OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 30 de noviembre de 2016

FERNANDO TRUEBA O CÓMO TIRAR PIEDRAS CONTRA EL PROPIO TEJADO. Las incomprensibles declaraciones que este cineasta realizó hace un año le están pasando factura hoy (XI-16), pues el público ofendido vuelve la espalda a su nueva película. Entonces no se dio cuenta de que apedreaba su casa.

Parece decir 'me iría con vuestro enemigo pero acepto vuestro dinero'..
Hace catorce meses el director de cine Fernando Trueba fue el origen de una encendida polémica cuando, al recibir un premio reservado a cineastas españoles, declaró no sentirse español (entre otras increíbles afirmaciones) a la vez que extendía la mano para recoger la pasta. Como si los que entonces se sintieron ofendidos le hubieran estado esperando, el altercado verbal ha resurgido con el estreno de la nueva película del susodicho, la cual ha registrado una muy floja acogida por parte del personal; seguramente el recuerdo de aquellas palabras ha tenido su influencia en los datos de taquilla. Dicho sea de paso, el pretendido boicot a la película tiene tanto sentido como las actitudes de este señor, pues no hay mayor desprecio que no hacer aprecio.

En primer lugar se antoja incomprensible que alguien que trabaja ‘de cara al público’ y, por tanto, depende de su voluntad y sus gustos, despotrique, menosprecie y se manifieste contra los sentimientos de una parte importantísima de sus clientes. Así, es fácil entender que si alguien se sintió insultado no sólo no acuda a ver el filme, sino que reniegue en lo sucesivo de cualquier obra firmada por este señor. Uno puede sentirse lo que quiera y manifestarlo cuando lo desee, pero siempre le será más rentable hacerlo con educación y sin faltar a quienes van a comprar su producto, pues en caso contrario estará tirando piedras contra su propio tejado; y cuando a causa de una incontinencia verbal alguien se gana la enemistad de parte de la audiencia, será para siempre y sin vuelta atrás. Lo curioso es que el director afirma no entender la reacción airada de muchos españoles contra él y su película…, es como el que muerde la mano que le da de comer y luego no comprende que la mano no vuelva a ofrecerle comida.   

Conviene recordar que el protagonista de esta historia (que nunca ha manifestado ningún escrúpulo en aceptar dineros y subvenciones del país del que tan mal habla) fue más allá, mucho más allá de una simple expresión de afecto o desafecto; y es que añadió sin sonrojarse que le hubiera gustado que España hubiera perdido la Guerra de la Independencia contra Napoleón (cuyas tropas destruyeron, quemaron, mataron y saquearon a voluntad), y para rematar su discurso se le ocurrió soltar que en caso de guerra se pondría de parte del enemigo de España (en un contexto bélico esto se llama traición). Este indisimulado resentimiento contra el lugar donde nació, donde están su familia y sus amigos, donde ha trabajado y progresado, no deja de recordar a aquellas vociferantes masas que durante los días de la II República Española gritaban por las calles “¡Viva Rusia y muera España!”; si tal cosa se produjera hoy, probablemente Trueba estaría en primera fila y voceando más que nadie.

En posteriores manifestaciones este hombre ha señalado que no se le entendió, que se sacó de contexto, que cuando dijo blanco quería decir verde y así debió entenderse, queriendo asimismo transmitir la idea de que soltó todo aquello en tono irónico, a modo de chascarrillo…, sin embargo, resulta difícil encontrar algún atisbo de gracia en aquellas palabras. Por otro lado, sabiendo de las posturas y actitudes excluyentes que el personaje había mostrado previamente, aquella salida de tono parece más una muestra explícita e intencionada de lo que tiene en su interior.  Dijera lo que dijera y con la intención que fuera, no parece oportuno hacer de menos a la cultura y tradición de un país (habló de clásicos españoles en tono descortés, desdeñoso) precisamente durante la ceremonia en la que ese país le está agasajando, premiando y gratificando; no era el lugar ni el momento ni el contexto para verter tales reflexiones. Por último, del mismo modo que el tonto es tonto aunque no se sienta tonto, quien es español lo es aunque no lo sienta.

Sea como sea, hay en este país mucha gente, muchos espectadores que sienten como si algunos profesionales de este negocio los hubieran echado del cine a patadas, empujones e insultos. Sucedió hace unos cuantos años, cuando actores y directores (no es necesario recordar nombres) faltaron al respeto a aproximadamente la mitad de la población, e incluso alguno utilizó el término ‘subnormales’ para despreciar a quienes no coinciden ideológicamente con ellos y prefieren otra opción política. Tal vez no se dieran cuenta, pero en aquel momento esos cineastas expulsaron de las salas a miles de españoles, y no será a corto plazo ni tampoco fácil conseguir que vuelvan. Sin la menor duda, esta es una de las causas de que cuando se proyectan ciertas películas españolas las salas muestran exceso de butacas vacías; otras causas son la calidad, la feroz competencia que tiene el cine en pantalla grande y, claro, los precios. Además, la película de la discordia es segunda parte, es otra de la guerra civil, es otra con (seguro) buenos buenísimos y malos malísimos…, ¡con la de episodios históricos que ofrece España, Hispania o Iberia para idear buenos guiones cinematográficos!       

Al parecer los productores invirtieron diez o doce millones en la peli, cantidad que les va a ser muy difícil recuperar, por lo que en adelante puede que Trueba se tope con problemas para encontrar quien financie sus empresas. De todos modos, si lo que se proyecta es atractivo, gusta, seduce y tiene gancho (como no pocas de sus producciones anteriores a la desafortunada ‘rajada’), el público responderá aunque sea obra de alguien que siempre se pondrá de parte del enemigo. ¿O tal vez no?

Después de todo el jaleo, y tal vez pensando en su futuro, el director se la envaina y se desdice: “Amo a España”, dijo luego de comprobar las consecuencias de sus palabras. Si no te gustan estos principios tengo otros, explicaba un genio de este mismo gremio.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 27 de noviembre de 2016

LA VIOLENCIA MACHISTA TAMBIÉN TIENE REFLEJO EN EL ROCK. Al igual que en otros ámbitos, la violencia machista también está desgraciadamente presente en el asunto del rock, y lo está tanto en las mujeres que la han sufrido como en las canciones que hablan de esta desgracia.

