que a finales de los años ochenta del siglo pasado alcanzaron un tremendo éxito, sobre todo en Estados Unidos, donde fueron disco de platino y fueron galardonados con premios Grammy y similares; sin embargo, los dos integrantes del grupo (Morvan y Pilatus) eran unos impostores, pues ellos nunca cantaban sino que se limitaban a hacer play back; pero como no podía ser de otro modo, un día el play back falló y, además, uno de los que estaba en el secreto (precisamente uno de los verdaderos cantantes) empezó a ‘cantar’. Finalmente, el productor que había ideado la engañifa confesó, con lo que se descubrió todo el pastel. Pero antes, en el colmo del cinismo, el tal Pilatus se había comparado con Dylan o McCarteney. La discográfica que había editado sus discos hubo de hacer frente a un sinfín de demandas de quienes compraron álbumes y entradas de sus conciertos. Todo el mundo cayó en la trampa, pero quienes peor quedaron (además de los embusteros) fueron los críticos que premiaron a estos cantamañanas.

Esa misma forma de trola es la que usaron los productores de Boney M, otro grupo surgido en Alemania a mediados de los setenta y cuyas voces siempre fueron dudosas; luego se supo que el cantante masculino no cantó jamás, y que las voces de las chicas tampoco correspondían con los rostros que aparecían en escena y en las portadas (al menos no todas). ¿Se ha dicho que el embaucador que urdió las dos mentiras, la de Milli y la de Boney, es el mismo?, así es, se trata del alemán Frank Farian, que ganó un montón de pasta con esos dos trabajitos.

Los propios músicos suelen ser los que, de un modo u otro, terminan por ser timados, trasquilados, esquilmados por las compañías discográficas, que les hacen firmar contratos con condiciones leoninas; y aunque eso era mucho más abundante hace unos años siempre habrá listillos e inocentes. El caso de Springsteen es el más conocido; firmó contrato con el manager y productor Mike Appel, con quien grabó sus dos primeros discos y parte del superéxito ‘Born to run’; como quiera que Appel tenía  firmado un papel con The Boss que le proporcionaría desorbitados beneficios por cada uno de sus lanzamientos, Sprignsteen decidió no publicar nuevo material hasta que ese contrato expirara, dedicándose así, durante dos años, a dar salida a sus irrefrenables capacidades artísticas en extensos y agotadores conciertos, pues cada uno de los que dio entre 1975 y 1977 superaba las tres horas de duración. Finalmente Apple (que jamás volvió a acercarse al éxito) accedió a romper ese contrato…, a cambio de una cantidad.

John C. Fogerty, el genial líder y compositor de Creedence Clearwater Revival, tuvo problemas con Saul Zaents, dueño del sello discográfico Fantasy Records con el que publicaban los Creedence; la cosa se explica con un verso del tema ‘Zanz Kant Danz’ del álbum ‘Centerfield’ (1985), en el que John habla de ‘un cerdo que no sabe bailar pero sí robar’…

Y es que el dinero puede con cualquier relación. De sobra es conocido el encontronazo entre Paul Weller, de The Jam, con Steve Jones, de The Clash (también se peleó Weller con Sid Vicious, al que estrelló una botella en la cara, pero parece que la cosa no iba de pasta); en la gira White Riot Tour con The Clash y Buzzcocks entre otros, The Jam se bajaron del cartel a falta de un montón de conciertos, alegando Weller que los integrantes de The Clash les estaban robando en cada actuación.

De una original trampa trata la película ‘La gran estafa del rock & roll’ (The great rock & roll swindle’, Julian Temple, 1980); en ella se explica cómo el productor MalcomMcLaren consiguió que su grupo Sex Pistols ingresara un montón de libras sin apenas haber grabado nada. Su método era sencillo: firmó con una discográfica y, en la primera entrevista en televisión, Johnny Rotten y compañía soltaron todos los tacos que se les ocurrieron y lanzaron insultos a diestro y siniestro, de forma que otros artistas de ese sello discográfico (amén de otras voces de gran resonancia mediática) amenazaron con boikot si no se expulsaba a los Pistols; la firma los despidió, pero tuvo que pagar fuerte indemnización; el astuto y calculador McLaren repitió en otra compañía. Total, muchos miles de libras sin haber cogido la guitarra. De paso nació el punk inglés en los lejanísimos últimos años setenta del siglo XX.

