OPINIÓN

HISTORIA

sábado, 2 de junio de 2012

ÚNICO, INCONFUNDIBLE, IRREPETIBLE, MÁGICO: CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL, A finales de 1972 la Creedence anunció oficialmente su separación, pero sus canciones siguen sonando asombrosamente convincentes, hechizantes, pletóricas

Cuatro décadas después sus canciones
siguen resultando milagrosas
Fueron los Creedence algo especial en la historia del rock & roll, diferente a todo lo anterior y posterior, de hecho, nadie se ha atrevido nunca a imitarlos, sí ha habido muchos que han versioneado sus canciones, pero jamás ningún grupo ha intentado siquiera tomar alguno de sus elementos (¿quién se parece a los Creedence?). Sin embargo, son cientos las bandas del mundo que buscan algo tan directo, sencillo y de asimilación tan rápida y eficaz como son las canciones del sensacional cuarteto estadounidense. Hace cuatro décadas, Creedence anunció su separación definitiva, dejando un hueco jamás llenado desde entonces y, sobre todo, una prodigiosa colección de canciones emblemáticas, de esas que nadie puede resistirse a tararear, de las que identifican a un grupo, canciones, en fin, que uno agradece siempre. Y eso que se mantuvieron en activo apenas cinco años en los que publicaron media docena de discos antológicos de los que salen fácilmente dos docenas y media de títulos mágicos.

Idolatrado en todo el mundo, las canciones de los Creedence han salido en cientos (sí, cientos) de películas, series de televisión, spots publicitarios, obras literarias, videojuegos, en los discos e incluso en las letras de las canciones de otros artistas a lo largo del planeta; y es que sus canciones funcionan en cualquier momento, en cualquier parte, en cualquier cultura.

 ¿El secreto?, el poderoso e inagotable talento de uno de los mejores compositores de canciones que dio el siglo XX, John Cameron Fogerty, autor de todos los grandes temas y para muchos a la altura de Bob Dylan o Neil Young. Pero además, las deliciosas melodías escritas por éste eran luego arregladas por él mismo de modo original pero con elementos reconocibles, cien por cien americanos y de procedencia principalmente sudista. Así, básicamente los Creedence eran rock & roll, pero en sus arreglos aparecen muy diversos matices e instrumentos de todo tipo, de modo que las inspiradísimas melodías de John pueden sorprender con barnices de rock pantanoso, con delicias country más o menos montañés, con toques de pop de una elegancia sencilla y sin impostura, con detalles más psicodélicos y, cómo no, con momentos especiales reservados para el blues más pasional. La cosa se construye con una batería siempre viva, generalmente a buen ritmo y copiosa en cambios, redobles, cortes y demás; el bajo dibuja sin parar, asomándose de vez en cuando al primer plano, pero casi siempre quedándose en un imprescindible pilar, poco visto, pero fundamental; luego una deliciosa y casi omnipresente guitarra rítmica muchas veces acústica que proporciona un dinamismo sorprendente; luego la eléctrica, el saxo, el violín, la armónica, el dobro...; y finalmente esa voz característica, inconfundible, a veces chillona, a veces más sugerente y profunda, pero siempre eficaz y fabricada a medida del sonido del grupo (o es al revés). Y todo ello registrado sin trucos de estudio, sin grandes pompas, de modo natural, lógico.

¡Y prácticamente todo lo pensaba John Fogerty!, hasta el punto de que a mediados de los setenta circulaba por ahí la especie de que una vez terminada la grabación, el cantante, compositor y guitarrista americano cogía el reproductor más sencillo que hubiera en el estudio con la cinta de la canción y se bajaba al coche para escucharla como la escucharían los jóvenes en las radios de sus autos; y si con esta audición no quedaba convencido volvía para retocarla... Tal vez sea solo leyenda, pero encajaría.
John es un compositor dotadísimo para construir canciones, pues sabe cómo tocar la fibra sensible con una melodía y, a la vez, escribe con intención y sobre temas de actualidad, sobre experiencias, sobre momentos para el recuerdo..., y también de chicas, pero en tonos mucho menos almibarados que la mayoría.

La lista de sus éxitos y grandes canciones es interminable. De apariencia y asimilación sencilla y directa, curiosamente el concepto, desarrollo y ejecución del tema es mucho más complicado de lo que luego resulta, es decir, suena sencillo pero es difícil de hacer. Todo ello lo demuestran títulos tan universales como ‘Have you ever seen the rain, ‘Looking´ out back my door’, ‘Bad moon rising’, ‘Proud Mary’, ‘Green river’, ‘Lodi’, Fortunate son’, Travelin band’, ‘The midnight special’ (sobre canción tradicional), ‘Who´ll stop the rain’, ‘Molina’, Hey tonight’, ‘Effigy’, Fortunate son’ ‘Up around the bend’, ‘Born on the bayou’, ‘Conmmotion’, ‘Down on the corner’, ‘Tun throug the jungle’, ‘Whis i could hideway’, ‘Long as can see the light’, ‘Sweet hicker’, ‘Pagan baby’, ‘Sailor´ lament’..., ¡si es que las que no se mencionan son tan buenas!, sin olvidar sus escogidísimas, acertadísimas y personalísimas adaptaciones de títulos ajenos que demuestran una vez más el buen gusto de John Fogerty y sus Creedence (su hermano Tom, Stu Cook y Doug Clifford). Es difícil mencionar otro grupo con tantos títulos para el recuerdo.

Hace más de 40 años que se escribieron y grabaron esas canciones, la gran mayoría de las cuales tuvieron éxito inmediato en todo el mundo (aquí, en España, había festivales en los colegios en los que los chavales salían haciendo play back con sus temas), y hoy día siguen sonando igual que entonces, cientos de veces cada día en cualquier lugar del mundo, con el mismo magnetismo, la misma gracia, el mismo encanto que entonces. Esto es magia.
                

CARLOS DEL RIEGO


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