Aunque a Lennon no le gustaba, Beatles trataron el asunto en su 'Run for your life'..
El 25 de noviembre de 1981 fueron asesinadas las hermanas Mirambal por orden del dictador dominicano Leónidas Trujillo, el Chivo; desde entonces ese es el Día contra la violencia machista (sexista, machista, doméstica…, pero no de género, pues las personas pertenecen a uno u otro sexo, no a uno u otro género). Indigna, enfurece leer o ver en vídeo los terribles actos de violencia contra las mujeres que se producen a diario en prácticamente todo el mundo (también existen casos en los que es ella quien ejerce la tiranía, aunque en mucha menor medida; y también podría hablarse de la violencia que promueven las ‘feminazis’). 


 En cuanto a las cantantes de rock y pop que han padecido las consecuencias de la cobardía de sus parejas destaca, por encima de todas, Tina Turner, que aguantó décadas las palizas del bestia de Ike, quien se atrevía a decir que le zurraba lo mismo que todo hombre atiza a su mujer…, y la golpeó tanto y tan fuerte en la cara que tuvieron que operarla para reconstruir su tabique nasal…, hasta que dio el paso y se libró de él; también se recuerdan las imágenes de Whitney Houston con evidentes signos de violencia de manos de su impresentable marido Bobby Brown, quien la estuvo pegando durante 14 años, hasta que ella se divorció, pero el daño y las drogas ya había hecho tanto daño que todo desembocó en una muerte prematura; incluso Madonna, quien siempre ha hecho alarde de su fuerte carácter, no se libró de ser maltratada por su marido Sean Pean (tan progre él). Son sólo una muestra. En cualquier caso queda demostrada la vileza de esos tres prosimios.

Las canciones que hablan de las odiosas costumbres de algunos pervertidos y que sufren otras tantas mujeres son, por desgracia, muy abundantes, lo que refleja lo extendida que está esta inmoralidad. Una pieza que causa escalofríos cada vez que se escucha es  ‘Behind The Wall’, perteneciente al primer Lp de Tracy Chapman, en 1988. Cantada sin el menor acompañamiento, causa verdadero impacto ya desde el inquietante primer verso, “Anoche oí el grito”, y a partir de ahí la cantautora estadounidense habla de un hombre que se despierta cada noche a causa de los ruidos del piso de al lado, que son golpes y gritos; llama a la policía, pero “siempre llegan tarde”, y cuando llegan “dicen que no pueden interferir en asuntos domésticos”; la narración termina con la esposa en la ambulancia y los agentes tratando de dispersar a los curiosos… Una canción muy cruda, explícita, estremecedora.

El siempre combativo Billy Bragg ha escrito más de una vez sobre la violencia doméstica. En su ‘Levi Stubbs tears’ (1986) cuenta cómo una esposa maltratada (“le hizo un agujero donde no debería haber agujero”) encuentra consuelo en las canciones de los Four Tops, y además de mencionar a Levi, habla de los compositores de las mismas (Barret y Strong, Holland, Dozier y Holland); finaliza con la pobre mujer guardando cuidadosamente la cinta (el casete) de su grupo favorito. Bragg también trata el tema en su ‘Valentine´s day is over’, uno de cuyos versos resume el proceso: “poesías, flores, palabras bonitas, y amenazas (…), gracias por las cosas que me compraste, gracias por lo que me mostraste cuando me pegaste duro (…) el Día de San Valentín terminó”. La nítida voz del británico y el escueto acompañamiento proporcionan al texto un mayor dramatismo.  

Tremenda es la historia que cuenta el ‘Hey Joe’. De imprecisa autoría, el portentoso Jimi Hendrix la convirtió en clásico, en una obra de referencia, en 1966. El texto está estructurado como un diálogo, con preguntas y respuestas muy al estilo blues; más o menos dice “Hey Joe, ¿a dónde vas con esa pistola? Voy a disparar a mi mujer, porque la vi con otro hombre. Hey Joe, escuché que disparaste y mataste a tu mujer. Sí, le disparé. Hey Joe, ¿a dónde vas a huir? Voy al sur, a México, donde nadie me encuentre, no hay verdugo que vaya a ponerme la soga al cuello”. Y además, la guitarra de Jimi, un volcán…

También The Beatles mostraron inquietud por este tema. Así, el trepidante ‘Run for your life’, incluido en el fabuloso ‘Rubber soul’ (1965), viene a ser una sucesión de amenazas del tipo “Preferiría verte muerta, nena, antes que con otro hombre, si te pillo con otro es el fin, sabes que soy un chico malo y celoso, te lo digo en serio, estoy decidido”. Al parecer, Lennon se inspiró en una de Elvis, (el primer verso es tal cual), pero cambió el deseo que aparece en el original por los celos que presiden su texto. El ‘beatle’ que murió asesinado dijo muchas veces que esta canción no le gustaba nada; sin embargo, el asunto de los celos debía preocuparle, puesto que volvió a tratarlo en otras de sus canciones. Llama la atención, en todo caso, el contraste entre una construcción armónica tan brillante y un asunto tan tenebroso.

La inolvidable Ella Fitzgerald cantó con muchos artistas de jazz, blues y todos los géneros negros (aunque no sólo), entre ellos con el gran Louis Jordan, con el que logró un gran éxito en 1946 gracias al calipso ‘Stone cold dead in the market’. La letra habla de una señora tan harta de su esposo, borracho y violento, que es ella la que le da muerte y, además, en público; “él no va a pegarme más (…) y no me importa si me sientan en la silla eléctrica”, así que lo mata con la sartén, con la olla, con el rodillo… Sorprende hoy su tono alegre y humorístico, pero hay que tener en cuenta que en aquellos años apenas se hablaba de eso…

Green Day presenta, por el contrario, al marido maltratado, con frases como “huesos rotos, cortes…, ella viene a comprobar que sigo de rodillas”. Sonic Youth decía en ‘Shoot’, “sólo me golpeas cuando quieres estar contento”. Elvis Costello, Lou Reed o los vallecanos Ska-P también han mostrado su inquietud ante la violencia sexista, y mostrado ante ella un rechazo frontal e incondicional.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 23 de noviembre de 2016

IDEOLOGÍA, HIPOCRESÍA Y PREJUICIOS. La ideología es fuente de prejuicios y, aunque a unos más que a otros, afecta a todo el mundo. Así, entre los muchos prejuicios que vician al personal, uno de los más extendidos es el prejuicio procedente de la ideología política.

