OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 26 de febrero de 2020

LA INSACIABLE CODICIA DE PERSONAJES BIEN TRATADOS POR LA HISTORIA: VOLTAIRE, DANTON, MORATIN, ESQUILACHE

Voltaire se lucró con fraudes, especulaciones e incluso con el comercio de esclavos, por eso Dalí pintó 'Mercado de esclavos con busto de Voltaire' (mancha blanca en el centro, los ojos son las cabezas de las mujeres


Ocurre muchas veces que la Historia presenta a algunos grandes protagonistas como en un altar, como bondadosos perfectos, y casi ocultando sus ‘cadáveres en el armario’, en pocas palabras, la Historia los trata muy bien; sorprende que en otros casos, idénticos ‘cadáveres’ cobran más importancia que los méritos. Durante la etapa conocida como la Ilustración (de mediados del siglo XVIII a comienzos del XIX) fueron muchos los que se erigieron en defensores del pueblo y, a la vez, aprovecharon el río revuelto para conseguir enormes y/o fraudulentos beneficios, como Danton, Voltaire…
La etapa de la Ilustración produjo un gran avance en el desarrollo de la sociedad occidental; de hecho, es el antecedente directo de la Declaración de Derechos, la separación de poderes, la democracia moderna…Sin embargo, algunos de los que la idearon, la apoyaron o la pusieron en práctica se aprovecharon de aquel momento de transición, y de su posición. Sí, en estos años ilustrados abundaron los que exigían medidas reformadoras y contra la desigualdad a la vez que se lucraban por métodos dudosos o fraudulentos. Voltaire y Danton en Francia y Esquilache y Moratín en España son muestras perfectas de cómo entendían el buen gobierno algunos de los grandes protagonistas de este importante período.
Una de las frases más célebres y clarividentes de Voltaire (François-Marie Arouet, 1694-1778, uno de los más grandes pensadores y escritores franceses) dice: “Quien cree que el dinero lo hace todo termina haciendo todo por dinero”. Sin embargo, él declaró abiertamente que uno de sus principales propósitos en esta vida era hacerse rico, acumular dinero, cosa que consiguió, pues al morir era millonario. Con 19 años ya se hizo con un cargo oficial, secretario de embajada, cosa difícil sin formación ni experiencia, pero no con padrinos. Hacia 1719 el gobierno francés instauró una lotería cuyos billetes eran una especie de bonos de muy poco valor; esos bonos-billete de lotería eran de diversos precios y, en fin, el sistema estaba lleno de defectos, de modo que Voltaire y un matemático (Condamine) se dieron cuenta de que si compraban la mayoría de esos billetes ganarían seguro (a causa de los errores del reglamento lotero); no era ilegal, pero sí inmoral, sobre todo teniendo en cuenta lo que Voltaire había dicho sobre el dinero; en todo caso, él y sus cómplices amasaron así una gran fortuna. Pero no se sació ahí la codicia del gran ilustrado; a pesar de sus continuos desprecios a España, invirtió en la Casa de Contratación de Cádiz (no lo hizo en compañías inglesas, holandesas o francesas), especulando con remesas de oro y plata procedentes de América; también invirtió en muy diversas operaciones financieras, bancarias e inmobiliarias; fue prestamista y financió el comercio de esclavos; se cuenta que, cerca del final de su vida, se había convertido en uno de los mayores rentistas de Francia y, evidentemente, en inmensamente rico. Para ser alguien que tanto habló y escribió (evidentemente con mucho mérito) sobre moralidad, integridad, igualdad… sorprende que el dinero estuviera por encima de todo.
Cuando se habla de la Revolución Francesa siempre aparece Danton, uno de los protagonistas de tan trascendente ocasión. Georges Danton (1759-1794) fue uno de los que mejor supo aprovechar el desorden y la confusión revolucionaria para ganar mucha, mucha pasta. Cuando compró su cargo de abogado en los Consejos del Rey antes de la revolución (práctica habitual en la época) pagó casi 80.000 libras, pero no se sabe cómo, puesto que con sus ahorros e ingresos le hubiera sido matemáticamente imposible hacer frente a aquel pago; además, tenía que costear alquiler de vivienda, los muebles y enseres con los que la acondicionó, dos criados, gastos cotidianos… Sus ingresos eran muy inferiores a sus gastos, pero el tío pagaba como un banco, es más, muchas propiedades inmobiliarias (incluyendo 85.000 libras por un terreno con casa en su pueblo) las pagó a tocateja. Luego vendió su cargo por poco menos de lo que lo compró. Al caer la monarquía (1792) fue nombrado ministro, lo cual supuso la entrada de millones en sus arcas a pesar de sólo estuvo dos meses en el cargo. Se ha escrito que Danton estaba al servicio del conspirador Duque de Orleans, y también que trabajaba para Inglaterra con el fin de desestabilizar Francia; sí parece demostrado que estaba a sueldo de la corona francesa, la cual le abonaría grandes sumas (de 100.000 en 100.000 libras) para que la defendiera, sin embargo, el tipo cobraba del rey y luego lo atacaba e insultaba (el ministro Montmorin dijo: “el rey le paga para adormecer su rabia”). En todo caso, las cuentas de Danton no cuadran. Se sabe que tuvo tratos con un banquero español llamado Guzmán que aprovechó el descontrol de la revolución para ganar millones; y también con proveedores del ejército con los que hizo lucrativos negocios: Francia estaba en guerra y necesitaba armas, municiones, uniformes, provisiones, pertrechos…, de modo que estando en el ministerio podía adjudicar contratos a quien ofreciera mayores comisiones. No dejó Danton de aprovechar su información privilegiada para ganar verdaderas fortunas con la Compañía de Indias, comprando acciones a precio bajísimo sabiendo que se iban a disparar al poco tiempo; se asegura que Danton y sus secuaces ganaron ¡cuarenta mil millones de libras! Luego, cuando la Compañía fue liquidada, él se encargó de ‘modificar’ la ley para que el coste para los accionistas fuera mínimo y, de paso, llevarse la correspondiente comisión… En fin, cuando fue guillotinado, era un revolucionario muy rico.
En España, en aquella época, también hubo aprovechados hipócritas, aunque a otra escala y con otros modos. Aquí lo que primaba era el nepotismo, el amiguismo, el otorgar cargos bien remunerados al pariente o amigo. Uno de los políticos más corruptos de la Historia de España fue un italiano, el conocido como Marqués de Esquilache (Leopoldo de Gregorio, 1699-1785); cierto que propuso y llevó a cabo algunas buenas y necesarias obras e iniciativas, pero el tipo se lo cobró bien cobrado. El caso es que Esquilache no solo amasó una inmensa fortuna y muchos cargos y sueldos (nada más pisar tierra española fue nombrado Teniente General sin haberse puesto nunca un uniforme), sino que practicó un nepotismo exagerado, casi de risa; baste señalar que su hijo mayor se convirtió en mariscal instantáneamente, el segundo fue nombrado arcediano con pingües ingresos a pesar de que apenas era adolescente, y el tercero, que aun andaba a gatas, recibió el cargo de Administrador de la Aduana de Cádiz. ¡Qué bien entendió la ‘modernización de España’!
Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) fue un gran escritor, eso es innegable, pero también un traidor que se puso de parte del invasor napoleónico y en contra de su pueblo; no le importó que los franceses mataran, quemaran, robaran (muchos oficiales y sus familias vivieron durante décadas de lo robado en España) o destruyeran por gusto, sino que marchó con ellos cuando fueron derrotados, y regresó con los Cien Mil Hijos de San Luis (reacción absolutista) para combatir a los liberales de la Constitución de Cádiz. Resulta que cayó en gracia al conde de Floridablanca (valido de Carlos III), con lo que logró unos cuantos cargos; de entrada le cae una renta de trescientos ducados a pagar por el arzobispado de Burgos, pero como no tenía relación directa con la Iglesia (no era cura, diácono ni nada de nada) el obispo le hizo una primera ordenación para que pudiera cobrar; luego llegó Godoy (príncipe de los corruptos y favorito de Carlos IV), quien le ‘ayudó’ a estrenar sus comedias (los empresarios debieron recibieron propuestas imposibles de rechazar); y también recibió cargos y remuneraciones, como una ‘feligresía’ pagada con tres mil ducados, o otros seiscientos a pagar por el obispado de Oviedo…, y eso sin tener nada de eclesiástico. El afrancesado, desertor y gran dramaturgo trincaba todo lo que podía sin que ello le supusiera conflicto moral, por más que él achara tales defectos a los demás.
Las personas son personas y tienen virtudes y vicios, siempre, nadie es perfecto. Otra cosa es que, en las páginas de la Historia, a veces pesan más unas que otros, y otras al revés.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 23 de febrero de 2020