Como puede verse, en el mundo del pop y el rock se cuecen las mismas habas que en todas partes.

CARLOS DEL RIEGO




viernes, 15 de marzo de 2013

LAS AMENEZAS DEL GIGANTE CHINO Las crisis que padecen cíclicamente los países occidentales, así como sus problemas estructurales, se verán multiplicados en poco tiempo con la total incorporación de China a la sociedad de consumo, es más, los aprietos y dificultades que periódicamente sufren de los países occidentales son de chiste comparados con sus equivalentes chinos

Miles y miles de viviendas están terminadas pero sin ocupar, dando lugar a pueblos fantasma como este.

Una de las causas exclusivamente españolas de la actual crisis es, cómo no, la llamada burbuja inmobiliaria. En este país esa burbuja explotó y dejó miles y miles de parados, pufos por todas partes, urbanizaciones a medio construir, edificios terminados que se deterioran deshabitados, bancos y empresas al bode de la ruina, innumerables impagos y créditos de dudosísimo cobro y, en fin, a muchos ciudadanos incautos que pagaron y ahora no tienen nada; pero todo esto es un chiste comparado con lo que está a punto de suceder en China, pues allí, con más de 1.300 millones de habitantes, todo adquiere unas dimensiones abrumadoras, preocupantes.

El caso es que hace unos años los designados (no elegidos por el pueblo) para gobernar a esa cantidad astronómica de ciudadanos creyeron buena idea animar a la gente a comprar vivienda, pero no tuvieron en cuenta que con su actual capacidad adquisitiva el chino medio tardaría más de 50 años en pagar la casa. Y ahora se encuentran con millones de pisos vacíos y ciudades, barrios y urbanizaciones totalmente abandonados…, y se sigue construyendo. Sí, cuando China llegue a los problemas que afrontan cíclicamente los países occidentales se verá lo que es una recesión salvaje. Hay que tener en cuenta que China ha mantenido un crecimiento imparable durante años, pero eso ha sido posible gracias a la fabricación masiva de artículos de ínfima calidad y a las grandes empresas occidentales que subcontrataban allí o allí montaban sus fábricas, aprovechándose de la ausencia de derechos sociales de los trabajadores (nada de vacaciones pagadas, nada de sueldos mínimos, nada de seguros médicos, nada de prestaciones por desempleo, nada de bajas por enfermedad…), de los bajísimos salarios, de la beneficiosa fiscalidad… Sin embargo un día los trabajadores empezarán a exigir derechos, salarios decentes y otros beneficios que el trabajador occidental da por seguros. Ese día las empresas empezarán a buscar nuevos países donde instalarse y, evidentemente, se irán a sitios más deprimidos económica y socialmente, sacudiéndose a así los problemas laborales que, sin duda, ya estarán instalados en China; se irán y dejarán atrás millones de parados que provocarán múltiples y multitudinarios estallidos sociales, los cuales serán reprimidos cruel y despiadadamente por el gobierno…; no es adivinación, sino lógica, historia, experiencias repetidas.  

Otras son las amenazas que vienen del gigante de ojos rasgados. Por ejemplo, como es sabido, los chinos se están incorporando a toda velocidad a la cultura del consumismo, lo que significa un gasto en recursos de tamaño cósmico; así, si en España hay circulando unos 30 millones de automóviles, si en Estados Unidos se calcula que serán 224 millones, si en todo el mundo ruedan a diario más de mil millones de coches y si en China actualmente hay menos de 80 millones ¿qué ocurrirá cuando, como está previsto, en pocos años haya más de 200 millones de chinos con un volante en sus manos?; según los datos, el crecimiento de ventas de autos en este país presenta un crecimiento anual del 27%., así que esa cifra ya está muy cerca. Y de igual modo ocurrirá con la India: mil millones de habitantes, un crecimiento de las ventas de coches del 9% y, de momento, tan sólo 20 millones de motores quemando combustible; en unos pocos años habrá otros cientos de millones de tubos de escape humeando en el subcontinente.

