OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 30 de agosto de 2020

CÓMO LOS GRUPOS PIONEROS DE LOS SESENTA DISEÑARON Y DIERON FORMA AL ROCK

 


Jimi Hendrix Experience aportó novedades aprovechadas luego por muchos

Los incondicionales del rock & roll, ya sean músicos o simples devotos, rara vez lo encuentran en piezas publicadas más acá de los ochenta; cierto que aun en los noventa aun dio el rock sus últimos estertores de rebeldía. Sin embargo, desde entonces este género musical no ha dado nada memorable, nada que dentro de unas décadas siga produciendo emoción. Por eso se sigue vendiendo música de las épocas doradas del rock, ‘se tira’ de ella para todo, se escucha continuamente en la radio, se toma como referencia… Los años sesenta fueron pioneros, pues no pocos grupos de entonces abrieron caminos

Puede que influya el hecho de que el rock & roll ha sido perfectamente digerido, asimilado y normalizado por el sistema, y puede que influya más la ausencia de verdadero talento para dar otro paso (la prueba es que todo grupo del siglo XXI suena a alguno de antes), pero la realidad es que cuando se escucha rock de los sesenta o los setenta del XX… es otra cosa. La primera de esas dos décadas se suele calificar de prodigiosa, ya que fue cuando aparecieron los grupos que iban a dar forma a las distintas variantes. Esas bandas tenían que ‘inventar’ continuamente (técnica y artísticamente), pues el territorio en que se aventuraban era totalmente virgen, inexplorado. Mucho mérito tuvieron los Kinks, los Moody Blues, los Beatles, el Hendrix…,

Si se habla de los años sesenta, independientemente del tema siempre aparecen en primer término los Beatles, no se concibe esa época sin ellos. Además de que se vieron obligados a ensayar novedades técnicas, su gran mérito es la cantidad de subgéneros que descubrieron, la amplia gama de estilos que investigaron y encontraron. Al principio se dedicaron al rock & roll clásico y las versiones, pero pronto sentaron las pautas para la canción pop en cuanto a sonido, instrumentación, variantes, arreglos, voces, estribillos…; ensayaron con deslumbrante brillantez el uso de instrumentación clásica aplicada al pop y al rock; recrearon los más coloreados espacios sicodélicos de un modo encantador, atractivo y totalmente nuevo; se atrevieron con el rock duro y guitarrero (¿qué es ‘Helter skelter’ o ‘Revolution’?); hicieron deliciosas melodías sin más acompañamiento que una acústica al más puro estilo folk; escribieron letras de chico-chica al principio, pero pronto se preocuparon por hablar de todos los temas: la protesta contra la injusticia, la amistad, la realidad cotidiana, el paso del tiempo…; y también fueron los primeros que incluyeron en los discos las letras de las canciones. En todo esto y mucho más fueron pioneros. Y sólo existieron en los sesenta.

Los estadounidenses The Byrds, que se dieron a conocer gracias a sus versiones de autores como Pete Seger o Bob Dylan, fueron pioneros en unir esos modos con el rock, iniciando ese sendero mulato que es el folk rock; luego crearon sus propias composiciones y dieron forma a su hallazgo. Y lo adornaron con elementos que se tomaron como modelo, como su sonido limpio, trasparente, sus deliciosos coros y armonías vocales, el uso de la guitarra de doce cuerdas para dar mayor empaque… Muchos grupos millonarios en ventas no hubieran existido sin The Byrds.

Bastante olvidados en la actualidad, The Moody Blues siempre tuvieron un algo misterioso. Sus pasajes instrumentales (sicodélicos, experimentales, alucinantes) fueron posteriormente imitados por grupos de rock progresivo, heavys y sinfónicos. Y todo con un sonido muy cuidado, muy innovador y muy personal; eran fácilmente reconocibles desde los primeros compases, ya que no se parecían a nada ni a nadie. Además, dejaron para los anales una pieza de blanco satén. ¿Pink Floyd hubiera sido lo que fue sin los Moody Blues?

