OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 15 de abril de 2012

CINE ESPAÑOL. ¿SE LO HAN BUSCADO ELLOS? Arte más ideología igual a panfleto



Pocos sectores industriales han sido tan mimados por la administración española como el cine de manufactura nacional, a pesar de lo cual los resultados que se obtienen son desoladores, tanto en el terreno artístico como en el de espectadores.
Por un lado se ha proporcionado al cine español una promoción abusiva, puesto que se ha obligado a las cadenas de televisión (entidades privadas) a financiar películas españolas (de productoras privadas) y además se les ha impuesto la exhibición de un mínimo de películas españolas. Y algo parecido a los exhibidores. Asimismo, en los medios de comunicación controlados por la administración se da cuenta sistemática y reiteradamente de los estrenos españoles, entrevistando a sus artífices y ponderando sus bondades.
Y por otro lado están subvencionadas todas las películas hechas aquí, de modo automático y según ciertos parámetros.
Pero a pesar de todo, el número de espectadores que tienen los filmes hispanos cae año tras año de manera drástica, e incluso algunas películas subvencionadas no congregan ni a cien espectadores o simplemente no llegan a estrenarse. Al final, sólo unas pocas resultan verdaderamente rentables.
¿Por qué el cine español no engancha a pesar del importante apoyo que recibe? La primera causa es precisamente la subvención injusta (porque no la obtienen las otras formas de cultura) y la promoción privilegiada y gratuita que recibe, que mantiene una industria que no puede sostenerse por sí misma (sí, es cultura, pero no toda la cultura, y no toda la cultura está subvencionada). En épocas pasadas quienes hacían películas contaban con presupuestos escasísimos y, por si fuera poco, tenían que esquivar una censura férrea, torpe y estúpida, pero hacían películas que hoy siguen divirtiendo, emocionado, entreteniendo, asombrando; esto demuestra que se hacen mejor las cosas con inteligencia y creatividad que disponiendo (sólo) de todas las facilidades, en fin que para hacer buen cine es mucho mejor tener más cerebro que dinero. Si no se ha conseguido reunir dinero para hacer un largometraje se ha de seguir buscando o se hace un corto, pero no se debe recurrir por sistema al dinero público.
Otra causa es que la aplastante mayoría de las películas españolas de las últimas décadas resultan sonrojantes, redundan una y otra vez en los mismos tres o cuatro temas de siempre, tienen la grosería y el chiste fácil y soez como únicos atractivos o muestran una mediocridad e incongruencia en guiones y diálogos que llegan a causar hilaridad; en fin, que son lo que se dice malas.
Una última causa, tal vez la definitiva, de la ausencia de público que padece el cine de aquí es la confrontación con la mitad de los espectadores españoles que buscaron muchos de los que se dedican al cine. Cuando destacados cineastas españoles se situaron tan abiertamente favorables a un partido político hasta el punto de insultar a quienes votaran al contrario, se estaban ganando la antipatía de (al menos) la mitad de la población, sentimiento muy difícil de revertir; igual que con la visión partidista, ideologizada y tendenciosa que sobre temas que afectan a todos mostraron en sus películas. Mezclar arte e ideología lleva tarde o temprano al panfleto, y el público se cansa rápido de panfletos si lo que quiere es emoción, intriga, aventura, fantasía..., o sea, divertirse y entretenerse.
Si se combinan las causas se entiende por qué el espectador huye de los cines donde proyectan películas españolas.
Carlosdelriego. 

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