OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 26 de febrero de 2017

LA CODICIA SEGÚN EL PENSAMIENTO ROCK. No hay quien se libre antes o después de esta dolencia, aunque los síntomas suelen ser más evidentes e inmorales entre los individuos más afortunados. El rock & roll ha dejado finos pensamientos sobre ese ansia absoluta de riqueza que se llama codicia.

 
John Fogerty sufrió en sus carnes la codicia de los dueños de las compañías discográficas, a los que dedicó más de una canción.
Dijo Francisco de Quevedo en el siglo XVII: “Por nuestra codicia lo mucho es poco, por nuestra necesidad lo poco es mucho”. En otras palabras, el codicioso siempre quiere más sin que le importe todo lo que tiene. Sí, la codicia es un mal que afecta más, mucho más, a quienes no padecen necesidades; al contrario, generalmente, cuanto más acumulado se tiene, más se desea…, algo que se está demostrando en España (aunque hay ejemplos en todo el mundo) con ciertos casos en los que personas con ingresos muy muy superiores al 90% de los mortales se envilecen metiendo la mano en la caja: pura codicia.

El asunto de la búsqueda obsesiva de riquezas ha sido tema principal de infinitas obras literarias y artísticas; el rock, por su parte, no ha dejado de tratar el tema, de modo que se han escrito muchas y muy buenas canciones pensando en ese pecado capital, en ese deseo irrefrenable de más, y más, y más…

Los estadounidenses O´Jays publicaron en 1973 ‘Fort the love of money’, ¿y qué es la codicia sino amor al dinero? Envuelto en un excitante soul-funk, la banda de Filadelfia envía mensajes que alertan de los peligros de dejarse llevar por la avaricia: la gente robará, engañará, estafará sin que le importe a quién hace daño. “Tengo que tenerlo, lo necesito de verdad (…) todo por amor al dinero”. Los autores la escribieron en un momento en que el éxito les trajo pasta y, claro, deseo de tener más, algo que entraba en conflicto con sus creencias.

Killing Joke, siempre serios y trascendentes, aludieron al deseo incontenible de posesión en su ‘Age of greed’; es un tema crudo y explícito, como muchos otros de su discografía; viene a decir que si uno llega a la cima económica se obliga a permanecer, por lo que estará dispuesto a todo; de este modo, quien se deja llevar por ese apetito tendrá grasa en la barriga y en el corazón…, y estará amenazado por los que no han tenido tanta fortuna ni tanta codicia: “Siento odio (…) no tengas miedo de mostrar tu odio (…) sólo quiero matar”, dice en sus últimos versos. A pesar de publicarse en 1990, este ‘Edad de la codicia’ encajaría a la perfección en la esfera del punk más primitivo, tanto en texto como en sonido. 

El inigualable John Fogerty, uno de los mejores compositores y letristas de Usa, reflejó esa insaciable sed de oro en más de una ocasión. Así, en 1985 denunció la avaricia del dueño del sello Fantasy con un par de canciones. En una (‘Zant Kant Danz’) lo tilda de cerdo que no sabe bailar pero sí robarte los cuartos. En la otra, ‘Mr Greed’, viene a decir: “Señor codicia, ¿por qué te tienes que apropiar de todo lo que ves? (…) tu apetito no tiene fin (…) hay corrupción en tu camino”; dotado con una voz inconfundible y una capacidad pasmosa para idear canciones, Fogerty dedicó a Mr. Zaent no sólo un texto acusatorio, sino un puntiagudo solo de guitarra.    

Con su calma habitual, su estilo aparentemente perezoso y ese ambiente de atardecer, J.J. Cale decía en su ‘Money talks’ (1983): “El dinero habla, dice cosas extrañas (…) Los ricos escuchan el sonido del bolsillo (…) roban lo que pueden, por casualidad o a hurtadillas”. Sí, el hombre de Tulsa jamás abandona el tono plácido, por el contrario, los siempre contundentes (y discutidos) Gran Funk suenan permanentemente airados; su ‘Greed of man’ (1981) tiene todas las características de la banda, o sea, rock moldeado a pico y pintado con brocha gorda…, hard imprescindible; y aunque lo de las letras no era una prioridad para ellos, siempre transmitían ideas: “Sé que la codicia del hombre no tiene época (…) no mira hacia atrás para ver el daño hecho”.      

No dejaron The Beatles de escribir canciones sobre lo insaciable de la riqueza. John y Paul hicieron una canción a partir de una idea de cada uno, y salió ‘Baby you’re a richman’ (1967); así, John escribía ¿“Qué se siente al ser gente guapa?”, y luego Paul decía “Escondes tu dinero en una bolsa marrón en un zoo, ¡qué cosas haces! Eres un hombre rico”; al parecer, Paul pensaba en el manager de la banda, Brian Epstein...

También George Harrison aportó su visión sobre el asunto, y no de un modo autocomplaciente; al parecer hizo ‘Piggies’(1968) con cierto sentimiento de culpa, como si quisiera contrarrestar la incipiente codicia que le estaba afectando con la llegada del éxito; presidida por el sonido del clave, dice satíricamente y con aviesas intenciones “¿Habéis visto a los cerditos grandes con sus almidonadas camisas blancas removiendo la porquería?, con la vida asegurada en sus pocilgas, no les importa lo que pasa fuera”; es fácil encontrar la referencia a ‘Rebelión en la granja’ de George Orwell en esta denuncia de la codicia imperante en una sociedad en que la riqueza separa a ricos (cerditos grandes) de pobres (cerditos pequeños). Sea como sea, se trata de dos fantásticas canciones, como no podía ser de otro modo.   

Sí, hay abundante rock & roll que habla de la adoración del becerro de oro, y siempre de un modo despectivo, algo que no deja de contrastar con la vida y los modos de potentado que se gastan muchos (no todos) de sus protagonistas. 