¡Cuánta razón hay en este pensamiento!

Raciales, económicos, religiosos, xenófobos, deportivos, sexistas…, ¡cuántos prejuicios afectan al individuo y qué fácil es caer en alguno! Y es que el prejuicio se basa en la generalización, es decir, en una falsedad; por ejemplo cuando se dice ‘todos los negros son unos tal, todos los ricos unos ladrones, todos los católicos o musulmanes unos fanáticos, todos los extranjeros unos delincuentes, todos los de ese equipo unos indeseables, todos los hombres unos machistas o todas las mujeres piensan sólo en comprar trapitos y potingues’. Tales afirmaciones son falsas, mentiras que incomprensiblemente algunas personas se creen a pies juntillas.

Actualmente, uno de los prejuicios más frecuentes en las sociedades occidentales es el que procede de la ideología política. Ciertas reacciones a la muerte de Rita Barberá (23-XI-16) explican de modo empírico qué es el prejuicio político: estando investigada e incluso acusada, no había sido condenada, ni siquiera juzgada, sin embargo, para el prejuicioso, dado que ella militaba en un partido de ideología contraria, no es preciso demostrar su culpabilidad; por el contrario, cuando el sospechoso pertenece al grupo propio, no sólo se exige presunción de inocencia, no sólo se acusa a los rivales de haber preparado un montaje, sino que se procura trasladar la idea de que quien profese la ideología correcta será siempre puro, inocente de todo e incapacitado para meter la mano en la caja. Es el relativismo moral en estado puro: si lo hace uno del partido rival es un ladrón sin más, si lo hace uno del partido correcto es que tiene sus razones.  

Aunque suene repetitivo, se puede hacer un somero recorrido por los casos de trinque que apuntan a los que se sienten colmados de pureza: el pelotazo inmobiliario de Espinar (que no hace más que seguir la senda de papá), el sindicalista asturiano que se llevó millón y medio, los familiares de la alcaldesa de Madrid que han sido ‘colocados’, las adjudicaciones al hermano de Tania Sánchez, los 400.000 del ala que cobró Errejón por un estudio sobre un tema del que no es experto y que nadie ha visto, los terrenos ‘adjudicados’ a la familia de Sánchez Gordillo (¿y los millones que deben a hacienda sus idílicas cooperativas?), las desapariciones dinerarias de CCOO que se fueron en mariscadas, viajes, regalos y dietas, los procedimientos de los ERE y Cursos de Formación en que también aparecen tipos ‘potentes’ y afines, los pagos en negro de Echenique a su empleado, las tremendas deudas de IU (sin contar lo que los bancos le han perdonado) y los despidos irregulares de sus propios trabajadores, las ‘tarjetas black’ con las que sindicalistas (Baquero, Rey, Benito…) y cargos de este partido a punto de desaparecer (Santín, Cruz, Castañeda) afanaron cientos de miles, el asunto de la localidad malagueña de Manilva cuya ex alcaldesa (de IU) malversó y enchufó a ¡108 personas!…, por no hablar de las viviendas de protección oficial en que residen personas con ingresos sobrados y gruesas cuentas corrientes como Iglesias (a quien se ingresó pasta procedente de paraísos fiscales, o sea, de origen dudoso). Se podría continuar… Estas conductas apenas difieren de las mostradas por cargos de las otras asociaciones políticas, es decir, no hace falta recordar la interminable lista de casos, la cantidad de muertos que tienen en el armario los dos partidos que han gobernado el país desde la instauración de la democracia; la única diferencia entre unos y otros es el tiempo de permanencia en la poltrona: a más tiempo más posibilidades, más tentaciones, más debilitamiento moral, más casos de corrupción. Sea como sea, de haberse producido cualquiera de esos casos en el bando opuesto las voces se oirían en Papúa Nueva Guinea.     

En lo que coinciden todos los que terminan pringados es en negar la evidencia, pero algunos, además, contraatacan acusando de montaje a rivales políticos; y sus seguidores se creen la versión de sus jefes porque están convencidos de que quien es de su partido es, por definición, honrado y trabajador, mientras que quien no es tal cosa es básicamente corrupto y ladrón. Es el problema de tener ese pensamiento prejuicioso: los que piensan como uno son buenas personas, y los que no, unos delincuentes indeseables. Sin embargo, los individuos no son honestos o dejan de serlo en función de su ideología, creencia, religión, profesión o equipo de fútbol, de manera que hay tipos de fiar en todas partes y tiparracos que piensan que, hagan lo que hagan, la moral y la integridad está con ellos, del mismo modo que los contrarios son, sin más explicación, sinvergüenzas.

Eso sí, hay que ser un auténtico hipócrita para declararse hijo de obrero siendo retoño de un político consejero de banco y usuario de ‘tarjeta black’; e igualmente se es tal cosa si, tras ganar dinero con una operación inmobiliaria de discutible moralidad y de dudosa legalidad, se sale a la calle protestando contra el sistema del que acaba de aprovecharse exhibiendo la leyenda: “Sin futuro, sin casa, sin curro”... Y sin vergüenza. Y sin educación, pues hay que ser un grosero, un patán, un engreído convencido de su superioridad para no respetar a una persona que acaba de morir. Ah!, y eso de ‘No future’ ya se gritó hace 40 años.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 20 de noviembre de 2016

EL ROCK CLAMA CONTRA EL CIUDADANO TRUMP. ¡Cuánto está dando de sí el ciudadano Trump! Y la cosa seguirá mientras el tipo mantenga esa postura disparatada, por más que renombradas estrellas del rock lideren el pataleo de parte de la población mundial contra este espécimen

Clinton reforzó el discurso de su rival al rodearse de estrellas del rock como
 Bon Jovi.

