La inscripción en piedra hallada en Tortuguero (Tabasco, México), que ha dado pie a esta leyenda urbana |
Ha llegado el día, 21-12-12, fecha que, dicen muchos, es la
señalada como la del fin del mundo según el calendario maya. No se especifica
si el día lo fija el horario del este o del oeste, pero lo verdaderamente
sorprendente es que haya una parte significativa de la población que se crea
tal tontería; el mundo llegará a un final seguro, pero para eso falta aun un
rato, unos 4.500 millones de años (si no se producen accidentes cósmicos que afecten
al planeta), por tanto parece algo precipitado empezar a preocuparse. Por ello,
todo apunta a que la interpretación de las inscripciones mayas de Tortuguero
(Tabasco, México) ha servido para construir una nueva y global leyenda urbana
que, como todas las que tienen bases esotéricas y misteriosas, consiguen
fácilmente millones de adeptos.
Las capacidades adivinatorias de los mayas son idénticas a
las de los bosquimanos o las de los islandeses, es decir, nulas. Y en cuanto al
supuesto presagio que anuncian esos restos mayas basándose en calendarios,
creencias religiosas y observación del cielo, tampoco tienen más interés que el
cultural o el puramente arqueológico. Además, los mayas tenían varios tipos de
calendarios (rituales, solares…) y en el susodicho monumento no se dice nada ni
del fin del mundo, ni de cambio de ciclo, ni de fin de era ni nada por el
estilo. Por eso resulta intrigante qué es lo que ha tenido que ocurrir para que
naciera, creciera y se extendiera por todo el mundo esta apocalíptica leyenda
urbana; alguien tuvo que interpretar (equivocándose o con mala intención) las
inscripciones y luego difundirlas, algún medio hubo de publicarlas dándoles
ciertas posibilidades de autenticidad y, finalmente, muchos han tenido que
tragarse semejante trola, pues son legión los que están abiertos a todo tipo de
profecías y anuncios de hecatombes y cataclismos, a creerse cualquier cosa que
lea o le cuenten. Y como actualmente Internet permite difusión planetaria e
instantánea, la leyenda urbana se instala antes y en más países, más
profundamente y en más gente.
Las leyendas urbanas tienen mayor o menor éxito según las
ganas que tengan los individuos de creer en disparates, de modo que visto lo
rápidamente que la población da por cierta la paparrucha, hay que deducir que
son millones los que están dispuestos y deseosos de ser embaucados, manipulados,
burlados.
Seguro que estas fábulas han corrido de boca en boca desde
hace siglos, y al igual que hoy contaron con un creador del cuento y un buen
número de incautos e inocentes; por ejemplo, aquello que se llamó el mito
milenarista que tuvo sus convencidos de la proximidad del final cerca del año
1000. La diferencia respecto a hoy está en la velocidad de propagación del
invento.
Hoy las leyendas urbanas dan la vuelta al mundo en minutos.
Baste recordar otra de tipo catastrofista que tuvo su éxito justo antes de la
llegada del año 2000 (por cierto, el siglo XXI no empezó hasta el 1 del 1 de
2001, y para comprobarlo basta pensar que el 25 del 12 de 1999 habían transcurrido
1999 años justos desde el año cero, por lo que el 1 del 1 de 2000 habían
transcurrido 1999 años y seis días, no dos mil años, por lo que no pudo empezar
el siglo XXI y el tercer milenio hasta pasado el 25 del 12 de 2000), una
leyenda conocida como el efecto dos mil, que preveía una gran catástrofe
informática el 31 del 12 de 1999, cuando se bloquearían todos los ordenadores
del mundo que no hubieran sido específicamente preparados, y con todo el
sistema se vendría abajo la actual civilización; hoy parece un absurdo, pero
entonces hubo quien tragó. Otras leyendas urbanas más o menos recientes son
aquella que denunciaba que había indeseables que metían crías de gato en un
tarro para que su cuerpo se deformara y luego vender el animal por Internet; o la
de los cocodrilos en las alcantarillas de grandes urbes estadounidenses; o la
que acusaba a Teresa de Calcuta de haber aceptado dinero de dudosa procedencia,
que curiosamente muchos entendieron al revés, dividiéndose los incondicionales
de los rumores entre quienes la culpaban de tomar y los que la culpaban de
rechazar los billetes; ambas vertientes fueron defendidas ardorosamente por los
buscadores del bulo y la patraña.
Siempre habrá quien se crea todo lo que el embustero o el
ignorante den por seguro; razón tenía Mark Twain cuando dijo que es más fácil
engañar a alguien que convencerle de que ha sido engañado.
De todos modos, si alguien lee este texto es que la Tierra
sigue girando y hacienda sigue cobrando.
CARLOS DEL RIEGO
La mejor leyenda urbana, la que dice que la crisis terminará en 2013 (o 2014, no sé cuál es la última información)
ResponderEliminarAmigo Juan Diego, no me atrevo a calificar eso como leyenda urbana, más que nada porque la mayor parte de la población no se la cree. En fin, felices fiestas y año nuevo. Un abrazo.
EliminarBuena apreciación sobre la leyenda urbana de la crisis. Feliz noche Carlos. Me tendrás por aquí soltando alguna que otra como siempre, y seguro que antes que acabe el año. Un abrazo
ResponderEliminarComo siempre, muchas gracias. NO dejes de avisarme si pasas por aquí. Seguro que te gustará echar un vistazo a mi colección de viejos vinilos. Un abrazo. Carlos
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