OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 29 de septiembre de 2013

LOS AÑOS DORADOS DE JETHRO TULL: 1968-1972 Nada más y nada menos que 45 años han pasado desde que el grupo británico Jethro Tull llegara al mundo del la música rock; seis discos absolutamente inconfundibles constituyen el bagaje de su primer lustro de vida

Característica pose de Ian Anderson, eterno líder de los incombustibles Jethro Tull.
En la España de los primeros setenta del XX había que estar muy al tanto para saber de un grupo de ‘rock progresivo’ capitaneado por un peludo vestido de trovador medieval que tocaba la flauta sosteniéndose sobre una sola pierna. Pero en poco tiempo Jethro Tull pasó a ser uno de los nombres que distinguían a los iniciados, algo así como una contraseña para saber si quien estaba contigo sabía de rock o si prefería la canción del verano.


Eternamente liderado por un músico extraordinario, Ian Anderson, la banda continúa en activo pasadas estas cuatro décadas y media, y no ha dejado ni de publicar (entre unas cosas y otras treinta álbumes), ni de vender (aseguran que entre 70 y 80 millones de discos), ni de actuar. Sin embargo, siempre será recordada por lo que hizo en sus primeros años de vida, en los que publicó media docena de elepés verdaderamente memorables, con algunas de las mejores canciones de la historia del rock.



Como todo aficionado sabe, Jethro Tull fue un agrónomo inglés que anticipó la revolución industrial al inventar una máquina agrícola aun en la primera mitad del siglo XVIII; al parecer el grupo solía cambiarse el nombre casi cada semana, y si una vez lo mantuvo fue porque el dueño del bar donde tocaron quiso repetir, así que mantuvieron lo de Jethro Tull. Su primer álbum sale en 1968 con el título de ‘This was’, el cual apenas tiene piezas emblemáticas y su ritmo y ambiente son más blues que otra cosa, pero ya anticipa factores característicos de la banda, como una voz solista más bien cavernosa, continuos cambios de intensidad y atmósfera y, por supuesto, un elemento hasta entonces inédito en el mundo del rock: la flauta travesera, que Ian Anderson maneja de modo insólito, procurando que se escuchen los bufidos y resoplidos, e incluso acompañando el trinar del instrumento con sus susurros; no faltan las muestras de virtuosismo y los solos, tan habituales en aquellos años. Además, en este álbum iniciático está el increíble ‘A song for Jeffrey’, canción atípica, sorprendente, con una cadencia arrebatadora que formará parte del repertorio de siempre del grupo.

En 1969 aparece ‘Stand up’, un trabajo con el que se les sube al carro del rock progresivo; contiene un par de clásicos, ‘Jeffrey goes to Leicester Square’ (Jeffrey era un amigo de la infancia de Ian Anderson, éste le enseñó a tocar, lo incorporó a la banda y le hizo varias canciones; por cierto, en su versión española el título de esta canción decía ‘Joffrey’ en lugar de ‘Jeffrey’) y el formidable ‘Boureé’, una adaptación de una suite de Bach que adquiere tonos de elegante jazz-rock con resultados verdaderamente milagrosos; la flauta dibuja una melodía genial mientras, poco a poco, van incorporándose suavemente guitarras y ritmos. Pieza deliciosa, tiene la virtud añadida de que cualquiera que la escuche queda casi hechizado por ella: sí, como si la flauta de Anderson fuera la del flautista de Hamelín.

‘Benefit’ se edita en 1970 y fue un disco que ya en su momento enfrentaba a quienes decían que era de lo mejor de la banda con otros que sostenían que era inferior al anterior y, por supuesto, al posterior. Y es que en 1971 aparece uno de los mejores discos de la historia del rock, el sensacional ‘Aqualung’, un trabajo que delimita a la perfección la propuesta sónica, el manierismo de Jethro Tull: una guitarra eléctrica muy sólida y cargada de rock, un golpe de batería seco, cortante, la voz lejana y casi de metal, continuos cambios de ritmo e intensidad, brillantes melodías, arreglos multicolor que a veces tiran al folk y, por supuesto, la inquieta y traviesa travesera de Ian; el disco se abre con la pieza homónima, un tema tenso y de texto escabroso del que cuenta la leyenda que, estando Martin Barre grabando el sólo de guitarra, llegó al estudio Jimmy Page, de Led zeppelín, que iba a grabar las guitarras de ‘Starway to heaven’, al parecer Martin mantuvo la nota con la izquierda mientras saludaba a Jimmy con la derecha…; sea como sea, ‘Aqualung’ será un clásico ineludible, con su riff de guitarra y sus insospechados cambios. Y tras ella llega otra imprescindible, ‘Cross eyed Mary’ (Mary la bizca), que también cuenta una historia sórdida con la voz de Ian más desgarrada que nunca y con otra secuencia de guitarra asombrosa. En este álbum también está otra cumbre de la inspiración, la menuda ‘Wond´ring aloud’, que no dura dos minutos y sólo cuenta con acústica, piano y violín para configurar una pieza magistral; por cierto, para el ‘Living in the past’ se amplió y se retituló ‘Wond´ring again’. Y también en ‘Aqualung’ aparece la emblemática ‘Locomotive breath’, cuya temática vuelve a ser más que pesimista, con abandonos, desengaños e intenciones suicidas; comienza con un inquietante piano hasta que, de repente, toda la banda se une en un riff mágico que acompaña a la voz…, rock en estado puro.

En 1972 lanzan dos álbumes: en marzo ‘Thick as a brick’ y en junio ‘Living in the past’. El primero tiene una portada impactante, pues es como el diario de una pequeña e imaginaria ciudad… Se trata de una larga suite con diversos movimientos, arreglos y variaciones unidos por el regreso periódico de la melodía principal. Después de un inicio suave y acústico la banda se desmelena y acelera el ritmo casi hasta lo frenético, con partes instrumentales y con tiempo para el lucimiento de todos; los cambios y variantes son constantes sin que el resultado pierda dinamismo. Tal vez para los oídos del siglo XXI resulte difícil entrar en un formato como este, pero casi siempre lo difícil produce mucha más satisfacción… El otro disco de este año es el atípico ‘Livig in the past’ (fastuosa portada e interiores en su versión en vinilo), pues es un recopilatorio que incluye singles, caras b, partes en vivo y temas inéditos. Además de las ya conocidas, este doble álbum incluye maravillas como el rock tenso y trepidante ‘Love song’, la dulce y luminosa ‘Christmas song’, la insupurable y hechizante ‘Living in the past’…, o la demoledora ‘Sweet dream’, una canción en clave hard rock que se sitúa entre lo mejor de la producción de Jethro Tull y del género en general; comienza como anunciando un apocalipsis, combina guitarra eléctrica y acústica de modo apasionado, cambia varias veces de modo épico, tiene cortes escalofriantes y un arreglo orquestal grandioso, muestra un solo de guitarra muy corto pero que hace subir la fiebre (y en la versión en vivo del ‘Bursting out’…) y, en fin, mantiene una tensión agotadora de principio a fin.

Son canciones que ya forman parte de la historia del rock de primera división. 

Todas tienen enorme personalidad, resultan inconfundibles, se asimilan con facilidad y, en fin, ofrecen un plus de sorpresa y emoción. Es Jethro Tull, casi medio siglo haciendo rock muy especial, un grupo ideal cuando se desea una propuesta única a inconfundible. Aquellos fueron sus años dorados.


CARLOS DEL RIEGO

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