LAS SIETE ESPOSAS DE JERRY LEE LEWIS, QUE SACARÁ NUEVO DISCO A LOS 85

Jerry Lee Lewis con su tercera esposa, Myra, que tenía 13 años y era su prima


El pionero del rock & roll Jerry Lee Lewis cumple este año 85 primaveras, y para demostrar que aun tiene fuerza, ‘The Killer’ anuncia el lanzamiento de un nuevo disco, dedicado a la música góspel. Puede que sea el último capítulo de su trayectoria artística, casi siempre centrada en el rock & roll y, por tanto, bastante conocida. Quien no sea un experto, sin embargo, sabrá mucho menos de su vida privada y de las terribles tragedias que ha padecido
Jerry Lee Lewis estará para siempre en los anales del rock & roll. Y como gran parte de los que han triunfado en este negocio, ha sido perseguido por los excesos; fue de los primeros en vérselas con Hacienda: le embargaron coches, motos, joyas, instrumentos, armas de fuego, un tractor, una moto de agua, un toro mecánico…, se declaró en bancarrota a mediados de los ochenta debiendo dos millones al fisco; también las drogas lo han lastrado: barbitúricos, anfetaminas, cocaína, maría, alcohol…, todo en abundancia; su relación con las mujeres, sus matrimonios, sus hijos, sus divorcios y sus viudedades también entran en el exceso. 
De momento son siete las ‘afortunadas’ que se casaron con el pionero del r&r. Él mismo declaró que “tenía 14 años cuando me casé por primera vez, aunque mi esposa era demasiado mayor para mí, pues tenía 17”; al parecer, Jerry pasaba más noches tocando y cantando que con ella, Dorothy Barton (hija de un predicador), por lo que ese matrimonio duró poco.
Antes de los veinte se casó con Jane Mitchum, y no por voluntad propia: “Jane me dijo que iba a tener un hijo mío, y sus hermanos me explicaron que me casaba o…”. No extrañará que olvidase decirles a los chicos que ya estaba casado… Con Mitchum tuvo en 1953 su primer hijo, Jerry Lee Lewis Jr., que también fue músico y llegó a tocar la batería en la banda de su padre; pero el pobre Jerry II tenía problemas mentales, entraba periódicamente en instituciones siquiátricas y en centros de rehabilitación de drogadictos. Cuando tenía 19 años sufrió un accidente al volante de su coche, volcó, se rompió el cuello y murió en el acto. Esta pérdida echó a Jerry senior en manos del alcohol y las drogas: “La primera botella de tequila era sólo para estar normal”.
Su tercer matrimonio originó el escándalo, ya que no sólo fue con su prima Myra Gale Brown, sino que ella sólo tenía 13 años; muchos empresarios, emisoras de radio y discográficas le dieron la espalda, por lo que Jerry se pasaba la vida en la carretera, de tugurio en tugurio, y casi nunca estaba con su esposa (que se quedaba siempre en casa cuidado de sus hijos Steve Allen y Phoebe, de la madre, del hermano); a pesar de todo, con Myra estuvo casado trece años. Jerry tenía entonces 22 y había pasado de cobrar 5.000 dólares por noche a tocar por 350, de estrella emergente e imparable a músico degradado que actúa por lo que le den. Su hija Phoebe se convertiría en algo así como representante o administradora de Jerry y, debido a ello, la relación acabaría mal. Su hijo Steve Allen (llamado así por el presentador de Tv que se atrevió a sacarlo en la tele) nació en 1959 y, desgraciadamente, murió tres años después al ahogarse en la piscina de casa.
Su esposa número cuatro fue Jaren Gunn Pate, que estaba de tres meses el día de la boda; se separaron y reconciliaron varias veces; a finales de los ochenta Jaren dijo que Lewis le daba un “trato cruel e inhumano, es adúltero, se emborracha continuamente y casi siempre está drogado”. Harta, lo citó para discutir el reparto del patrimonio, pero él le contestó: “eso no debería importarte, pues no vas a durar mucho”… El caso es que en 1982 ella se ahogó en la piscina de un amigo. La hija de ambos, Lori Lancaster, fue arrestada en 2011 (tendría 21 años) y acusada de la muerte de su hijo de cinco meses (nieto de Lewis), que fue encontrado muerto por asfixia a manos de la propia Lori que, parece, estaba bajo los efectos de la droga. Eso sí, Lewis siempre ha proclamado que Lori no es hija suya.
Menos de un año después de la muerte de la número cuatro, Jaren, el artista se casó con la número cinco, una ex camarera de unos 25 años (él unos 50) llamada Shawn Stephens. La mañana del 24 de agosto de 1983, menos de tres meses después de la boda, Stephens no despertó. El cadáver tenía múltiples moratones, había sangre por toda la habitación y en el cuerpo, y también bajo las uñas de la difunta. Pero la autopsia dictaminó muerte por sobredosis de metadona. Lewis llamó a la hermana para comunicarle la noticia: “Tu hermana ha muerto, era una chica mala”; esta misma hermana reveló que unas semanas antes del suceso el pianista le preguntó: “¿Me tienes miedo?, deberías tenerlo, ¿por qué crees que me llaman The Killer?”
La sexta esposa de Jerry Lee fue Kerrie McCarver, con quien se mantuvo unos veinte años y con quien tuvo un hijo; se separaron en 2004. Y en 2012, cuando el artista ya contaba 76 añazos, contrajo nupcias por séptima vez (¿la última?) con Judith Brown, la cual había estado casada con Rusty Brown, hermano de la tercera esposa, Myra Gale Brown, la que tenía 13 años. ¡Qué cosas!
Esta secuencia de sucesos parece un guión de telenovela, de disparatado y exagerado culebrón televisivo. Pero Jerry Lee Lewis tiene más asuntillos escabrosos que contar…
Cuando en 1976 celebraba su 41 cumpleaños, Jerry sacó una pistola para presumir ante sus invitados, una Magnun 357 que él creía descargada…, pero como es sabido, las armas las carga el diablo (o sea, crees que no lo está pero sí lo está), de modo que le metió dos onzas de plomo en el pecho a su bajista, Norman ‘Butch’ Owens, quien por suerte no murió.
Meses después, enfadado, colocado hasta las cejas, Lewis se llegó hasta ‘Graceland’, donde gritó que quería ver a Elvis; un guarda de seguridad declaró que “estaba como loco, fuera de sí”. Llamaron a la poli y se presentó un agente que se acercó al Lincoln Continental de Lewis, donde vio inmediatamente una 38 en el asiento; el cantante gritaba que no saldría del coche hasta ver a Elvis. El policía consiguió hacerse con la pistola (cargada, sin seguro y para la que no tenía licencia) y logró sacarlo del coche. Borracho como una cuba, tambaleándose e incapaz de articular palabra, fue arrestado. Luego afirmó que Elvis le había llamado y por eso fue allí, y que no tenía permiso para la pistola porque un policía acababa de regalársela (seguro que cuando declaró esto también estaba bebido). 
Hacia el año 2000 su hija Phoebe (cuya madre era Myra, la de 13 años) se fue a vivir con Jerry (que tendría 65 años) en calidad de agente, y también para hacerse cargo de su cuidado. No está muy claro cómo, pero el caso es que el músico firmó un contrato por el que ella recibiría la mitad de los ingresos de su padre, el cual, por si fuera poco, le otorgó un poder notarial que la hacía gestora única de todos sus bienes. Lógicamente la cosa acabó mal: Jerry denunció a su hija Phoebe por apropiación indebida, ya que ésta no se conformó con la mitad de los ingresos, sino que ingresó en sus propias cuentas cada dólar que llegaba a nombre de Jerry Lee. Tras su séptimo matrimonio, en 2012, la despidió, revocó el poder y la denunció por robo (y a su yerno por difamación en redes sociales). Casi todos los cargos fueron desestimados.
Se casó con una prima de 13 años y con otras seis mujeres, de las cuales dos murieron en extrañas circunstancias; dos hijos y un nieto muertos; disparó a un compañero; fue arrestado varias veces; borracho, violento y drogadicto; denunció a su hija por robo… La vida familiar de Jerry Lee Lewis y sus siete esposas fue de todo menos familiar.
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 19 de febrero de 2020