Muchos grandes de la escena estadounidense del rock, del cine y de otros sectores han dejado ver su frustración tras la victoria del pabloiglesias de allí, que será un presidente digno de Los Simpson o de Mortadelo. Lo curioso es que, seguramente, el entusiasmo con que estrellas como Springsteeen o Bon Jovi apoyaron a la candidata reforzó al homónimo del Pato Donald; así es, ya que gran parte del corto discurso del rubiales ‘denunciaba’ que su rival está con las élites, con los privilegiados (¡como si él no lo fuera!), de modo que el hecho de presentarse ella acompañada de grandes astros de la farándula venía a demostrar, a ojos de quien quisiera verlo así, que efectivamente la aspirante representa a la flor y nata.
El caso es que tanto El Jefe como el señor Bongiovi, al igual que la mitad de sus compatriotas, deben estar sufriendo una pesadísima digestión…, cosa fácil de entender, pues debe resultar dificilísimo tragar un heliogábalo semejante. Sea como sea, tanto ellos como otras celebridades han comprobado lo frustrante que es mojarse tanto, poner la mano en el fuego por un político (en este caso, además, tampoco ella era ejemplo de virtud), para caer derrotado en el último metro. Asimismo, si no lo estaban ya, quedarán para siempre asociados a una opción política, ya sea para bien o para mal.
En general, casi toda la comunidad rockera internacional tomó postura a favor del caballo perdedor, especialmente en EEUU. Algunos no se han cortado a la hora de expresar su rabia por el resultado de la elección; así, Corey Taylor, de Slipknot, millonario que se cree comunista, explicaba con desprecio: “Trump me hace comerme mis jod… pantalones”, y remata con “no puedo creer que mi país sea tan estúpido”. B. J. Armstrong, líder de Green Day, explicaba que el éxito de esta “marioneta” se debe al apoyo incondicional de “los blancos sin educación”, lo que equivale a decir que todos los que votaron a la marioneta son unos paletos ignorantes y blancos. El británico Thom Yorke, de Radiohead, gritaba sentirse “furioso, rabioso”, por la victoria del acaudalado bocazas. El ex Pink Floyd Roger Waters dijo en su momento que ese tipo “es un cerdo ignorante, siempre lo ha sido y siempre lo será”.
Claro que en la sección del pop comercial ha habido poses y declaraciones de auténtica vergüenza ajena; por ejemplo la gansa de Miley Cirus, la cual ha mostrado otras veces hasta dónde está dispuesta a rebajarse, a perder su dignidad para aparecer, para conseguir difusión, para ser protagonista; la señorita aparece en un vídeo llorando amargamente por la desilusión sufrida, lo que significa que se preparó, se colocó ante la cámara y montó su numerito…, aunque también pudo ser al revés, o sea, aprovechó la llantina que le entró  para grabarse y luego subir el vídeo a la red; sea como sea, ella sabe perfectamente que las poses sentimentaloides acompañadas de lagrimones, sollozos e hipidos, venden. A ella se suman Madonna, que también apareció jubilosa junto a la capitana del barco justo antes del estrepitoso naufragio, o Lady Gagá, que ya ha cogido la pancarta para acaudillar a los que inútilmente siguen pataleando.
Es curioso, Trump había gritado que no aceptaría una derrota, algo en lo que coincide con los que ahora se echan a la calle y, rasgándose las vestiduras, se niegan a asumir la realidad. Y también es sorprendente, casi ridículo, que algunos de ellos hubieran ‘amenazado’ a los votantes con abandonar el país si ganaba quien ganó…, cosa que, con total seguridad, ninguno cumplirá. 
¿Y del otro lado? El más exaltado, como casi siempre, es Phil Anselmo, de Pantera, que también vociferó, desafiante, su intención de largarse de USA si no vencía el republicano. Y junto a él los esperados Ted Nugent y Kid Rock. Menos esperada, pero tampoco sorprendente, es la postura del genial Clint Eastwood (que también es músico), favorable al ciudadano Trump.
Los más viejos, astutos, saben que es imposible ganar las guerras ya perdidas, así que optan por la discreción, como Mick Jagger, que sólo manifestó sorpresa, o Paul McCartney, que a pesar de ser conocidas sus ideas y preferencias, ha preferido, pragmático y elegante, callar y aceptar. Hasta el Premio Nobel, en otro tiempo siempre dispuesto a poner el grito en el cielo, guarda silencio.
Tal vez el más acertado fuera Alice Cooper, quien señaló poco antes de las elecciones que las estrellas del rock deben alejarse de los políticos, de cualquier político, y que sumergirse en ese mundo es una mala idea; en realidad lo que sus palabras vienen a decir es que un político terminará por decepcionarte. Seguro.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 16 de noviembre de 2016

LEYES Y (ALGUNOS) JUECES COMPRENSIVOS CON LOS CRIMINALES. España ha sido escenario en las últimas semanas (XI-16) de escalofriantes delitos; sin embargo, la respuesta de los poderes garantes de la ley resulta flácida, muy holgada con los agresores, que gozan de un trato inaudito, comprensivo y amable.


'Por favor no escapar'. Así de difícil lo tienen algunos delincuentes para no pasar mucho tiempo en la cárcel.
Terroríficos casos de violación de menores, de pornografía infantil, infanticidios, asesinatos despiadados de familias enteras, violación e intento de asesinato perpetrado por un preso de permiso, agresiones callejeras… Siendo todo ello terrible, casi asusta más la levedad con que, a la larga, son tratados los criminales (la mayoría reincidentes), una ligereza que contrasta con el tópico “caerá sobre ellos el peso de la ley”, con el que se llenan la boca muchos profesionales de la política y la judicatura, que son los que tienen la autoridad y la obligación de librar a la ciudadanía de la presencia en las calles de estas auténticas amenazas ambulantes.  

