OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 10 de marzo de 2013

UNA SITUACIÓN NUEVA: LAS ESTRELLAS DEL ROCK LLEGAN LA VEJEZ La edad de jubilación también llega a los grandes astros del universo del rock y el pop, un escenario que se produce por primera vez, y por eso, al igual que cuando comenzaron en este negocio, ahora también han de afrontar una circunstancia tan novedosa como aquella

La vieja iguana, Iggy Pop, sigue en forma a sus 66
La música rock (y géneros o subgéneros afines o derivados) es muy joven, su recorrido vital se reduce a poco más de medio siglo. Eso quiere decir que quienes formaron parte de las primeras generaciones de cantantes, guitarristas, baterías de rock para luego acceder al estrellato, llegan ahora o ya están instalados en edades de retiro y jubilación; claro que algunos ya la han superado ampliamente, como el seminal, inagotable e imprescindible Chuck Berry, que en unos meses cumplirá 87 añazos, sin embargo, el viejo Chuck es una estrella desde el punto de vista del prestigio y el reconocimiento, pero no como gran fenómeno mediático que vende millones de discos y llena grandes estadios; algo parecido se puede decir de ‘The Killer’, Jerry Lee Lewis, que pronto tendrá 78. Los genuinos grandes astros son aquellos que llegaron poco después, ya en los sesenta, algunos con altibajos y otros sin desaparecer nunca de la primera página, pero todos han conseguido mantenerse desde entonces en un envidiable estatus de protagonismo y referencia mundial. Estos monstruos del rock ya son viejos, rondan o superan los 65 y arrastran (faltaría más) todos los achaques de la edad por más que conserven el encanto, el glamour, la capacidad de seducción. El asunto es que no hay referencias previas, pues los rockeros alcanzan la senectud por primera vez, o sea, hasta ahora no existía la figura del músico de rock añoso, vejestorio, ajado y sin la chispa que su estilo exige; por tanto, la cuestión que se les presenta a estos que pisan un terreno virgen es qué hacer, cómo afrontar y gestionar la ancianidad desde el punto de vista de quien fue un joven rebelde y provocador y que, desde aquel primer momento, ha luchado y trabajado para no perder su condición.   

Algunos de los otrora desafiantes animales de escenario que, con alcance mundial, ya pueden ser tratados como venerables ancianos son Jagger, Richards (ambos cumplen 70 este año) o Watts (72) de los Rolling Stones, Paul McCarteney (71) y Ringo Starr (73), David Bowie (66), Eric Clapton (68), Iggy Pop (66), Ozzy Osbourne (65), Bob Dylan (72), Neil Young (68), Van Morrison (68), Roger Daltrey (69) y Pete Towsend (68) de The Who, Roger Waters (70) y David Gilmour (67) de Pink Floyd, Robert Plant (65) y Jimmy Page (69) de Led Zep, y muchos otros más o menos célebres. Afortunadamente la mayoría de ellos se han hecho a la edad, han asumido los años y han seguido activos, y muy pocos han recurrido a la cirugía para disimular el lógico desgaste, es decir, asimilan su condición sin traumas.


Estos son los primeros triunfadores del planeta rock que, habiendo sido acompañados por el éxito casi toda su vida, llegan a viejos; de hecho, desde que comenzaron en este negocio-arte-espectáculo no hacen sino explorar y abrir caminos vitales, puesto que nadie había llegado a donde ellos están llegando ahora, nunca antes ningún glorioso héroe del rock se había hecho pureta; así, ellos son los primeros en descubrir qué siente una gran estrella juvenil al perder la juventud y convertirse en un artista maduro con problemas tan comunes como la caída del cabello o la aparición de la barriguita (amén de otros achaques más propios del exceso que de la edad). Y ahora se encuentran ante otra puerta que ningún guitarrista, batería o solista de rock, ryhtm & blues, pop o similar tuvo ante sí anteriormente. No debe ser fácil para la estrella juvenil hacerse viejo (en realidad no lo es para nadie), sobre todo al no tener referencias de otro que haya estado antes ahí. Por eso, seguro que muchos de ellos se habrán preguntado qué hacer, ¿seguir como siempre publicando y actuando o asumir que ya no se es un rockero vigoroso y desafiante y, por tanto, mejor irse a casa?, ¿tal vez sería mejor cambiar de estilo, suavizar el sonido y hacer música para personas mayores? ¿o fingir que el tiempo no pasa, rodearse de músicos jóvenes y participar en discos y conciertos de bandas noveles y continuar agitando la melena como hace cuarenta años?
La realidad es que la mayoría de los músicos de rock están envejeciendo con gran dignidad; tocan y publican muy de vez en cuando pero siguen activos, recuerdan sus viejos éxitos pero sin renunciar al material nuevo, han comprendido que “sus buenos tiempos” han pasado y se han hecho elegantemente a un lado para volver ante los focos sólo en ocasiones señaladas. Prácticamente ninguna vieja gloria se ha quedado sólo en eso, en vieja y en gloria, casi nadie se ha retirado del mundo y se ha quedado añorando sus buenos tiempos y lamentando los estragos de la edad, como sí hicieron muchas de las primeras estrellas del cine al no saber afrontar lo inevitable.
  
De todos modos siempre es mejor cumplir años y hacerse viejo que haber dejado un bonito cadáver de menos de treinta. Claro que de cara a la mitología del rock tienen mejor consideración los que vivieron deprisa y murieron jóvenes, pues entraron directamente en la sala de la leyenda sin dar tiempo a la decadencia. Estos que siguen ‘rocanroleando’ a pesar de ser sexagenarios, septuagenarios u octogenarios demuestran, sin lugar a dudas, que el rock & roll no es cuestión de edad, cosa que se demuestra al ver el gesto de un crápula como Richards cuando está en el escenario.
En resumen, que los nuevos discos de Bowie, Young, Stones, Dylan, Stooges…, significan buenas noticias. Son viejunos pero aun muy capaces de hacer saltar la chispa del rock y con ella entrar en contacto con gentes de 15 y de 75; es más, la erudita elegancia de uno, cualquier guitarrazo del otro, el menor desplante de estos, la poesía corrosiva de ese o el salvajismo de aquellos contienen más rock & roll que la discografía completa de la mayoría de los grupos que son y han sido. Y por último, todos son mejores músicos y tienen mucho más criterio que cuando se comían en el mundo.  

¡Larga vida a los viejos héroes!

CARLOS DEL RIEGO

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