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 22 de febrero de 2017

HISTORIAS DE SERVILISMO, ADULACIÓN Y VANIDAD. Entre las muchas formas que tiene el hombre de hacer el ridículo puede citarse la adulación servil y untuosa hacia el que manda y ordena; éste, por su parte, cae en el adefesio cuando su vanidad se desboca. La Historia es rica en halagadores y soberbios.

  
Enrique III de Francia, exageradamente pomposo y vanidoso, adulado hasta el ridículo por insignes poetas.
Es sabido que la mejor manera de permanecer al lado del poder y disfrutar de todos los privilegios que proporciona es no contradecir al jefe, adularlo, darle coba, enjabonarlo e incensarlo continuamente; por el contrario, quien se atreve a disentir, quien levanta la voz (quien se mueve en la foto, dicen) será defenestrado inmediatamente, sobre todo en situaciones de totalitarismo, aunque también en democracia se purga y se aparta del mando al que discrepa. Lógicamente, el líder infalible se acostumbra a la lisonja y siempre está dispuesto a subvencionarla. El caso es que la Historia está atiborrada de casos de servilismo y peloteo al poderoso, entre los que abundan los que son puro esperpento, exageraciones ridículas que parecen sacadas de disparatadas obras del teatro bufo.

No pocos grandes autores han tratado este asunto de la adulación y la vanidad, que son subgéneros de la estupidez. Una de las obras que dedica capítulos específicos a las múltiples modalidades de la memez del homo sapiens la publicó el húngaro Itzvan Rath Vegh en 1948 con el explícito título de ‘Historia de la estupidez humana’. Sí, hay quien se ha molestado en recopilar casos concretos, que van desde los juicios a animales y cosas que se celebraban en la Edad Media hasta los incomprensibles desvaríos motivados por el deseo de oro.

Así, se puede recordar que, tras el triunfo de la revolución en Rusia, se organizó un juicio contra Dios con una Biblia en el banquillo…, a pesar de que se supone que todos eran ateos y negaban su existencia; el caso es que el acusado fue condenado y ‘fusilado’ al amanecer del día siguiente con varias ráfagas al cielo… Delirante. Tanto como la estúpida credulidad de algunos conquistadores españoles que perdieron la vida buscando El Dorado o la Fuente de la eterna juventud; tanto como la simpleza de los que pagaban a los alquimistas para que convirtieran el plomo en oro.

En cuanto a la zalamería sumisa hacia quien manda y ordena, la Historia ofrece un inagotable catálogo que lleva del sonrojo y la vergüenza a la carcajada. Luis XIV, el Rey Sol (1638-1715), como es lógico, gozó de una legión de pelotas, y no sólo entre cortesanos, sino también escritores y artistas. Al monarca le encantaba pasear por los pasillos de Versailles entre las pinturas que Charles le Brun hizo ex profeso; en ellas se veía al rey del absolutismo venciendo en grandes y legendarias batallas en las que no sólo no había participado, sino que nunca habían tenido lugar; tanto disfrutaba viendo aquellas obras de arte que llegó a creerse que, efectivamente, él había tomado parte y vencido en todas aquellas ocasiones. Además, la Academia Francesa convocó un concurso centrado en exaltar las infinitas virtudes del rey, incluso un noble se colgó un cartel, a modo de hombre anuncio, alabando al “más grande de los hombres”. Algo parecido a lo que el poeta Pierre de Ronsard escribió para el estrafalario Enrique III de Francia (1551-1589), llamado ‘El Rey de los Hermafroditas’, que pasaba horas y horas emperifollándose a sí y a su esposa, que organizó una procesión tan disparatada que el pueblo de París se carcajeó de tal modo de su rey que éste se escondió avergonzado; el insigne poeta de la Pléyade escribió: “Europa, Asia y África son estrechas para ti. Cuando en el futuro domines la Tierra…”.

En los principados y cortes alemanas de los siglos XVII y XVIII también perdieron la medida y el sentido del ridículo a la hora de intitularse. Así, se presentaban como “el más poderoso entre todos”, o “muy generoso, varonil y noble caballero”, o “celoso de su honor y sobremanera sabio”. Teniendo en cuenta que la bella lengua alemana tiende a unir todo en una única palabra, hay que imaginarse cómo de larga sería cada una, y cómo sonaría.    

Los primeros gobernantes de Haití (uno de los primeros estados independientes de América) eran invariablemente analfabetos, pero no por ello menos dados a la vanidad; les encantaba sentirse emperadores y repartir cargos y títulos como Conde del Número Dos, Duque del Agujero Sucio, Panadero Mayor, Marqués de la Limonada y la Mermelada o Barón de la Jeringa. Cuando Christophe Henri se coronó emperador en 1852, su guardia de honor estrenó uniforme, luciendo gorras con una plaquita brillante en la que se leía ‘Sardinas en aceite Barton y Cía, Lorient’…, el fabricante, francés, estaba enterado de que ni soldados ni ‘emperadores’ sabían leer, así que ¿por qué no aprovechar materiales excedentes? Los pocos que en aquella tierra sí leían no se atrevían a importunar al amo por miedo a caer en desgracia.

Los reyezuelos de ciertos lugares de Asia anteriores y contemporáneos de la época colonial, como Birmania, eran adulados con ristras de títulos larguísimos y disparatados; una muestra: “Rey de reyes, al que todos los soberanos de la Tierra obedecen, Regulador de las estaciones, Director de las mareas, Hermano menor del Sol…” Los Príncipes de Sumatra se intitulaban: “Señor del Universo cuyo cuerpo ilumina como el Sol, cuyos ojos brillan como la Estrella Polar, cuyos pies huelen a perfume…”.      

Los duques de Levis, franceses ellos, pretendieron ser descendientes de la tribu de Leví, hijo de Jacob y uno de los fundadores de las Doce Tribus de que habla el Antiguo Testamento. Los Barones de Pons, compatriotas suyos, se gastaron un dineral para demostrar que descendían de Poncio Pilatos. Uno de los aduladores de Maximiliano de Austria (1459.1519) concluyó que el emperador descendía directamente de Cam, hijo de Noé, el del Arca… Lo mejor de todo es que, inundados por un narcisismo fatuo y pedante, llegaron a creérselo a pies juntillas.  