Y siguiendo por ese camino, ¿qué pasará con la demanda de petróleo cuando en esos pocos años haya que alimentar 400 millones de motores más?, ¿se pondrá la gasolina a 20 euros en litro? ¿Y cómo soportará el planeta los gases de un total de 1.400 millones de automóviles?

El escenario puede parecer apocalíptico, pero está mucho más cerca de lo que se cree. Tal vez hubiera sido distinto si esas ingentes poblaciones se hubieran ido integrando a largo plazo en el sistema y hubieran ido creciendo con él, pero la irrupción brusca de tales masas en la sociedad de consumo supondrá un impacto de imprevisibles consecuencias.

Y eso que sólo se han tenido en cuenta tres variables: construcción, automoción y trabajo, pues si se valoran también la ausencia de democracia y Derechos Humanos, la represión brutal y despiadada, la censura férrea, la manipulación informativa, el poderío de su ejército…, el porvenir parce aun mucho más oscuro.
Lo dijo Napoleón hace dos siglos: cuando China despierte el mundo temblará; ahora se está desperezando.  
   
CARLOS DEL RIEGO





miércoles, 13 de marzo de 2013

¿ES POSIBLE CONFIAR EN LOS JUECES? Varias causas judiciales de gran alcance están dirimiéndose actualmente; sin embargo, dada la arbitrariedad y engreimiento del juzgador, hay que temerse lo peor: sentencias benévolas, amables, para homicidas, asesinos y desalmados de todo género. Hay que ser ingenuo e imprudente para confiar en ese entramado

El torero Ortega Cano tendrá una sentencia benévola, amable, mucho más amable que la pena a la que él sentenció a su víctima.

Los asuntos judiciales siguen en primera página. Hay actualmente tres que atraen la atención del ciudadano (sin contar los relacionados con el trinque y la corrupción) y, por una u otra razón, no dejan de causar inquietud en todo aquel que tiene interés y se procura información al respecto. Inquietud que procede de la desconfianza que causan tanto los jueces y sus arbitrarias y desoladoras decisiones como el propio sistema penal en sí.

El caso del torero Ortega Cano es actualmente (III-13) el más seguido. Sin entrar a valorar testimonios,  pruebas y análisis, parece difícil que se libre de una condena importante dado que todo lo acusa…, si el proceso fuera más o menos lógico. Sin embargo, todo parece indicar que la cosa terminará con una componenda entre abogados, fiscales y jueces; los primeros iniciarán el mercadeo, el tira y afloja, el amaño, el regateo, la subasta, hasta ponerse de acuerdo; los siguientes darán su beneplácito al trueque; y los terceros harán cualquier pirueta para que el causante de un homicidio pague lo menos posible. ¿El muerto?, al hoyo, y el conductor homicida, al bollo. Pagará una muerte con dinero y, en el mejor de los casos, pasará unos días en el trullo y a la calle, a olvidar el mal trago. Claro que mucho peor fue el caso del indigno Farruquito, que conduciendo sin carnet y sin seguro a toda velocidad, atropelló a un peatón saltándose un semáforo, se dio a la fuga sin detenerse a auxiliar a su víctima y, por si fuera escasa la colección de bajezas mostradas por el bailarín, niega que él condujera y le pasa el muerto a otro; no se puede cometer mayor cantidad de vilezas y ruindades en una misma acción (sin el menor atisbo de duda, este individuo ha demostrado de qué está hecho). Como quiera que el encargado de administrar justicia encontró atenuante en el ‘arrepentimiento espontáneo’ (medio año después, cuando ya no tenía escapatoria y tras haber tratado de manipular las pruebas), el dudoso personaje apenas pasó unos meses entre rejas, pues aunque fue condenado a tres años (¿cuántos le robó al verdadero perdedor?), al poco ya disfrutaba de todos los beneficios, sólo iba a la cárcel a dormir y pasó el último año en libertad condicional. Desgraciadamente Ortega Cano ‘sufrirá’ un castigo semejante.

