OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 9 de agosto de 2020

LOUIS ARMSTRONG, 119 AÑOS DEL NACIMIENTO DE UN ARTISTA ÚNICO, INCOMPARABLE

 

La sonrisa y la trompeta, junto a su voz, sus señas de identidad

No, Louis Armstrong no era un músico de rock, sin embargo sería difícil encontrar fanáticos de ese género musical que no sientan simpatía y sincera admiración por el trompetista y cantante de jazz. Su estilo, su clase, su voz pedregosa, su sonrisa, su pañuelo, su enorme boca…, lo convierten en algo más que un gran músico de jazz. Vivió tan intensamente como cualquier pionero del rock…, mucho más tal vez. Nació hace 119 años y murió hace 49  

Algunas de sus canciones han sido revisadas y versionadas por grupos de rock, lo que significa que su aportación trascendió la frontera del jazz, y el rock y la música en general no hubieran sido iguales sin él. Fue Louis Armstrong una auténtica estrella de la música, posición que le procuró una existencia apasionante, contradictoria, dura, ingrata, que comenzó en la más mísera pobreza.

Nació en agosto de 1901 en uno de los barrios más marginales de Nueva Orleans conocido como el ‘distrito de color rojo’, donde todo eran teatrillos de vodevil, burdeles, salones y casas de juego... Tendría cuatro o cinco años cuando su padre se largó para siempre; su madre, adolescente, se vio forzada a prostituirse de vez en cuando, cuando el hambre más apretaba. Él y su hermano iban a los barrios altos para buscar en la basura; sin embargo,  siempre dijo que a pesar de todo “éramos felices”. 

Con seis años conoció a unos niños que tampoco eran bien mirados, ya que eran judíos; con ellos se dedicó a recoger chatarra, cajas, trapos, botellas y cualquier cosa que les llamara la atención; luego, con esa familia, los Karnofsky, recorría la ciudad vendiendo su ‘botín y tocando una especie de corneta de hojalata para atraer clientes. Con los Karnofsky hizo gran amistad, lo invitaban a cenar y él escuchaba las canciones que cantaban a su bebé: “eran almas maravillosas”, recordó Armstrong en sus memorias. Igualmente escribió que “no sólo los negros están discriminados, también hay blancos que discriminan a otros blancos”, refiriéndose a cómo eran despreciados sus amigos los Karnofsky; en su recuerdo el trompetista llevó gran parte de su vida una estrella de David colgada del cuello a pesar de ser baptista. Algunas fuentes sostienen que fue el señor Karnofsky quien le regaló su primera trompeta, aunque otras dicen otra cosa.

Su situación en aquella Nueva Orleans debió ser durísima, tanto por la pobreza como por la discriminación racial. Estuvo en una cárcel para menores cuando tenía 9 ó 10 años (él recordaba una cosa pero los documentos dijeron otra); unos dicen que fue detenido por ser ‘personaje sospechoso y peligroso’ y otros que ‘disparó al aire en un desfile en Nochevieja’.

Muchas otras veces le persiguió el racismo. Según un especialista,  en los años 30 “Armstrong era un músico moderno, sofisticado, del norte y bien pagado", pero al mismo tiempo era negro. En el 31 él y su banda tocaban en Menphiss, Tennessee; todos subieron a un autobús, Louis se sentó al lado de una blanca e inmediatamente fue señalado y arrestado, y de nada sirvió que la mujer fuera la esposa de su representante, que viajaba con toda la banda y declaró a su favor. El caso es que Armostrong y su banda y pasaron la noche en la trena. Al día siguiente tocaron en un hotel para una audiencia cien por cien blanca; abrieron dedicando a la policía una canción titulada (más o menos) ‘Me alegraré cuando estés muerto, cabrón”…, lo curioso es que el Departamento les agradeció la dedicatoria. Aun así la situación debió ser apurada, ya que lo normal es que allí abundaran los racistas y los miembros del Ku Klux Klan, sin embargo, astutamente, siempre tocaban un tema muy sureño, ‘Cuando es la hora de dormir en el sur’, que recordaba nostálgicamente aquel sur de los campos de algodón.