Son apenas unas gotas sacadas de la larguísima lista incluida en la historia de la adulación, la vanidad y, en fin, el disparate más estúpido, algo sólo y exclusivamente al alcance del homo sapiens.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 19 de febrero de 2017

ROCK & ROLL Y RADIO, SIMBIOSIS PERFECTA. Hace unos días se celebraba el día internacional de la radio. Buen pretexto para recordar algunos de los grandes títulos del rock que han rendido su particular homenaje al más musical y, sin duda, el mejor de los medios de comunicación.


Radio y rock & roll, una combinación incendiaria.
Pocas cosas en esta vida dan tanto como la radio. Sí, a diferencia de la tele, el invento de Marconi (aunque la emisión y recepción a través de las ondas tiene muchos padres)  obliga a imaginar continuamente; algo parecido pasa con la lectura, pero en ésta se tiene la impresión de que uno se está contando algo a sí mismo, cosa que no ocurre cuando es el receptor quien narra, quien dice, quien canta, con lo que vuelven a excitarse las neuronas. En cuanto al rock, bien puede asegurarse que debe gran parte de lo que es a las ondas hertzianas desde sus inicios; de hecho, muchas canciones se idearon para que se adaptaran a las exigencias de la radio; y por si fuera poco, el tipo que inventó el término rock & roll fue un locutor de radio, Alan Freed. Además, cuando se escucha en la radio una canción que gusta, gusta más que si es el propio oyente quien la pone en disco (o cualquier medio); tal vez sea porque lo que suena en la radio lo escucha mucha gente, de modo que de algún modo el oyente se sintoniza con otras personas, algo que no se produce cuando uno pone esa canción sólo para sí o para los presentes; y esta sensación, curiosamente, se acentúa cuando se produce en el coche.

Sí, el rock y la radio han vivido siempre en simbiosis: se necesitan, se complementan. Por eso, los que escriben canciones han dedicado muchas a lo que mana de ese aparato, a esa magia que sale de él. La lista es kilométrica. Al pensar en ello llegan al coco, raudos, títulos como el perenne ‘Video killed the radio star’ de Bruce Wooley y Buggles (mucho mejor la versión del primero), que vaticinaba la muerte de la radio a manos del vídeo…, equivocadamente, como el tiempo ha demostrado; sin embargo, en el fondo, la canción trata del cambio, de la evolución de la tecnología desde los años cincuenta, y todo ello con un cierto aire nostálgico. También se antoja el ‘Radio Gaga’ de Queen, que tenía una intención similar a la anterior y dice cosas como “mi única amiga (…), hiciste reír, llorar, sentir, volar”. En su ‘We want the airways’, Ramones pedían más presencia en las ondas para ellos y para el r & r en general.

El ‘This is Radio Clash’ (en sus dos versiones) de The Clash tiene ese tono combativo tan típico de las letras de Joe Strummer, de modo que habla, claro, de una radio pirata que llama a la lucha. Asimismo Elvis Costello recordó la magia de las ondas con su ‘Radio, radio’, que es un continuo tributo agradecido, con versos como “La radio es la salvación del sonido (…) radio maravillosa”. El cantante de REM, Michael Stype, dijo que su ‘Radio song’ era un chiste, una broma que gastaba a todo el mundo, incluido él mismo; sus dos versos finales auguran: “ahora nuestros niños crecerán prisioneros, toda su vida serán radioescuchas”. Los canadienses Martha & The Muffins en su ‘Black stations, white stations’ denunciaban la discriminación en las radios y en la MTV. Los veteranísimos Beach Boys quisieron, ya en el presente siglo, con ‘This is why the God made radio’, elogiar el medio y todo lo que significó, significa y significará para millones de personas.  

¿Quién podría hacer una canción depresiva en torno a la radio?: Joy Division, ‘Transmission’. La canción (han explicado ellos) no tiene argumento, sino que viene a ser la expresión de cómo el hecho de escuchar la radio puede ser un gesto suicida, algo que puede matarte, algo que puede robar tu alma. Sea como sea, como casi todo en el grupo de Manchester, es una canción arrebatadora, densa, con ese atractivo inquietante, enigmático que tienen todas las suyas.

Springsteen abordó el asunto en su ‘Radio nowhere’. Se trata de una crítica a las grandes cadenas de radio que hacen y deshacen a su antojo, que imponen sus listas en todas partes, anulando así a las emisoras locales y, por tanto, a los grupos, locutores y oyentes locales.

No puede faltar el ‘Heard it on the X’ de ZZ Top. Los barbudos tejanos contaban que desde niños escuchaban emisoras mexicanas (cuyos nombres empezaban por X), en las que ponían las versiones originales de blues y rock que luego, edulcoradas por cantantes melódicos, eran las que finalmente sonaban en las emisoras estadounidenses. Esas estaciones que emitían desde el sur de la frontera les metieron en vena ese blues-rock con el que hicieron carrera. Esta canción es un homenaje, un modo de agradecer aquello a las radios mexicas.

Sobre el mismo asunto trata el ‘The Wasp (Texas radio & the Big Beat)’ de The Doors, puesto que tanto Jim Morrison como Ray Manzarek escuchaban en las emisoras mexicanas rock sin las restricciones que en los cincuenta tenían las estadounidenses; y uno de los locutores más célebres a uno y otro lado de la frontera era ‘Wolfman Jack’ (Hombre-lobo Jack), que radiaba el mejor rock, blues y rythm & blues (en la peli ‘American Graffiti’ se hace un homenaje a aquel locutor). Esta canción, de texto alucinado y sicodélico, también habla de los clubes donde ellos veían las actuaciones de los ‘bluesman’ negros los fines de semana.

