OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 31 de enero de 2016

PAUL KANTNER Y SU JEFFERSON AIRPLANE, GLENN FREY Y SUS EAGLES Los grandes iconos y pioneros del rock están llegando a esas edades en las que el riesgo de muerte se dispara. Dos genuinos representantes del rock estadounidense se han ido casi de la mano: Paul Kantner de Jefferson Airplane y Glenn Frey de Eagles

Paul Kantner, compositor, guitarrista y cantante de Jefferson Airlplane.
Aquellos héroes parecían indestructibles envueltos en aquellas nubes multicolores que hacían refulgir sus abundantes cabelleras. Aquellos músicos de rock abrazados a sus guitarras hacían hervir la sangre a los más avanzados. Esos gigantes que desde abajo se antojaban inalcanzables… están abandonando el escenario definitivamente (“cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte”). La lista de veteranos del rock caídos en las últimas fechas sorprende a quienes fueron iniciados en esta disciplina en sus tiempos gloriosos. Sin embargo es lo que cabe esperar, sean estrellas o no. Dos representantes de la música de los buenos tiempos de la costa oeste de Estados Unidos acaban de dejar este mundo, Paul Kantner, de Jefferson Airplane, y Glenn Frey, de Eagles.

Glenn Frey, compositor, guitarrista y cantante de Eagles.
Jefferson Airplane eran de San Francisco y estaban allí cuando aquello del ‘verano del amor’, cuando surge el mito del barrio Haight Ashbury y el irresistible (entonces) atractivo que el movimiento hippy produjo en todo el mundo. Kantner era uno de los ideólogos de la banda, la cual se situó, en lo musical, en la punta de la nueva tendencia. Sus grandes logros se producen en sus primeros años, y todo el interesado podrá tararear canciones tan duraderas como ‘Somebody to love’ o evocar ambientes tan sugerentes como el de ‘White rabbit’. Pero también merecen reconocimiento otros títulos como el potente ‘The ballad of you & me & Mr. Pooneil’ (1967), que tiene que ver con dos de las grandes influencias de Kantner: A.A. Milner, autor de ‘Winnie the Pooh’, y el cantautor Fred Neil, compositor del clásico ‘Everybody´s talking’ de Nilsson; todo ello “mezclado en una coctelera de la era psicodélica”, según confesó el fallecido guitarrista; canción muy guitarrera y con un sonido punzante, tiene esos característicos cortes de los desarrollos psicodélicos, con tiempo para explayarse vocal o instrumentalmente y, en fin, dejar que el sonido se vuelva todo lo ácido que fuera preciso. Igualmente ‘Volunteers’, con esa curiosa llamada a la revolución, o el ‘We can be together’, con sorprendentes desprecios a la ‘contracultura’ y que asombra al proclamarse “las fuerzas del caos y la anarquía”, son otros imprescindibles de los abundantes grandes momentos de Kantner y Jefferson Airplane. En su momento aquí se hablaba de ellos en los círculos más entendidos como de algo mitológico, lejano, pero eran pocos los que los habían escuchado.  Y siempre tuvieron (al menos vistos desde aquí) ese aura legendaria que sólo tienen los héroes. 


Eagles eran de Los Ángeles y su sonido mucho más melódico, tal vez por eso entraron más fácilmente y con más difusión. Siempre serán asociados a ese tema imperecedero que habla de la hostelería californiana, esa conjunción de múltiples guitarras que se ha convertido en una de las canciones más reconocidas en todo el mundo. Pero poseen muchos otros títulos cargados de intención y genio. Entre éstos resulta gratificante recordar el cadencioso ‘Peacefull easy feeling’; ambiente suave y sin aristas, nada rasca, todo mece y acaricia, todo en ella es enamorada y nostálgica melodía, genial melancolía hecha partitura: un reconfortante masaje para las neuronas. Y a su altura se pueden citar otros temas perfectos para cualquier grandes éxitos, como las ligeras ‘One of these nights’ y ‘Take it easy’, la fronteriza ‘Desperado’ o la muy guitarrera ‘Witchy woman’.

Realmente el sonido de ambos grupos tiene poco que ver; sí, su raíz es el rock, pero mientras unos se dejan ir por los universos distorsionados e hipersensoriales, los otros proponen una explosión de guitarras, aquellos con estructuras libres y tan variadas como los colores de sus indumentarias, estos más ceñidos a estribillos y melodías. Jefferson habla de expandir la mente, de trascendencia, de viajes cósmicos, Eagles, paradójicamente más pegado a la tierra, cuenta historias de carretera, de chavales que se lanzan a la aventura y de relaciones tormentosas. Unos representaban perfectamente lo que había en el San Francisco hippy, mientras los otros son L A (‘eley’) con sombrero. En todo caso, rock made in Usa.  

Al igual que las estrellas auténticas aparecen, brillan y desaparecen, los astros del rock cumplen idéntico ciclo, y generalmente, tanto en un caso como en otro, cuanto más brillo menos vida. Generalmente. Finalmente, cabe referirse al leve universo terrenal y sus apenas asteroides y luceros con otro latinajo: ‘Sic transit gloria Mundi’.  
            

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 27 de enero de 2016

EL SARAMPIÓN POPULISTA Y LA NUEVA POLÍTICA El populismo consiste, básicamente, en proponer soluciones muy simples, y fáciles de entender, para terminar con todo problema por muy complejo que sea; sus protagonistas se presentan como estandartes de la ‘nueva política’, pero cuando toma el poder muestra los vicios de siempre.

