OPINIÓN

HISTORIA

sábado, 14 de abril de 2012

ABORTO. LICENCIA PARA MATAR ¿Es un bebé menos que un cerdo o un perro?


Hace poco (comienzos de 2012) unos investigadores publicaron un artículo en una revista científica en el que decían que matar al recién nacido es, en realidad, un aborto post-parto, y que el recién nacido carece, como el no nacido, de todos los derechos que asisten al ser humano. El término aborto post-parto, para empezar, es incorrecto, pues abortar significa interrumpir, suspender, y evidentemente no se puede interrumpir algo que ya se ha consumado, que ya ha llegado a término (no se puede interrumpir un partido de fútbol una hora después de terminado).
Los investigadores australianos dicen que ni el no nacido ni el recién nacido tienen valor moral, pues son sólo personas en potencia; incluso algún eminente profesor de universidad había afirmado (Peter Singer en 1979) que “la vida de un recién nacido tiene menos valor que la de un cerdo, perro o chimpancé”, y años más tarde el mismo dijo que “un recién nacido no debería ser considerado persona hasta 30 días después”, y más aún, “un niño discapacitado debe ser eliminado al nacer, pues el derecho a la vida solo corresponde a quien tenga capacidades relevantes”.
¿ES ESTO UN NIÑO?
Es decir, aquellos australianos y este profesor (también australiano) se arrogan la potestad para decidir quién es persona y quien no, quien puede vivir y quien no..., es decir, están llegando a la esencia del más puro nazismo, pues los nazis decidían a su antojo sobre la vida de las personas, y también tenían un programa para eliminar a todo el que tuviera una tara. Utilizando los mismos argumentos que unos y otro, cualquiera puede determinar qué es persona y qué no; si uno sostiene que un recién nacido no es persona hasta un mes después (porqué no un año o diez), otro podrá afirmar que tampoco se es si se tienen más de 80 años, y tan autorizado estaría éste como aquel; y lo mismo si se dice que solo puede vivir quien tenga capacidades, pues otro vendría diciendo que sólo los más dotados física o intelectualmente pueden ser considerados personas o, más concretamente, sólo serán considerados personas los de la raza tal; y por supuesto, como hay muchos ancianos sin capacidades, aquellos nazis tampoco los considerarían personas.
En definitiva, quien se atribuya poder para señalar quién es humano y quien no según su edad o sus capacidades físicas o mentales es esencialmente un nazi. Además, los nazis también recurrían frecuentemente a la distorsión del idioma, a la utilización de la terminología según conveniencia (como inventarse términos imposibles: aborto post-parto).
Respecto al aborto auténtico, o sea, la interrupción del embarazo, también es un tema que genera fuertes encontronazos. Las mujeres abortistas suelen utilizar frases como
¿ES ESTO UNA PERSONA?
“nosotras parimos, nostras decidimos”, o “es nuestro cuerpo y por tanto tenemos derecho a hacer lo que queremos”. Sin embargo, la gestante ni es la propietaria ni es la misma entidad que lo que tiene dentro, del mismo modo que el propietario de la casa no es dueño de sus hijos que viven en ella ni estos forman parte de aquel. Es decir, el no nacido es otro ser, algo distinto a la madre, y por tanto con sus propios derechos. Curiosamente, hay muchas madres abortistas que, cuando han deseado el niño, lo han tenido, o sea, decidieron que ese no nacido sí era un hombre, mientras que cuando abortaron decidieron que ese no nacido no era hombre; en resumen, también se atribuyen potestad para decidir quién es persona y quién no. Asimismo es terriblemente chocante y evidentemente contradictorio que haya proabrotistas que también sean antitaurinos; están en contra de que se mate al toro en la plaza pero a favor de la muerte del niño en el vientre materno..., al menos el toro puede defenderse. Y aún otra contraposición de ideas: increíblemente el progresista es proabortista mientras el conservador es antiabortista, es de izquierdas matar, es de derechas o incluso facha cuidar la vida. Aterrador.
Imaginemos que una pareja va al médico a abortar. Allí, el galeno les dice que él sólo extraerá lo que ella lleva dentro, pero que ellos, la pareja, tendrán que matarlo, les entregará un estilete y pintará un punto en la cabeza del indefenso para que ella o él acaben con su vida... ¿Lo harían? Tal vez haya quien alegue que, una vez fuera del vientre materno ya es persona y por tanto con derechos, lo que nos lleva a que el hecho de ser o no persona dependería de una mera cuestión geográfica: aquí fuera sí, ahí dentro no.
El problema surge a la hora de determinar cuándo una agrupación de células pasa a ser una persona, y aunque es imposible determinar ese momento, bien podría decirse que es persona cuando su corazón comienza a latir, cosa que suele ocurrir hacia la quinta o sexta semana de embarazo. En ese momento, la madre lleva dentro otra persona distinta a ella misma.
Por cierto, la literatura médica recoge como récord el de un recién nacido que sobrevivió tras sólo 18 semanas de embarazo, o sea, a mitad de la gestación. Esto nos indica que ya era hombre antes de ver la luz.
Carlosdelriego. 

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