EPISODIOS Y SUCESOS DE LA CONQUISTA DE AMÉRICA QUE AYUDAN A SITUARSE EN EL MOMENTO Y EL LUGAR

Los conquistadores españoles creían que en América encontrarían la fuente de la eterna juventud, las amazonas o el dorado, según su pensamiento medieval


Difícil es contemplar o valorar hechos o ideas de hace siglos sin sacudirse los valores morales del siglo XXI. Por ello, cuando se lee historia es conveniente fijarse en detalles o situaciones que parecen insignificantes, pero que ayudan a situarse en la época que se revisa y, así, comprender mejor a quienes estaban allí. El descubrimiento y la conquista de América es un tema que siempre causa debate, pues hay mucha gente que equivocadamente los mira con su pensamiento de hoy. Hay episodios que ayudan a situarse
Gran parte de la población juzga a personas o sucesos de hace 500 años con leyes, conceptos o ética actual, cayendo así en una falsedad y en una injusticia, ya que exigen modos y pensamientos exclusivamente contemporáneos a las gentes de una época en que los valores de hoy no existían. Esto ocurre con mucha frecuencia cuando se habla de los conquistadores españoles y, en general, del descubrimiento y la conquista de América. Hay, sin embargo, múltiples sucesos, incidentes o situaciones que ayudan a situarse en aquel tiempo, en aquel lugar, y verlo en su contexto.
El trato que los españoles dieron a los indios, por ejemplo, provoca controversias inevitablemente. Pero la realidad es que desde muy temprano existía una ley que perseguía los excesos con los nativos y exigía a los españoles tratarlos con la misma consideración que si fueran españoles; así lo establecen el testamento de Isabel de Castilla, las Leyes de Burgos o las Leyes Nuevas. Muchos respetaron la ley y muchos no, en realidad igual que hoy, igual que siempre. El problema era que las leyes y tribunales estaban en España, a miles de kilómetros, y la comunicación era lentísima y poco segura. Un ejemplo: Durante todo 1522 y los seis primeros meses de 1523 Hernán Cortés no recibe ni una sola carta de España a pesar de que él había escrito y enviado varias y esperaba respuestas con urgencia; de hecho, la primera que recibió había sido firmada en Madrid casi un año antes. Es evidente que desde que la metrópoli daba una instrucción hasta que la recibía el destinatario pasaba demasiado tiempo, restándole eficacia y tranquilizando al infractor.
También se tiene por cierto que Moctezuma (el nombre correcto es Motecuhzoma) fue encerrado por Cortés, que lo tenía a pan y agua. Nada de eso. En principio sí estaba fuertemente vigilado, pero en poco tiempo “sin prisión ninguna lo pusieron en unos aposentos donde él se andaba suelto”, escribió uno de sus guardianes, Francisco de Aguilar. Es más, el azteca trabó amistad con muchos españoles, a los que continuamente les preguntaba cosas de España y de Europa, jugaba con ellos, bromeaba y se reía (al parecer ese trato lo bajó de la nube en que lo tenían su corte, súbditos y sacerdotes). Cortés explica: “Fue muchas veces a holgar a unas casas de placer que tenía a una o dos leguas de la ciudad con cinco o seis españoles, y volvía siempre alegre y contento a los aposentos”; o sea, Moctezuma no quería escapar, no quería provocar la rebelión, pues comprendió que si mataban a estos vendrían otros y, tarde o temprano, habría que convivir.
No todo el mundo podía embarcarse al Nuevo Mundo a buscar fama y fortuna. Había muchas restricciones. Al principio estaba prohibido llevar mujeres a bordo, pues ‘distraían’ a marineros y soldados, lo que indica que muchas estaban dispuestas a compartir la suerte de los aventureros; con el paso del tiempo empezaron a embarcar las esposas de los conquistadores y algunas otras valientes. También estaban los que no reunían las exigencias para poder viajar, como los que tuvieran linaje de moros o judíos, los que hubieran sido condenados por la Inquisición, los que estuvieran endeudados o los que quisieran abandonar a su esposa e hijos. Todos estos tenían prohibido ir a América, pero se las arreglaban para embarcarse como polizones; así, ya en alta mar, empezaban a aparecer hombres y mujeres que salían de los barriles, de cajas de todo tipo, de la bodega y, en fin, de cualquier escondite que hubiera en el barco. Se les llamaba ‘llovidos’, pues aparecían como llovidos del cielo. Lógicamente no figuraban en los registros de la Casa de Contratación y, además, seguro que para acceder al barco contaban con colaboración de marineros u oficiales a cambio de un precio…   
Eran tiempos muy diferentes a los actuales; téngase en cuenta que apenas se había salido de la Edad Media y el pensamiento de los que allí iban tenía más de medieval que de renacentista. Así, gran cantidad de los que se fueron a aquella aventura esperaban ser recompensados como habían oído que lo habían sido los cruzados; estaban convencidos de que, al haber ganado un reino con su espada y su sangre, su capitán los recompensaría con tierras, ciudades, rentas, señoríos. Y ello por no hablar de las expectativas que tenían los que primero desembarcaron, que esperaban encontrar la fuente de la eterna juventud, El Dorado, las amazonas, las siete ciudades de Cibola y otras fantasías medievales.
Este modo de ver las cosas da muestra de que los pensamientos, motivos, esperanzas o ilusiones de aquellas gentes eran muy, muy distintos a los de hoy y, por tanto, es injusto y equivocado esperar que actuaran y pensaran como los que viven hoy. Hay que tratar de situarse en aquel tiempo, en aquel modo de pensar.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 16 de febrero de 2020

HACE MEDIO SIGLO THE WHO GRABÓ UNO DE LOS MEJORES DISCOS EN VIVO DE LA HISTORIA: ‘LIVE AT LEEDS’

Aquella noche memorable de febrero de 1970 dio lugar a uno de los mejores 'directos' de la historia del rock


