Miles y miles de viviendas están terminadas pero sin ocupar, dando lugar a pueblos fantasma como este. |
Una de las causas exclusivamente españolas de la actual
crisis es, cómo no, la llamada burbuja inmobiliaria. En este país esa burbuja
explotó y dejó miles y miles de parados, pufos por todas partes, urbanizaciones
a medio construir, edificios terminados que se deterioran deshabitados, bancos
y empresas al bode de la ruina, innumerables impagos y créditos de dudosísimo
cobro y, en fin, a muchos ciudadanos incautos que pagaron y ahora no tienen
nada; pero todo esto es un chiste comparado con lo que está a punto de suceder
en China, pues allí, con más de 1.300 millones de habitantes, todo adquiere
unas dimensiones abrumadoras, preocupantes.
El caso es que hace unos años los designados (no elegidos
por el pueblo) para gobernar a esa cantidad astronómica de ciudadanos creyeron
buena idea animar a la gente a comprar vivienda, pero no tuvieron en cuenta que
con su actual capacidad adquisitiva el chino medio tardaría más de 50 años en
pagar la casa. Y ahora se encuentran con millones de pisos vacíos y ciudades,
barrios y urbanizaciones totalmente abandonados…, y se sigue construyendo. Sí,
cuando China llegue a los problemas que afrontan cíclicamente los países
occidentales se verá lo que es una recesión salvaje. Hay que tener en cuenta
que China ha mantenido un crecimiento imparable durante años, pero eso ha sido
posible gracias a la fabricación masiva de artículos de ínfima calidad y a las
grandes empresas occidentales que subcontrataban allí o allí montaban sus
fábricas, aprovechándose de la ausencia de derechos sociales de los
trabajadores (nada de vacaciones pagadas, nada de sueldos mínimos, nada de
seguros médicos, nada de prestaciones por desempleo, nada de bajas por
enfermedad…), de los bajísimos salarios, de la beneficiosa fiscalidad… Sin
embargo un día los trabajadores empezarán a exigir derechos, salarios decentes
y otros beneficios que el trabajador occidental da por seguros. Ese día las
empresas empezarán a buscar nuevos países donde instalarse y, evidentemente, se
irán a sitios más deprimidos económica y socialmente, sacudiéndose a así los
problemas laborales que, sin duda, ya estarán instalados en China; se irán y
dejarán atrás millones de parados que provocarán múltiples y multitudinarios estallidos
sociales, los cuales serán reprimidos cruel y despiadadamente por el gobierno…;
no es adivinación, sino lógica, historia, experiencias repetidas.
Otras son las amenazas que vienen del gigante de ojos
rasgados. Por ejemplo, como es sabido, los chinos se están incorporando a toda
velocidad a la cultura del consumismo, lo que significa un gasto en recursos de
tamaño cósmico; así, si en España hay circulando unos 30 millones de
automóviles, si en Estados Unidos se calcula que serán 224 millones, si en todo
el mundo ruedan a diario más de mil millones de coches y si en China
actualmente hay menos de 80 millones ¿qué ocurrirá cuando, como está previsto,
en pocos años haya más de 200 millones de chinos con un volante en sus manos?;
según los datos, el crecimiento de ventas de autos en este país presenta un
crecimiento anual del 27%., así que esa cifra ya está muy cerca. Y de igual
modo ocurrirá con la India: mil millones de habitantes, un crecimiento de las
ventas de coches del 9% y, de momento, tan sólo 20 millones de motores quemando
combustible; en unos pocos años habrá otros cientos de millones de tubos de
escape humeando en el subcontinente.
Y siguiendo por ese camino, ¿qué pasará con la demanda de
petróleo cuando en esos pocos años haya que alimentar 400 millones de motores
más?, ¿se pondrá la gasolina a 20 euros en litro? ¿Y cómo soportará el planeta
los gases de un total de 1.400 millones de automóviles?
El escenario puede parecer apocalíptico, pero está mucho más
cerca de lo que se cree. Tal vez hubiera sido distinto si esas ingentes
poblaciones se hubieran ido integrando a largo plazo en el sistema y hubieran
ido creciendo con él, pero la irrupción brusca de tales masas en la sociedad de
consumo supondrá un impacto de imprevisibles consecuencias.
Y eso que sólo se han tenido en cuenta tres variables: construcción,
automoción y trabajo, pues si se valoran también la ausencia de democracia y
Derechos Humanos, la represión brutal y despiadada, la censura férrea, la
manipulación informativa, el poderío de su ejército…, el porvenir parce aun
mucho más oscuro.
Lo dijo Napoleón hace dos siglos: cuando China despierte el
mundo temblará; ahora se está desperezando.
CARLOS DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario