Así eran los barcos de guerra a comienzos del siglo XIX, nada que ver con lo que colocó Rusia a España (pintura de Carlos Parrilla Penagos)
Poco conocido es el
timo que sufrió el pueblo español a manos del rey Fernando VII, su secretario
personal, el embajador de Rusia y el propio Zar, quienes acordaron que España
compraría barcos de guerra a Rusia. Cuando las naves llegaron se vio que
estaban en condiciones lamentables y que el vendedor no había cumplido ninguno
de los requisitos estipulados en el contrato. No se sabe cuánto costaron pero
sí quiénes se llevaron el dinero
En España y en
cualquier país del mundo siempre ha habido políticos y gentes con poder que aprovechan
su situación privilegiada para trincar, defraudar, sustraer, expoliar. En 1817
el rey Fernando VII y sus ministros decretaron la compra a Rusia de barcos de
guerra para la maltrecha Armada Española. Del negocio se encargaron el favorito
del monarca, Ugarte, y el embajador de Rusia, Tatitscheff, que se ocuparon de llevar
todo en el más absoluto secreto y de borrar todo rastro de la operación…
Se contrató la compra
de cinco barcos de 64 cañones y tres fragatas de 44; además, debían estar todos
debidamente equipados, armados, cargados con munición y provisiones para la
tripulación, herramientas, utensilios… Los navíos empezaron a llegar a finales
de 1818, siendo recibidos por una comisión de ingenieros navales, oficiales de
la Armada e incluso el ministro de Marina. Los buques venían vacíos, sin
munición ni provisiones y, lo que es peor, todos tenían el caso podrido, de
modo que tras hacer la inspección se concluyó que sólo dos de los ocho eran
relativamente recuperables. Un auténtico timo. El ministro de Marina (Vázquez
de Figueroa) entregó personalmente el informe al rey, quien ordenó su detención
esa misma noche y su deportación a Santiago de Compostela; luego, cuando los
comandantes nombrados para cada barco quisieron conocer a fondo el estado de
los mismos, fueron destituidos inmediatamente e incluso algunos dados de baja
de la Armada.
Los barcos, que
fueron rebautizados como ‘España’. ‘Numancia’, ‘Fernando VII’ o ‘Ligera’,
apenas pudieron hacerse a la mar. En tan mal estado estaban que, tal vez
avergonzados, los rusos enviaron otras tres fragatas de regalo…, que estaba en
unas condiciones tan calamitosas como el resto.
Dos de aquellos
navíos estaban tan mal que jamás salieron de puerto y fueron desmantelados. Cuatro
pasaron por el arsenal y salieron a la mar, pero hacían tanta agua que tuvieron
que volver de inmediato, siendo calificados como inútiles y desguazados. Uno
partió para América, pero tuvo que regresar antes de mitad del camino
totalmente inundado y nunca volvió a navegar, pues acabó en el desguace. Uno de
ellos consiguió llegar a Perú, pero fue apresado tras combate y quedó definitivamente
inservible. Algo parecido ocurrió con los otros tres, que consiguieron llegar a
duras penas a América para ser inmediatamente deshechos. En total, once barcos
de guerra que deberían haberse entregado en perfecto estado y listos para el
servicio pero que eran incapaces de mantenerse a flote.
¿Y cuánto le costó a
España aquella operación? Los principales implicados (el rey, su favorito
Ugarte y el embajador ruso Tatistcheff) se cuidaron mucho de que trascendieran
las cantidades. Sólo se sabe que se manejaron (no se sabe si entregaron como
primer plazo o se repartieron) 400.000 libras esterlinas (que Inglaterra había
pagado a España como indemnización por abandonar el tráfico de esclavos y
dejárselo sólo a ellos), pero el resto será siempre un misterio. La cantidad
pagada en libras equivaldrían a más de 90 millones de pesetas o a 360 millones
de reales (moneda utilizada entonces, pues la peseta se adopta como moneda unos
50 años más tarde). En todo caso una cantidad astronómica para la época y, sin
duda, muy superior al valor de los barcos aun cuando hubieran estado en
perfectas condiciones. Ugarte, Tatitscheff, Fernando VII y el zar Alejandro I
fueron los que se llevaron la parte del león.
La catastrófica y
ruinosa operación fue terrible, puesto que entonces se iniciaban los
movimientos de independencia en América y España estaba sin Marina de guerra
para defenderse; como consecuencia (junto a otros hechos y factores) los
territorios americanos acabaron en poder de los criollos ricos y poderosos, que
se encargaron de arrebatar a los indios todos los derechos que les garantizaban
las leyes españolas y erigirse así como los auténticos dueños de cada nuevo
país.
CARLOS DEL RIEGO