Por un lado las leyes, que son absolutamente desproporcionadas. Así, no parece razonable que un estafador, un ladrón de traje y corbata, sea condenado a veinte años por haber desvalijado a veinte personas, y que un asesino de otras tantas lo sea a poco más (lo de poner condenas de mil años es una burla, una mentira): esto es una desproporción. Luego está lo del cumplimiento real, que inevitablemente se reduce a la mitad, a un tercio de la condena, con lo que prehomínidos que han segado vidas recobran la libertad pasados quince años más o menos: esto es una gigantesca desproporción, pues si uno arrebata cien años de vida a sus víctimas, ¿cómo puede tenerse como justo que sólo pague con quince de la suya? Pura desproporción de un sistema legal y penal que transmite la sensación de estar preocupado exclusivamente por el confort y el futuro del criminal; como prueba, las palabras del cuádruple asesino brasileño, el despiadado que perpetró el llamado crimen de Pioz, que dejó bien claro que prefería entregarse en España, “donde hasta tienes una celda para ti solo”, antes que ser perseguido en su país. Además, resulta irritante que sujetos con cargos gravísimos (y pruebas abrumadoras) estén en la calle, a la espera de juicio, el mismo día de su detención, por mucho que tengan que se presentarse en comisaría; existe una evidente desproporción entre los crímenes cometidos y el trato tan amable que reciben por parte de la ley. Claro que también hay gran parte de la ciudadanía (esa que tiene como prioridad la corrección política) en contra de la ‘prisión perpetua revisable’, es decir, abogan por que el violador asesino vuelva pronto a sus quehaceres.         

Por otro lado algunos jueces (algunos, pues afortunadamente hay muchos que no se la cogen con papel de fumar), que penetrados por el pensamiento buenista, tan de moda, parecen buscar consciente o inconscientemente beneficios para el culpable, y para ello  llegan a razonamientos muy discutibles desde cualquier punto de vista. El caso es que los encargados de dictar sentencia están tan sujetos a la equivocación como todo hijo de vecino, pero lo desgraciado es que a veces sus errores afectan gravemente a inocentes y, por chocante que parezca, rara vez tienen que dar cuenta de sus dudosas interpretaciones; no hace mucho un juez dictó en un sentido, pero los siguientes tribunales, uno tras otro, incluyendo el Constitucional, lo contradijeron con razonamientos concluyentes, a pesar de lo cual no se tiene constancia de que al primero le llamaran la atención.

Asimismo, se ha dicho y escrito hasta el infinito que si un médico equivoca los síntomas y alguien sale perjudicado será llevado ante los tribunales y seguramente castigado, igual que si un conductor de autobús o tren comete un error y hay muertos o heridos, lo mismo que si el carnicero u hostelero se confunde y hay intoxicados… Pero la equivocación no tiene la misma consideración si quien yerra es el magistrado aunque sea de buena fe (igual que los anteriores). Hace unas semanas un juez dio permiso a un violador reincidente calificado de muy peligroso, y dio su visto bueno en contra de los informes de los encargados de evaluar las peticiones de los presos, que se la habían negado más de una docena de veces; nada más poner el pie en la calle el indeseable buscó víctima, la encontró, la violó e intentó asesinarla. Puede asegurarse que, en este caso, el juez se equivocó, y a raíz de su metedura de pata alguien salió gravemente perjudicado. ¿Habrá estamentos superiores que pidan explicaciones a este profesional y, llegado el caso, será encausado igual que aquellos otros profesionales que se equivocaron?     

Los legisladores han promulgado un cuerpo penal tan comprensivo con el delincuente que casi tiende a la exculpación (“la culpa es de la sociedad”, sostienen muchos  biempensantes), y esa corriente de pensamiento es seguida por algunos de los encargados de imponer la legalidad…, algunos, ya que afortunadamente no todos son como ciertos jueces de la Audiencia Nacional que tanta preocupación y comprensión mostraron con aquel etarra que fingió una huelga de hambre; esos ‘algunos’, pues, transmiten la sensación de que su principal objetivo es quitar severidad a la condena de criminales de probada abyección y con certeza de reincidencia.

Aunque se haya dicho hasta el infinito, continuamente se demuestra que, por una u otra razón, en España cuesta muy poco delinquir. 


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 13 de noviembre de 2016

UNA DE COHEN Y OTRAS CANCIONES CON UN POR QUÉ. Cruel está siendo 2016 con el gremio del rock. El último en pasar ha sido Leonard Cohen, cuyas canciones siempre tenían un por qué, un motivo concreto; al igual que él, otros también han reaccionado con música ante hechos y sucesos.


El recién fallecido Leonard Cohen fue un especialista en canciones con motivo,
con por qué..
Sí, además del canadiense de voz hipnótica y entonación lánguida, han dejado este mundo otras eminencias de esta cofradía rockera, como Bowie, Prince, Keith Emerson, Glen Frey, Paul Kantner, George Martin…, todos con larguísima trayectoria vital y artística. El de Montreal es el último de la funesta lista.

Pensando en sus maneras y posibilidades canoras, Leonard Cohen escribió sobre temas eternos, pero también sobre asuntos mundanos, sobre sucesos determinados. El caso es que esta propensión a reaccionar con canciones ante incidentes o acontecimientos es bastante común en la mencionada congregación; cierto es que toda composición musical tiene un por qué, pero no son tantas las que tienen argumentos extraídos directamente de la realidad.

Como todo adepto a esta causa sabe, Leonard Cohen escribía bajo la influencia de grandes poetas, entre ellos Federico García Lorca. Su ‘Take this waltz’ procede del ‘Pequeño vals vienés’, un poema no demasiado conocido del autor granadino; a veces repite versos, ‘este vals, este vals, este vals’, y otras los interpreta más libremente, aunque siempre fiel al sentido original. El asunto es que también se relaciona esta pieza con una anécdota que protagonizó Lorca en Nueva York: al parecer conoció al poeta estadounidense Hart Crane, también homosexual, pero ni uno hablaba inglés ni el otro español, así que necesitaron un amigo común que iba traduciendo; los tres fueron a un bar de ambiente frecuentado por marineros, pero el traductor (que no era gay) terminó por aburrirse y se fue, así que los dos poetas se lo montaron cada uno por su cuenta; al volver el amigo intérprete se encontró con que Crane tenía a su alrededor a la mitad de los parroquianos, que escuchaban sus chistes verdes, mientras que el resto de la concurrencia rodeaba a García Lorca, que cantaba coplas y flamenco al piano… Cohen conocía la historia y quiso escribir sobre ella, aunque terminó por adaptar la lorquiana poesía. Sea como sea, la música que aporta el recién fallecido, a ritmo de vals, posee esa gracia que convierte una tonada anodina en una melodía brillante; innecesario es recordar su inconfundible inflexión vocal o su refinada y nítida dicción. Al igual que una parte significativa de su producción, este tema alude, desde varias direcciones, a su admiración por el escritor español; no extraña que bautizara a su hija como Lorca.