Una de las ‘obligaciones’ de todo grupo de rock es la publicación de (al menos) un disco en directo. De hecho, sería difícil encontrar bandas o solistas de relieve que no hayan pasado por el álbum ‘live’. Y entre los cientos y cientos de extraordinarios elepés registrados ante el público destaca el ‘Live at Leeds’ que The Who grabó en esta ciudad inglesa en febrero de 1970. Cincuenta años después mantiene intacto su poder
En realidad, cualquier iniciado en esto del rock & roll estará de acuerdo en que los mejores álbumes en vivo se grabaron en la década de los setenta; cierto que antes y después se publicaron directos fantásticos, pero nada comparable a los de aquellos años, sobre todo si de lo que se trata de rock, estrictamente rock. Lo curioso es que el ‘Live at Leeds’ se grabó en 1970, o sea, en el último año de los sesenta (el último número de una década es el diez).   
El ingeniero de sonido aquella noche (14-II-1970) era Bob Pridden, que trabajó junto a Townshend y compañía hasta 2016, habiéndose encargado del sonido de la banda en más de mil conciertos; en fin, si alguien conocía cómo habían de sonar era él. El veterano técnico revelaba recientemente en una entrevista a una revista especializada algunos detalles y anécdotas de aquella grabación: “The Who estaba en su mejor momento entre finales de los sesenta y primeros setenta, trabajaban todo el tiempo y se compenetraban y entendían”.
Hay que situarse en aquel momento. En los sesenta casi nunca se grababan los conciertos (la tecnología no permitía un mínimo de calidad), por eso no queda rastro sonoro de todos los que dieron The Who hasta aquel momento (¡cómo serían los del 66 ó 67!). Según cuenta Pridden, “dos años antes de Leeds se me ocurrió que podíamos grabar conciertos con un par de micros conectados al magnetofón”. Además, el tremendo éxito de ‘Tommy’ (1969) empezó a despertar en la banda el deseo de grabar aquellos espectáculos. Así que, para entonces, ya habían grabado unos cuantos ‘shows’, pero escucharlos y darles una forma que pudiera editarse resultaba un trabajo agotador y con resultados decepcionantes, tanto que Townshend mandó quemar las cintas para que no cayeran en manos de ‘piratas’. El guitarrista, sus compañeros y técnicos recuerdan aquella decisión como un enorme disparate. Pridden evoca el momento: “Quemé todas las cintas en un basurero en la parte trasera de una cabaña que tenía. Los puse en la papelera, eché una cerilla y eso fue todo. Me sentí raro, pero ya estábamos planeando grabar otro ‘show’ y no pensé demasiado…, hasta muchos años después, en que comprendimos la enorme e irreparable estupidez que habíamos cometido”.
Así, para los conciertos de Leeds y Hull (14 y 15 de febrero), Pridden preparó “un equipo de ocho pistas con el que grabar los dos conciertos para luego mezclar en el estudio lo mejor de cada uno”. Como es sabido, la grabación del día 15 fue nefasta, así que todo el disco es aquella velada en Leeds. El concierto fue en una de las aulas de la universidad, y el escenario se colocó en el lugar del profesor. “Estaba absolutamente abarrotado, quitaron los asientos para que cupiera más gente, pero había por todas partes, colgaban de las paredes, subidos en cualquier sitio. Hoy día no se hubiera permitido tanto público en aquel recinto”, recuerda Pridden.
El propio Pete Townsend escribió en sus memorias: “Toqué con muchísimo cuidado y atendiendo especialmente a los momentos en que tocaba y saltaba a la vez para no equivocarme. Al día siguiente tocamos lo mismo en Hull, que tenía muy buena acústica”. Pero cuando escucharon lo grabado en Hull se llevaron las manos a la cabeza; recuerda Pridden: “gran parte del sonido del bajo de John Entwistle no había quedado registrado, así que Pete me dijo que lo olvidara y me centrara exclusivamente en Leeds”. Pero aquí también hubo problemas, ya que: “parte de las voces de acompañamiento quedaron muy mal, casi no se oían, de modo que al día siguiente fueron Roger y Pete al estudio y, de una sola toma, grabaron los coros para añadirlos en la mezcla final”.
La portada de ‘The Who: Live at Leeds’ semeja un envoltorio de papel descolorido, tratando de imitar el aspecto de los discos piratas de la época. La primera edición salió en mayo de 1970 y contenía sólo seis de las 33 canciones que habían tocado, y curiosamente ninguna de las seis eran del anterior disco, el exitoso ‘Tommy’; en posteriores ediciones (ya en CD) se amplió el número de temas, incluyendo unas cuantas de  dicha ópera rock (en 2001 apareció un Cd con el concierto completo). También ‘arreglaron’ el concierto de Hull en el que, durante las primeras seis u ocho canciones, el bajo no se oye, y lo hicieron del modo más sencillo: “simplemente extrajimos el bajo del concierto de Leeds y, como el repertorio era idéntico, lo colocamos en el de Hull; la cosa nos llevó dos días con sus noches, fue agotador”, explicó Pridden sobre el ‘Live at Hull’, que salió en 2010.
Después de aquellos conciertos, “las giras de The Who fueron más cortas, en avión, con demasiadas drogas por el medio y muchos descuidos y despistes en escena, sobre todo por parte de Keith, pero a pesar de esto, sus conciertos eran muy superiores a los de los demás grupos de éxito del momento”, afirmaba el ingeniero Bob Pridden.
Desde entonces, “han dado muchos conciertos fabulosos, pero no como aquellos, y no creo que vuelvan a hacerlo, puesto que no creo que tal cosa suceda en el infierno…”, bromeaba el veterano ingeniero. Echando la vista atrás, Pridden explica: “Íbamos tan deprisa que no éramos conscientes de lo que estábamos haciendo, de lo que estábamos consiguiendo, de lo que estábamos dejando como legado. Estábamos haciendo historia sin darnos cuenta. Éramos como trovadores errantes que no hacían más que divertirse”.
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 12 de febrero de 2020

