OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 21 de agosto de 2022

EL OLVIDADO FORMATO DE LOS ELEPÉS DOBLES. ALGUNOS DE LOS MEJORES

 


Portada del 'Electric Ladyland' de Jimi Hendrix Experience' que sustituyó a la censurada en algunos países


La portada  censurada en ciertos lugares que se hizo a espaldas de Hendrix y que él odiaba

En los últimos años sesenta y en los setenta daba gran prestigio publicar un álbum doble, era casi como un rito de iniciación, como el examen para convertirse en estrella del rock. Algunos de los grandes hicieron maravillas con ese formato, aunque otros lo hicieron simplemente porque les parecía ‘necesario’ para hacerse nombre. Hoy el doble elepé ha desaparecido (salvo verdaderas rarezas) porque no se vende, porque la mayor parte sería relleno, porque cabe en un CD o porque no hace falta soporte físico

El doble de espacio garantiza el doble de oferta. Lo difícil es mantener el nivel de calidad. Algunas de las grandes figuras de la historia del rock lanzaron en los años dorados de este género musical discos inolvidables y cargados de personalidad que mostraron artistas desbordantes de talento y creatividad. A veces se aprovechaba el segundo disco para publicar canciones inéditas, rarezas, mezclas curiosas… ¡Y qué decir los exquisitos singles dobles! También solían salir en formato doble tanto los discos en vivo como los recopilatorios, pero esto tenía menos mérito. Y parte del atractivo del doblete de vinilo era la portada, que invariablemente era fácil de reconocer y con extraordinario componente artístico.

 

Se considera el primer doble de la era rock el ‘Blonde on blonde’ de Bob Dylan, editado en 1966. Nada menos que un año le llevó a Dylan dejar la producción como él quería. Lo grabó entre Nueva York y Nashville y rodeado de músicos de su grupo y de estudio. Es el disco más largo de Dylan y entre sus joyas están el ‘Highway 61 revisited’ o el ‘Bringing It all back home’, aunque contiene desde el pop más dulce hasta piezas de más de diez minutos, pasando por inspiradas melodías rock o blues. Uno de sus mejores trabajos. 

En 1968 Jimi Hendrix Experience sorprendió con ‘Electric Ladyland’, su tercer álbum. Para muchos es su propuesta más rica, más innovadora, más brillante, incluso algún periodista dijo que es “una sobrecarga de ideas musicales surgidas de su mente”. Mezcla rock y blues, jazz, soul, funk, e incluso folk, siempre con una naturalidad pasmosa, con una amplísima gana de texturas y matices, con una visión amplia e incluso futurista de la música rock. Disco imprescindible para los que exigen algo más, incluyendo su polémica portada. 

Ese mismo año The Beatles sorprenden con un doble disco sin fotos ni ilustraciones en la portada, la cual era totalmente blanca, y también sin más título que ‘The Beatles’, aunque es conocido como el ‘doble álbum blanco’. Es un disco que nunca deja de sorprender, una obra artística que, por mucho que se haya escuchado, siempre ofrece algo nuevo. Es sabido que cada uno iba con sus canciones y los demás eran como su grupo de acompañamiento; por eso, es un álbum que refleja el estado y la personalidad de los cuatro, sus inquietudes, sus recuerdos… Imprescindible. 

Doble cargadísimo de intención es el increíble ‘Tommy’ de The Who, de 1969. Pete Townshend llamó a este cuarto álbum del grupo ‘ópera rock’, concepto que muchos aprovecharon posteriormente con menos talento y fortuna. Como todo conocedor sabe, Tommy es un chaval que presencia una escena inapropiada, que despierta al sexo y a su nueva ‘visión’ de la realidad (ni ve ni oye), y que descubre que es un fenómeno de las máquinas de pin-ball. Fabulosas e inolvidables canciones, melodías poderosísimas, guitarras acústicas o distorsionados asombrosas, ritmos pletóricos, voces inigualables… Nadie volvió a hacer una ópera rock de esta altura, ni siquiera ellos mismos con el excelente ‘Quadrophenia’. 

El 'Exile on main St.' (1972) de los Rolling Stones tiene una producción que huye del sonido limpio, al contrario, busca el revoltijo, el desorden, la malicia…, que es precisamente el sonido del hartazgo de ser estrella del rock, de las drogas sin control, del cansancio. En todo caso hay, ante todo, blues y rythm & blues al más puro estilo Stone. Uno de sus mejores y más personales trabajos. 

‘Physical Graffiti’ (1975) es el álbum más extenso de Led Zeppelin, y contiene tanto pistas nuevas como descartes de discos anteriores. Tal vez por eso parezca un doble desigual, pero el grupo se las arregla para dar a todo un tono épico que resulta perfecto para el mastodóntico sonido. Dicen que es lo más Zeppelin que han hecho. 

‘The Wall’ (1979) de Pink Floyd es otro doble que nunca olvidaría el amante del rock. Roger Waters, el ideólogo del disco y de casi todos, toma sus recuerdos infantiles como principal inspiración para hacer canciones para el recuerdo; habla de sí mismo como una estrella del rock cargada de problemas, neuras, obsesiones y fuertes emociones. 

No se puede olvidar el fantástico ‘All things must past’ (1970) de George Harrison. En su tercer disco en solitario el ex beatle aprovecha melodías, ideas, conceptos de sus dos últimos años con su grupo, demostrando que su categoría como compositor estaba a la altura de los otros dos. En su primerísima edición era triple (el primero de la historia del rock), con el tercer disco dedicado a improvisaciones. 

‘Sandinista!’, de The Clash (1980) sería, tal vez, el último gran poli-disco, puesto que no es doble, sino triple. Su principal característica es la enorme variedad estilística y de asuntos a tratar, principalmente política y guerra. Es un disco muy completo, con tomas de todo tipo, con pistas alternativas y auto-versiones. El magnífico tema de apertura, ‘The magnificent seven’, está interpretado al estilo hip-hop neoyorquino, pues en aquella época Strummer y compañía estaban fascinados con toda aquella movida. 

En la era dorada del vinilo el doble era siempre algo muy especial. Además, a veces se vendía a precio de Lp normal. 

CARLOS DEL RIEGO

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