Otro caso terrorífico que se juzga estos días es el de los ultras-nazis-skins que apalearon a un indigente que se refugiaba en un fotomatón; los muy valientes (las hienas siempre atacan en grupo, jamás cuando la ventaja no es abrumadora) le patearon la cabeza hasta que se cansaron, mandándolo dos años al hospital y dejándolo con un 60% de minusvalía; y para colmo, el abogado de los prehomínidos se marca una declaración que hubiera firmado Hitler, dejando bien claro que, de haber estado allí, él también hubiera aporreado al indefenso. Habrá tejemanejes entre los equipos de letrados (al leguleyo ultra, como mucho, le darán una reprimenda) para que, al final, el árbitro los condene a unos años, tal vez diez o doce, con lo que en tres o cuatro estarán en la calle para buscar a otro indefenso al que machacar cuando vayan en grupo. Lo que deberían hacer en el momento en que localicen a otro desgraciado es avisar a su abogado, que gustará de participar en la ‘actividad’.

Un caso menos atendido por los medios viene del Tribunal de Estrasburgo, que considera que va contra los Derechos Humanos aplicar la doctrina Parrot, la cual señala que los beneficios penitenciarios se aplicarán sobre el total sentenciado, y no sobre el máximo a pasar en prisión, que en España es 30 años. Si prosperara esta barbaridad de los jueces de ese tribunal, en unos meses habrá cientos de terroristas, violadores, pederastas y asesinos en las calles, todos ellos con crímenes horribles por los que habrán pagado con unos pocos años de cárcel. ¡Qué pueden tener en la cabeza esos jueces para utilizar cualquier matiz o recoveco de la ley en beneficio de un violador pederasta que, sin la menor duda, una vez en la calle empezará inmediatamente a buscar víctima! ¡Cómo tendrán tanta empatía con el agresor y ni una sola palabra para el agredido!

Y si en el caso hay política y políticos, el del hábito negro se verá influenciado por prejuicios, preferencias, simpatías y antipatías, ideologías, arbitrariedades…

¡Pero qué se puede esperar de un juez!, qué se puede esperar de una persona que un día se mira al espejo y se dice a sí mismo: “tú vas a ser quien decida el destino de las personas, tú tendrás el poder sobre las vidas de los otros”. Son necesarios, sí, pero desde un punto de vista ético hay que tener un ego del tamaño del Himalaya, una soberbia más profunda que la fosa de las Marianas, una vanidad y engreimiento más extensos que el desierto de Sahara para verse así. Valga de muestra de la valía moral de gran parte de este colectivo (segurísimo que hay excepciones) el trato que habitualmente dan a sus compañeros de facultad cuando ganan la oposición: les niegan hasta el saludo, pues a partir de ese momento se consideran seres superiores.

CARLOS DEL RIEGO








martes, 12 de marzo de 2013

LAS “AUTONOSUYAS”, EL REPARTO CASI COLONIAL DEL TERRITORIO La elaboración de un nuevo mapa político de España fue la tarea peor resuelta por la Transición, pues en gran parte se hizo según intereses ajenos a las realidades históricas y geográficas. Es por eso que bien puede usarse el término ‘autonosuyas’, pues fue un invento suyo, de los políticos, para multiplicar por 17 sus posibilidades de subirse a sillón oficial

Así estaba parcelada España hace medio siglo, de un modo mucho más acorde con la historia que como está hoy.