Es innegable, el rock & roll es deudor de la radio, y viceversa. Viene como un guante el ‘Do you remember r & r radio?’ de Ramones, otro tributo a ese maravilloso invento: a lo largo de su texto va recordando iconos de la radio y del rock, incluyendo a John Lennon y Alan Freed. Comienza con el locutor anunciando la canción y termina aconsejando: “Quédate aquí para más rock & roll”.

Sí, para escuchar esto, nada mejor que el entrañable, amigable y cálido aparato.     


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 15 de febrero de 2017

PASITO A PASITO LOS MUSULMANES VAN IMPONIENDO SU IDEA. Poco a poco, pasito a pasito, el pensamiento musulmán va logrando pequeños éxitos en las sociedades occidentales. Hoy se conforman con cositas de poca importancia como el velo de las mujeres, pero eso es sólo un principio, luego pedirán y exigirán más.

Arrogantes, desafiantes posan las combativas políticas suecas en Europa....
Pero se vuelven sumisas y aceptan la condición de inferioridad que se impone a la mujer en el mundo musulmán..
La azafata de una compañía aérea lleva tiempo pleiteando en España para que se le permita llevar un pañuelo en la cabeza que remarque su condición de musulmana; y ello aun cuando las normas que ella aceptó al firmar su contrato le exigen el uso del uniforme, el cual no incluye esa prenda. Ahora un juzgado le da la razón, con lo que la señora en cuestión podría (si la cosa acaba aquí) salirse con la suya, o sea, pasar por encima de los reglamentos que los demás acatan, e imponer las exigencias y costumbres islamistas. Parece cosa de nada, una tontería sin más importancia, sin embargo, ese pequeño logro es un comienzo, una fisura por la que un día podrán colarse otras leyes coránicas que hoy parecen impensables.

Es sorprendente comprobar cómo un gobierno combativo y que presume de feminista, como es el sueco, se achanta y se vuelve sumiso cuando trata con los gobiernos más machistas del planeta. Al igual que las feministas más guerreras, las mujeres de ese gobierno sólo se atreven a defender sus ideas, su feminismo, en Europa, en occidente, donde todos tienen sus derechos asegurados y por tanto se sienten fuertes; sin embargo, cuando se trata de plantar cara al machismo más asqueroso y retrógrado, agachan la cabeza, obedecen, aceptan, asumen la condición de inferioridad que la mujer tiene en los países gobernados por el Corán. Asombra que el gobierno sueco saque pecho y proclame pomposamente ser el primer gobierno feminista del mundo (en realidad es machista hasta las cachas, pues reproduce los métodos machistas de escoger cargos en función del sexo), pero allí donde tiene que poner sus principios encima de la mesa, los calla y los esconde. Del mismo modo, no hará falta subrayar que ninguna de las ‘femen-istas’ se atrevería jamás a llevar a cabo ninguna de sus ‘acciones’ en Arabia Saudí o Irán, ni siquiera en Turquía, y no digamos en Pakistán o Afganistán…, serían inmediatamente, salvajemente, lapidadas por la multitud, o dadas de latigazos, o colgadas de una grúa. En fin, que la arrogancia y superioridad con que algunas feministas militantes se expresan aquí, se vuelve humilde sumisión, untuoso e incondicional sometimiento donde más se necesita su postura.

Al aceptar las condiciones que exigen los musulmanes tanto aquí como allí, se les está trasladando el mensaje de que tienen razón, de que están en su derecho de exigir tanto si son acogidos aquí como si son anfitriones allí. Por ello, puede afirmarse que el gobierno sueco es sexista, porque discrimina a las personas en función del sexo, y machista, porque se arrodilla y acata lo que le piden los más machistas (a cambio de contratos, o sea, dinero), que son los que se rigen por leyes que discriminan e infravaloran a la mujer. Afirma la ministra en cuestión que “no hay que mezclar derechos humanos y comercio”. ¡Sí señor, esto es coherencia!; la misma con la que criticaron duramente las posturas y declaraciones machistas de Trump, a la vez que sonríen serviles ante quien impone por ley la sumisión femenina, ante alguien que ni siquiera les da la mano. 

En los últimos meses se han divulgado muchos casos de esta naturaleza, pero el de los pañuelos de la azafata y las ministras suecas son perfectamente ilustrativos del deseo de la mayor parte de los musulmanes: exigen que si vas allí te pliegues a sus costumbres, y si ellos vienen aquí, exigen lo mismo, que te pliegues a sus costumbres. Puede parecer una tontería prestar tanta atención a que las mujeres se coloquen o no un trozo de tela en la cabeza, pero en realidad eso es sólo un primer paso, un inicio, una forma de abrir una rendija… Así, después, poco a poco, irán llegando otras peticiones. Por ejemplo, solicitarán primero y luego reivindicarán como derecho que nadie coma cerdo o beba alcohol en su presencia; que en los colegios se certifique que los animales que comen sus hijos (nada de porcino, claro) hayan sido sacrificados mirando a La Meca; que no haya cruces a la vista, incluso que se retiren del exterior de las iglesias (la marca de coches Chevrolet tuvo serios problemas porque en su imagen de marca aparece una cruz, achaparrada, pero una cruz) y, por supuesto, pedirían la desaparición de símbolos e imágenes cristianas de las procesiones, y de las banderas y emblemas de ciudades y regiones, y hasta de los escudos de los equipos de fútbol; luego se sentirán fuertes para reivindicar que durante el Ramadán nadie coma en público…, y así hasta que llegue un día en que, sin que la población anfitriona se haya dado cuenta, todo esté regido por la Sharia.  