El gran Ibáñez también reflejó, como homenaje a Goscinny, ese deseo incontenible.
El ascenso de los partidos populistas en España y algún otro país europeo es algo parecido al sarampión: hay que pasarlo para inmunizarse; una vez que el personal entienda de qué van y compruebe que una cosa es predicar y otra dar trigo, seguro que su protagonismo decae. Pero el caso es que resulta tan atractivo, tan irresistible para muchos que incluso personas más que acomodadas, profesionales cualificados con chalet en las afueras, Lexus todoterreno, Rolex, acciones y valores, propiedades y abultadas cuentas corrientes, se declaran votantes del partido que puede. El motivo principal de esta postura es el desengaño con la política y las organizaciones de siempre, casi siempre a causa de los chanchullos de dinero (vicio que suele afectar con más virulencia cuanto más tiempo se lleve en el cargo). Sin embargo, como dice un proverbio chino, es mejor seguir a uno que te da poco que a uno que te promete mucho.
Los líderes populistas, igual que el visir Iznogud, sólo tienen un propósito.
En España los partidos de este pelaje se han anunciado como abanderados de una nueva forma de hacer política. Pero cuando han tenido la oportunidad de pasar a los hechos, resulta que muestran maneras iguales, idénticos tics que esos a los que definen como casta. Así, quisieron presentarse al Congreso como si fueran cuatro grupos parlamentarios con el fin de ingresar más pasta (como hace todo hijo de vecino); igualmente, parece bastante claro que tanto Venezuela como Irán (países hostiles a lo occidental en general y a España en particular) los financiaron con cantidades generosas que, previamente, peregrinaron por todo el mundo de paraíso fiscal en paraíso fiscal;  aceptaron el privilegio de viajar en el avión particular de Maduro junto a proetarras y separatistas (que no son lo que se dice amigos del país) para pasar unos días con él y reafirmar la ‘adhesión inquebrantable’; y no será necesario recordar los 400 mil del ala que uno de ellos cobró por un ‘trabajo’ (que nadie ha visto) por el que a un Premio Nobel de Economía le pagaron 35 mil. Y eso que acaban de llegar, lo que indica que si tienen ocasión de tomar poder durante varias legislaturas…

Igualmente hay que recordar que, tras señalar las culpas y debilidades de los partidos más añejos y tacharlos de hacer política caduca, tras acusarlos de practicar tiranía de bipartidismo… copian palabra por palabra, gesto por gesto, todas aquellas conductas. Iglesias Turrión prometió, en todas las voces gramaticales, que jamás pactaría ni llegaría a ningún acuerdo con ninguno de esos partidos; y así afirmó tajante: “No sería vicepresidente de un gobierno que no presidiéramos” (julio 2015), o “no vamos a entrar en ningún gobierno del Psoe” (poco antes de las elecciones del 20 de noviembre). Pero cuando ha comprobado que puede hacerse con unas cuantas sillas ministeriales, de lo dicho no hay nada. Baste recordar el mercadeo de cargos que proponen: “me das una vicepresidencia (esta “pa mí”), cuatro ministerios y media docena de subsecretarías y yo te hago presi”. O sea, hace uso de eso tan característico del viejo político que es decir una cosa hoy y mañana su contraria como lo más natural del mundo. Además, con estas maniobras dejan claro que tendrían al presidente cogido por sus partes, pues en caso de necesidad tirarían de eso tan típico de la vieja política: “o me das esto y cedes en aquello o te retiro el apoyo y te echo de la poltrona”.

Es más que evidente: las mismas armas, idénticas triquiñuelas, iguales procedimientos que la política de siempre: la nueva política es calcada a la vieja. La única diferencia es el modo de llegar al poder, los de siempre con las soluciones y propuestas más tradicionales, los recién llegados con remedios tan simplones como ineficaces y, en muchos casos, absolutamente imposibles. Para demostrar esto último basta con mirar a Grecia, gobernada hoy por correligionarios populistas. Los Tsipras y Varoufakis prometieron que no pagarían la deuda pública, aseguraron que plantarían cara a Bruselas y a Alemania, dijeron que iban a remover los cimientos de las instituciones internacionales y, en fin, que iban a traer poco menos que la felicidad general; sin embargo, unos meses después, los griegos han sufrido un corralito (oficinas bancarias cerradas, bloqueo de cuentas y depósitos, límites en los cajeros), los mayores recortes de su historia (sobre todo en pensiones, educación y política social) y una subida de impuestos desmesurada, a veces de hasta el 30% (los campesinos griegos protestan porque pagan prácticamente lo mismo que ingresan).

Del mismo modo, los que apostaron por los adalides de la nueva política negarán cualquier evidencia que implique a sus ídolos (o sea “sostenella y no enmendalla”), como que hayan recibido dinero oscuro o como que a las primeras de cambio empiecen a cojear del mismo pie que esos a los que quieren echar para ponerse ellos (dirán “montajes y mentiras de la casta”); y esto es así porque hay muchas personas de pensamiento simplista que están persuadidas de que los recién llegados son la pureza personificada, mientras que ‘los otros’ tienen cuernos y rabo, y por ello, se negarán a creer cualquier maniobra reprochable de sus líderes aunque se trate de una certeza matemática.

Verdaderamente hay que ser ingenuo y simple para creerse que los políticos (las personas) son demonios o ángeles en función del partido al que pertenecen, cosa que está muy lejos de la realidad; hay honrados y trincones en todas partes, y nada hay que se parezca más a un político como otro político, independientemente de lo que diga y de cuál sea su filiación. Esto es un poco como el fútbol: por un lado, los futbolistas practicarán las mismas trampas y artimañas en cuanto tengan oportunidad, y por otro, no hay sistema perfecto, sino que es bueno o mano en función de los futbolistas.