LOS ESPAÑOLES MASACRADOS POR EL EJÉRCITO JAPONÉS EN MANILA HACE 75 AÑOS

El consulado español en Manila fue arrasado y asesinados todos sus ocupantes a manos de los japoneses_ esta niña fue la única superviviente.


Setenta y cinco años se cumplen del final de la Alemania nazi y del Imperio Japonés. En aquellos últimos días de la guerra en el Pacífico muchos españoles fueron asesinados por los japoneses (rabiosos por la derrota) pero para ellos no hay memoria histórica
Memoria histórica es un concepto equívoco e impreciso que sólo se refiere a una pequeña parte de la Historia de España, país que, por el contrario, tiene una historia larguísima, riquísima y con un sinfín de episodios de todo tipo. Uno de los menos conocidos es el que tuvo lugar en Manila en 1945, en los instantes finales de la II Guerra Mundial, cuando el ejército japonés sabía que su derrota era inminente; rabiosos, soldados y oficiales se volvieron contra la población civil, entre la que había españoles que se habían integrado en la sociedad filipina y llevaban allí varias generaciones.
No, esa desmemoriada memoria histórica no tiene recuerdos de aquellos españoles que fueron masacrados por los japoneses en Filipinas en 1945. Ocurrió en Manila en apenas un mes. El avance estadounidense era evidentemente imparable, de modo que los japoneses (tras tres años de ocupación) ya estaban convencidos de su próxima derrota. Así, con la seguridad de que el futuro era la muerte, la rendición o la huida, y afectados por la arrogancia convertida en insoportable frustración, los nipones comenzaron una política de exterminio que se saldó con el asesinato de alrededor de 60-70.000 civiles (el total de muertos en la batalla ascendió a 100.000). En su violenta retirada quemaron y destruyeron, asesinaron, torturaron, violaron, mutilaron a filipinos, alemanes, chinos, suizos…, y españoles.
Cuenta el periodista Richard Harris (existen también testimonios escritos de varios supervivientes y diversos estudios historiográficos) que a principios del año final de la guerra, alrededor de 300 españoles fueron asesinados con una ferocidad inaudita; hombres mujeres y niños, curas y monjas cayeron bajo las espadas y pistolas de los enloquecidos soldados de Japón; unos decapitados, como un cura que protestaba por la matanza de civiles filipinos, de modo que allí mismo, sin mediar más explicación, un coronel le rebanó el cuello con su sable; otros acribillados por las bayonetas cuando atendían a heridos y moribundos. Igualmente es conocido el caso de algunos de aquellos ‘últimos de Filipinas’ que se habían escondido en un refugio antiaéreo; los militares japoneses los encontraron, los encerraron, vertieron bidones de gasolina y lanzaron bombas de mano… Tampoco se privaron de irrumpir en consulados y embajadas llevándose todo y a todos por delante.   
Ciertamente ese comportamiento de las tropas del Ejército Imperial no fue una excepción, al revés, fue una confirmación de los modos que había empleado en toda Asia durante su expansión y retirada. Así es, las atrocidades japonesas no tuvieron freno, quedando para los anales de la infamia abundantes y vergonzantes sucesos que incluyen el asesinato sistemático y la destrucción de edificios e incluso ciudades; baste recordar la toma de Shangai en 1937, el asqueroso Escuadrón 731 de Manchuria, las indescriptibles salvajadas perpetradas en Corea o, a finales de ese año, la monstruosa actuación del Ejército Japonés en Nankín que ha pasado a la historia con el nombre de la Masacre o la Violación de Nankín…
Todo eso se supo tanto por los testimonios de los supervivientes como por los periodistas que estaban allí, pero incluso los propios japoneses elaboraron un informe en 1948 después de asimilar la derrota y comprender que tarde o temprano todo iba a saberse; ese informe detallaba todas las barbaridades cometidas por sus soldados desde Mongolia hasta Nueva Guinea.
En el sangriento episodio conocido como la Batalla de Manila (que es Historia Universal) dejaron su vida varios cientos de españoles que también forman parte de la Historia de España. Todo lo que España había construido en varios siglos en Manila (fábricas, sedes sociales, centros de beneficencia, colegios, templos…) fue borrado del mapa por unos militares encolerizados, furiosos y deseosos de encontrar algo o alguien sobre quien descargar su ira, alguien a quien culpar de su derrota. El suceso y los compatriotas que dejaron allí sus huesos también merecen ser recordados y reconocidos.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 9 de febrero de 2020