Una estimación muy fiable apunta a que los musulmanes serán un 20% de la población sueca en una o dos generaciones, lo que quiere decir que en unas cuantas décadas se harán con el poder. En Francia el voto musulmán estaba repartido, pero últimamente se ha creado una asociación para aglutinar a todos los votantes mahometanos; además, es sabido el desprecio que grandes masas de hijos de inmigrantes de origen árabe o norafricano sienten hacia el país que acogió a sus padres o abuelos. Alemania está comprobando que acoger sin más no es solución pues, además de haber sufrido graves atentados (y otras acciones que se ha tratado de disimular, como la de los abusos sufridos por alemanas a manos de refugiados árabes) no sabe qué hacer, cómo gestionar la supervivencia e integración de tantos islamitas. Es innegable, en fin, que la tasa de maternidad de las mujeres musulmanas es mucho mayor que la de las europeas (de otras religiones, se entiende), por lo que puede convertirse en realidad lo que apuntaban desde los centros de poder islámico: “Nos impondremos no por la espada, sino a través de los vientres de nuestras mujeres”.

¿Exagerado?

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 12 de febrero de 2017

ARETHA FRANKLIN, LA SEÑORA SOUL, Y OTROS CON MUCHA ALMA. ‘Lady Soul’, Aretha Franklin, anuncia que deja los escenarios; años, achaques y nietos le exigen demasiado, así que se va…, aunque seguro que habrá sonadas reapariciones. En todo caso, buen pretexto para recordarla; y de paso, otros simbólicos temas soul.

Los años y la salud obligan a Aretha Franklin a dejar el escenario..., de momento..
La música soul se origina en los años cincuenta del siglo pasado, más o menos cuando irrumpe el rock & roll, y dado que ambos géneros tienen raíz estadounidense y negra, no puede extrañar que sus trayectorias nunca hayan transcurrido en paralelo, al revés, se han cruzado, mezclado e influido desde el primer momento. Tal vez por eso, el Rock & Roll Hall of Fame acogió en su lista de honor a ‘Lady Soul’, Aretha Franklin, siendo la primera voz femenina en este selecto salón.
   

Esa voz tan armónica y musical, tan cristalina y poderosa, ha llegado a ser declarada ‘Tesoro natural’. Los títulos emblemáticos de ‘Lady Soul’ siempre están presentes. ¿Quién no ha bailado, canturreado, tarareado melodías como ‘Think’, ‘I say a little prayer (for you)’, ‘Respect’, ‘Chain of fools’, ‘Spanish Harlem’ y tantas otras?, ¿quién no recuerda su apabullante aparición en la película ‘The Blues Brothers, granujas a todo ritmo’?, ¿quién no reconoce de inmediato ese don de la naturaleza que es el timbre de su voz? La gran dama de la música, para muchos la mejor voz femenina viva, para algunos la/el mejor cantante que ha dado el conglomerado rock-pop-soul-blues, anuncia que dejará de actuar en vivo. Pronto publicará un nuevo disco (¿cuántos van, 40, 50?) y ofrecerá sus ‘últimos’ conciertos, aunque es fácil prever que esa ‘retirada’ no será definitiva y, seguramente, habrá reapariciones…

Sea como sea, la hija del predicador que empezó cantando góspel (¡cómo no!), lleva tanto tiempo en el imaginario colectivo que raro será el individuo que no haya escuchado aquellos títulos y que no reaccione cuando se menciona su nombre. Entre el soul y el rhythm, entre el blues y el góspel, la potentísima presencia de Aretha Franklin resulta imprescindible para compensar el transcurrir de la música popular en el último medio siglo. Su temperamento y sólidas convicciones ya han dejado profunda huella tanto en escena como en la calle.      

Y como toda gran dama, como auténtica ‘Reina del soul’, Aretha necesita un acompañamiento, una escolta. Aquí va un séquito formado por cuatro caballeros de su cofradía que, como ella, comenzaron cantando en el coro de la escuela o de la iglesia y que, con otras tantas melodías, proponen la variabilidad del soul, ese estilo con alma negra y brillante.  

¿Quién puede resistirse a los trombones y trompetas del ‘Reet Petit’ de Jackie Wilson? El infortunado cantante deslumbra en este tema alegre y saltarín, muy sonoro y con elementos de géneros que entonces, 1957, estaban brotando, como esas pinceladas de rock & roll que se dejan notar en los dos minutos y medio de un tema siempre bienvenido. Algo tan típico del soul como el diálogo que frecuentemente se establece entre voz y coro lo interpretan aquí el solista y la sección de viento, dando lugar a una ‘conversación’ apasionante. En todo caso, cuando empieza a sonar, es imposible no prestarle atención.

Del gran Wilson Picket pueden recordarse un buen número de canciones perfectamente representativas de la rama del soul y el rythm & blues. Su primer gran éxito fue ‘In the midnight hour’ (1965), un excitante medio tiempo en su origen que, sin embargo, ha sido redecorado, readaptado y remodelado en infinidad de ocasiones, cosa que demuestra el incuestionable talento que atesora. Su seductora cadencia y fácil melodía no pierden encanto por más años que pasen y por más que se retuerzan. Y luego está esa voz rasgada y los omnipresentes instrumentos de viento para completar una obra superlativa.

Otro emblema del soul que supo proporcionar matices y detalles al género es Solomon Burke. En 1964 publicó el electrizante ‘Everybody need somebody to love’, que sorprendentemente apenas tuvo repercusión; afortunadamente, el tiempo suele terminar por dar brillo a las grandes canciones, aunque sea a través de revisiones del original. Se trata de otra de esas tonadas que resultan tremendamente familiares, como si se hubieran escuchado toda la vida, y eso que es una composición bastante atípica. A su conversión en clásico ayuda la soberbia interpretación que hicieron aquellos entrañables granujas a todo ritmo.     

Ben E. ‘Stand by me’ King solo grabó diez o doce canciones como voz solista de The Drifters (que ha tenido docenas de cantantes), aunque fueron los mejores años del grupo. Con él al frente hicieron el fantástico ‘Save the last dance for me’; se cuenta que el tema se le ocurrió a Doc Pomus (que padecía polio e iba con muletas o en silla de ruedas) cuando veía a su mujer bailando sin parar, de modo que la letra viene a decir que sí, que bailes, pero al final te vendrás conmigo, así que guarda ese último baile para mí. La preciosa y dulzona melodía (tendente al pop), el clásico diálogo vocal, el buen gusto y la gracia de acompañamiento y arreglos…, todo ello completa una pieza que siempre se agradece.