Resumiendo, quieren ser califa en lugar del califa, como el perverso gran visir Iznogud, personaje creado por el genial René Goscinny (sí, el que creó Astérix con Uderzo). En fin, los populistas recién llegados quieren lo mismo que todo el que entra en ese sucio, traidor, mentiroso, corrupto y, a pesar de todo, necesario mundo de la política. Ojalá sea el populismo como el sarampión, que se pasa una vez y se olvida para siempre.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 24 de enero de 2016

¡QUÉ FANTÁSTICA MÚSICA SE HIZO EN LOS SESENTA! Aunque se acepta que el rock & roll dio sus primeros pasos a mediados del siglo pasado, es en los sesenta cuando se consolida, cuando presenta sus valores y sus posibilidades y, en fin, cuando abre las puertas a los múltiples caminos que, con el tiempo, irá transitando.

Canned Heat en aquellos años sesenta.
Así, en la conocida como la ‘década prodigiosa’, casi todos los subgéneros del R&R que pasarán a formar parte de la cultura del planeta inician su andadura; es decir, es en aquel decenio cuando el muestrario se abre. El pop melódico, el rock sicodélico, el progresivo y el hard, el soul-funk, el folk-rock y todas las combinaciones que entre ellos se puedan hacer se presentan en aquellos años; incluso los primeros sintetizadores aparecen en discos de entonces, lo que significa que hasta el techno está radicado allí.

Además de los nombres de leyenda y de los grandes prodigios que salieron de su talento, además de bandas que todo el mundo tiene en mente cuando se menciona aquella época (Beatles, Stones, Who, Kinks, Faces…, y Doors, Hendrix, Creedence, Velvet, Dylan…), muchos otros hicieron historia, algunos con un par de temas y otros con reconocida trayectoria; y desde luego, merece la pena volver a escuchar algunas muy señaladas canciones de entonces. Unas nunca han dejado de sonar, mientras que otras resultan de difícil asignación. Podría hacerse un pequeño programa de radio de clásicos de los sesenta con estas cinco maravillas.   


Por ejemplo, ¿quién recuerda aquella cima de la sicodelia titulada ‘Incense & peppermints’ (1967) de los angelinos Strawberry Alarm Clock? Pocas melodías, arreglos y recursos tienen tanta capacidad evocadora de los años del ‘hipismo psicodélico y ácido’. Habla, claro está, de alucinógenos y de humos: “lo enciendes, lo afinas y tus ojos dan vueltas”; además, se dice que en aquellos años se usaba el incienso y la menta para disimular el olor a ‘maría’. ¿Quién sabe en qué pensaban aquellos?

El insuperable ‘Black night’ de Deep Purple apareció en 1970 (último año de los sesenta), y si se escucha bien se pueden encontrar todos los tics y todos los recursos que luego serán moneda común en el heavy metal: los solos de guitarra y órgano, los alaridos del solista, las exhibiciones del batería, la estructura de la canción, el perfecto funcionamiento del dueto bajo-batería para obtener ritmo y densidad… La pieza se escucha y sigue estremeciendo tanto tiempo después; además, cuando a principio de los setenta una discoteca pretendía ser rockera, esta ‘Noche negra’ era imprescindible, ¡y hay que ver cómo la celebraba el personal! 

     
Los Canned Heat también dejaron emblemas del blues-boogie-rock que se escuchan con agrado e incluso emoción. Desgraciadamente sus años dorados fueron cortos, debido a la muerte prematura de alguno de sus fundadores: El Búho Ciego palmó en 1970 (también dejaron este mundo El Oso y El Girasol). Entre sus joyas imperecederas puede destacarse el maravillosos ‘On the road again’ (1967). Fina, delicada, exquisita melodía que no ha perdido encanto a pesar del tiempo transcurrido. La tensión instrumental, el ritmo irresistible, la voz alta y casi tímida de Allan ‘Blind Owl’ Wilson le dan un carácter, un estilo, una clase que se nota aun tanto tiempo después. 

De los Four Tops (una de las joyas de la Motown) se pueden rememorar unas cuantas, aunque su tema es el siempre bien recibido ‘Reach out (I´ll be there’), de 1966, escrita por el fabuloso equipo de compositores Holland-Dozier-Holland. Cientos de versiones en innumerables idiomas dan cuenta de la popularidad mundial de esta tonada. Algún crítico afirmó que se trata de una ‘sinfonía soul de proporciones épicas’.

De James Brown apenas se puede añadir nada, al igual que de su extensa producción. Una de sus canciones más recordadas es el ‘Please, please, please’, título que, realmente, de por sí, tiene muy poca chicha; sin embargo, la interpretación que El Padrino del Soul regaló en 1964 de ella es, sencillamente, antológica, hipnótica, delirante. Son seis minutos que dejan boquiabierto a cualquiera.

¡Lo que aun pueden dar de sí aquellos diez años!


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 20 de enero de 2016

LOS PALOS DE CIEGO DE LOS ASTRÓNOMOS Los estudiosos de la Astronomía tienen muy difícil su trabajo, pues han de observar desde distancias inimaginables; por eso, sacar conclusiones con tan malas condiciones de estudio se antoja algo así como dar palos de ciego.