ALAN FREED, 55 AÑOS DE LA MUERTE DEL LOCUTOR QUE ‘BAUTIZÓ’ EL ROCK & ROLL

El locutor y dj Alan Freed junto al cartel del que se tiene como primer concierto de rock de la historia, que él organizó en marzo de 1952 y que se suspendió a los pocos minutos de comenzar
Alan Freed y Dalí en febrero de 1957


El pasado mes de enero se cumplieron 55 años de la muerte de uno de los personajes clave en el nacimiento del rock & roll, el periodista estadounidense Alan Freed, quien se atrevió a promocionar el nuevo estilo, apoyó a los artistas originales (negros) contra los criterios de la industria e incluso fue quien tuvo la idea de bautizar como rock & roll el nuevo estilo
No, Abert ‘Alan’ Freed nunca compuso ni cantó rock & roll, y sin embargo, sin su concurso, ese estilo musical hubiera sido totalmente distinto y, sin duda, no hubiera tenido este nombre. Como la gran mayoría de los individuos, Freed tiene sus méritos y sus debilidades, pero por encima de todo quedará siempre su empuje definitivo a la consolidación de esto que hoy suena tan familiar en cualquier parte del mundo y que hace unos setenta años fue una verdadera revolución.         
Apenas había cumplido los 21 años cuando empezó su carrera periodística; fue en 1942, en una pequeña emisora de radio de Pensilvania y en un programa de deportes. En los años siguientes pasó de una a otra estación de radio, hasta que en 1951 opta definitivamente por la radio musical para dirigir el programa ‘Moondog’, dedicado a emitir canciones rythm & blues. Existían emisiones similares, pero lo que diferenció a Freed del resto fue que él se atrevió a radiar los discos de los músicos originales, siempre negros, mientras que los demás locutores (seguramente obligados por los dueños y patrocinadores) emitían las versiones que los cantantes blancos grababan de aquellas mismas canciones. Este atrevimiento enfadó a muchos poderosos que aun mantenían el pensamiento racista.
Fue en aquel programa donde Alan Freed dio nombre a este nuevo género musical. El término ‘rock & roll’ era utilizado frecuentemente por los autores de rythm & blues para referirse al sexo (por ejemplo, ‘rocking chair’ significa mecedora, que va de atrás adelante, atrás y adelante…); así, en los años treinta del siglo pasado los ‘bluesman’ empezaron a hablar de rock & roll e incluso a lanzar temas con títulos como ‘Rock & rolling mamma’ (1939). En los cuarenta la palabreja era habitual en las letras de r&b, y en la década siguiente todos los jóvenes estadounidenses conocían el significado. Con todo eso, en alguna edición de su programa ‘Moondog show’ en 1951 ó 52, Alan Freed dijo “los jóvenes necesitan ritmo para bailar y esto (el rock & roll) lo proporciona”, y “el swing tiene un nombre moderno, rock & roll”.  
Animado por el éxito, Freed organizó un concierto el 21 de marzo de 1952, el ‘Moondog coronation ball’, en Cleveland, el cual está considerado como el auténtico primer concierto de rock & roll de la historia. Y eso que duró muy poco, ya que se vendieron más del doble de las localidades que el aforo del local admitía (diez mil), con lo que también tuvo lugar el primero de los muchos escándalos asociados al rock. El caso es que cuando el recinto estaba completo se impidió el paso a miles de personas que tenían su localidad (al parecer se imprimieron y vendieron las entradas sin tener en cuenta el aforo del local), con lo que se formó un enorme follón a la puerta. Tanto que, tras la primera canción, la policía hubo de emplearse a fondo con los furiosos espectadores que escuchaban música pero no podían entrar. Y se suspendió.        
Un par de años después llevó su programa a Nueva York, aunque se vio obligado a cambiarle el nombre por el de ‘Alan Freed´s Rock & roll dance party’, ya que había otro locutor que había usado lo de ‘Moondog’ antes que él. De todos modos, Freed conservó en su nuevo espacio radiofónico el espíritu innovador y atrevido, emitiendo discos de artistas negros y los de discográficas pequeñas que escapaban al control de las grandes, cosa que molestó mucho a los industriales que dominaban el sector. No extrañará que, por razones racistas o económicas o por ambas, la prensa reaccionara con violencia contra Freed y contra la música que radiaba: “El rock & roll incita a la delincuencia juvenil (…) y Alan Freed es el culpable de su difusión y popularidad” gritó un diario de Nueva York.
Sin embargo, algo debieron ver los directivos de la emisora WINS en ese ‘showman’ y su música, pues mantuvieron su voz y sus discos en antena, y en 1957 Freed empezó a presentar un programa de televisión en la cadena ABC, ‘The big beat’. Pero la cosa no fue bien, ya que en la segunda emisión apareció un cantante negro, Frankie Lymon, bailando con una joven blanca, algo que debió remover las entrañas de los (muchos) racistas que aun había en USA, y el programa fue cancelado.
Alan Freed no se desanimó, sino que se dedicó a organizar giras de conciertos de rock & roll en los que había negros como Chuck Berry y blancos como Jerry Lee Lewis. En 1958 uno de esos conciertos (en Boston) fue suspendido por la policía tras arremolinarse en las puertas del local una multitud rabiosa que gritaba contra el rock & roll, contra la integración de blancos y negros y, en fin, contra aquella ‘música degenerada’. El propio Freed fue arrestado bajo la acusación de provocar los disturbios. Fue despedido. Y al poco contratado por otra cadena de radio y televisión, así que volvió a la pantalla con su ‘Big beat’.
A todo esto, el locutor y disc-jockey ya era uno de los grandes defensores e impulsores del rock & roll, y en sus programas y entrevistas solía proclamar con contundencia: “Quien diga que el rock & roll es una moda pasajera o una tendencia musical efímera tiene piedras en la cabeza”.
Pero sus enemigos (racistas y/o ultras contrarios a la novedad) encontraron cómo atacarlo. Fue el escándalo ‘Payola’. Básicamente el delito era cobrar a cambio de emitir este o aquel disco un número determinado de veces; lo curioso es que entonces no existía ninguna ley que prohibiera tal práctica, y además, si lo hacía Freed es porque lo hacían todos los locutores y presentadores de música. Pero Freed era el más famoso y el que más enemigos tenía. Fue acusado, juzgado y condenado por ‘soborno comercial’ a una multa de 300 dólares. Los cargos y sentencia fueron muy leves, pero el proceso, que duró tres años, afectó seriamente a su trayectoria profesional. Fue despedido y, aunque lo contrataron otras cadenas, los contratos le duraban muy poco, ya que el juicio le hizo modificar sus formas, volviéndose más dócil a las exigencias de los que mandaban.     
Para entonces se había entregado a la bebida, y más cuando Hacienda lo acusó de evasión de impuestos por lo cobrado ‘por lo bajini’ en el escándalo ‘payola’. El fisco le exigió 38 de los grandes, pero él no los tenía. El primer día de 1965 sufrió una hemorragia interna y murió tres semanas después por insuficiencia renal, cirrosis... No había cumplido los 43.
Con el paso de los años su figura y su aportación fueron por fin reconocidas. Entró en el ‘Rock & roll Hall of Fame’ y le colocaron una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, entre otros premios y distinciones, destacándolo siempre como uno de los principales impulsores y difusores del rock & roll.
Consciente de lo que había ayudado a crear y de que su audacia le había pasado finalmente factura, dijo: “A mí podrán detenerme, pero jamás detendrán el rock & roll”. Palabras premonitorias.
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 5 de febrero de 2020

