Está claro quiénes son los más contentos con la sentencia-astracanada |
La
impresentable sentencia dictada por la juez de la Operación Puerto ha dejado,
primero, boquiabierto a todo el mundo, y después ha desatado la indignación, el
enfado y, en algún caso, la sospecha. Claro que hay algunos que han acogido el
fallo con enorme alegría: los tramposos (doctores, directores y corredores).
Esta especie de aristarco con traje de cuervo, cuyo nombre responde a las
siglas JPS, no se ha resignado a tener un rol secundario en la función, sino
que aprovechando que cámaras de medio mundo estaban enfocando a su alrededor,
ha querido más papel en esta tragicomedia, tratando de situarse en el centro
del escenario con gran algarabía por parte de los presuntos; se hace así
evidente que la tal pertenece al gremio togado, puesto que al igual que casi
todos sus colegas no calza zapatos, sino pedestales, peanas de mármol, tal es su
afectación y tal la superioridad con que consideran a quienes miran desde lo
alto de su torre de marfil. El caso es que contra todo sentido común y
sintiéndose en la cima del mundo, la señora impide en su veredicto que se sepa
a qué impostores pertenecen las bolsas de sangre con aditivos ilegales. ¿Cuáles
serán los métodos y procesos mentales de una persona para sostener tesis en
contra de todos los expertos del mundo? ¿Cómo se habrá sentido al verse tan
original? ¿Se pasará una hora o dos diciéndose ante el espejo ‘qué importante
eres’?
Las
argumentaciones que la autora del fallo ha esgrimido para evitar bochorno y
pena a los deportistas fulleros son absolutamente ridículas, ciertamente
disparatadas (y asó lo señalan no pocos expertos, ministros incluidos); por
ejemplo explicar que, dado que cuando se llenaron las bolsas con la sangre de
los deportistas la cosa no era delito, no hay por qué desenmascararlos; se ha
rebatido tal interpretación diciendo simplemente que no se les va a llevar a la
vía penal, sino que el asunto no saldrá del ámbito deportivo. Y así, con enorme
facilidad, se han ido refutando todas y cada una de las marxistas (de Groucho,
no de Karl) conclusiones de esta gran benefactora de los ‘eufemianos’ (con
jueces así ¿quién necesita defensores?).
Lógicamente
voces más que autorizadas han discrepado de la magistrada, desde deportistas
(Nadal ha declarado que beneficia a los tramposos, y Calderón algo parecido) hasta
políticos (el ministro Wert habla de
profunda discrepancia jurídica), pasando por los expertos (la directora de la
agencia antidopaje tilda la sentencia de inexplicable). Lo peor es que el
esperpento dictado por JPS es algo así como un gol en propia meta, como un tiro
en la línea de flotación del deporte español que, hay que recordar, está
inmerso en una durísima batalla por llevar los Juegos Olímpicos a Madrid, y puesto
que el sentir que existe en muchos países sobre el anti doping en España es,
como mínimo, de duda, la del traje negro ha podido dar la puntilla a la
aspiración olímpica. Los peor pensados tienen así bandeja para presentar la
sospecha de aconchabamiento con alguna de las candidaturas rivales… No extrañará
que el presidente del Comité Olímpico Español declare sin ambages que lo
fallado por JPS “es una auténtica vergüenza”.
Se
ha anunciado la presentación de recursos y apelaciones contra ese fallo
disparatado, de forma que si otro juez viniera a contradecir lo que aquella
ansiosa de foco escribió, en puridad y siguiendo por el terreno abierto por la
susodicha, pudiera ella ser acusada a su vez, pues su interpretación de los
hechos y las leyes fácilmente podría considerarse por algunos como colaboración
necesaria con el fraude en el deporte. ¡Pero si sólo ha inhabilitado a Fuentes
por un año a pesar de quedar demostrado que puso en riesgo la salud de muchas
personas y que comerció con sustancias ilegales! ¿Se presta o no a la sospecha
la postura de su señoría? Lance Armstrong se tirará de los pelos por no haberse
entregado y confesado en España, pues ahora estaría compitiendo por esas
carreteras.
En
fin que si todo queda como está habrán ganado los farsantes y los delincuentes
gracias a la incomprensible tergiversación de lo probado. Sea como sea, para
Madrid el daño ya está hecho, y los Juegos de la XXXII Olimpiada serán Tokyo
2020 o Estambul 2020. Al final JPS conseguirá su propósito: se la recordará
cuando se hable de los juegos que no vinieron.
CARLOS
DEL RIEGO
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