La pequeñez del hombre contrasta con su soberbia a la hora de mirar al cielo 
Animados por indicios, entusiasmados por atisbos y apoyados en el “puede que”, los que se dedican a observar y estudiar el cosmos suelen ser muy propensos a difundir conclusiones que no hay forma de demostrar de manera empírica, irrefutable; claro que hay que tener en cuenta que los astrónomos son los científicos que menos posibilidades tienen para confirmar teorías e hipótesis. Los medios de comunicación ofrecen a diario noticias en las que se anuncian sorprendentes y llamativos hallazgos en este terreno, sin embargo, no es extraño que unos meses después otros investigadores (e incluso a veces los mismos) desvelen errores en el trabajo o variables que no se tuvieron en cuenta y pueden desvirtuar el resultado final; buen ejemplo de ello fue el titular “Hallados los ecos del Big Bang”, que sólo unas pocas semanas después contradijeron desde otro laboratorio señalando deficiencias en el proceso, y más aún, pasados unos meses un tercer equipo investigador apuntó que “El Big Bang podría ser un espejismo” (con tantas pruebas como la primera afirmación).

Hace unos días (enero-2016) se publicaron imágenes en alta resolución de la superficie del ex planeta Plutón, captadas y enviadas por la sonda ‘New Horizons’ cuando pasó cerca; en la nota se subrayaba el desconcierto de los expertos al contemplar los detalles que enseñan las fotos. Es curioso que sorprenda y desconcierte a la comunidad astronómica la visión actual de un objeto celeste que está a la vuelta de la esquina (relativamente fácil de estudiar) y, sin embargo, ese mismo colectivo de sabios se atreva a pontificar sobre lo que ocurrió (supuestamente) hace miles de millones de años y en un lugar desconocido. ¿Es coherente admitir desconocimiento de algo que se puede ver y está ahí al lado a la vez que se presenta casi como dogma algo tan lejano en el espacio y en el tiempo como el Big Bang?; y ello por no hablar de la gran cantidad de tesis que suelen ocupar titulares de la sección de ciencia y que parecen darse como auténticas certezas: el ‘descubrimiento’ de un segundo agujero negro en la galaxia o de “megaestructuras que, por inexplicables, apuntan a inteligencias extraterrestres”; e igualmente lo de los planetas que (a años luz de distancia) se ‘ven’ con muchas posibilidades de albergar vida; pero los mayores atrevimientos se presentan cuando los iluminados profetizan, como “En 20 años el hombre llegará a Marte” y “pronto se podrá vivir allí” (así, sin condicional, sin un ‘tal vez’). En fin, los científicos oficiando de futurólogos sin tener en cuenta que tales términos, científico y futurólogo, son esencialmente contradictorios.

Parece un síntoma de soberbia dar por seguras (a pesar de ser indemostrables) ciertas afirmaciones, como que están convencidos de que el universo empezó con el Big Bang (¿sólo ha habido uno?, ¿cómo saberlo?), como que antes de ese instante no existía ni el tiempo ni el espacio, como que el universo es finito, o como que los extraterrestres han de existir ‘obligatoriamente’. Pensar que a partir de la detección de un posible indicio en el universo profundo se pueden sacar conclusiones definitivas sin tener en cuenta sus condiciones (seguro que inesperadas y determinantes), es evidencia de un pensamiento envanecido y jactancioso. Así, muchos científicos, y con ellos gran parte de la población, tienen por certezas lo que no son más que especulaciones; en este sentido hay que recordar que la ciencia (no los científicos) exige demostración irrefutable, y en el campo de la Cosmología la cosa está todavía muy verde.

Resulta desconcertante, en fin, que los expertos en Astrofísica y los investigadores del Universo, algunos de los cuales son famosos incluso fuera de su ámbito profesional, se dediquen a dar auténticos palos de ciego... y presentarlos casi como certidumbre.  
  

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 17 de enero de 2016

BOWIE Y EL (INEXISTENTE) RELEVO GENERACIONAL Unos días después de sacar su disco final, de su cumpleaños y de su muerte, la reflexión sobre David Bowie ya puede ir un poco más allá del propio Bowi

Los clásicos, los héroes van desapareciendo sin que haya atisbo de talento
 capaz de tomar el relevo
Apenas ha pasado una semana desde la muerte de David Bowie; en todo el mundo se han sucedido los homenajes, declaraciones, retrospectivas y análisis de lo más sesudo sobre la importancia y la figura del artista; también sobre su talento y su influencia en el terreno musical, así como sobre sus innegables aportaciones a la cultura de la sociedad occidental. Sin duda, el personaje lo merece, pues se trata de un creador fértil, atípico, mutante, imprevisible, enigmático. Tanto es así que la reflexión sobre Bowie conduce inevitablemente a la pregunta ¿hay alguien a día de hoy, enero de 2016, que esté a su altura como para tomarle el relevo?, ¿algún músico de pop, rock y similares nacido en los últimos cuarenta años puede presentar la cuarta parte de sus méritos?

No será necesario recordar los nombres de los ‘monstruos asustadizos’ de este negocio en los tiempos heroicos; pero sí parece oportuno señalar, por el contrario, que desde 1990 (y aun antes) no ha aparecido nada que pueda compararse al ya legendario cantante. Y es que, en realidad, Bowie nunca era Bowie. Lejos de los focos era David Jones, y cuando estaba sobre el escenario era el Mayor Tom, el Hombre que vendió el Mundo, Ziggy Stardust, El Delgado Duque Blanco, Aladin Sane…, el Héroe. Por eso su figura es inimitable, absolutamente singular.