Tuvo relaciones con la mafia, pero hay explicación. De entrada, es evidente que en esa época la prohibición, el jazz y la mafia iban de la mano. La mafia era propietaria de los clubes y procuraba que no faltara el alcohol (malo) y la música (buena) para que la juerga no decayese. Dicen que Al Capone y Armstrong arribaron a Chicago casi a la vez en los locos años 20. Fue en Nueva York donde se convirtió en una estrella emergente, pero quiso volver a tocar en Chicago. Cuentan que en 1931 estaba actuando en esta ciudad, y que durante un descanso se le acercó un pistolero (llamado Fankie Foster), le aplastó el cañón en la cabeza y le dijo: “mañana estarás tocando en Nueva York”. Y estuvo. Armstrong pasó los siguientes años huyendo, nunca se quedó en un lugar demasiado tiempo y finalmente se fue a Europa para esperar a que las cosas se calmaran. Al regresar pensó que lo mejor era unirse a un tal Joe Glaser, que dirigía clubes nocturnos de Capone, una relación que benefició a ambos: Glaser protegía a Armstrong y éste le llenaba la sala.

La peor parte de su potentísimo modo de tocar la trompeta se la llevaron sus labios, que se le abrían fácilmente, continuamente. Sus labios estaban cubiertos de callos tan duros que regularmente usaba una cuchilla de afeitar para eliminar lo peor del tejido cicatrizado; esta afección labial es común entre los trompetistas y se produce cuando se rompen los músculos de los labios (hoy se llama ‘síndrome de Satchmo’). Por esa causa dejó de tocar durante más de un año.

Una constante durante toda su vida fue la discriminación racial. En febrero de 1957 El trompetista y su banda tocaban en un parque de Knoxville, Tennessee ante miles de personas, blancas y negras. Tras un descanso se produjo una potentísima explosión en la calle. Todos, músicos y público, quedaron paralizados, sólo Louis conservó la calma y (seguramente con su mejor sonrisa) dijo: "Está bien amigos. Eso sonó como un borracho cayendo por el balcón". Reanudaron el concierto. Al terminar todos quedaron espantados al ver el enorme socavón que la bomba había producido a unos metros de la entrada. Los testigos declararon que desde la ventanilla de un coche con las luces apagadas habían lanzado la bomba.

Pero el racismo no sólo lo atacaba desde el lado blanco. Muchos artistas negros le acusaban de ser un ‘Tío Tom’, y le afeaban que siempre sonriera a los blancos. Otros trompetistas le echaban en cara esa actitud; Miles Davis declaró: “Me encanta cómo tocaba Louis la trompeta, claro, pero odiaba la forma en cómo sonreía para agradar a los blancos"; y Dizzy Gillespie lo describió como un “promotor de la imagen de la plantación". Una visión injusta y sesgada de la actitud siempre sonriente y alegre de Armstrong. Él explicaba: “No socializo con ciertos blancos después de un baile o un concierto. Estas personas pueden linchar a un negro a la vuelta de la esquina”. Y del presidente Eisenhower dijo que era “un presidente sin agallas, de dos caras”.

Para colmo, en 1955 Nueva Orleans prohibió las bandas integradas (de negros y blancos). Armstrong y su grupo fueron invitados, pero sin los blancos, así que se negaron y no regresaron hasta que terminó la prohibición, más de una década después. Explicó: “Ni siquiera puedo tocar en mi ciudad natal porque tengo blancos en la banda. Podría ganar un millón si toco sólo con los negros, pero al diablo con el dinero. Si no podemos tocar allí como en cualquier otro lugar, no tocamos. Si a mi gente no le gusta como soy, lo siento”.

Según The New York Times, Louis Armstrong no fue solo una sensación del jazz, sino que fue la primera estrella del pop de la era de las grabaciones.

 CARLOS DEL RIEGO

2 comentarios:

  1. Una de las mejores canciones de la saga de James Bond es "We have all the time in the world", que cantó Armstrong para la película "007 al Servicio Secreto de Su Majestad", y fue su última vez. Se cuenta como anécdota que John Barry, el compositor, cuando se reunió con Armstrong, le dijo que era un lujo poder contar con él, y que le admiraba profundamente. Y también se cuenta que Louis Armstrong lloró, y le dio las gracias a John Barry por darle esa oportunidad, que ya nadie pensaba en él.
    Carlos, muchas gracias por todos tus artículos.

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  2. No conocía la anécdota. Sin duda fue un músico excepcional, imprescindible. Gracias por contarla y por tu amable comentario.

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