Característica pose de Ian Anderson, eterno líder de los incombustibles Jethro Tull. |
Eternamente liderado por un músico extraordinario,
Ian Anderson, la banda continúa en activo pasadas estas cuatro décadas y media,
y no ha dejado ni de publicar (entre unas cosas y otras treinta álbumes), ni de
vender (aseguran que entre 70 y 80 millones de discos), ni de actuar. Sin
embargo, siempre será recordada por lo que hizo en sus primeros años de vida,
en los que publicó media docena de elepés verdaderamente memorables, con
algunas de las mejores canciones de la historia del rock.
Como todo aficionado sabe, Jethro Tull fue un
agrónomo inglés que anticipó la revolución industrial al inventar una máquina
agrícola aun en la primera mitad del siglo XVIII; al parecer el grupo solía
cambiarse el nombre casi cada semana, y si una vez lo mantuvo fue porque el
dueño del bar donde tocaron quiso repetir, así que mantuvieron lo de Jethro
Tull. Su primer álbum sale en 1968 con el título de ‘This was’, el cual apenas
tiene piezas emblemáticas y su ritmo y ambiente son más blues que otra cosa,
pero ya anticipa factores característicos de la banda, como una voz solista más
bien cavernosa, continuos cambios de intensidad y atmósfera y, por supuesto, un
elemento hasta entonces inédito en el mundo del rock: la flauta travesera, que
Ian Anderson maneja de modo insólito, procurando que se escuchen los bufidos y
resoplidos, e incluso acompañando el trinar del instrumento con sus susurros;
no faltan las muestras de virtuosismo y los solos, tan habituales en aquellos
años. Además, en este álbum iniciático está el increíble ‘A song for Jeffrey’,
canción atípica, sorprendente, con una cadencia arrebatadora que formará parte
del repertorio de siempre del grupo.
En 1969 aparece ‘Stand up’, un trabajo con el que se
les sube al carro del rock progresivo; contiene un par de clásicos, ‘Jeffrey
goes to Leicester Square’ (Jeffrey era un amigo de la infancia de Ian Anderson,
éste le enseñó a tocar, lo incorporó a la banda y le hizo varias canciones; por
cierto, en su versión española el título de esta canción decía ‘Joffrey’ en
lugar de ‘Jeffrey’) y el formidable ‘Boureé’, una adaptación de una suite de
Bach que adquiere tonos de elegante jazz-rock con resultados verdaderamente
milagrosos; la flauta dibuja una melodía genial mientras, poco a poco, van incorporándose
suavemente guitarras y ritmos. Pieza deliciosa, tiene la virtud añadida de que
cualquiera que la escuche queda casi hechizado por ella: sí, como si la flauta
de Anderson fuera la del flautista de Hamelín.
‘Benefit’ se edita en 1970 y fue un disco que ya en
su momento enfrentaba a quienes decían que era de lo mejor de la banda con
otros que sostenían que era inferior al anterior y, por supuesto, al posterior.
Y es que en 1971 aparece uno de los mejores discos de la historia del rock, el
sensacional ‘Aqualung’, un trabajo que delimita a la perfección la propuesta
sónica, el manierismo de Jethro Tull: una guitarra eléctrica muy sólida y
cargada de rock, un golpe de batería seco, cortante, la voz lejana y casi de
metal, continuos cambios de ritmo e intensidad, brillantes melodías, arreglos
multicolor que a veces tiran al folk y, por supuesto, la inquieta y traviesa
travesera de Ian; el disco se abre con la pieza homónima, un tema tenso y de
texto escabroso del que cuenta la leyenda que, estando Martin Barre grabando el
sólo de guitarra, llegó al estudio Jimmy Page, de Led zeppelín, que iba a
grabar las guitarras de ‘Starway to heaven’, al parecer Martin mantuvo la nota
con la izquierda mientras saludaba a Jimmy con la derecha…; sea como sea,
‘Aqualung’ será un clásico ineludible, con su riff de guitarra y sus
insospechados cambios. Y tras ella llega otra imprescindible, ‘Cross eyed Mary’
(Mary la bizca), que también cuenta una historia sórdida con la voz de Ian más
desgarrada que nunca y con otra secuencia de guitarra asombrosa. En este álbum
también está otra cumbre de la inspiración, la menuda ‘Wond´ring aloud’, que no
dura dos minutos y sólo cuenta con acústica, piano y violín para configurar una
pieza magistral; por cierto, para el ‘Living in the past’ se amplió y se
retituló ‘Wond´ring again’. Y también en ‘Aqualung’ aparece la emblemática
‘Locomotive breath’, cuya temática vuelve a ser más que pesimista, con
abandonos, desengaños e intenciones suicidas; comienza con un inquietante piano
hasta que, de repente, toda la banda se une en un riff mágico que acompaña a la
voz…, rock en estado puro.
En 1972 lanzan dos álbumes: en marzo ‘Thick as a
brick’ y en junio ‘Living in the past’. El primero tiene una portada
impactante, pues es como el diario de una pequeña e imaginaria ciudad… Se trata
de una larga suite con diversos movimientos, arreglos y variaciones unidos por
el regreso periódico de la melodía principal. Después de un inicio suave y
acústico la banda se desmelena y acelera el ritmo casi hasta lo frenético, con
partes instrumentales y con tiempo para el lucimiento de todos; los cambios y
variantes son constantes sin que el resultado pierda dinamismo. Tal vez para
los oídos del siglo XXI resulte difícil entrar en un formato como este, pero
casi siempre lo difícil produce mucha más satisfacción… El otro disco de este
año es el atípico ‘Livig in the past’ (fastuosa portada e interiores en su
versión en vinilo), pues es un recopilatorio que incluye singles, caras b,
partes en vivo y temas inéditos. Además de las ya conocidas, este doble álbum
incluye maravillas como el rock tenso y trepidante ‘Love song’, la dulce y
luminosa ‘Christmas song’, la insupurable y hechizante ‘Living in the past’…, o
la demoledora ‘Sweet dream’, una canción en clave hard rock que se sitúa entre
lo mejor de la producción de Jethro Tull y del género en general; comienza como
anunciando un apocalipsis, combina guitarra eléctrica y acústica de modo apasionado,
cambia varias veces de modo épico, tiene cortes escalofriantes y un arreglo
orquestal grandioso, muestra un solo de guitarra muy corto pero que hace subir
la fiebre (y en la versión en vivo del ‘Bursting out’…) y, en fin, mantiene una
tensión agotadora de principio a fin.
Son canciones que ya forman parte de la historia del
rock de primera división.
Todas tienen enorme personalidad, resultan
inconfundibles, se asimilan con facilidad y, en fin, ofrecen un plus de sorpresa
y emoción. Es Jethro Tull, casi medio siglo haciendo rock muy especial, un
grupo ideal cuando se desea una propuesta única a inconfundible. Aquellos
fueron sus años dorados.
CARLOS DEL RIEGO