El concepto de ‘power trio’ surge con Jimi Hendrix Experience. Sobre una base rítmica, una sola guitarra distorsionada o limpia reclama el protagonismo incluso por delante de la voz solista; alterna acompañamiento con punteo, modifica su ‘voz’, da réplica al cantante…Gracias al ingenio y creatividad de Hendrix ven la luz o se consolidan el hard-rock, el blues-rock, el rock sicodélico…, así como la figura del ‘héroe de la guitarra’. Su influencia ha sido muy poderosa en varias generaciones de guitarristas. 

Otra banda clave en la configuración del rock es The Kinks, a los que algunos especialistas señalan fundadores del heavy-rock e incluso precursores del punk. Se cuenta que el hermano de Ray Davis, Dave, no daba con el sonido de guitarra que tenía en su cabeza, así que ‘arregló’ su amplificador para que sonara áspera, extremadamente distorsionada, sucia…, ideas que fueron muy bien aprovechadas por infinidad de bandas y guitarristas de las décadas posteriores. 

Hay más, claro, pero admitiendo que no están todos los grupos que aportaron novedades en los sesenta, no se puede negar que son todos las que están.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 26 de agosto de 2020

EL MESTIZAJE SÓLO TRIUNFÓ EN HISPANOAMÉRICA, NO HABÍA RACISMO ENTRE LOS ESPAÑOLES

 


Los españoles, a diferencia de otros conquistadores, se mezclaron sin racismo con los indígenas americanos

Sigue hablándose de racismo, aunque no se señala en la dirección correcta… Y es que, a pesar de todos los tópicos históricos con que muchos se refieren al hablar del descubrimiento y presencia española en América (colonialista, imperialista, expoliador), la realidad es que de todas las potencias coloniales sólo los españoles se mezclaron con los nativos sin el menor atisbo de racismo; Hispanoamérica es el único territorio donde triunfó el mestizaje

El sentimiento racista continúa muy presente en América, sobre todo en el norte. Sin embargo, a pesar de que nunca los conquistadores españoles mostraron esa bajeza moral, muchos de los presidentes de Hispanoamérica (entre otros personajes) continúan repitiendo los insultos tópicos contra los primeros en llegar allí hace más de cinco siglos. Curiosamente, casi todos ellos tienen apellidos españoles, lo que indica que si estos no hubieran arribado a América ellos no existirían; y exactamente lo mismo puede decirse de los millones de mestizos que viven desde Río Grande hasta Cabo de Hornos y que tienen nombres hispanos. El mestizaje que se dio entre esas dos fronteras demuestra la ausencia de racismo entre los aventureros; seguramente el contacto con los musulmanes durante ocho siglos hizo desaparecer esa maldad de la mente de los españoles.

Hay que recordar que lo que España tuvo en América no fueron colonias, sino territorios incorporados a la corona, como bien claro lo dejó Isabel de Castilla en su testamento, en el que subrayó que los indígenas americanos debían ser tratados y considerados como cualquier otro súbdito de la corona de Castilla, e incluso debían ser más protegidos porque eran más vulnerables (a ello hay que sumar las numerosas disposiciones legales de protección al indio que instituyó Carlos I). Pero la prueba más contundente de que los españoles no fueron a colonizar y no fueron racistas es precisamente el fenómeno del mestizaje.

El escritor mexicano Juan Miralles dejó escrito que “la mayor obra de arte de España en América es el mestizaje”, una afirmación absolutamente indiscutible. No será preciso volver a recordar el estado prácticamente residual de los indios norteamericanos o la situación de marginación, arrinconamiento y exclusión social que sufren los aborígenes australianos..., dos casos de auténtico colonialismo, pues los que llegaron confinaron, ocultaron y discriminaron (cuando no exterminaron) a los que allí vivían.