A pesar de lo que proclamen algunos (sobre todo algunos que no estuvieron allí), el período de la Transición española fue un proceso muy positivo, con sus sombras, pero en general fue muy beneficioso para el país, pues el paso de dictadura a democracia se llevó a cabo de un modo bastante tranquilo y, en consecuencia, con buenos resultados; y ello a pesar de que muchos querían derribar la casa vieja antes de tener la nueva lista para ser habitada, lo que hubiera sido una catástrofe, como se demostró al terminar la segunda Guerra del Golfo. Pero no todo lo que se hizo en la Transición ha resultado beneficioso a medio plazo, siendo el ejemplo más significativo y evidente la distribución que se hizo del territorio, o sea, las comunidades autónomas.

De hecho, parodiando la película de Rafael Gil del año 1983, más que autonomías lo que se fabricaron fueron autonosuyas, suyas porque fueron un invento de los políticos, que vieron en esa multiplicación de sillones, destinos, cargos y puestos una gran oportunidad para situarse social y políticamente (y esto pensando bien). Pero lo peor fue el dibujo autonómico, realizado con parámetros similares a los que dirigieron el reparto de las nuevas colonias por parte de las potencias occidentales en época del colonialismo (segunda mitad del XIX); así, los países europeos se dividieron el botín del continente africano según sus intereses, creando fronteras donde no las había y partiendo territorios habitados por las mismas etnias, con idénticas cultura y tradición, sin tener para nada en cuenta a quienes allí vivían; de igual modo, no pocos del medio millón de kilómetros cuadrados del país se distribuyeron pensando en las exigencias e intereses de algunos y debiendo amoldarse el resto a ellos, con lo que se forzaron comunidades y, como guinda, se inventaron denominaciones.

Como es sabido, para otorgar autonomía a las regiones con dos lenguas oficiales se optó por lo que se llamó ‘café para todos’, o sea, atribuir similares prerrogativas a todos los territorios, lo que conllevó la creación de comunidades autónomas sin verdadero sentido. Y a todo esto, los políticos encantados, pues en lugar de uno, habría 17 presidentes y otros tantos gabinetes ministeriales, secretarios de estado, subsecretarios, asesores, directores de área…, lo que significaba miles de canonjías vacías a la espera del más listo.

Desde entonces la provincia de Madrid no es Castilla por decreto, aunque la historia diga lo contrario; para la de Murcia (que mucho tiempo formó dúo con Albacete) no se encontró socio y se la dejó sola; la de Santander pasó a llamarse Cantabria, recuperando un nombre que tuvo parte de este territorio en el XVIII, pero olvidando que con ese término llamaron los romanos a los habitantes de casi toda la cornisa; y la de Logroño eligió La Rioja que, a diferencia de la anterior, nunca había sido así conocida, siendo que la afamada comarca enológica excede los límites de la provincia (claro que cada uno puede llamarse como quiera). Si a estas provincias-comunidades autónomas se les suma Asturias (la única que tiene verdadera entidad desde siempre) uno se topa con cinco provincias que también son lo otro, con lo que tendrán todas las instituciones provinciales y todas las regionales (amén de las municipales, comarcales…); ah, y sin olvidar ciudades autónomas, Ceuta y Melilla. O sea, presidentes y vicepresidentes, consejeros y docenas de cargos más para cada una de esos siete entes. Un chollo para los que trabajan por amor a su tierra a cambio de unos pingües honorarios, pero no hay que olvidar que amor por dinero tiene un nombre...

Parcelada totalmente contra natura es Castilla y León; para empezar, casi toda la población española omite la ‘y’, conjunción que indica que esta entidad política la integran dos realidades históricas, León y Castilla, de modo que cuando se prescinde de la ‘y’ se convierte a León en algo así como un mote de Castilla necesario para diferenciarla de la otra Castilla (La Mancha sí que es un mote, un apelativo, un distintivo). En el mismo sentido está lo de castellanoleoneses, palabreja inexistente y mentirosa, pues si esta comunidad la integran dos territorios, lógico es que sus habitantes sean leoneses y castellanos. Además, el menosprecio al reino más antiguo de España se produce siempre que se habla de ‘las dos castillas’, pues se da a entender que el territorio del Viejo Reino de León es parte de Castilla, y no lo es. Hace medio siglo existían Castilla la Vieja (Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila), Castilla la Nueva (Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara) y León, que comprendía León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia, y luego sólo las tres primeras, pasando las otras dos a Castilla la Vieja. Se trata de una distribución mucho más lógica y con verdadera base histórica y geográfica (la única excepción sería la provincia de Cantabria). Por cierto, Guadalajara tiene tanto de La Mancha como Orense.

