OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 17 de agosto de 2022

LAS ZAPATILLAS MÁGICAS: LA MENTIRA DEL ATLETISMO

 

Con las zapatillas mágicas se han batido récords que se consideraban casi imbatibles, como el de 400 vallas
Las ventajas que proporcionan las mágicas zapatillas van mucho más allá de lo razonable, hasta volverse trampas consentidas

Este año han coincidido los campeonatos del Mundo y de Europa de atletismo a causa de los aplazamientos por covid. El atletismo es el deporte más natural, el deporte en estado puro: correr, saltar y lanzar. En el mundial fue muy sorprendente la cantidad de récords que se conseguían, pero la cosa se explica por las ‘zapatillas mágicas’ que, incomprensiblemente, la federación ha admitido, y que son en esencia lo que se llama ‘dopaje tecnológico’

 

El Mundial de Atletismo, celebrado el pasado julio, fue una sucesión de récords mundiales, europeos y nacionales, además de gran cantidad de mejores marcas del año y personales. Y no sólo se mejoraban registros en finales, sino que se conseguían incluso en las eliminatorias, en las primeras rondas. Los comentaristas (y los periodistas en general) se felicitaban por las excelentes marcas que se estaban logrando, pero ni una sola vez hicieron la menor referencia a las ‘zapatillas mágicas’ que calzaban todos los que batían récords. 

Este calzado deportivo que tanto ha elevado el nivel de los atletas consta, más o menos, de dos capas de espuma activa con aire comprimido entre una y otra; y a ello se añade una placa de fibra de carbono muy flexible. Esa combinación proporciona al atleta un impulso suplementario, puesto que el conjunto se comprime y se expande rápidamente, dando la sensación de empuje, de rebote en cada zancada. Es decir, la zapatilla regala décimas y centímetros, de modo que bien puede hablarse de dopaje tecnológico. Algo parecido sucedió con los bañadores impermeables de los nadadores (los jaked, de poliuretano), hasta que resultó sospechoso que en unos meses se batieran 126 récords del mundo (en el mundial de 2009 cayeron 43) y la federación de natación los prohibió. 

Permitir el uso de este tipo de zapatilla, aunque la federación de atletismo se haga el sueco, es dopaje, trampa, mentira. Es como si a los nadadores se les permiten aletas en los pies y todo el mundo aplaude los grandes registros que logran. Es como si se permite a los estudiantes pasar de curso con media docena de suspensos y las autoridades celebran cómo se ha elevado el nivel educativo (¿será posible que esto ocurra?). Evidentemente, utilizar estas ‘herramientas’ para engordar las estadísticas y batir marcas, y luego felicitarse por ello, es una gran estafa, una burla a la razón, un pueril autoengaño. En fin, las zapatillas mentirosas devuelven un impulso que el corredor no genera. 

¿Y por qué la Federación Internacional de Atletismo permite este modo de dopaje? Pues por la misma razón que la de fútbol (y otras federaciones nacionales) llevó su mundial al desierto, por dinero, por muchísimo dinero. El presidente de la federación de atletismo es el ex atleta inglés Sebastian Coe, que hasta hace unos años era ‘embajador’ de Nike, que curiosamente es la más beneficiada de la homologación de las ‘zapatillas mágicas’ (otras marcas ya se han subido al carro). En realidad, los diversos organismos y federaciones deportivas son verdaderos nidos de corrupción, como ha quedado demostrado tantas veces. 

Habrá quien diga que en otros deportes también se han producido novedades tecnológicas en los materiales; por ejemplo, las raquetas de tenis de hoy son de fibra de carbono, mejores que las de ayer, que eran de madera, igual que los cordajes, cierto, pero las nuevas cuerdas y marcos no otorgan el control o velocidad que el jugador no tuviera ya (eso es cosa de la tensión del cordaje), aunque sí que han beneficiado a los codos de los tenistas.

Por otra parte, si se normaliza el uso de las ‘zapatillas mágicas’, no sólo se volverá cotidiano lo de batir récords, sino que la cosa no quedará ahí, ya que en poco tiempo se presentarán otras zapatillas mucho más mágicas… 

Una cosa es aprovechar la tecnología razonablemente y otra admitir avances que proporcionan registros irreales, marcas que proceden de décimas y centímetros regalados, ya que el atleta sólo los consigue gracias al efecto trampolín que aporta ese calzado. Hasta hace muy poco la consecución de un récord mundial de atletismo era algo extraordinario, muy difícil de ver, mientras que si se sigue consintiendo el dopaje tecnológico será algo ordinario.

 CARLOS DEL RIEGO

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