¿NOBEL DE LA PAZ PARA GRETA THUNBERG? PUEDE, EL DISPARATE HA SIDO HABITUAL EN ESTE PREMIO

Henry Kissinger, inductor, promotor, financiador de sangrientos golpes de estado, Premio Nobel de la Paz 1973


Acaba de anunciarse que Greta Thunberg, la joven activista medio ambiental (no es fácil definir con exactitud a qué se dedica realmente) ha sido propuesta para el próximo Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, por más que se piense, parece difícil encontrar las aportaciones que la joven sueca ha hecho a la consecución de la Paz, sobre todo teniendo en cuenta su carácter huraño, su expresión de enfado permanente y el tono exaltado y amenazante con que se expresa. En todo caso, este Nobel ha protagonizado enormes disparates
El Premio Nobel de la Paz es, tal vez, el más controvertido de todos; lo entrega anualmente el Comité Noruego (es el único que no decide ni entrega Suecia) y, junto con el de Literatura, tiene un evidente componente político, ya que es en el que más pueden influir los factores y la situación de cada momento. Por eso, el Nobel de la Paz, ya sea en su momento o pasado el tiempo, puede demostrarse injusto, disparatado.  
El inventor Alfred Nobel fue un auténtico innovador en el terreno de los explosivos. Se creía socialista pero acumuló un capital enorme, sentía aversión total a los premios y condecoraciones pero instituyó los más famosos del mundo, despreciaba el arte y la música pero estaba fascinado por las ciencias, inventó muchas cosas pero solo una que no explotaba; detestaba profundamente a juristas y abogados y menospreciaba a las mujeres excepto a su madre y a la escritora austriaca Berta von Suttner; le encantaba leer la Biblia pero se proclamaba ateo en público y, sin embargo, le aterraba que en el otro mundo le acusaran de haber fabricado los explosivos más avanzados. Nobel era pura contradicción. Y quizá, debido a esa especie de esquizofrenia, los premios de la paz han sido otorgados tanto a grandes benefactores, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela o Martin Luther King, como a personajes dudosísimos; también sorprende que pacifistas tan influyentes como Ghandi no lo lograran nunca. Es el Nobel que más veces ha quedado desierto y, en varias ocasiones, se ha otorgado a entidades u organizaciones, a veces con criterio (Cruz Roja), pero otras a instituciones con integrantes más que sospechosos.
El Nobel de la Paz de 1906 fue para el presidente de EE.UU. Theodore Roosevelt, un personaje tremendamente belicoso, ideólogo de la política del 'Gran bastón' o ‘Gran garrote’, el que acuñó la frase "Pega primero y luego discute" y el que se encargó de los ‘riders’ en la Guerra de Cuba; fue un presidente expansionista que invadió la República Dominicana y promovió una revolución en Panamá para controlar el canal; en fin, el palo fue siempre su principal instrumento; se le otorgó la distinción por mediar en la guerra entre rusos y japoneses.
El de 1945 recayó el Nobel en el político norteamericano Cordel Hull, que no solo no era pacifista sino que siempre era partidario del uso de la fuerza; lo obtuvo gracias a la potente presión del presidente Franklin D. Roosevelt, quien estuvo no menos de ocho años coaccionando y apremiando al jurado noruego.
El argentino Carlos Saavedera Lamas recibió el de 1936 por su mediación entre Paraguay y Bolivia en la Guerra del Chaco, y eso a pesar de que, siendo ministro de Argentina, se había dedicado a vender armas a los paraguayos, o sea, primero favoreció la guerra y luego ayudó a detenerla. Actuó como el pirómano que provoca el fuego y después colabora en su extinción para ser considerado héroe, cosa que él consiguió.
Otros políticos han sido distinguidos con la preciada recompensa, como el alemán Willy Brand o el estadounidense Henry Kissinger, quien se encargó de organizar alguna que otra revolución ultraderechista en varios países sudamericanos; el israelí Begin y el egipcio Sadat, que tenían más de un cadáver en el armario, igual que Rabin y Peres y el palestino Arafat, quienes, sin duda, ordenaron acciones militares de pura venganza o atentados terroristas, actos incompatibles con la paz. Y qué pensar de los Nobel de la Paz que tienen los ex presidentes de Usa Jimmy Carter o Barak Obama, quien no emprendió ninguna acción para detener la guerra, aumentó el presupuesto para armamento, no cerró la prisión de Guantánamo ... También causa perplejidad que sea Premio Nobel de la paz un personaje tan torpe como Kofi Annand, que nunca obtuvo el más mínimo resultado y que siempre vivió de cargo en cargo, de sillón en sillón, un diplomático de la ONU que nunca pasó  de las buenas palabras y jamás logró el mínimo resultado. Aunque lo más sangrante es el Nobel que dieron al figurón de Al Gore en 2007 por ponerle ‘cara’ a un documental de escaso valor práctico, superando la candidatura de la enfermera polaca Irena Sendler, que arriesgó su vida para sacar a miles de niños del gueto de Varsovia, de 1940 a 1942,  librándolos así de Auschwitz; fue torturada por los nazis pero sobrevivió y murió en 2008 con 98 años, reconocida y admirada en todo el mundo excepto por los noruegos del Nobel.
Claro que la lista de candidatos que, afortunadamente, no lo consiguieron pone los pelos de punta: El Káiser Guillermo II, el zar Nicolás II, el propio Franklin D. Roosevelt, la diplomática soviética amiga incondicional de Stalin Alexandra Kollontai ..., incluso en 1935 se propuso para el Nobel de la Paz a Benito Mussolini y Adolf Hitler. Es evidente que formar parte del jurado que otorga este premio nubla el entendimiento y produce disparates.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 2 de febrero de 2020

