Puesto que musicalmente no lo logra, la chica está dispuesa a todo con tal de llamar la atención. |
Hay músicos que dependen de las mayorías, y hay
otros que viven y trabajan en su salsa sin salir de escenarios pequeños. Éstos
sólo tienen que preocuparse por hacer buenas canciones y buenos conciertos,
mientras que aquellos han de tener siempre grandes masas comprando sus discos,
llenando grandes recintos y estando siempre bajo los focos; y para ello
recurren a prácticamente lo que sea, es decir, prestan más atención a la
imagen, a las fotos y vídeos, a la televisión, a las redes sociales, al que se
esté hablando de uno cueste lo que cueste…, dejando en un muy segundo plano el
aspecto musical. El márketing es, para los que son superestrellas o no son
nada, lo verdaderamente importante de su carrera, muy por encima de discos y
canciones. Tal cosa está demostrándose actualmente con algunas cantantes
estadounidenses, como Miley Cyrus, Lady Gaga, Britney Spears, Madonna o alguna
que quisiera ser como ellas, como Lana del Rey; en otro plano también se puede
añadir algún cantante de dudosa valía, como el lechuguino de Justin Bieber.
Como sabe todo el que echa un vistazo a la prensa de
vez en cuando, Miley Cyrus es una estrella juvenil de la música y la televisión
que, una vez alcanzada la mayoría de edad, va de escándalo en escándalo,
presentándose siempre del modo más sexual, pasándose de la raya a decir de
todos los comentaristas; y es que como sus canciones no acaban de despegar,
como necesita estar (o al menos creerse) en la cresta, ser la protagonistas, el
objetivo de todas las cámaras, busca llamar la atención utilizando el recurso
de los mediocres: sexo, sin más; ¿alguien ha hecho el mínimo comentario respecto
a sus discos? Sea como sea es evidente que esta chica no ha recibido jamás un
no como respuesta. Tres cuartos de lo mismo se puede afirmar de Lady Gaga, que
acaba de publicar un vídeo en el que aparece en cueros al comprobar que es el
único modo que le queda para que se le preste atención; y aun se le recuerdan
otras salidas de pata de banco marcadas por el mal gusto y la zafiedad más grosera
y palurda, como cuando se presentó en una gala con un traje confeccionado con
bistecs y entrecots… Poca diferencia con respecto a los clips de Lana del Rey,
que parecen monotemáticos: posturitas, besos más que apasionados, revolcones
cercanos a lo explícito…, y a todo esto tonos susurrantes e pretendidamente insinuantes
que denotan escasez de talento, mediocridad y, en fin, uso de la táctica fácil
y grosera.
Las otras dos son algo más talluditas pero en el
fondo ofrecen más o menos lo mismo. La Spears llevaba un montón de tiempo sin
ser portada, y como con sus canciones no lo iba a conseguir tira de lo previsto:
vídeo clip subido de tono con la tal (muy diva y poco artista) más atenta a
retozar y exhibir que a la música. Nada nuevo, pues su trayectoria muestra una
búsqueda constante del alboroto y la escandalera. Por su parte Madonna, camino
de convertirse en sexagenaria, siempre ha utilizado la provocación más evidente
y facilona (la religión, el habla malsonante y, claro, el sexo) para tratar de
ser el centro de atención; cierto que ésta tiene una larga carrera
discográfica, pero siempre más apoyada en un pretendido hedonismo roñoso que en
otra cosa; asimismo, la italo-norteamericana está modificando su rostro, que
empieza a parecer una de esas máscaras deformes que se colocan, a base de
bisturí, las que creen que las operaciones de estética restan años.
El mencionado Justin Bieber, todo un pisaverde
consentido y a la vez manipulado como marioneta, tendrá corto recorrido,
seguro.
Y a pesar de todo, o tal vez debido a ello, casi
todos los mencionados tienen un elevado riesgo de seguir los pasos de Whitney
Houston, Amy Winehouse o Janis Joplin, aunque sin haber mostrado la milésima
parte del talento de estas. Es evidente que muchos grandes personajes de la
historia del rock han tenido e escándalo y el sexo siempre a mano, pero nunca
fue su única arma, su único recurso.
CARLOS DEL RIEGO
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