OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 11 de junio de 2020

CUANDO MAX GOA FUE ARROJADO BAJO LA ORUGA DE UN TANQUE DURANTE LA LIBERACIÓN DE PARÍS


Varios monstruos como este, de más de 30 toneladas, pasaron por encima del cuerpo de Max Goa, linchado en las calles de París junto a su esposa

El 19 de agosto de 1944 las tropas aliadas entraron en París, liberándola de los nazis tras cuatro años de ocupación. Durante varios días los ejércitos victoriosos desfilaron por las calles entre gritos de júbilo de los parisinos. Se temía, sin embargo, que quedaran francotiradores para sembrar el pánico. El día 25 Max Goa y su esposa, Madeleine, fueron confundidos con los tiradores, apaleados y linchados; a Max lo echaron bajo las cadenas de un tanque, a Madeleine la tirotearon.  
La alegría por la liberación convivía en aquella Francia con el odio y deseo de venganza contra los que habían colaborado (mucho o poco, directa o indirectamente) con el invasor. Las llamadas Fuerzas Francesas del Interior (FFI) se habían formado en los meses anteriores a la liberación para apoyar a los ejércitos aliados; el problema es que muchos presos comunes, ladrones, asesinos y matones de todo tipo habían encontrado en ellas acomodo e incluso redención. Una vez que se fueron los nazis, las FFI se dedicaron a buscar sospechosos de colaboracionismo, y era suficiente cualquier acusación para que el presunto se convirtiera en culpable, no había que probar ni juzgar. A veces lo tiroteaban sin más, otras veces los fusilaban después de torturas y palizas; también se dieron casos de acusados que fueron juzgados legalmente y absueltos de todo cargo, pero a los que las FFI asesinaron de todos modos. Evidentemente, gran cantidad de aquellos linchamientos fueron por causas que nada tenían que ver con los alemanes, y también se probó la falsedad de muchas acusaciones después de la muerte de los desdichados.
Un caso espantoso, atroz, bestial, fue el del matrimonio Max y Madeleine Goa. Él era técnico dental y ella regentaba un café en París. El día 25 también ellos celebraban el acontecimiento en su piso de la avenida de Italia. Entonces sonó lo que parecían tiros. Max tomó su telescopio, salió al balcón y empezó a mirar, buscando al tirador. Abajo, alguien vio el aparato, lo confundió con un fusil y gritó “¡allí, es él, el tirador!”. Los FFI levantaron la vista y divisaron el objeto negro y largo. Entraron en el edificio y subieron las escaleras enfurecidos. Entraron en casa de los Goa y, antes de que pudieran decir nada, les cayó tal paliza que apenas podían abrir la boca. No se necesitaba ninguna prueba o testimonio: eran traidores asesinos. Los bajaron a la calle, recibiendo patadas, puñetazos y escupitajos de todos los que esperaban su paso al bajar las escaleras. Una vez en medio de la multitud el odio se multiplicó, no había superficie corporal suficiente para recibir todo lo que les caía. Entonces, los FFI arrojaron el maltrecho cuerpo de Max, aún vivo, bajo las cadenas de un tanque Sherman que pasaba a gran velocidad. Luego pasó otro, y otro… Allí quedó una horripilante ‘sanguinolenta papilla humana’, según un testigo.
¿Y Madeleine? Fue llevada al centro de tortura que se había montado en el Instituto Dental Georges Eastman. Un grupo de FFI se constituyó en tribunal de una burda mascarada a la que llamaron juicio; la condenaron a muerte, pero ella, a pesar de haber recibido palos y palos, insultos y todo tipo de vejaciones, no perdía la cara a sus agresores, les devolvió los insultos, se burló, se rio de ellos. Algunos la tildaron de loca. Finalmente, unos días después del asesinato de su marido, la colocaron frente al pelotón de ejecución. Madeleine les sacó la lengua y les dio la espalda segundos antes de recibir tres balazos.    
El piso del matrimonio fue registrado concienzudamente mientras eran linchados. Un FFI informó que no se había encontrado ni rastro de armas, municiones, cartucheras o cualquier cosa relacionada.
Luego se supo que Max pertenecía al SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera), que él y ella formaban parte del servicio médico del Frente Nacional, que habían acogido, escondido y cuidado a numerosos judíos y a aviadores aliados derribados durante la ocupación. Incluso Max formaba parte de las mismísimas FFI. Eran patriotas y miembros de la resistencia.
Este vergonzoso episodio (tan parecido a los sucedidos durante la Revolución Francesa) está bastante oculto, de hecho no tiene entrada en Wikipedia. Y a pesar de este y muchos otros sucesos similares de franceses contra franceses, jamás se han acusado a sí mismos de cainitas, a diferencia de otros…
CARLOS DEL RIEGO

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