John Weldon Cale, un solitario, una antiestrella. |
El
músico de rock y en general cualquier artista que alcanza el éxito tiende a
convertirse en estrella. Pero, como ocurre en todas partes, incluso en un
ambiente tan especial hay gentes y personalidades que se salen de la tendencia.
Así era J J Cale, el cantante, compositor y guitarrista estadounidense recién
fallecido a los 74 años causa de un ataque al corazón.
John
Weldon Cale era su verdadero nombre, y si su seudónimo artístico era J J se
debió a que, a mediados de los sesenta, un promotor lo presentó como J J Cale
para que no se confundiera con el integrante de la Velvet Underground John
Cale. Dotado de una enorme personalidad, el músico de Oklahoma ya estaba en
esto del rock aun en los cincuenta, y casi hasta el último momento se mantuvo
activo; publicó 14 álbumes de estudio (más los que grabó con grupos anteriores
a su carrera en solitario) y, por encima de todo, se inventó unos modos
absolutamente únicos.
A
pesar de su longevidad artística, bien puede afirmarse que sus años dorados
casi coinciden con la década de los setenta del siglo pasado, del 72 al 82, con
siete álbumes verdaderamente antológicos, únicos, inconfundibles. Su estilo
venía a ser como un reflejo de su personalidad, pues J J era un tipo solitario,
una persona incómoda ante focos y cámaras, un músico que perseguía hacer (y
vender) canciones y discos sin aparecer como gran protagonista, como estrella
del rock; seguro que su idea de la felicidad era estar sentado en el porche de
su casa (o su caravana) en Tulsa, él solo con su guitarra, de noche, y poder
tocar y cantar para él mismo. Y tal vez nunca hubiera sido conocido más allá de
Oklahoma y otros estados del sur si un tal Eric Clapton no se hubiera topado
con piezas tan significadas como ‘After midnight’ y ‘Cocaine’; el caso es que
todos los aficionados quisieron saber más de ese tipo capaz de hacer canciones
tan atractivas como para que el guitarrista inglés se fijara en él, y así
empezó J J a conseguir el reconocimiento general.
Curiosamente, en contra de lo
que hacen y han hecho la abrumadora mayoría, una vez en el umbral del
estrellato no quiso dar el siguiente paso y se volvió a la soledad de su casa, es
decir, no quiso ser una estrella del rock sino que prefirió seguir cantando y
componiendo desde un segundo plano. Todo sin esconderse, sin impostura o
arrogancia, con naturalidad.
Una
vez que se escuchan unos pocos compases de cualquiera de sus temas el oyente se
queda para siempre con un estilo tan propio como singular. Así, si el de Tulsa
era alérgico a las servidumbres de la popularidad, sus creaciones repelían las
pompas, la ostentación, lo aparatoso. Sus canciones son cortas y sencillas,
carentes de fuegos artificiales y efectos o arreglos innecesarios o demasiado
sonoros, y de igual manera su tono y modulación de voz, casi susurrante,
ligera, a veces sin pasar de un cuchicheo y otras pareciendo apenas un rumor,
sin un solo grito, sin una nota altisonante, como si pretendiera ante todo no
molestar, como si deseara acariciar suavemente los oídos; todo muy contenido,
tranquilo, mesurado, templado. Pero eso no quiere decir que no haya emoción,
nada de eso, hay agitación, inquietud, alegría, tristeza… La instrumentación
(sin estridencias) puede ser muy rica, mientras la voz siempre dibuja
inspiradas melodías…, da la impresión que este tipo tenía un truco, una técnica
mágica para componer tanto y tan bueno, como si esto fuera algo sencillo.
Y
aunque parezca que sonando de forma tan suave se está lejos del rock, J J Cale
demostró que no es necesario mucho ruido, distorsiones, voces agresivas y
ritmos trepidantes para confeccionar rock & roll de primera categoría, como
demuestra (entre otras muchas) ‘I´ll be there’; claro que la versatilidad de
esta anti-estrella le llevó por muchos otros caminos, obteniendo frecuentemente
brillantísimos resultados: country arrebatador como en ‘I´d like to love you
baby’; blues crudo, puro, como en ‘Crazy mama’ o más personal como en ‘Thirteen
days’; jazz irresistible como en ‘Mojo’; folk pantanoso como en ‘Cajun moon’;
maravilloso rythm & blues como en ‘Hey baby’; y podía hacer obras más llenas
como la arrebatadora lenta ‘Sensitive kind’, más pop como en ‘I´m a gipsy man’
o ‘Ill´make love to you anytime’, e incluso crear atmósferas etéreas como en
‘Starbound’… Y así se podría seguir un buen rato, enumerando preciosidades
musicales como ‘Don´t cry sister’, Lies’, o ‘Carry on’, o sus títulos más
famosos ‘Call me the breeze’, ‘Fryday’, ‘I got the the same old blues’ y los
que popularizó el mencionado Clapton. ¡Qué cantidad de seductoras melodías
compuso este hombre!
Fue
lo que se dice un hombre tranquilo y bajo esa condición hizo sus canciones.
Tuvo todo lo necesario para convertirse en una gran estrella del rock, pero
siempre se sintió más cómodo lejos del primer plano, así que no puede extrañar
que sea recordado como un músico de culto que nunca quiso tener que ver con el
‘establishment’, con el ‘show busines’. Si el término anti-estrella tiene
significado, J J Cale es su personalización.
Esté
donde esté se habrá agenciado una mecedora y una acústica y estará cantando.
Sin hacer mucho ruido.
CARLOS
DEL RIEGO