Si se piensa tranquilamente no será difícil recordar algunos otros títulos emblemáticos de la historia del rock que han surgido como reacción a algún suceso determinado. Uno de los más célebres es el ‘Hurricane’, en el que Bob Dylan narraba (de modo extenso) la historia del boxeador Rubin ‘Huracán’ Carter (quien, por otro lado, no era un angelito, sino que tenía una larga lista de antecedentes). Este peso medio alcanzó notoriedad a mediados de los sesenta, llegando a disputar un campeonato del mundo; en el 66 fue acusado, juzgado y condenado por un triple asesinato en un juicio presidido por el racismo; en el 75 el tema de Dylan devolvió el caso a la actualidad, y en el 85 Carter fue puesto definitivamente en libertad al presentarse pruebas irrefutables de las muchas irregularidades del primer juicio. El Nobel de Literatura contaba, con su habitualmente airado verbo, el proceso, las evidencias de racismo, los implicados, los detalles del caso… La canción cuenta con un estribillo pegadizo que deja respirar y afloja la tensión tras las largas estrofas, recurso frecuente en las obras del autor estadounidense; un omnipresente violín se deja escuchar tanto en papel solista como acompañante de la melodía. Se trata de una letra brillante que, complementada por una atractiva partitura, notifica y recuerda una injusticia. Es curioso, esta canción no hubiera existido sin aquel inmoral atropello.

Algo parecido ocurre con ‘Here´s to you’, que aparece como homenaje a dos anarquistas que fueron condenados y ejecutados en un juicio tan lejano a la justicia como el anterior; Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti estuvieron involucrados en actividades revolucionarias violentas (bombas), siendo acusados de atentado, robo y asesinato en 1920 en Usa; cuando fueron arrestados llevaban armas como las utilizadas en el crimen. El caso es que, a pesar de todo, no fueron las pruebas sino la xenofobia, los prejuicios y su militancia anarquista los que condenaron a los inmigrantes italianos, que fueron electrocutados en el 27. Décadas después, en 1971, se rodó una película sobre el caso, la cual contó con música del gran Ennio Morricone; Joan Báez escribió unos versos sobre una parte de esa partitura y así surge ‘Here´s to you’. El tema se escucha como un himno, como un grito reivindicativo: “Va por vosotros, Niccola y Bart, quedáis para siempre en nuestros corazones, el momento final es vuestro, la agonía es vuestro triunfo”. La melodía es irresistible, tanto que esos cuatro versos se repiten invariablemente unas cuantas veces y, sin embargo, la canción no sólo no cansa sino que invita a continuar canturreando una vez que termina.   

El ‘Rock the Casbah’ de The Clash también responde a un hecho concreto: el ayatollah Jomeini prohibió la música rock, así que el grupo (sobre todo Topper Headon y Joe Strummer) confeccionaron esta sátira para burlarse de una ley tan ridícula. Esta pieza ha sido malinterpretada en más de una ocasión, pues contiene frases que pueden utilizarse en un sentido o su contrario; sin embargo, no cabe la menor duda de que el autor del texto (Strummer) tenía intención burlesca y antibelicista. En todo caso es un ska divertido y saltarín, una canción atractiva y sugerente, perfectamente identificativa de The Clash.  


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 9 de noviembre de 2016

ENCUESTAS, LÍDERES ILUMINADOS Y MARAVILLAS. La victoria de Trump en Usa ha pillado a casi todos a contrapié, de manera que mucha gente en todo el mundo se ha quedado sin palabras, mientras que ya hay quien habla de futuro incierto. Sin embargo, de este resultado se pueden extraer un par de conclusiones

Tanto las empresas de encuestas como los líderos populistas tratan de vender lo mismo, fantasías, ilusiones, magia..
Sí, los analistas políticos, las empresas de encuestas y los que creen en ellas como el gran dogma han quedado (por enésima vez) anonadados, incrédulos, como el boxeador al que, tras encajar un golpe nítido, las piernas se le vuelven de trapo y se le nubla el sentido. De todos modos, y sin entrar en las consecuencias de la decisión adoptada por el pueblo estadounidense, cualquiera puede ver claramente dos hechos incontestables. Uno es la certeza de que de que las encuestas, sondeos y estudios demoscópicos en torno a la intención de voto son poco menos que una engañifa, una paparrucha, humo que se vende a precio de oro, una especie de timo de la estampita en el que medios de comunicación y partidos políticos están deseosos de caer. El otro es que está calando en todas partes un discurso simplón que básicamente se resume en que hay malos (ellos) y buenos (nosotros).

Respecto a la credibilidad que tienen las encuestas, parece que es el momento de plantearse una serie de preguntas de respuesta imposible: ¿Cómo demostrar de modo empírico que verdaderamente se hicieron las encuestas si no se aporta nombre, DNI y firma de cada persona que responde? ¿Cómo saber que los encuestados contestaron con sinceridad? ¿Cómo saber si éstos mantendrán su palabra, su intención de voto, y no cambiarán de opinión en el momento de entregar la papeleta? ¿Cómo se puede tener la seguridad de que las respuestas de 800 ó 1000 ó 10.000 personas representan las intenciones de decenas de millones? No hay solución definitiva a estas cuestiones, por lo que tratar de aventurar el futuro basándose en algo tan difuso como las intenciones de unos cuantos que confiesan a un desconocido lo que van a votar, es algo ficticio, una ilusión, un error. Puede añadirse que las supuestas ‘correcciones’ que se hacen al ‘cocinar’ el sondeo tienen nula eficacia, pues se basan en fórmulas imposibles de demostrar en la práctica. Eso sí, es divertido escuchar cómo, a toro pasado, los augures demoscópicos explican por qué las cosas no han salido como ellos predijeron. 