Por el contrario, los españoles que atravesaron el océano en carabelas, galeones y otras naves se mezclaron con los indígenas desde el primer momento: cuando llegó a las costas de Yucatán la expedición de Cortés (cuenta Bernal Díaz del Castillo), se encontraron con que algunos de los que habían llegado antes (con Hernández de Córdoba o Grijalva) se habían casado y tenido hijos con las nativas. El propio Cortés reconoció y legitimó al hijo que tuvo con la nahua Malinche (llamado Martín Cortés), la cual se casó después con uno de sus hombres de confianza y tuvo otro mestizo; Cortés también fue el padre de Leonor Cortés Moctezuma, nieta del emperador, la cual viajó a España como una gran señora. Francisco Pizarro se casó con la inca Quispe Sisa (o Inés Huaylas Yupanqui), hermana del emperador Atahualpa, de cuya unión nació Francisca Pizarro Yupanqui. Muchos otros, grandes capitanes o simples soldados, se casaron con nativas, tuvieron hijos y se ocuparon de ellos, incluso no pocos alcanzaron cargos importantes, como el hijo de Diego de Almagro y la india panameña bautizada como Ana Martínez, Diego de Almagro ‘el mozo’, gobernador de Perú.

Así, toda la América que hay entre El Paso y la Patagonia está habitada mayoritariamente por mestizos, por descendientes de español e indígena, fenómeno que no se da en ningún otro país o territorio conquistado por otros europeos. Nadie negará que el número de mestizos nacidos en Norteamérica de inglés y nativa tiende a cero (de hecho, los blanco-negro apenas se han empezado a dar en las últimas décadas) y que los sioux y similares van camino de la extinción. Igualmente sucede en Australia, donde la mezcla es prácticamente inexistente. Y se podría repasar lo sucedido en lugares como Sudáfrica, donde ingleses y holandeses se encargaron de penalizar por ley no sólo cualquier unión mestiza, sino tener el menor roce con ‘razas inferiores’; ningún inglés mantuvo contacto con indias en la India, ningún belga se acercó a las congoleñas, ningún francés a las argelinas… De hecho, el único sitio de todo el planeta en el que se ha producido mestizaje en cantidades significativas es en Hispanoamérica, territorio en el que progresan las poblaciones nativas y donde la mezcla de razas y culturas se muestra más productiva.

En definitiva, todos los que tienen ancestros hispanos y americanos viven gracias a que un día un español carente de prejuicios raciales convivió con una americana. Por eso, si en lugar de los extremeños y castellanos hubieran llegado otros, no existiría el fenómeno del mestizaje, “la mayor obra de arte de España en América”.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 23 de agosto de 2020

TRAJES QUE IDENTIFICAN A LA ESTRELLA DEL ROCK

 

  

Hasta lo más profanos en esto del rock reconocerían ese traje
Imposible imaginárselos en los primeros sesenta sin ese uniforme

Una gran parte de los que se dedican a esto del rock suelen tender a los atuendos llamativos, sugerentes, provocativos, extravagantes, pues no hay que olvidar que han de llamar la atención con todo; y la tendencia se dispara en no pocas de las grandes estrellas. Así, algunas figuras del rock consiguieron hacer de sus indumentarias algo casi tan identificativo como sus canciones, de modo que todo aficionado reconocería al artista con sólo ver ese traje    

En este universo del rock & roll hay de todo, desde lo más académico y conservador hasta lo más avanzado y temerario pasando por infinitos términos medios. Y tal cosa sucede también con los ropajes con que se presentan los músicos, puesto que los hay siempre discretos y elegantes como Bryan Ferry (Roxy Music) con sus trajes clásicos y su peinado perfecto, pero también exagerados como cualquiera de los ‘nuevos románticos’. Entre uno y otros, exuberante variedad, puesto que la presencia, la puesta en escena tiene enorme importancia. La prueba son los casos en que los vestidos que lucieron resultaron tan reconocibles como sus melodías, cosa que ocurrió con Elvis, Beatles, Bowie...  

Pocas voces son tan fáciles de reconocer como la de el rey, pero también es inconfundible uno de sus modelos, concretamente aquella especie de mono con que se presentaba en Las Vegas o Hawái; blanco, rematado con unos enormes cuellos tiesos arriba y gigantescas campanas abajo, profusamente decorado con lentejuelas y brillantes de todos los colores, cinturón dorado, con o sin capa… Elvis se hizo confeccionar muchas variantes sobre el mismo tema, pero con sólo ver la silueta de ese traje nadie tendrá la menor duda. De hecho, los miles de imitadores profesionales de Elvis rara vez usan otro atuendo para trabajar. 