Es soul. Siempre canciones cortas e intensas, luminosas e inevitablemente pegadizas. La reina Aretha Franklin y cuatro de sus príncipes ofrecen una perfecta ilustración de sus esencias. Ella anuncia que cuelga el micrófono…, de momento; ellos se fueron definitivamente. De unos y otra siempre quedará ese alma negra y brillante.  


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 8 de febrero de 2017

LA PERVERSIÓN MORAL DE ALQUILAR VIENTRES Y VENDER LOS BEBÉS. Empieza a plantearse ahora en España el asunto de los vientres de alquiler, lo que eufemísticamente trata de llamarse maternidad subrogada y que, realmente, no es más que la compra de un servicio.

Los vientres alquilados fabrican bebés para su venta..
Así es, el comprador encarga la fabricación de una persona y paga por ello, del mismo modo que se puede contratar la construcción de una casa o de un automóvil, con su precio, sus plazos de entrega y demás condiciones del contrato. Así, cuando se abona por el uso de las ‘instalaciones’ reproductoras de una mujer, lo que se hace es privar a la persona de su humanidad, convirtiéndola en una cosa, como lo son las casas y los coches. En resumen, lo que se pretende debatir es si permitir o no la fabricación de seres humanos y, lógicamente, la legalización de granjas-factoría que los produzcan.

Actualmente ya existen en algunos países industrias dedicadas a producir niños, como Estados Unidos, otros donde está permitida su fabricación, como Grecia o Rusia, y otros más en los que está prohibido, como España, Francia, Italia, Alemania o Suiza. Sea como sea, este nuevo negocio está abriendo mercados, de modo que muy pronto se pondrán en marcha por todas partes factorías donde se manufacturen críos. De hecho, en USA estas fábricas ya promocionan sus servicios, aún con mucho tiento, pero pronto se podrá ver la publicidad abierta y competitiva de estas granjas. Sí, habrá publicidad, se harán anuncios mostrando lo bien alimentadas, limpias y sanas que están las ‘ponedoras’ de esta o aquella empresa; y también se ofertará la fabricación artesanal, es decir, la elaboración de bebés no a escala industrial, no en granja, sino en casa. Y se propondrán muchas otras promociones a los compradores, como por ejemplo la opción de una alimentación vegetariana para la mujer-máquina a fin de que el ‘producto’ final no haya tenido nunca contacto (no se haya ‘contaminado’) con alimentos de origen animal; o como, si el cliente lo desea, la ausencia de medicamentos y vacunas en la ‘productora’ durante todo el proceso; e igualmente podría elegirse la raza del útero arrendado o, por un poco más del precio base, manipular genéticamente el óvulo implantado según los deseos del consumidor. Sin duda aparecerán ofertas y marcas baratas (‘low cost’). Ni que decir tiene que, en tanto que granja-factoría incorporada al mercado, todos los ‘productos’ con defectos o taras serían desechados (y/o aprovechados y reciclados). ¿Habría producción en serie o sólo por encargo?

Nada de esto es ajeno a los modos de industrias, firmas comerciales y empresas que compiten por el consumidor, así que, si la cosa se legaliza a escala mundial, ¿por qué no iban a regir en esta industria los mismos parámetros que funcionan en el ramo de la alimentación, del vestir o del mueble de cocina? Este tipo de escenarios no serían extraños en caso de que triunfe la idea de que es legítimo y moralmente aceptable la fabricación a escala industrial (o artesanal) de hombres y mujeres destinados a su venta.

Es fácil equiparar la situación de la mujer que se alquila como objeto sexual con la que se alquila para la producción y venta se seres humanos. Las dos lo hacen obligadas por la necesidad, y la mayoría proceden (y procederán) de países pobres, son chicas que se venden por pura subsistencia. Es decir, este ‘trabajo’ quedará exclusivamente para jovencitas sin otro recurso que su propio organismo, pues ninguna mujer se prestaría a sí misma para una u otra cosa por gusto. No sólo es una muestra de machismo extremo, no sólo es un ejemplo de explotación y aprovechamiento de la situación menesterosa de la persona, sino que en el fondo tiene un matiz de auténtico nazismo. La idea central de los nazis era que ellos, como raza superior, podían decidir quién podía ser considerado hombre y quién no; hoy, con la aparición de estas granjas-factoría, empresarios y doctores se creen legitimados para sacar provecho de la fabricación de personas como cualquier otro producto (algo parecido a esos otros doctores que se ven tan superiores que entienden aceptable extraer un ser vivo de la especie humana en fase de gestación y matarlo o dejarlo sobre una bandeja para que muera de hambre y de frío… a cambio de dinero). También puede afirmarse que los que ganan pasta vendiendo a sus semejantes tienen algo de negreros.    

Lo que desde un punto de vista moral subyace en este feo asunto es la cosificación de la persona, el ver al ser humano como una cosa que podemos fabricar, ofertar, promocionar, distribuir y vender como cualquier otro producto de consumo. Y también hay que considerar la moralidad del cliente dispuesto a comprar un bebé. ¿Y si un día el crío pregunta a ‘sus padres’ cuánto costó, cuánto pagaron por él?

Asimismo, la manufactura de bebés para su venta podría ser un primer paso, de manera que el siguiente sería la fabricación de niños que, a las pocas semanas de gestación, serían extraídos y utilizados como simples suministradores de órganos para el mercado…

Todo está en la relajación moral a la que estén dispuestos a llegar los legisladores, los industriales, los doctores, los clientes, la gente en general.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 5 de febrero de 2017

EL REFUGIADO VISTO DESDE EL CRISTAL DEL ROCK & ROLL. Uno de los grandes problemas a que se enfrentan las sociedades occidentales es el de los refugiados. El rock & roll, curiosamente, lleva mucho tiempo hablando de este asunto, habiendo dejado canciones verdaderamente memorables.