Lo del estado de las autonomías fue la parte más fea y menos acertada de la Transición, por lo que es hora de volver a pensar y, si es el caso, rediseñar el territorio y eliminar comunidades costosísimas y absolutamente innecesarias para todos menos para quienes viven a su costa y que, siempre, sueñan con convertir las autonosuyas en verdaderos reinos de taifas. El ahorro sería enorme e inmediato.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 10 de marzo de 2013

UNA SITUACIÓN NUEVA: LAS ESTRELLAS DEL ROCK LLEGAN LA VEJEZ La edad de jubilación también llega a los grandes astros del universo del rock y el pop, un escenario que se produce por primera vez, y por eso, al igual que cuando comenzaron en este negocio, ahora también han de afrontar una circunstancia tan novedosa como aquella

La vieja iguana, Iggy Pop, sigue en forma a sus 66
La música rock (y géneros o subgéneros afines o derivados) es muy joven, su recorrido vital se reduce a poco más de medio siglo. Eso quiere decir que quienes formaron parte de las primeras generaciones de cantantes, guitarristas, baterías de rock para luego acceder al estrellato, llegan ahora o ya están instalados en edades de retiro y jubilación; claro que algunos ya la han superado ampliamente, como el seminal, inagotable e imprescindible Chuck Berry, que en unos meses cumplirá 87 añazos, sin embargo, el viejo Chuck es una estrella desde el punto de vista del prestigio y el reconocimiento, pero no como gran fenómeno mediático que vende millones de discos y llena grandes estadios; algo parecido se puede decir de ‘The Killer’, Jerry Lee Lewis, que pronto tendrá 78. Los genuinos grandes astros son aquellos que llegaron poco después, ya en los sesenta, algunos con altibajos y otros sin desaparecer nunca de la primera página, pero todos han conseguido mantenerse desde entonces en un envidiable estatus de protagonismo y referencia mundial. Estos monstruos del rock ya son viejos, rondan o superan los 65 y arrastran (faltaría más) todos los achaques de la edad por más que conserven el encanto, el glamour, la capacidad de seducción. El asunto es que no hay referencias previas, pues los rockeros alcanzan la senectud por primera vez, o sea, hasta ahora no existía la figura del músico de rock añoso, vejestorio, ajado y sin la chispa que su estilo exige; por tanto, la cuestión que se les presenta a estos que pisan un terreno virgen es qué hacer, cómo afrontar y gestionar la ancianidad desde el punto de vista de quien fue un joven rebelde y provocador y que, desde aquel primer momento, ha luchado y trabajado para no perder su condición.   

Algunos de los otrora desafiantes animales de escenario que, con alcance mundial, ya pueden ser tratados como venerables ancianos son Jagger, Richards (ambos cumplen 70 este año) o Watts (72) de los Rolling Stones, Paul McCarteney (71) y Ringo Starr (73), David Bowie (66), Eric Clapton (68), Iggy Pop (66), Ozzy Osbourne (65), Bob Dylan (72), Neil Young (68), Van Morrison (68), Roger Daltrey (69) y Pete Towsend (68) de The Who, Roger Waters (70) y David Gilmour (67) de Pink Floyd, Robert Plant (65) y Jimmy Page (69) de Led Zep, y muchos otros más o menos célebres. Afortunadamente la mayoría de ellos se han hecho a la edad, han asumido los años y han seguido activos, y muy pocos han recurrido a la cirugía para disimular el lógico desgaste, es decir, asimilan su condición sin traumas.


