OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 31 de agosto de 2023

MÁS DE 1600 CIENTÍFICOS CUESTIONAN LA ‘CRISIS CLIMÁTICA’ Y SUS PREDICCIONES

 


Gran parte de la población mundial sigue creyéndose las profecías de los futurólogos del clima a pesar de que nunca se han hecho realidad

 

Los cambios bruscos de las condiciones climáticas están llevando a muchos ciudadanos a atribuirlos al cambio climático. Pero un gran colectivo de científicos, incluyendo dos premios nobel, afirman que esa creencia es eso, creencia, ideología, y nada tiene que ver con la ciencia climática. Así, niegan el relato de que el calentamiento global tenga que ver con un aumento de huracanes, sequías, olas de calor, inundaciones o desastres naturales en general. Los científicos en cuestión afirman que “La ciencia del clima se ha convertido en un asunto basado en creencias"

 

El clima siempre ha estado en perpetuo cambio; en realidad clima es cambio. Cierto que la industrialización y la acción humana ha elevado mucho más de lo razonable la contaminación del aire, tierras y aguas, pero de eso al cambio climático originado por el hombre hay mucho trecho. Y peor aún es la politización y polarización ideológica, la ‘doctrina indiscutible’ del cambio climático que se quiere imponer. Por ello, gran parte de la población y no pocos especialistas climáticos han puesto en duda abundantes afirmaciones sin base científica y, por supuesto, las predicciones apocalípticas.

 

Así piensan 1609 científicos y expertos de todo el mundo que firmaron una declaración en la que rechazan la idea de que exista una emergencia climática y en la que, igualmente, exigen que la política y la ideología salgan de esta cuestión exclusivamente científica. “No hay ninguna emergencia climática. Por tanto, no hay motivo de pánico ni alarma”, concluye el escrito publicado este mes de agosto por el Global Climate Intelligence Group.

 

En el documento afirman que el dióxido de carbono es “imprescindible” para la vida en la Tierra y “favorece a la naturaleza”, permite el crecimiento de la biomasa vegetal y aumenta la eficacia de los cultivos. Por ello, señalan que “los modelos climáticos exageran el impacto de los gases de efecto invernadero”.

Dos de los firmantes, dos premios nobel, el físico John Francis Clauser de EE. UU. y el noruego-estadounidense Ivan Giaever, descartan también que el calentamiento global esté relacionado con un aumento de desastres naturales, pues “no hay evidencia estadística” que respalde esta creencia. Y afirman con rotundidad: “La ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían explicar con sinceridad los costes reales y los beneficios reales de sus medidas”. Es más,  sostienen que el calentamiento está siendo “mucho más lento” de lo previsto por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático. Y el mencionado Nobel de Física Clausser ha denunciado: “La ciencia climática acientífica ha producido metástasis hasta convertirse en una pseudociencia periodística que busca el impacto masivo. No existe una verdadera crisis climática, sino un relato promovido y divulgado por el marketing de las multinacionales, por políticos, periodistas, agencias gubernamentales, organizaciones ecologistas”.

 

También recuerda el documento suscrito por esos 1609 científicos las equivocadísimas profecías de los ‘popes’ del cambio climático, pero sólo las recientes. Así la de Al Gore (Nobel junto al comité del clima de la ONU en 2007 por un documental), quien al presentar la película un año antes vaticinó: “Nos quedan diez años para tomar medidas drásticas respecto a nuestras emisiones de dióxido de carbono o el mundo llegará a un punto de no retorno”. Se ha cumplido el plazo pero no la profecía.

 

La en otro momento emblema del dogma climático Greta Thunberg sentenció en marzo de 2018, citando a un “célebre científico” (aunque no dijo quién): “El cambio climático acabará con toda la humanidad si en menos de cinco años no dejamos de quemar combustibles fósiles”. Cumplido el plazo, no la predicción.

 

Menos famosos, aunque no menos equivocados (si no malintencionados), fueron los casos de Mostafa Tolba, ex director del programa ambiental de la ONU, quien se creyó futurólogo al decir en 1982: “Si el mundo no cambia de rumbo, se enfrentará a una catástrofe ambiental que provocaría una devastación total e irreversible, como un holocausto nuclear, hacia el año 2000”. Y finalmente James Hansen, director del Instituto Goddard de Ciencias Espaciales de la NASA, quien predijo en 2008 que “dentro de cinco a diez años el Ártico se quedará sin hielo durante los verano”.

 

Los plazos se cumplen sobradamente pero no las adivinaciones y vaticinios de los profetas climáticos. ¿De verdad hay aun criaturas que, a pesar de todo, se tragan las trolas y los augurios de estos videntes?

 

¿Quién es el negacionista?, ¿el que no cree en adivinos ni en futurología o el que niega la evidencia y se traga las profecías aunque nunca se cumplan?     

 

CARLOS DEL RIEGO

 

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