Neil Diamond elogió en 'América' la gran aportación y riqueza
que conllevan los emigrantes.

Aunque se trata de un fenómeno que viene sucediéndose desde que el hombre es tal, es en las últimas décadas cuando la cosa se ha complicado (aun más) al aparecer factores hasta ahora desconocidos. Los músicos de rock, que casi siempre están dispuestos a aportar su granito de arena artístico a causas solidarias, han mostrado su compromiso con los que buscan refugio. Así, no son pocos los que han hecho canciones que concuerdan con aquel precepto de ‘dar cobijo al caminante’, concepto que hoy día se entiende como acoger al refugiado. Como es lógico, el tema se ha tratado bajo diferentes puntos de vista y se ha hecho melodía en los más diversos géneros y estilos de este cajón de sastre que es el rock & roll.

Aunque no es esencialmente rock & roll, puede incluirse el ‘Deportee’ del pionero cantautor estadounidense Woody Guthrie; en origen el tema se quedó sólo en un texto, sin música, sin embargo, su admirador Pete Seeger y un maestro de escuela llamado Martin Hoffman se encargaron de componer la partitura años después. El caso es que Woody leyó en la prensa sobre un accidente de avión que repatriaba (deportaba)  campesinos mexicanos que habían entrado en USA irregularmente; fue en 1948 y murieron todos, pero lo que le sorprendió e indignó fue que ni siquiera se publicaran los nombres de esos inmigrantes que no habían recibido refugio y que habían quedado “como hojas secas”. Siempre preocupado por las injusticias y desigualdades, Woody Guthrie escribió algunas otras canciones en las que denunciaba todo lo que habían de soportar los que dejaban atrás casa y familia.  

Mucho después, los siempre polémicos y provocadores Ramstein denunciaban en su ‘Mein Land’ (2011), en forma de sátira, la xenofobia que ellos veían en Europa. La potente banda alemana ha sido acusada muchas veces de simpatizar con posturas ultras, y otras tantas han tenido que salir a desmentir; de todos modos, siempre han proclamado que se sienten muy a gusto en la provocación. Con ese aplastante sonido que parece construido en una factoría de maquinaria pesada, los berlineses repetían, con sus voces cavernosas, “mi país, mi país, estás aquí, en mi país, mi voluntad, mi playa, mi país”.   

Nieto de inmigrantes, el neoyorquino Neil Diamond escribió en 1980 todo un alegato a la aportación de quienes, procedentes de todo el mundo, buscaron una nueva vida en América, contribuyendo con su esfuerzo al crecimiento y enriquecimiento de USA (ciertamente podría aplicarse, con matices, a todo el continente). Con esa asombrosa facilidad que Diamond ha tenido siempre para construir melodías atractivas y fáciles de asimilar por todo el mundo, la canción combina un texto y una partitura positivos, elegantes, mostrando un brillante resultado siempre salpicado por unas gotas del inagotable talento de este auténtico prodigio de inspiración y lucidez artística. Algunos de los versos dicen: “Tienen un sueño que les llevará allí, tienen un sueño que quieren compartir (…), desde todo el mundo vienen a América” y, al final, proclama generoso “mi país es el tuyo”… Seguro que esta canción le produce urticaria al ‘musoliniano’ Trump.         

Tom Petty & The Heartbreakers publicaron el excelente ‘Refugee’ en 1979. En esta ocasión se toma la figura del refugiado como analogía, como si alguien pudiera tener ese sentimiento de miedo e inseguridad sin serlo. Viene a decir, más o menos, que aunque lo hayas pasado fatal, aunque te hayan secuestrado, todo el mundo debe luchar por su libertad, así que no tienes por qué vivir como un refugiado. Es un rock a medio tiempo (especialidad de Mr. Petty), apasionado, intenso, siempre elegante y con arreglos exquisitos en teclado y guitarras.

Tampoco, a pesar de su explícito título, el inolvidable ‘Immigrant song’ (1970) de Led Zeppelin tenía mucho que ver con quienes se ven obligados a huir de su casa y buscar cobijo en tierra ajena. Como es sabido, el guitarrista Jimmy Page sentía verdadera fascinación por el ocultismo, el esoterismo y ciertas mitologías; esta ‘Canción del inmigrante’, con su ritmo granítico y su poderoso riff, se refiere a unos emigrantes poco amistosos y nada temerosos, los vikingos, que no eran precisamente unos refugiados a la búsqueda de una vida mejor y un lugar para trabajar y asentarse pacíficamente.

Uno de los himnos a favor del acogimiento de refugiados es, claro, el ‘Clandestino’ (1998) de Manu Chao. El célebre tema del emblemático músico hispano-francés refleja el lamento del refugiado que ha cruzado la frontera de modo irregular y se siente perseguido, menospreciado, señalado, perdido, como un fantasma que corre sin saber a dónde; se trata de una canción que sigue transmitiendo ese sentimiento de desamparo, esa melancolía que, seguro, tienen los refugiados; entre sus sentidos y tristes versos puede recordarse el que dice “mi vida la dejé entre Ceuta y Gibraltar”.

Como en tantas otras ocasiones con trasfondo altruista, el rock ha mostrado también su compromiso con los que huyen de la violencia y la pobreza. 


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 1 de febrero de 2017

IDEAS ABSURDAS Y DISPARATES DE MANDAMASES. Ocurre a veces que quien alcanza el poder con más ideología que formación pierde el miedo a difundir sus ideas aunque sean auténticos disparates. Tal cosa se está viendo en algunos ayuntamientos españoles, aunque la Historia ofrece abundantes ejemplos.

Mao Tse Tung culpó a los gorriones de la mala cosecha y ordenó matarlos, con lo que se disparó la población de insectos, que arruinaron cosechas y
 causaron millones de muertos.