ESTE AÑO ESTRENAN UNA REVISIÓN AMPLIADA DE LA PELÍCULA ‘LET IT BE’ CON EL CONCIERTO DE THE BEATLES EN LA AZOTEA

El nuevo montaje del documental 'Let it be' ofrece mucho material inédito de las decenas de horas que se filmaron


En enero de 1969 The Beatles ofreció su último concierto (uno de los más famosos de su carrera), que tuvo como escenario la azotea del número 3 de la calle Saville Row de Londres. Las imágenes son inolvidables, sin embargo, la película que se ha visto hasta ahora parece mostrar un ambiente oscuro, pesimista, tenso…, algo que muchos señalaron como evidencia del ‘mal rollo’ que anticipaba la separación. El director Peter Jackson ha reelaborado el documental ‘Let it be’ (1970) con mucho más que lo que ofrecía el original
Según informaba la prensa británica hace unos días, Peter Jackson (director de El señor de los anillos, King Kong, Las aventuras de Tintín…) quiso acabar con el mito de que aquella película dejaba claro el inminente final de la banda, una idea que se ha dado por cierta desde entonces. De aquellas sesiones de grabación del ‘Let it be’, último álbum en publicarse pero penúltimo en grabarse, se filmaron casi cien horas, aunque el metraje final de aquella película fue de unos ochenta minutos, es decir, quedó mucho inédito.
Ahora Jackson ha tenido acceso a más de 55 horas de vídeo (incluyendo los 42 minutos del concierto) y casi el triple de audio; además, también ha limpiado digitalmente las imágenes, corrigiendo así las tonalidades oscuras de la filmación. Eso sí, aunque el cineasta tiene este proyecto muy avanzado (ya ha presentado un adelanto), aún no se ha fijado fecha de estreno ni se ha decidido el título, si bien parece que no se exhibirá antes de octubre de 2020 y que se titulará ‘Get back’, que es la primera idea que se tuvo para el Lp. Explica Jackson: “En estas grabaciones hay momentos de drama, de tensión, discusiones, pero nada de la discordia con la que esta película ha estado asociada desde hace mucho tiempo. Al revés, estas imágenes resultan divertidas, edificantes, y son sorprendentemente íntimas”.
El resultado final “Es muy brillante visual y espiritualmente. Estrena muchas tomas de los cuatro bromeando, haciendo chanzas unos con otros, divirtiéndose cantando con acentos tontos, disfrutando del momento”, explica el periodista Jem Aswad, que sigue describiendo: “Además, presenta muchas escenas del grupo ensayando temas para el ‘Abbey road’, incluso esbozos de lo que serán canciones de sus discos en solitario, como ‘Every night’ de Paul, 'Gimme some truth'  y 'Jealous guy' de John o 'All things must pass' de George”. Y terminaba augurando: “Estoy seguro de que los fans de los Beatles enloquecerán con esta película”. Eso seguro.
Mucho se ha escrito acerca de aquellas sesiones de grabación y de este documental en concreto, que finaliza con el famoso concierto de la azotea, pero lo que ahora se anuncia promete no sólo muchas imágenes inéditas, sino una demostración de que no se llevaban tan mal como se ha dicho. Los interesados han recordado varias veces aquel momento.
Por ejemplo Alan Parsons, que entonces era ingeniero ayudante, dijo: “Lo recuerdo como uno de los días más emocionantes de toda mi vida, con The Beatles tocando en vivo, escuchando sus comentarios y los de todos los que participaron. Inolvidable”. Su compañero Dave Harris describía: “Había gente mirando por todas partes, balcones, ventanas, oficinas…, en esto llegó la policía y Georges Martin se quedó pálido”
Paul McCartney también tiene buenos recuerdos, según ha explicado varias veces: “Fue muy divertido, con gente del estudio por todas partes, secretarias, periodistas, abogados, ayudantes…Pensábamos que si conseguíamos una buena toma la incluiríamos en el disco, y si no pondríamos alguna de las que ya teníamos. En realidad era la primera vez que tocábamos en directo desde hacía mucho tiempo. Cuando nos dijeron que la policía exigía que termináramos con aquello nos negamos, entonces alguien dijo ‘os detendrán’, y nosotros respondimos que sería un final perfecto para la película. Entonces alguien desconectó los amplificadores y ese sí fue el final”.
Por su parte, Ringo también pensó que la aparición de la policía hubiera sido el final ideal: “Me sentí decepcionado con la poli porque no intervinieron. El caso es que alguien, escandalizado, los llamó; mientras tocaba los vi y pensé ‘qué bien, ojalá me arresten’, porque serían unas fantásticas imágenes, pero no hicieron nada, sólo llegaron”.  
Según recuerda George: “Fuimos a la azotea porque era lo más fácil; habíamos pensado en hacer este ‘show’ en otros sitios, desde un teatro hasta un barco, pero al final hicimos lo más simple. John y Yoko estaban en otra onda. No creo que él quisiera estar con nosotros, Yoko lo estaba empujando fuera del grupo, quería que nos dejara".
John siempre habló mal de las sesiones y de la película, claro que nunca se sabrá si decía lo que pensaba o Yoko hablaba por él; su hermana Julia acaba de publicar sus memorias, ‘Imagine this’ (2020), en las que revela con rotundidad que “Yoko controlaba totalmente su vida y John lo permitía”.
Puede que la imagen de una banda en descomposición que insinuaba  la película ‘Let it be’ de 1970 no coincidiera con la realidad, y que la reelaboración que se estrenará este año muestre una visión totalmente contraria. Pero una cosa es segura: los millones de ‘beatlemaníacos’ de todo el mundo ya la esperan impacientes.  
CARLOS DEL RIEGO