Igualmente el conjunto con que se presentaban en vivo los Beatles en sus primeros años. Trajes de chaqueta ceñidos (a medida), de color negro, corbata estrecha, botines y corte de pelo a tazón. También lucieron un uniforme parecido, aunque gris, con chaqueta sin cuello y tan cerrada que apenas dejaba ver la corbata. Seguramente influyeron en la moda de la ropa de los años sesenta…, igual que en la música y en tantas otras cosas.

¿Un guitarrista genuinamente heavy que salta a escena vestido de escolar de colegio inglés con pantalón corto?, sólo hay uno, Angus Young, de AC DC (aunque siempre habrá imitadores). En realidad él es menudo y pequeño como un colegial, con guitarra en lugar de mochila. Además, como casi nunca se ha lanzado al directo con otras galas en las últimas cuatro décadas, el pantaloncito de tirantes es ya tan icónico como sus movimientos, sus solos, sus muecas y visages. Con chaquetita o a pecho descubierto, con o sin gorrita, camisa y corbata, esa prenda tan infantil es ya como una bandera, suya y de su banda.    

Bowie puede ser reconocido por varios de sus atuendos, ya que la mutación, la transformación era una de sus constantes. Muchos de sus diseños le identifican inmediatamente, puesto que aunque fueran exagerados, nadie más que él podía vestirlos con gracia y encanto. Pero el que más se asocia a su nombre era el de Ziggy Stardust, aquel mono de rayas rojas y grises verticales con hombreras gigantescas y botas altas con plataforma, varias capas de maquillaje, pelo rojo…, un delgadísimo extraterrestre que disparaba pasión en forma de rock & roll. 

También Elton John gustaba de indumentarias exageradas y extravagantes en sus conciertos, algo que siempre era celebrado por sus fans y destacado por la prensa. Pero el modelito que más se le recuerda, el que más atención llamó fue su disfraz de Pato Donald, en el que no le faltaban ni los pies palmeados. ¿Un Pato Donald cantando y tocando el piano?, está claro, Elton John.

Pero cuando se trata de vestuario estrafalario nadie supera a Kiss. Deben necesitar horas y varios ayudantes para prepararse para cada ‘show’: enfundarse esos trajes de superhéroes de chiste que seguro que se tienen en pie por sí mismos, colocarse todos los exagerados complementos, calzarse las botazas, los peinados y el kilo y medio de maquillaje… Seguro que estar listos para empezar el concierto les lleva más tiempo, mucho más, que el propio concierto. Los dos palmos de lengua colgando van aparte.

Parece algo secundario, pero cada uno de ellos sería un poco menos él mismo sin esa forma de vestirse.

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 20 de agosto de 2020

AGOSTO DE 1462, LA SURREALISTA RECONQUISTA DE GIBRALTAR

 

La Reconquista llegaba a su fin, así como los enfrentamientos con los musulmanes

La Reconquista llegaba a su fin, así como los enfrentamientos con los musulmanes

Gibraltar siempre ha sido un enclave muy codiciado. Fenicios, griegos, romanos ya vieron su estratégica situación. Luego llegaron los moros y entraron por allí en la península. Pasó a manos cristianas quinientos años después, pero la perdieron hacia 1333. En agosto de 1462 se produce la reconquista de Gibraltar, que parece escrita por un autor de comedia: los cristianos la asaltaron, pero cuando los defensores quisieron rendirse los asaltantes no aceptaron la rendición

La historia de España, como la de la mayoría de países europeos, incluye episodios de todo tipo, desde los más gloriosos y heroicos hasta los más bochornosos, incluyendo también los chuscos, cómicos, surrealistas. Corrían días de agosto del año 1462, la Reconquista llegaba a su fin y casi cada semana se tomaba una plaza a los musulmanes, cada vez más divididos y enfrentados entre sí. Enterados los cristianos de que Gibraltar apenas estaba defendida y de que muchos de sus habitantes escapaban cada noche, decidieron tomar tan emblemática plaza y llevarse la gloria, sin embargo, las cosas no fueron tan sencillas, y no por la defensa de los moros…

Alonso de Arcos, alcaide de Tarifa, puso cerco a la fortaleza a la vez que pedía refuerzos a otras ciudades, así como a su señor, el duque de Medina Sidonia (Alonso Pérez de Guzmán), y al el conde de Arcos (Juan Ponce de León). Tras unos días de lucha, los defensores ofrecieron entregar la plaza a cambio de conservar vida y bienes. Todo parecía de fácil e inmediata resolución para el bando asaltante. Sin embargo, Arcos rechazó la rendición explicando que no tenía autoridad para aceptarla… ¿Cuándo se ha visto que se ponga sitio a una población y cuando ésta se rinde el asaltante rechace tomarla?