Todas las personas tienen sus ocurrencias, sus pensamientos disparatados que, afortunadamente, casi nunca pasan del plano mental o del círculo más próximo. Sin embargo, si a quien se le ocurre ‘la gran idea’ está en puesto de poder, es fácil que se convenza de que ha descubierto la cuadratura del círculo, que la ponga sobre la mesa y que incluso pretenda llevarla a cabo. Si se elaborara una lista con todos los dislates, desvaríos y absurdos planteados e incluso materializados por quienes han tenido el mando en sus manos, no habría discos duros suficientes en todo el mundo para almacenar tal cantidad de información.

La Historia del siglo XX está atestada de ocurrencias delirantes surgidas en las mentes de mandatarios, generalmente llegados al mando de modo ilegítimo…, aunque también hay poderosos capaces de desbarrar desde la más estricta legalidad. Hace unos días (enero 2017) un concejal del Ayuntamiento de Madrid desveló un dato que se había  escapado a miles de historiadores, investigadores y especialistas de todo el mundo: la Revolución Rusa sólo costó cinco muertos…, y lo dijo convencido, sin que se le subieran los colores, de modo que sería inútil presentarle las infinitas evidencias concluyentes que existen en contra de tan mentirosa afirmación. El hombre en cuestión no hace sino tratar de emular a su jefa, la alcaldesa, la cual no se ha cortado a la hora de soltar auténticas astracanadas, ‘gilichorradas’ dignas de figurar en cualquier antología del disparate; así la señora (que presume de tener grandes ideas) se ha dejado decir que estaría bien que las madres fregaran el colegio donde estudian sus niños, que dichos niños fueran recogiendo colillas por las aceras, que los estudiantes deberían encargarse de barrer las calles… Nadie a quien no le falte un hervor se atrevería a aconsejar tales despropósitos, y menos si está sentado en la poltrona. Bien podría señalarse que el origen de que hoy ocupen puestos de responsabilidad pública en España gentes tendentes a la ocurrencia es Rodríguez Zapatero, quien mostró qué es lo que ocurre cuando se toma el cetro con el único sustento de la ideología y sin la verdadera formación que sólo proporciona el trabajo cotidiano, el mercado laboral; recuérdese como ejemplo cuando esta criatura prometió regalar 400 euros a cada español; es la típica ‘genialidad’ de quien cree que fabricando más dinero y repartiéndolo equitativamente se solucionarán todos los problemas y carencias de las personas; la realidad es que ese dinero poco solucionó a cada uno (luego se redujo a 200 y sólo a quien hiciera la declaración, con lo que los más necesitados ni siquiera vieron esos euros) pero sí fue un gasto que pudo destinarse a algún servicio público de verdadera utilidad.

De todos modos, todo ello se queda en peccata minuta cuando se compara con los grotescos desatinos que han dejado en los libros de Historia algunos de los más relevantes sátrapas del siglo XX. De todos es conocida la querencia de Hitler por el ocultismo, el esoterismo, las mitologías y los símbolos religiosos; sólo así se explican las expediciones y proyectos que los nazis llevaron a cabo para encontrar mitos como el Santo Grial o la lanza con la que el centurión romano Longinos atravesó el pecho de Cristo en la cruz…; el abyecto déspota estaba convencido de que con esos objetos en su poder la supremacía aria no tendría final. ¡Hay que ser un auténtico necio!

Necedad infinita (casi siempre cargada de pura maldad) mostró Mao Tse Tung durante  décadas. Además de las infinitas atrocidades que ordenó, también protagonizó simplezas de iluminado que acabaron, claro, en desastre; durante El Gran Salto Adelante (1958-61) hubo malas cosechas, achacándolo Mao a que los gorriones se comían el grano y, por tanto, “son enemigos de la revolución”, por lo que ordenó que se les persiguiera y matara por todos los medios; así acabaron con millones y millones de pájaros…, disparándose las poblaciones de insectos que, como es lógico, acabaron con las cosechas, produciéndose a continuación las hambrunas que causaron la muerte a no menos de 20 millones de chinos.

Hilarante fue el emperador de Abisinia (Etiopía) Menelik II, que en 1887, cuando acababa de probarse ‘con éxito’ la silla eléctrica en USA, encargó varios ejemplares para ‘modernizar la patria’; cuando llegó el pedido se dio cuenta de que en su país no había electricidad… Eso sí, sacó partido a las sillas reutilizándolas como tronos.

Rafael Trujillo, sanguinario dictador de la República Dominicana de 1930 a 1961, además de muchos otros despropósitos y monstruosidades, tuvo la genial idea de elevar al rango de coronel a su hijo Rafael (conocido como Ramfis) cuando contaba ¡cinco años!, y a general de brigada con nueve…, incluyendo salarios y demás beneficios.

De frenopático es lo de Nyyazow, el tirano de Turkmenistán (estado de Asia central ex-URSS) desde 1985 a 2006; cuando tuvo que dejar de fumar prohibió fumar e incluso mascar tabaco; ordenó que cada ciudad tuviera varias calles con su nombre; prohibió el ballet, la ópera, el maquillaje, los dientes de oro(¿), y desterró a los perros; cambió el nombre del pan, que pasó a llamarse Gurbansoltán, como su madre, de modo que los turcomanos iban a la panadería y pedían una barra de gurbansoltán; también cambió los nombres de algunos meses por los de sus familiares o por palabras referidas a él, por ejemplo, septiembre se convirtió en ‘Ruhnama’, título de su libro; quiso construir un palacio de hielo en el desierto… Delirante.

Además de su proverbial crueldad (atestiguada por sí mismo en cartas, discursos, escritos e incluso de viva voz en la ONU), Ernesto ‘Che’ Guevara no dejó de caer en el más vergonzoso de los ridículos cuando, siendo Ministro de Industria de Cuba, compró ¡máquinas quitanieves! a pesar de que la última nevada que tuvo lugar en la isla data del año 1900.

Lo malo es que se podrían seguir enumerando mamarrachadas de parecido calibre durante horas…


CARLOS DEL RIEGO