En el bar es donde más estupideces se dicen, como en el de Moe |
¿Cuántas veces se escucha en televisión o
radio, en el bar o en el trabajo, algo como “Pepe es muy amigo de sus amigos”?
La intención es decir que se porta bien con sus amigos, pero observando la
frase en profundidad se llega a la conclusión de que es toda una estupidez,
redundante y sin auténtico sentido. Es sólo uno de los infinitos dichos que,
nadie sabe por qué, se ponen de moda, corren de boca en boca e incluso se dicen
ampliando la caja de resonancia y tratando de demostrar que se está a la última.
En un spot publicitario, en un diálogo de una serie, en una película, en un
programa de debate, pero siempre en los medios (principalmente audiovisuales),
se escucha una frase que, porque suena bien, tiene éxito y la gente comienza a
utilizarla a pesar de que en el fondo es una tontería que demuestra lo
fácilmente que se nos puede manipular.
En realidad, decir que uno es amigo de
sus amigos es como decir que es hermano de sus hermanos o propietario de sus
propiedades, o sea, es decir nada. Si uno es amigo, es amigo y, por tanto, es
correspondido, y además, nadie diría que otro es amigo de sus enemigos o enemigo
de sus amigos. Si eres amigo harás lo posible por él por esa razón, porque eres
amigo, y si no es así es que no eres amigo, con lo que la frase se vuelve
ociosa, innecesaria, estúpida. Se seguirá usando porque el tópico no exige
esforzarse demasiado y suele entrar muy bien, pero realmente es una tontería
que no dice nada.
Otro dicho convertido en lugar común es
aquello de “el cliente siempre tiene razón”, puesto que el día a día demuestra
todo lo contrario, que muchas veces el cliente no tiene razón. Sí tiene razón
cuando señala que esto o aquello le gusta o no, que puede o no puede comprar lo
de más allá, pero no la tiene cuando protesta a sabiendas de que el producto o
el vendedor no tienen culpa de su insatisfacción. Si el cliente siempre tuviera
razón sería él quien fijara los precios y señalaría que esto cuesta lo que le
conviene. El cliente, en fin, se equivoca tanto como todos, porque todos somos
clientes.
En el mismo sentido está aquella de “el
pueblo es soberano”, que quiere subrayar que es el pueblo quien decide y hay
que hacer caso a sus decisiones. El problema es cuando lo que ha decidido es
negativo, contraproducente o, directamente, inmoral. Por ejemplo, si en la Sudáfrica racista del
siglo pasado se hubiera hecho un referéndum para decidir si acabar con la
segregación o continuar con ella y sólo se permitiera votar a los blancos, el
resultado hubiera alargado tan odiosa situación; los gobernantes hubieran hecho
caso al pueblo soberano y la discriminación racial hubiera continuado. El pueblo
habría ejercido su soberanía, pero con resultados indeseables, por lo que
perdería autoridad.
La tele es el mayor proveedor de frases tópicas |
También por ahí va lo de “todas las
ideas, todas las opiniones son respetables”. Falso, hay muchas ideas que no son
respetables; por ejemplo la idea de la superioridad de la raza aria, que no es
nada respetable; y del mismo modo las opiniones, pues gente habrá que sostenga
que la tierra es plana o que los astronautas de la Nasa no llegaron a la luna,
opiniones absolutamente irrelevantes y, por tanto, prescindibles. Quienes sí
son respetables son todas las personas, pero no todas sus ideas u opiniones.
Otra muy curiosa dice que “es preferible
dejar libres a cien culpables que encarcelar a un inocente”. Esto tiene dos
visiones. Desde el punto de vista de los culpables y del inocente la cosa tiene
sentido, pero se puede ir un poco más allá. Por ejemplo, si por no encarcelar a
un inocente quedan en libertar cien culpables, pronto habrá cien víctimas, y
desde el punto de vista de estas tal vez no fue tan deseable la idea liberar a
esos culpables.
¿Y aquella de “las faltas que más
disculpo son las que tienen que ver con las relaciones amorosas”? O sea, es
menos grave traicionar a quien está más cerca, a quien más confía en nosotros,
que una deslealtad semejante ejercida contra un compañero, contra el jefe o
contra el vecino.
Las expresiones tópicas y falsas, las
frases sentenciosas carentes de sentido como las mencionadas son muy abundantes
y su uso es de lo más habitual, lo cual denota un innegable seguidismo de modas,
usos y manías del momento, es decir, cierta propensión a dejarse manipular,
cierto temor a salirse del rebaño o parecer diferente, pues es en la
muchedumbre donde se encuentra seguridad y aceptación.
CARLOS DEL RIEGO
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