Luego están los que pretenden el poder basándose en un discurso simplista, maniqueo, oportunista, el cual trata de convencer al ciudadano de que todos los males que afectan al país son culpa de otros, ya sean los extranjeros, refugiados o inmigrantes, el imperialismo y el capitalismo, la banca y los empresarios, los ricos y poderosos, los políticos que los precedieron…, y claro, esta idea tan sencilla tiene gran poder de penetración, puesto que se tiende a pensar cualquier cosa antes que reconocer errores propios. “Todo el mundo tiene la culpa de lo que me pasa menos yo”, decía compungido Homer Simpson ante la desgracia. Hay, en fin, criaturas dispuestas a escuchar, y dar por cierto, que las preocupaciones y desventuras que los acosan no se deben a causa propia, sino que los culpables son los otros; estos ciudadanos están dispuestos a creer en líderes de palabra gruesa y simple, a confiar en iluminados que, como si fueran magos, aseguran tener el remedio que pondrá fin a todos sus problemas con poco más que chasquear sus dedos.

Cervantes explicó muy bien la situación en ‘El retablo de las maravillas’: unos timadores afirman que aquellos que no vean en su retablo las maravillas que ellos dicen, son unos bastardos, tontos, hijos de moro o judío, por lo que todo el mundo asegura ver los prodigios que los pícaros se inventan; entonces llega un extranjero que asegura que en el retablo no hay nada, que no existe ninguna maravilla; la cosa termina a palos. Así, las empresas que hacen los sondeos de intención de voto hacen creer que pueden adivinar y determinar con números las intenciones de millones de personas, lo cual es una maravilla. Del mismo modo, los líderes esclarecidos pretenden que el personal votante se trague las maravillas que dicen que van a traer. Sin embargo, en uno y otro caso, cuando la realidad finalmente se impone se terminan las maravillas.   

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 6 de noviembre de 2016

TRES GRUPOS QUE SE QUEDARON EN SU ÉPOCA. Revisando los archivos de este invento del rock & roll se pueden encontrar grandes bandas (y sus canciones) que tras lograr destacar en su época no fueron más allá, no pudieron trascender y se quedaron en su tiempo.

El fino sonido de Camel, perfecto representante de los primeros setenta, ha quedado sólo para especialistas.

Formaciones como The Moody Blues, Camel y Ultravox fueron en otro tiempo influyentes, vivieron en puestos altos de las listas de ventas y gozaron de escenarios abarrotados, pero hoy apenas tienen quien las recuerde. Su estilo e intención, su sonido, sus títulos emblemáticos son, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, perfectos desconocidos; así, apenas son recordados por los que vivieron el momento, de modo que aquello que en su día fue éxito no aparece hoy ni en los recopilatorios, y ni el cine ni la tele se acuerdan nunca de ellos. A pesar de todo, los que tuvieron la suerte de vivir y conocer los años gloriosos del rock, esos viejos aficionados que permanecen fieles a la causa, esos sí, esos sí que recordarán los nombres y los temas de aquellas bandas que han quedado para auténticos especialistas.


¡Cuántos grandes del pop y el rock de la década de los sesenta mantienen vigencia tantos años después!, ¡y cuántas melodías de aquellos tiempos vuelven una y otra vez! Por el contrario, ¿cuánto hace que no se escucha una de The Moody Bues? Cierto que en su repertorio aparece una pieza emblemática, ‘Nights in white satin’ (1967), pero pueden pasar años antes de que ésta se deje escuchar en algún sitio (a pesar de las muchas versiones que se han hecho); el resto de su amplia producción queda reservado en exclusiva para quienes conserven sus vinilos…, al menos por estas latitudes. Siempre muy cuidadosos con la elaboración (desde la composición hasta la mezcla final), Moody Blues eran capaces de recrear mundos oníricos, sicodélicos, cuando la mayor parte del personal optaba por el pop más fácil y directo; asimismo, también trabajaban intensamente la parte lírica, de modo que sus canciones suelen presentar un acabado impecable. Además de la maravillosa ‘Noches de blanco satén’ (con su inusual duración para la época, su pasaje orquestal, sus innovaciones instrumentales y su preciosa melodía), el grupo puede presentar muchos otros méritos, como la elegante y vigorosa ‘Ride my see saw’, la arrolladora, estilosa y reivindicativa ‘I´m just a Singer (in a rock & roll band)’, ‘The voice’ con su tono épico… El caso es que la banda (lo que queda) sigue existiendo y actuando (en 2015 estuvieron de gira por Inglaterra y Usa), recibe honores y distinciones, la prensa especializada reconoce su aportación y, en fin, los estudiosos la califican como héroe del rock sinfónico y sicodélico… Pensándolo bien, tal vez sí que haya traspasado las fronteras de su tiempo. Mejor.