Esto se relaciona directamente con su horizonte siempre abierto, siempre dispuesto tanto a explorar como a reconocer a otros y, ¡cómo no!, a recapitular. Así, escribió un montón de canciones para sus colegas, y cantó las de los demás sin prejuicios ni vanidades. Por ejemplo, escribió piezas sobre o con referencias a Dylan, Lou Reed (más de una), Jagger, Marc Bolan, Warhol, Lennon, Jacques Brel…, hasta compuso pensando en tipos como Nietzsche o Lovecrafft. Todo aquel artista que tuviera algo que aportar, todo lo que le rodeaba podía servirle de inspiración, pero no de un modo evidente o tópico, sino enigmático, incierto, ambiguo. Constantemente estuvo, asimismo, al lado (para ayudar, para colaborar) de otros significados colosos del rock, como Iggy Pop (¿de dónde sacaría lo de Ziggy?) o el mencionado Lou Reed, tipos siempre al borde del abismo a los que animó, produjo, coreó, orientó. Y nunca se le cayeron los anillos si había que reconocer el talento de otros, cosa que hizo con todas las de la ley en su brillante ‘Pin ups’, en donde reconocía su pasión por aquellos músicos y aquellas canciones que le dieron impulso y estímulo; todo son emocionados homenajes, versiones ejecutadas con gran respeto por la melodía original (no necesitaba retorcerla) y que, sin embargo, poseen nueva personalidad; dicho sea de paso, ¿alguien ha detectado el tributo que hace a Keith Moon en su visión del ‘Anyway, anyhow, anywhere’? Inútil parece, por otro lado, recordar la lista de ‘superhombres’ con los que compartió micrófono y los ‘perros de diamante’ que esparcieron ‘polvo de estrellas’ sobre sus obras (mención especial para Mick Ronson).

Imposible referirse a esta auténtica ‘rareza espacial’ sin mencionar su querencia por los enigmas y las ambigüedades, ya fuera sobre su sexualidad, la intención de sus canciones, su salud, sus ojos o incluso sobre si los Stones escribieron ‘Angie’ pensando en su esposa Angela. Elegante y refinado, permitía e incluso alimentaba la duda como si fuera un ‘hombre de las estrellas’ que no quiere contarlo todo.

Dicho lo cual, es preciso volver a la reflexión inicial: ¿Hay alguien por ahí que, nacido después de 1975 (más o menos), presente todas esas capacidades, virtudes y talento artístico? ¿Quién se atreve a señalar alguna joven figura del pop o el rock que con 25 años haya creado las maravillas incluidas en los álbumes que Bowie ya había hecho públicos en 1972? ¿Puede decirse que a día de hoy existen autores con la amplitud de ingenio del líder de las ‘Arañas de Marte’? En fin: no hay altura suficiente para sustituir a ‘héroes’ de estos tamaños, ni aunque fuera ‘sólo un día’.

Ha muerto David Jones, ‘cenizas a las cenizas’. Ahora lo que hay es un ‘Hombre-estrella esperando en el cielo’.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 13 de enero de 2016

LOS QUE ODIAN A ESPAÑA QUIEREN SER SUS GOBERNANTES Han aparecido en los últimos años ciertas formaciones e ideologías políticas que tienen su base principal en el odio a España. Lo que sorprende es el hecho de que esos que detestan a su país deseen gobernarlo; ¿para qué?, para acabar con él

Los españoles anti-españoles han llegado al absurdo de pasarse horas serrando las patas metálicas de la figura del toro.
Recién llegados a la antesala de los preciados cargos, estos nuevos actores del teatro político muestran, ante todo, el convencimiento pleno de que la única verdad es la que ellos profesan, de modo que no tienen reparo a la hora de despreciar, arrinconar, ningunear, insultar a quien no está de acuerdo. Pero lo que más llama la atención es que una de sus convicciones básicas es el odio a su país, a España. Y tanto es así que estos ‘poderosos’ (porque pueden) y sus marcas hermanas manifiestan auténtico pánico a pronunciar ese nombre (España) y similares, como patria (salvo que este término se refiera a la de otros). A ello se suma la inquina hacia los símbolos de la antigua Iberia (bandera, himno), a sus costumbres (cabalgatas, procesiones, celebraciones y festejos), a tradiciones como la tauromaquia (incluyendo los toros de metal que se ven desde las carreteras, cuyas patas fueron serradas porque…), en fin, a todo lo que tenga que ver, suene, recuerde o identifique a España. ¿Cómo alguien que se ha prohibido a sí mismo decir ‘España’ puede aspirar a dirigirla?, ¿cómo puede ser que quien maldice su historia, cultura, costumbres y personajes históricos pretenda administrarla?, ¿en qué cabeza cabe entregar el timón de un barco a quien desea hundirlo?   

Estos individuos abominan de su propia historia, negando sus méritos y  protagonistas, a la vez que resaltan sus desastres y desatinos, y todo ello hasta un punto en que dan la impresión de que su propósito es elaborar un pasado acorde con sus creencias. Cualquier hecho protagonizado por españoles es, según los anti-España, despreciable, odioso, atroz, condenable. Un buen ejemplo es el concepto de ‘reconquista’, puesto que entre los desagradecidos que abominan de su propia cuna (patria), cunde la idea de que la recuperación del territorio que terminó en 1492 fue una injusticia…; dejando a un lado el hecho de que hay que tener poco seso para valorar hechos, personas e ideas de hace cinco siglos desde el pensamiento actual, es preciso preguntar ¿por qué lo que se conquistó a sangre y fuego no se puede recuperar del mismo modo?, o ¿debería quedarse de brazos cruzados todo quiqui si ahora invadieran este país? Esa visión del largo y legendario rescate iniciado en Asturias y León es evidencia del modo de pensar de quienes tienen aversión al lugar donde nacieron y donde viven. La historia de la Hispania tiene, como la de todas las naciones del mundo, luces y sombras, la diferencia es que en otros sitios se asume esa historia, mientras que en éste no sólo se niega, sino que hay quien pretende cambiarla (¿). En realidad, sólo los que se detestan a sí mismos reniegan de su propio pasado, es decir, culpan a los que vivieron antes de sus propias frustraciones y fracasos. Tal vez sea esta la razón por la que quienes aborrecen a España quieren dominarla: para modificar los libros de historia, escribirlos a su gusto y, de este modo, hacer las paces consigo mismos.