Estos son los primeros triunfadores del planeta rock que, habiendo sido acompañados por el éxito casi toda su vida, llegan a viejos; de hecho, desde que comenzaron en este negocio-arte-espectáculo no hacen sino explorar y abrir caminos vitales, puesto que nadie había llegado a donde ellos están llegando ahora, nunca antes ningún glorioso héroe del rock se había hecho pureta; así, ellos son los primeros en descubrir qué siente una gran estrella juvenil al perder la juventud y convertirse en un artista maduro con problemas tan comunes como la caída del cabello o la aparición de la barriguita (amén de otros achaques más propios del exceso que de la edad). Y ahora se encuentran ante otra puerta que ningún guitarrista, batería o solista de rock, ryhtm & blues, pop o similar tuvo ante sí anteriormente. No debe ser fácil para la estrella juvenil hacerse viejo (en realidad no lo es para nadie), sobre todo al no tener referencias de otro que haya estado antes ahí. Por eso, seguro que muchos de ellos se habrán preguntado qué hacer, ¿seguir como siempre publicando y actuando o asumir que ya no se es un rockero vigoroso y desafiante y, por tanto, mejor irse a casa?, ¿tal vez sería mejor cambiar de estilo, suavizar el sonido y hacer música para personas mayores? ¿o fingir que el tiempo no pasa, rodearse de músicos jóvenes y participar en discos y conciertos de bandas noveles y continuar agitando la melena como hace cuarenta años?
La realidad es que la mayoría de los músicos de rock están envejeciendo con gran dignidad; tocan y publican muy de vez en cuando pero siguen activos, recuerdan sus viejos éxitos pero sin renunciar al material nuevo, han comprendido que “sus buenos tiempos” han pasado y se han hecho elegantemente a un lado para volver ante los focos sólo en ocasiones señaladas. Prácticamente ninguna vieja gloria se ha quedado sólo en eso, en vieja y en gloria, casi nadie se ha retirado del mundo y se ha quedado añorando sus buenos tiempos y lamentando los estragos de la edad, como sí hicieron muchas de las primeras estrellas del cine al no saber afrontar lo inevitable.
  
De todos modos siempre es mejor cumplir años y hacerse viejo que haber dejado un bonito cadáver de menos de treinta. Claro que de cara a la mitología del rock tienen mejor consideración los que vivieron deprisa y murieron jóvenes, pues entraron directamente en la sala de la leyenda sin dar tiempo a la decadencia. Estos que siguen ‘rocanroleando’ a pesar de ser sexagenarios, septuagenarios u octogenarios demuestran, sin lugar a dudas, que el rock & roll no es cuestión de edad, cosa que se demuestra al ver el gesto de un crápula como Richards cuando está en el escenario.
En resumen, que los nuevos discos de Bowie, Young, Stones, Dylan, Stooges…, significan buenas noticias. Son viejunos pero aun muy capaces de hacer saltar la chispa del rock y con ella entrar en contacto con gentes de 15 y de 75; es más, la erudita elegancia de uno, cualquier guitarrazo del otro, el menor desplante de estos, la poesía corrosiva de ese o el salvajismo de aquellos contienen más rock & roll que la discografía completa de la mayoría de los grupos que son y han sido. Y por último, todos son mejores músicos y tienen mucho más criterio que cuando se comían en el mundo.  

¡Larga vida a los viejos héroes!

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 7 de marzo de 2013

LAS EXAGERADAS EXPRESIONES DE DOLOR POR LA MUERTE DEL LÍDER El fallecimiento del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha desatado la histeria entre gran parte de los venezolanos, que lloran desconsoladamente igual que hicieron otros pueblos al fallecer su caudillo

Estos gestos dejan bien patente la forma de gobernar del caudillo, basada en el culto a la persona, al líder convertido en ídolo de masas.