De los años setenta del siglo pasado se recuerdan infinidad de formaciones de rock: desde las sinfónicas y progresivas hasta las puramente heavy, pasando por las travestidas del glam-rock, las de pub-rock o, ya al final de la década, las de punk y ‘new wave’. Todo interesado podría mencionar, sin pensar, unos cuantos imprescindibles de los primeros años del decenio, pero hay que ser un iniciado para reconocer a Camel. A pesar de tratarse de un grupo bastante olvidado, los más exigentes paladares lo tienen como un auténtico manjar en el menú del rock. Sin embargo, su estilizado sonido y sus largos pasajes instrumentales resultan demasiado… distinguidos y cerebrales para lo que se estila a estas alturas, de modo que Camel sí que parece anclado en su época, al menos para el gran público. A pesar de ello, colocar el Lp en el plato (el imprescindible ‘The snow goose’, por ejemplo) y dejarse llevar por sus idealizados mundos, imaginarse los paisajes descritos sin palabras, la plástica de guitarras y teclados…, es algo que aun funciona, algo que tiene una química muy especial y que, con el tiempo, ha adoptado un cierto aire de nobleza…
La enloquecida y desprestigiada década de los ochenta aportó gran cantidad de canciones que no han dejado de sonar desde entonces, así como muchas bandas de primera división. Pero también descubrió algunos nombres que en aquel momento parecían destinados a mayores logros y que, finalmente, no lograron salir de su espacio y su tiempo. Uno de estos fue Ultravox, grupo con músicos excelentes amarrado a los tiempos de los nuevos románticos y el establecimiento definitivo del tecno. Sufrió varios cambios de rumbo hasta que la fortuna le sonrió con el álbum, ‘Vienna’ (1980). Es un disco notable, con sólidas piezas capaces de combinar rock y tecnología con clase y eficacia. La canción que da título al Lp mantiene su atractivo; con una atmósfera teatral y melodramática como corresponde al ideario neorromántico, con violines y pianos, graves densos y cambios de intensidad, la pieza va ‘in crescendo’, cautivando al oyente y llevándolo hasta un aparatoso final. De todos modos, hoy da la impresión de que el resultado final está demasiado sujeto a su ochentero contexto.    

Sea como sea es innegable que estos tres grupos (con interesantes y atrevidas propuestas) son perfectos representantes de otras tantas circunstancias, de otros escenarios que tuvieron su oportunidad en algún momento de la evolución de este negocio del rock.         


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 2 de noviembre de 2016

IGLESIAS COMO TRUMP. Por más que parezca imposible, esta especie de jefe del soviet supremo que es Paulus Ecclesiae ha conseguido lo que nadie: sacar un córner y rematarlo. Exactamente igual que Trump, que despotrica contra el sistema en el que vive y progresa.

Aunque no lo parezca, se parecen mucho, tanto en el fondo como en las formas.
Este prodigio (estar a la vez repicando y en la procesión) lo demostró Ecclesiae recientemente cuando estaba fuera y, al mismo tiempo, dentro del Congreso de los Diputados; sí, él protestaba contra los diputados haciendo causa común con los manifestantes que rodeaban la cámara, pero lo hacía sin salir de la misma, o sea, manifestaba su animadversión a la institución y sus integrantes pero sin renunciar a su cargo dentro… Cosa de locos. Y es que al sumarse a los que se creen legitimados para pasar por encima de la ley y de la democracia, al mismo tiempo que se aprovecha de este sistema, en realidad está calcando el pensamiento y la actuación de ese petimetre con chuleta rubia sobre la frente que quiere ser el presi de Usa, Donald Trump. Aunque suene a disparate no hay más que comparar actitudes y declaraciones para entender que los dos tienen el mismo concepto de la democracia: sólo si ganan aceptan el resultado, en caso contrario cuestionarán y procurarán ensuciar las normas, los procesos, las estructuras del estado… También se puede recordar cómo coinciden las formas y pensamientos de estos dos sujetos hacia las mujeres: uno “las agarras por el…, y ya les puedes hacer lo que quieras”, y el otro “la azotaría hasta que sangrase”… Los extremos terminan por tocarse.

El tronco de la coleta es el ideólogo, impulsor y máxima voz de los que despotrican contra el sistema mientras disfrutan de sus ventajas y beneficios. De este modo, los que cercaron el congreso aullaban iracundos y desaforados contra “el estado opresor” y contra los que estaban “dando un golpe de estado”. Para empezar, ambas consignas son contradictorias, ya que contra un estado opresor (o sea, no elegido libremente por la ciudadanía) es legítimo rebelarse y orquestar un golpe de estado con el fin de restaurar la legitimidad democrática. El caso es que por muy alto que gritaran los asediantes, estaban a años luz de la razón y de los hechos. Así, un auténtico estado opresor jamás hubiera permitido tal aglomeración en torno a un centro de poder nacional; estados opresores por antonomasia fueron la Alemania nazi y la Unión Soviética, ¿alguien se imagina a Hitler permitiendo que los opositores rodearan el Reichstag, o a Stalin tolerando que unos miles de disidentes se concentraran alrededor del Kremlin? La respuesta es fácil: imposible, nadie se hubiera atrevido a llevar a cabo tal acción y, en caso de que algunos locos lo hubieran intentado, ninguno de ellos se hubiera salvado de la ira del jefe del estado opresor y, por supuesto, jamás hubieran vuelto a ver la luz del sol.

También es falsa la acusación de ‘golpe de estado’, puesto que todo el procedimiento que tenía lugar estaba perfectamente contemplado en la ley, y ninguno de los pasos y movimientos de políticos y partidos contradecía los reglamentos, los cuales ya prevén situaciones como la que se produjo y cómo proceder. Además, tanto Ecclesiae como sus feligreses denominarían ‘revolución’ si quienes la hacen son correligionarios, y ‘golpe de estado contra la legalidad’ si son otros. De todo ello se deduce que los sitiadores que tales lemas coreaban no tienen la menor idea de lo que es un estado opresor ni un golpe de estado.

Igualmente, cuando algún integrante de partidos rivales aparece pringado por la corrupción, ni el señor Templos ni el señor Triunfo (en el sentido del palo que pinta, como en el tute) necesitan pruebas para descalificar al fulano en cuestión, mientras que si el implicado es de los suyos (o él mismo) siempre se trata de un montaje… Son los mismos recursos, las mismas herramientas que utilizan todos los iglesias-trump del mundo. Uno y otro están tan convencidos de sí mismos que se auto-adoran y escuchan sus propias palabras con delectación; por tanto, se adjudican la propiedad exclusiva de la razón, con lo que se sienten legitimados para hacer y decir lo que les venga en gana, para demonizar a todo el que se atreva a llevarles la contraria.

Estos dos mendas, que son fáciles de caricaturizar por sus respectivas pilosidades craneales y porque siempre están viendo pajas en ojos ajenos, comparten también ese sentimiento mesiánico que, tristemente, tanto abundó en el siglo pasado. Por ello están absolutamente seguros de que ellos, sólo ellos, tienen la solución para acabar con todos los males de este mundo.


CARLOS DEL RIEGO