Nunca se ha hecho un disco como este, ni antes ni después |
En julio de 1980 se
lanzaba un disco absolutamente incomparable, ya que ni antes ni después se ha
editado nada que pueda compararse a ‘Closer’, el segundo y último Lp de Joy
Division. Su cantante, Ian Curtis, como todo interesado sabe, había muerto un
par de meses antes, es decir, cuando salió el álbum el grupo ya no existía
Cuarenta años han
pasado desde que el punk, el rock, el pop, la ‘new wave’ quedaron petrificados
ante lo que mostraba ‘Closer’ (‘Más cerca’). Sonido y atmósferas únicas, desconcertantes,
voces cargadas de profundidad y pasión, entornos románticamente inquietantes, ausencia
de cualquier indicio de alegría y felicidad…, algo totalmente diferente,
absolutamente singular, sin nada que se le pareciese ni antes ni después. Y
nunca más habría discos de Joy División. ‘Closer se grabó’ la segunda quincena
de marzo de 1980, y apenas una semana después Curtis se quitó la vida. Esas
sesiones de grabación debieron ser los clavos ardiendo a los que intentó agarrarse
al final.
Sin embargo, sus
compañeros de banda nunca pensaron que los problemas de salud de Curtis
(epilepsia, depresión…) lo conducirían a la desesperación que finalmente acabó
con él. Según cuenta el guitarrista, Bernard Sumner, “No hablábamos mucho sobre
las letras que Ian traía, de hecho tampoco hablábamos de la música. Llegábamos
al ensayo y charlábamos un rato de nada importante, luego cogíamos los
instrumentos y tocábamos, y grabábamos en un cassette”.
De todos modos, lo
oscuro y tormentoso de las letras de Curtis, vistas a posteriori, parecen
señalar su deteriorado estado mental. Sumner recordó una conversación con
Curtis: “Trabajábamos en Closer. Ian me dijo sentirse muy extraño, me explicó
que tenía la sensación de que todos los versos, todas las palabras se escribían
ellas mismas, sin que él pudiera hacer nada. Y también que a veces le parecía
estar en medio de un remolino, derrumbándose, ahogándose”. Pueden parecer
palabras muy reveladoras, pero unos colegas de veintitantos no suelen ser
expertos en psicología.
Peter Hook, batería,
definió perfectamente, tajantemente, qué fue Joy Division: “Fue algo muy puro.
Joy Division mantuvo intacta su mística
y su corazón. Y por eso pudimos hacer New Order, a quien no afectó el éxito. Al
contrario, la música mantuvo la potencia original. La popularidad o el dinero
no modificó nunca la idea originada en Joy Division”. Y es cierto, ya que éste
mantiene en perfecto estado su status de ‘grupo de culto’, puesto que nunca ha
sido ‘domesticado’ por la industria, nunca jamás se le escucha como música
ambiental en el banco o el súper. Sigue siendo otra cosa.
Uno de los artífices
de la magia de ‘Closer’ fue su productor, Martin Hannett, quien ya había
logrado algo distintivo con ‘Unknow pleasures’, el primer disco del cuarteto.
Cuentan que las sesiones de grabación no fueron fáciles (en alguna ocasión Hannett
bajó la temperatura del estudio para que todo el mundo respirara más despacio),
y que se produjeron choques (típico), pero el resultado final fue un álbum
inclasificable, inconfundible hoy a pesar de ser ya cuarentón. Básicamente Joy
Division tenía más de punk que de cualquier otra cosa, pero cuando Hannett
reestructuró sonido, ritmo, instrumentos, ambientes, efectos, voces…, apareció una
novedad absoluta e irrepetible.
Y eso que, al menos
en principio, no todos quedaron contentos con lo que el productor había hecho.
El bajista, Peter Hook, tocó la guitarra en el tema ‘Atrocity exhibition’, pero
cuando escuchó la mezcla final se cogió un gran cabreo, pues se hizo sin que él
estuviera presente y la guitarra había perdido potencia: “De repente me di
cuenta de que estaba pasando lo mismo que en el disco anterior, en el que Martin
había atenuado mucho el sonido. Ahora había derretido la guitarra, que sonaba
como si alguien estuviera estrangulando a un gato…, en mi opinión destrozó la
canción. Me reuní con él y le expliqué lo que pensaba, pero él se dio la vuelta
y me mandó a la mierda”.
Siempre se ha
asociado a Joy Division, y especialmente este ‘Closer’, a algo absolutamente
triste, pesimista, desesperado, sin embargo, también tiene un matiz liberador,
como si anunciara un renacimiento… Evidentemente lo que no contiene es alegría,
no hay nada en todo el Lp que mueva a la sonrisa, desde la icónica y mortuoria
portada hasta el último sonido de la apabullante ‘Decades’, que cierra el
disco. ‘Closer’ es un álbum oscuro, cierto, pero no se conforma y busca la luz,
la esperanza…, y es que desde su torbellino mental Ian Curtis ansiaba
felicidad.
Han pasado cuarenta
años, se han sucedido muchas y muy diversas modas, tendencias, innovaciones y
variaciones, pero este disco se mantiene como una pieza inimitable, como un
momento majestuoso en el devenir de la música popular surgida a mediados del
siglo XX. La prueba es que cada vez que se escucha sacude las entrañas, provoca
sensaciones únicas, impone…, es imposible escucharlo con indiferencia. Posee
una belleza desgarrada que jamás se marchita, impasible al paso del tiempo. Y
la catarata de emociones que provoca va en aumento, de modo que la cara B
transmite más que la A, desde la entrada de bajo con que se abre hasta el
último sintetizador de la aterradora ‘Decades’; los cuatro temas de esta
segunda cara son de una belleza casi dolorosa.
Nunca antes se había hecho
un disco como este, nunca la música pop-rock había sonado así, y nunca nadie se
ha atrevido a intentar algo mínimamente parecido a este monumento sonoro. Es
‘Closer’ una obra maestra que cuatro décadas después sigue brillando con una
luz oscura pero irresistible.
Un mes antes de salir
este Lp, pero un mes después de la muerte de Curtis, se editó la incontenible
‘Love will tear us apart’, que es…, indescriptible. Quienes la conocen pueden
sentirla al recordarla, quienes aun no la han descubierto sentirán algo nuevo
cuando la escuchen.
Es Joy División. No
hay parecidos.
CARLOS DEL RIEGO