OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 9 de octubre de 2022

GUITARRISTAS QUE HAN CONSEGUIDO UN SONIDO EXCLUSIVO, PROPIO, INCONFUNDIBLE

 


                                           Neil Young amenazando con su 'Old black'

                     

May con su 'Red special' fabricada por él mismo

Hendrix con su inimitable 'Strato' blanca.

No es que sean los mejores guitarristas (algo difícil de determinar y que depende de cada uno), aunque algunos podrían ser considerados entre los más aclamados. Lo que sí es innegable es que hay guitarristas que consiguen que su guitarra tenga voz propia, que posea un sonido inconfundible y reconocible a la primera nota. ¿Quién no identificaría inmediatamente el sonido de la guitarra de Brian May o de Jimi Hendrix? 

Es el instrumento emblemático del rock & roll y proporciona a las grandes figuras del ‘hacha’ un cierto aura de leyendas, de héroes que emergen entre luces de colores, niebla y sonido abrumador. Pero además de ser un ‘monstruo’ de la guitarra, algunos han conseguido que sus cuerdas, ‘amplis’, filtros y distorsiones proporcionen un sonido especial, diferente, exclusivo, un sonido que el buen amante del rock reconoce al momento. Así, las voces de las guitarras de Brian May, Jimi Hendrix, Carlos Santana, Mark Knopfler o Neil Young no admiten confusión, son únicas, características, tienen su propia  personalidad, su marca registrada. 

La Fender Stratocaster (aunque tocó otras) de Jimi Hendrix siempre sonó única. Cruda y directa, imprevisible, sorprendente, con efectos diversos que en sus manos cobraban nueva dimensión, pues su técnica innovadora lograba pulsiones inconcebibles hasta ese momento. Hasta que llegó Hendrix la guitarra eléctrica apenas era poco más que una guitarra amplificada, pero él la convirtió en protagonista y abrió puertas infinitas a músicos posteriores. Podía sonar como los ángeles cantores, como una bomba detonando o como una dosis de LSD. Quien conozca el rock con perspectiva de años no la confundirá. 

Neil Young siempre sometió su Gibson Les Paul (a la que llama ‘Old Black’) o su Gretch White Falcon a una distorsión impía, delirante, hiriente. Hay momentos en sus canciones que parece que no se trata de una guitarra, sino de una bestia que ruge desesperada; así, en no pocas de sus piezas emblemáticas (exceptuando las que toca con acústica) da la sensación de que hay algo que falla en el amplificador, del cual sólo sale un rugido ronco, grave, agresivo… En la película ‘Dead man’ de Jim Jarmush la ‘Old Black’ de Young suena de principio a fin, y no habrá iniciado en esto del rock que no la reconozca a los tres segundos. 

Muy fácil de identificar es la Gibson SG con la que Carlos Santana asombró en el festival de Woodstock. En realidad ha usado otras (como las PRS desde los años ochenta o la Les Paul), sin embargo, consigue que cualquiera suene a Santana. Siempre fina, limpia, elegante incluso con efectos y en plena vorágine rock, la guitarra de Carlos Santana emerge sobre todo como un ser impoluto, inmaculado. No es preciso enumerar títulos para que cualquiera la recuerde sin siquiera escucharla. 

La Fender Stratocaster de Mark Knopfler tiene, además, el añadido de que siempre es tañida con los dedos, sin púa, lo que ya le otorga ese halo de  exclusividad. Así consigue una sonoridad poética, lírica y absolutamente propia, como un artesano que talla y modela a su modo y cuya obra resulta tan singular que no es posible confundirla. Knopfler (que es zurdo para todo excepto para tocar la guitarra) consigue de su ‘Strato’ tonos melancólicos, finísimos, impolutos, aunque a veces también puede ser trepidante. Además, cuando hizo su irrupción en los últimos años setenta, la modulación y colorido que salía de su guitarra fue algo así como una contestación a lo que hacían entonces los guitarristas de rock. 

Brian May toca, sobre todo, una exclusiva guitarra construida por él mismo con ayuda de su padre, la ‘Red special’; también puede aparecer con varios modelos de Fender o Gibson, pero su sonido especial lo consigue con aquella. No se entiende la música de Queen sin la guitarra artesana de May, que le da a la canción un ambiente muy llamativo, tanto que cuando el grupo se hizo un nombre los críticos llegaron a decir que la guitarra de Brian May parecía, a veces, toda una orquesta sinfónica. Es pura magia, sobre todo cuando se sitúa como compañera de la voz de Freddie; entonces puede entenderse a la perfección el significado de la excelencia, casi de lo celestial. No existe amante del rock que no la identifique al segundo. 

En realidad es injusto no hablar de tantos otros genios de la guitarra (Berry, Allman, Clapton, Blackmore, Page, Angus Young, Gilmour, Steve Howe, Jeff Beck, Rory Gallagher…), puesto que seguro que hay fanáticos del rock que también las distinguirían de inmediato. En cualquier caso, ¡cuánta emoción han producido el talento y las manos de todos ellos!  

CARLOS DEL RIEGO

 

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