Las desmesuradas muestras de desesperado dolor manifestadas por los seguidores de Hugo Chávez son repetición de las que expresaron en su día los fanáticos de algunos de los máximos dictadores de la historia. A la muerte de Stalin hubo también llantos exaltados, se le dedicaron hiperbólicas composiciones poéticas e intelectuales de todo el mundo elogiaron al ‘padrecito Stalin’; igual que cuando palmó Lenin; tras el fallecimiento de Franco las colas para venerar su cadáver eran kilométricas, y no fueron pocos los que lloraron a lágrima viva ante los restos del dictador; ¡y cómo se puede calificar la llantina desconsolada de los coreanos del norte cuando murieron Kim Jong Il y Kim Il Sun, dos aterradores déspotas, feroces y sanguinarios sádicos que mataban de hambre (literalmente) a su pueblo!; algo parecido a lo sucedido cuando la diñó Mao Tse Tung, responsable de no menos de 50 millones de muertes… Todos ellos fueron crueles represores de la libertad y provocaron muchas víctimas (en grados y dimensiones muy dispares), y sin embargo fueron llorados por el mismo pueblo que sufrió su dictadura.

Hay paralelismo con lo que sucedía (tal vez aun suceda) en algunas culturas primitivas, cuando a la muerte del jefe sus más allegados se golpeaban y autolesionaban gravemente para expresar su dolor.

La cuestión que se impone es ¿a qué se debe ese nexo de dependencia, ese seguidismo fanatizoide e incondicional que crea el gobernado hacia su caudillo?, ¿qué es lo que sucede para que un dirigente y su pueblo se conviertan en amo y rebaño?, ¿por qué si el muerto es un político democrático las expresiones son infinitamente más contenidas aunque haya hecho mucho por el país? Son preguntas de difícil respuesta, sobre todo si se tiene en cuenta que muchos de los que hoy lloran al líder muerto mañana lo acusarán de dictador. Pocos años después de la muerte del tirano soviético cambió radicalmente el sentir de la gente, que negaba haber apoyado al esquizofrénico de Georgia; pasados unos meses de la desaparición de Franco nadie se atrevía a decir que había estado un par de horas en la cola para darle el último adiós o que lo había aclamado en las manifestaciones de la plaza de Oriente; lógicamente este cambio de opinión no puede darse si a la muerte del sátrapa de turno le sucede su hijo, y a éste el suyo. ¿Será esa dependencia emocional algo parecido al síndrome de Estocolmo o a la que desarrollan algunas mujeres maltratadas hacia su tirano particular? Y por otro lado, ¿gemirán y rechinarán los dientes los cubanos cuando a Fidel le llegue su hora?, ¿y cuánto tardarán los que lo hagan en negar que apoyaran al Barbas, al Che y a la revolución?

Cierto que Chávez no llegó por la fuerza al poder; lo intentó, pero fracasó su golpe de estado, así que tomó otro camino. Se presentó y ganó las elecciones, y acto seguido persiguió a los medios de comunicación, partidos políticos, empresarios (sobre todo españoles) y en general a cualquiera que él viera como opositor; es decir, Chávez gobernó de modo más blando que un dictador en toda regla pero con métodos mucho más perversos y dudosos que cualquier político verdaderamente demócrata. Por el contrario, favoreció a quienes estaban a su lado que, lógicamente, apoyaban todas sus iniciativas.

Estos días se suceden las muestras de dolor infinito, las proclamas inflamadas, las declaraciones grandilocuentes, las colas lacrimógenas, las loas arrebatadas, desmayos, gestos teatrales, juramentos y promesas ante el cadáver del caudillo bolivariano; por cierto, Simón Bolívar, al igual que Chávez, deseaba el poder, todo el poder, el libertador para él y para las poderosas aristocracias criollas con el fin de tener manos libres y así hacer y deshacer sin dar cuentas a España, y el desaparecido presidente para mejorar la vida de los más desfavorecidos (al menos en teoría), cosa que no interesaba lo más mínimo al idealizado ‘monócrata’ (término acuñado por el propio Bolívar).

Esas encendidas expresiones de dolor infinito ante el cadáver del líder (de cualquier líder político) muestran más fanatismo que cualquier otro sentimiento.
 
CARLOS DEl RIEGO