Igualmente, estos adversarios de su país repudian gran parte de la cultura de su tierra, pues dividen a los artistas y notables entre buenos y malos no en función de su talento, sino de sus ideas. Y, por supuesto, reniegan de la tradición cristiana que, mejor o peor, es la que ha traído hasta aquí a todos los españoles (ellos incluidos); por eso no falta quien ríe la gracia de las criaturas que sienten nostalgia de las quemas de iglesias (y conventos, colegios, bibliotecas), y seguro que más de uno estaría más que dispuesto a echar una mano con la gasolina. ¿Y por qué quieren ser presidentes y ministros?, pues para destruir a ese ente que tanto aborrecen y que se llama España: les encantaría segregar tres o cuatro territorios aun en contra de las mayorías, y entregarían gustosos Andalucía a los islámicos más retrógrados, y Ceuta, Melilla, Canarias.

En ese odio a España, y todo lo que con ella tiene que ver, confluyen los políticos españoles anti-españoles con muchos otros grupos, como los terroristas y sus amigos, secesionistas, anti-sistema, islámicos…, y lo que es peor, con una parte significativa de la propia población española, siempre dispuesta a ponerse del lado de los enemigos de su país, o sea, de sus propios enemigos. Por eso esos nuevos gobernantes hispanos que se aborrecen por ser hispanos, se niegan a firmar el pacto anti-yihad; por eso apoyan cualquier manifiesto en defensa de los asesinos etarras y jamás mueven un dedo o pronuncian una palabrita en favor de las víctimas; por eso adjudican el ‘derecho a decidir’ a una parte de España a pesar de que esa decisión afecta a toda ella y a todos los que en ella viven; por eso disfrutan con los silbidos y abucheos a los símbolos españoles; por eso no soportan los triunfos de las selecciones y deportistas que se sienten orgullosos de ser lo que son; por eso están como locos por borrar los nombres de calles (y derribar monumentos) que recuerden a personajes históricos que hicieron algo en beneficio de esta vieja, viejísima Iberia que atrajo a celtas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, godos, vándalos, suevos, alanos, bereberes, árabes...     

‘De malnacidos es ser desagradecido’, dice el sabio refrán español; entonces, quien odia a su país es, sin duda, un desagradecido, y por tanto…


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 10 de enero de 2016

ROCK GAMBERRO, GUASÓN Y DIVERTIDO Hay canciones que resultan divertidas sin que haya comenzado a escucharse su letra-chiste, es decir, con solo el sonido se sabe que la cosa va de mofa y guasa: el rock puede ser absolutamente socarrón y dicharachero

Notsensibles, gamberros vocacionales.
Hay grupos que se toman a sí mismos demasiado en serio, mientras que otros tienen la broma y la chanza, el buen humor y las ganas de divertirse como primera condición. Los hay que ciñen el gracejo y la cuchufleta, con mayor o menor sutileza, a la letra, mientras que la base musical resulta totalmente académica, seria incluso; en realidad casi todo compositor ha pergeñado textos ocurrentes y graciosillos. Pero también hay formaciones con base en el rock y derivados que dejan muy claro, desde la primera nota, desde el primer sonido, que la formalidad no forma parte de su idea. La realidad es que puede ser más fácil y más directo transmitir ambiente de jarana y diversión con el sonido y el ritmo que con una letra chistosa y cargada de comicidad.

Así, desde que la cosa empezó alrededor del reloj, cantidad de fabricantes de rock han elegido el camino de la gamberrada, del disparate sónico, y en no pocas ocasiones les ha dado pingües resultados. Buenos ejemplos son los neoyorquinos Sha Na Na (formados aún en los sesenta del XX), que tenían (tienen) tanto de rock & roll como de escolares adolescentes con ganas de risa, de parodia, de desbarre total: tupés imposibles, indumentaria delirante, coreografías  de traca. También eran incondicionales de la astracanada los recordados Devo, cuyo aspecto no dejaba lugar a dudas y cuyo sonido también tendía a la parodia, a la gansada, como primera intención. ¡Y qué decir de los fantásticos Blues Brothers!, que convertían clásicos del blues, el soul o el jazz en un espectáculo desenfadado que contagiaba buen humor e incluso conseguía la carcajada cómplice. ¿Y los Madness y sus hilarantes puestas en escena?



Sí, todos los mencionados transitaban con gusto por el camino de la intrascendencia jocosa y dicharachera, tanto en el texto como en el sonido, tanto en el fondo como en la forma. Aquí van otras muestras de que la música rock siempre ha tenido, como uno de sus fines ineludibles, la diversión gamberra, sin mayor pretensión y sin mayor preocupación. 

Canción divertida desde que arranca es el añejo ‘Son of my father’ (1972) de los británicos Chicory Tip. Compuesta por el fenómeno Giorgio Moroder (quien triunfó en todos los campos de la música: composición, producción, interpretación e incluso como inventor del euro-disco) y por Pete Bellote, otro autor y productor tan exitoso como desconocido, el tema contagia ganas de coña apenas comenzado gracias al sonido que se extrae de los primeros sintetizadores moog; éste proporciona texturas sonoras y dibujos que bien podrían haber servido para banda sonora de una de los Marx o El Gordo y el Flaco..., e incluso para la entrada en escena del payaso en una fiesta infantil. La letra narra las cuitas del chaval que quiso sacudirse lo que su padre le tenía preparado, y piensa: “Hijo de mi padre fui moldeado, doblado como un paquete, me colocaron y etiquetaron como una bolsa de plástico”. La pieza había salido en alemán, y luego el propio Giorgio la lanzó en inglés, pero la cosa no funcionó. Sí resultó con los efímeros Chicory Tip, que la llevaron al número uno.    

Con la irrupción del punk y la ‘new wave’ desapareció cualquier atisbo de pudor a la hora de la carnavalada, de modo que abundaron los que preferían pasárselo bien con música y colegas que idear piezas profundas, trascendentes y ‘con mensaje’. Inmejorable ejemplo es el de los irreverentes y borrachuzos Notsensibles, es decir, los Insensatos, que en el 79 publicaron el descarado ‘I´m in love with Margaret Thatcher’; el tema no está ni a favor ni en contra de la susodicha: simplemente se mofa de ella, ya que el punk no se toma nada en serio. Todo en la canción, sonido, ritmo y letra, es punk simplón y con poco cerebro, y las voces que van entrando resultan hilarantes, etílicas, como si fueran una pandilla de payasos cimbreantes que quieren hacer reír; y cuando parece terminar, todos parecen volverse serios y ponen sus mejores voces…, pero el delirio puede con ellos y vuelven a la guasa. El texto no ha requerido mucho esfuerzo: “Estoy enamorado de Margaret Thatcher (…), es tan sexy, es la chica para ti y para mí”, y eso es casi todo.


Tan gamberros como esos insensatos eran Toy Dolls, otra banda que prefería la jarana a la conciencia política, el bebercio antes que el combate. Una de sus aficiones era coger una canción y retorcerla hasta que, quisiera o no, se convirtiera en un chiste, y no se paraban ni ante clásicos del rock ni ante grandes éxitos comerciales ni ante tonadas infantiles. Tal hicieron con el inocente ‘Nelly, the elefant’ (1983), que se vuelve un auténtico desacato. En realidad no hace falta entender la letra para entender de qué va: el tonillo de la voz, los coros, el oooooohhhh…, lo dicen todo. ¡Niños!    

Otra que tal baila es el ‘Wordy rappinghood’ (1981) de Tom Tom Club, banda paralela a Talking Heads, aunque sin el mínimo orden ni concierto. Sus versos hablan de eso, de la palabrería, de la charlatanería que hay por todas partes, palabras, palabras, palabras…, incluso palabras inventadas y sin sentido. Su gracia reside más en el sonido, en el tono burlón y vacilón de las voces, en el uso irónico de los sintes, en el ritmo saltarín y festivo.

Y es que esto del rock da para mucho, unos lo han vestido con discursos graves y trascendentes y otros lo han entendido como un vehículo para el desvarío más frívolo, gamberro y divertido.   


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 6 de enero de 2016

FLORENTINO Y EL NUEVO ESPERPENTO DEL REAL MADRID Se ha asistido en España a otro esperpento protagonizado por un personaje ensoberbecido por el poder, Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, quien se ha cargado a su décimo entrenador apenas unos meses después de su presentación

Desde que liquidó a del Bosque, el Madrid floretiniano no ha dejado de dar bandazos.
Ha sido noticia de alcance: Florentino destituye al entrenador Rafa Benítez después de haber dicho por activa y por pasiva que el club confía en él, que tiene todo el apoyo, que es el mejor para luchar por los objetivos del equipo…, en fin, toda la panoplia de frases hechas y tópicos que se suelen escuchar cuando el entrenador está a unas horas de ser defenestrado.

Sin embargo, el problema está en que el poderoso empresario metido a caprichoso presidente se ha atribuido funciones de técnico sin el conocimiento, preparación y experiencia que el cargo requiere. La consecuencia de tal ejercicio de soberbia se sustancia en los malos resultados y el pésimo juego, además de haberse formado una relación casi insostenible entre jugadores, técnicos y jefe supremo.

Florentino ha demostrado ser un excelente empresario, un experto muy eficaz a la hora de manejar cifras y sacar réditos y beneficios; en pocas palabras, es un muy competente contable que está en su salsa maniobrando con balances, entradas y salidas, costos y beneficios, créditos, capitales…, pero eso no asegura tener la capacidad para dirigir un club deportivo, y mucho menos para asumir cargos técnicos que requieren un conocimiento específico del que, evidentemente, carece. Sólo así, presumiéndose capacitado para asumir el puesto de director deportivo, se puede entender la vanidosa conducta de Florentino. Y es que, analizando sus maneras en los años que lleva al frente del club, se diría que tiene un cierto complejo de inferioridad, pues sólo así puede explicarse su adicción a juntarse con las celebridades futbolísticas, su insuperable impulso de codearse con los nombres más mediáticos de este universo. Recuérdese que contrata entrenadores-estrella (con excepciones en su primera etapa) y futbolistas-prima dona, o sea, lo que le interesa son los nombres más sonoros, los más ricos y famosos personajes de futbolandia; o sea, lo que busca el engolado y a la vez advenedizo figurón es presumir de ‘sus’ rimbombantes figuras y dejarse ver con ellas. Pero claro, como eso no es lo que le conviene a un equipo de fútbol a la hora de jugar, los resultados no son los esperados. Y es que precisamente para esto es para lo que sirve (entre otras funciones) un experto en lo que es el juego y sus entresijos, una función que exige una pericia específica que nada tiene que ver con la destreza administrativa.

Ya dio muestras de su comportamiento antojadizo y poco inteligente cuando liquidó a Vicente del Bosque, quien en cuatro años conquistó otros tantos títulos mayores; de hecho, ninguno de los otros nueve entrenadores fichados por el trajeado lechuguino (cada uno con un concepto diferente del juego) se ha acercado a ese registro; son nueve descalabros, los nueve fracasos de Florentino. El caso de del Bosque es, por otra parte, una muestra evidente de lo desastroso que resulta cambiar cuando se está en la cima: sólo se puede bajar (que se lo digan a Víctor Valdés).

Así que, si quiere favorecer los destinos del Real Madrid, este covachuelista enriquecido  debería volver a lo suyo, a los consejos de administración y, si es necesario, a la oficina para anotar asientos contables y ajustar balances, con visera y manguitos. Ahí es donde mejor se desenvuelve y donde su esfuerzo y aptitudes resultan más eficientes y provechosos.

Y también podría hablarse de las condiciones leoninas que ha impuesto para asegurarse de que nadie pueda disputarle la poltrona…, pero este es otro terreno de juego.


CARLOS DEL RIEGO 

lunes, 4 de enero de 2016

EL ROCK EN EL DÍA A DÍA, AYER Y HOY Todo evoluciona, todo está en cambio perpetuo, y la música rock no es excepción. Hace unos pocos años era reducto de unos cuantos peludos desastrados, mientras que hoy forma parte de algo tan cotidiano como la música de los anuncios.

Por chocante que resulte, la guitarra de Jimi Hendrix proporciona soporte musical al anuncio de un perfume.
Resulta muy curioso echar la vista atrás y comparar cómo la música rock ha ido modificando su status en el día a día. No hace tanto (pónganse treinta años, o sea, 1986) era impensable que los anuncios de televisión contaran con sintonías tomadas directamente de los grupos de rock más desconocidos; igualmente, en los ochenta del pasado nadie esperaría que la música ambiental en un banco, en la sala de espera del dentista o en el supermercado, incluyera canciones con sonido cañero e incluso punk.

Sin embargo, con el paso de los años, se ha ido convirtiendo en cosa común que grandes canciones pop, así como las melodías más célebres de grupos emblemáticos, resuenen en los spots y adopten nuevos significados. Así, títulos de Beatles e incluso Stones, o estribillos que fueron número uno y piezas con letra o ambiente muy concretos tienen una segunda vida muchos años después de su estreno. A día de hoy (I-2016) las cosas han cruzado otra frontera, puesto que ya no se trata de canciones de fácil recuerdo o estribillos pegadizos las que enlucen esas micropelículas publicitarias, sino que quienes las idean escogen muchísimo, de modo que hay veces que se van a grupos que sólo están al alcance de auténticos expertos.

  
                               

El caso es que tres o cuatro décadas atrás, las sintonías de los spots en radio o televisión eran originales y compuestas expresamente, y siempre con extremo cuidado de no resultar ruidosas; luego empezaron a utilizarse canciones fáciles de reconocer, piezas de lista de éxitos de alcance nacional que el público asociara a fiesta, a algo bueno o divertido, a sus años de juventud. Lo mismo ocurrió con la musiquilla que trataba de hacer más cortas las esperas en las consultas, bufetes u oficinas, o simplemente para evitar el silencio: el hilo musical y las piezas orquestales se impusieron, pues se escuchaban sin prestarle gran atención y, en todo caso, no molestaban a nadie. Pero hoy el espectador avezado puede llevarse enormes sorpresas mientras actualiza su libreta o visita a un enfermo en el hospital, ya que en cualquier momento identifica una de Ramones, de Siniestro Total o (¡increíble!) una del recientemente fallecido Lemmy Kilmister, o sea, de Motörhead.

De todos modos, es la publicidad televisiva la que proporciona más grandes (y gratas) sorpresas al más veterano incondicional del rock. No es ya que el versado en estas lides se divierta reconociendo y desvelando a los presentes esas canciones que en su momento fueron grandes éxitos y que hoy sirven de base musical al mensaje publicitario, sino que se lleva una sorpresa e incluso se sobresalta al comprobar que el publicista ha escogido melodías de auténtico especialista, títulos difíciles de conocer y que evidencian gran erudición. En otras palabras, no es que los creativos tiren de éxitos como el meloso ‘Happy together’ de The Turtles o el contagioso ‘She´s not there’ de The Zombies (que también), sino que recurren a títulos tan escogidos como el ‘Sweet child in time’ de Deep Purple, el poderoso ‘All along the watchtower’ de Bob Dylan según Jimi Hendrix, o el muy rebuscado ’21 st. Century schizoid man’ de King Crimson. Y la lista podría alargarse casi hasta el infinito.      

El rock se ha asentado y se ve (o sea, se escucha) con normalidad, sin que le choque al espectador por muy duras que suenen las guitarras y las baterías. Resumiendo, las sociedades occidentales han absorbido y asimilado esos sonidos. Esto tiene dos visiones: por un lado podría decirse que lo que ha ocurrido es que el rock ha sido domesticado, que ha perdido su inconformismo, su rabia, sus ansias de provocación y ruptura; pero también es posible defender que, en realidad, lo que ha ocurrido es que ha dejado de ser algo exclusivo de tipos de mala vida y peor catadura que sólo saben hacer ruido.      

Por otro lado, tanto los que diseñan el anuncio como los propios espectadores han ido sumando años con las canciones en cuestión, es decir, unos y otros llevan toda su vida escuchando ese tipo de música; de este modo, a diferencia de anteriores generaciones, ya tienen el oído perfectamente preparado para asimilar casi cualquier pieza por muy ruidosa que parezca. 

En fin, el oyente que en los tiempos heroicos defendía contra viento y marea la validez del entonces nuevo género musical, no dejará de pasmarse al escuchar, como la cosa más habitual, la indómita guitarra de Jimi Hendrix dando soporte musical a un perfume.
Es un tópico, pero es oportuno recordar a Dylan cuando decía que los tiempos están cambiando. Y da igual cuáles sean esos tiempos.

CARLOS DEL RIEGO