Joy Division. |
Si una banda de rock responde a los calificativos de maldita, tenebrosa, pesimista.., es Joy Division, el grupo de culto por excelencia. Formado con el nombre de Warsaw en plena vorágine punk en la ciudad de Manchester, el cuarteto contaba con un cantante y letrista absolutamente diferente. Como todo el iniciado en el tema sabe, Ian Curtis padecía trastornos mentales graves, era tendente a la depresión y sufría tremendos ataques epilépticos. Desde el primer momento dejaron claro que no eran un grupo de rock al uso, y si como Warsaw se les reconocía dentro del punk, como Joy Division hubo que ‘inventarse’ un nuevo género musical para calificarlo.
Apenas publicaron un par de álbumes y un puñado de singles y maxis. El primero es el apabullante ‘Unknow pleasures’ (1979), y el segundo el escalofriante ‘Closer’ (1980). Aquel ‘Placeres desconocidos’ incluye canciones aun marcadas por su pasado punk, al igual que el sonido. Sin embargo se asoman muchas de las novedades que convertirán al cuarteto en algo singular, como ese toque de bajo absolutamente novedoso que se encarga de la melodía y que casi nunca desaparece del primer plano; o como la voz profunda, densa, inquietante, desconcertante de Ian Curtis. El disco se abre con la irresistible ‘Disorder’, e incluye canciones tan fabulosas e irrepetibles como ‘Insight’, la asombrosa, chocante y emblemática ‘She´s lost control’, la demoledora ‘Shadowplay’ o la más que punk ‘Interzone’. Es un álbum hipnótico, hechizante, absolutamente singular y cargado de esa magia que tiene la senda desconocida que, saturada de incertidumbre, miedo, desasosiego, atrae de modo irremediable a quien se asoma. A pesar de que el disco se publicó con un sello nuevo y de que pocos habían visto al grupo en vivo, la leyenda de Joy Division acababa de nacer.
Pero Ian Curtis no mejoraba sus problemas mentales. Su epilepsia iba a más, con ataques fortísimos en el escenario, en mitad de un concierto (incluso en uno hubo de ser sustituido, con el consiguiente alboroto). El desengaño amoroso terminó por llevarlo a la desesperación. En mayo de 1980 vio en su casa la película ‘Stroszek’ del alemán Werner Herzog (otro tipo digno de estudio) y luego escuchó a Iggy Pop, cogió la cuerda de tender, escribió unas líneas a su esposa y se ahorcó. Unos días después iba a iniciarse la primera gira americana del grupo.
Apenas un mes más tarde apareció su segundo y último álbum, ‘Closer’, un disco que merece la matrícula de honor más entusiasta que se pueda otorgar. La portada muestra la atmósfera asfixiante de un panteón, de una cripta, con unas figuras que pueden ser reales (el cadáver y los deudos desconsolados) o un grupo escultórico de mármol dispuesto en tenebrosa composición. Encoge el corazón incluso antes de escuchar una nota. La cara A de este disco es excelente, con canciones emocionantes, desesperadas, atormentadas. Sin embargo, las cuatro piezas de la cara B componen la cumbre del estilo Joy Division; son cuatro prodigios de creatividad, de genio, de talento, y a la vez de turbación, agitación, temor…, locura. La cara B de este ‘Más cerca’ empieza con el bajo letal de ‘Heart & soul’, donde la voz de Curtis se vuelve amenazadora, cargada de suspense, angustia; algunos de sus versos: “Desalmado e inclinado a la destrucción… No hay regreso a la última batalla… El presente se me ha ido de la mano… Corazón y alma uno se quemará”. La siguiente, ‘Twenty four hours’ arranca suave pero en unos segundos aceleran bajo y batería (protagonistas casi siempre), volviendo luego a la pausa y nuevamente a la velocidad, con un ambiente majestuoso y agobiante; Curtis parece de otro mundo. ‘The eternal’ es pausada, cadenciosa, evocadora…, tremendamente desesperanzada y melancólica, emotiva hasta las lágrimas. Y finalmente, ‘Decades’, un tema maravilloso, fabuloso, casi irreal; en un ambiente profundamente espiritual Curtis parece cantar gregoriano, con un acompañamiento estremecedor, conmovedor, y una atmósfera ilusoria que transporta a otro lugar, a otro tiempo, a la dimensión de las emociones más apasionadas, delirantes, enfermizas; “Un retrato de los traumas y de la degeneración… Las penas que sufrimos y de las que nunca nos libraremos”, dicen algunos de sus aterradores versos. No cabe más emoción, más dolor. Se le llamó ‘rock gótico’ (o rock siniestro), pero en realidad es romanticismo llevado al extremo.
También después de la muerte de Curtis apareció el single ‘Love will tear us apart’, otra maravilla que se ha convertido en el tema más conocido del grupo. Pleno de ritmo y energía (sobre todo la versión que aparece en la cara B del maxi), la línea cristalina del teclado atrapa mientras la voz dulcemente oscura de Curtis golpea el concepto de amor: “Cuando la rutina empieza a agobiar y las ambiciones se debilitan; el resentimiento nos domina y las emociones no crecen; y cambiamos nuestros caminos tomando rutas diferentes; entonces, el amor, el amor nos partirá en dos” (otras traducciones escriben “El amor nos mantendrá separados”). La combinación de místicos y majestuosos teclados con secuencias de bajo graves y melodiosas produce un efecto indescriptible. Los otros singles y canciones sueltas que se editaron también tienen mucha sustancia, como ‘Transmission’ o ‘Atmosphere’ (¡qué bajo!).
A diferencia de muchos de sus contemporáneos, estas canciones se antojan hoy infinitamente mejores que entonces, el tiempo las ha ido engrandeciendo, cubriéndolas de una pátina de leyenda, de mito inalcanzable. Son la máxima expresión de la desesperación y la angustia.
¿Seguirá produciendo el mismo efecto ese material encontrado que será editado en unos meses?
CARLOS DEL RIEGO
Hola Carlos,
ResponderEliminarNo entiendo mucho de musica, pero en mi juventud lo teniamos dentro del sonido con Peter Murphy de los Bauhaus (por cierto era el grupo que actuaba en las fiestas de David Bowie) o con los Echo and the Bunnymen, lo definiamos como rock psicodelico o after punk, el concepto de gotico creo que llego despues, en grupos españoles y salvando distancias estaban Eduardo Benavente y Ana, los primeros gabinete y los primeros Coyotes de Victor. Creo que he liado mis recuerdos (los tengo en una caja en formato casette) Un abrazo.
Sí, entonces decíamos rock siniestro o after-punk, que era el que más apropiado me parecía; tienes razón, lo de gótico (aunque alguna vez se decía) vino bastante más tarde; me encantaban Bauhaus y los Echo (en su momento pensábamos que iban a tener más éxito que U2..., nos equivocamos). Además de Benavente-Parlásis (por cierto, aquí mismo tengo una entrada titulada 'Las últimas horas de Eduardo Benavente' que tal vez te interese)), no olvides a Décima Víctima, los primeros Gabinete... Sí, yo también tengo cientos de cintas de casete, y alguna vez que me entra la nostalgia saco alguna y la pongo en el coche, donde aun conservo reproductor de casete.
EliminarMuchas gracias. Un abrazo