El caso es que Arcos dijo a los moros que había que esperar a su señor (Medina Sidonia) o al conde de Arcos, que sí tenían autoridad y llegarían en unos días. El primero en llegar fue el hijo de Ponce de León, Rodrigo, al frente de un pequeño ejército; los defensores, al verlo, pensaron que iban a ser asaltados nuevamente, así que enviaron mensajeros para rendirse al recién llegado Rodrigo. Pero para asombro de los defensores de Gibraltar, éste también delegó tal responsabilidad, rechazó entrar y tomar la plaza, prometiendo que su padre y Medina Sidonia llegarían pronto y todo se resolvería… Es delirante: un bando quiere rendirse y el otro dice que no, que hay que esperar.

En este estado de cosas, el alcaide de Jerez, Gonzalo de Ávila, dijo a los de Gibraltar que en cuanto llegaran Medina Sidonia y Ponce de León iban a arrasar la ciudad y matar a todo el mundo, por lo que los desconcertados sitiados decidieron rendirse al nuevo ‘jugador’. Al enterarse Rodrigo Ponce de León, se revolvió con sus huestes hacia la plaza en cuestión, de modo que atacó y colocó sus estandartes antes de que lo hiciera el corregidor de Jerez, aunque el último bastión aún resistía. Debió ser un caos con tintes surrealistas, con tres facciones cristianas entrando a barullo, enfrentándose entre sí y contra los moros, que ya no sabían a quién combatir o a quién entregarse; a todo esto muchos de los que trataban de huir o rendirse fueron pasados a cuchillo o no dependiendo de las manos en que cayeran.   

Al día siguiente llegó Medina Sidonia. Los últimos defensores le ofrecieron entregarse, pero Rodrigo exigió que no se hiciese nada, puesto que él ya tenía conquistada (o casi) la ciudad, y que había que esperar a su padre, Ponce de León, y así podrían tomar Gibraltar entre los dos nobles. Alonso Pérez de Guzmán (Medina Sidonia) propuso entrar él y Rodrigo a la vez, con idéntica fuerza, y colocar ambos estandartes a la vez (esto debió suceder hacia el 20 de agosto). Entonces surgieron las suspicacias, los celos entre una y otra casa nobiliaria y Rodrigo se marchó enfadado. Cuando llegó su padre le aconsejó atacar a Medina Sidonia. Los dos grandes señores parlamentaron pero no llegaron a ningún acuerdo y Medina Sidonia quedó como conquistador.

¿Qué pensarían los gibraltareños de 1462 al comprobar que los asaltaban pero no aceptaban tomar la plaza? Visto desde hoy todo ello parece producto de la imaginación del más disparatado escritor de farsas y comedias, digno de los hermanos Marx, pues sólo en este entorno tiene sentido que los asaltantes rechacen varias veces la rendición de los asaltados; en la lógica de la guerra un ejército que pone sitio a una ciudad tiene como objetivo su rendición, no que se espere a que llegue el superior para ‘firmar los papeles’ y formalizar el acto.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 16 de agosto de 2020

TRINI LÓPEZ, MUERTO HACE UNOS DÍAS, Y OTROS CON APELLIDO ESPAÑOL QUE TRIUNFARON EN EE UU

 

Trini López, que logró varios éxitos enormes en los sesenta, falleció hace unos días por coronavirus

Aunque en la actualidad su nombre dirá poco o nada a la mayoría, seguro que quienes tienen cierta edad recordarán más de una canción de Trini López, tejano de ascendencia mexicana que murió el 11 de los corrientes a causa del coronavirus. Fue uno de los primeros artistas que, apellidados inequívocamente a la española, alcanzaron el éxito multitudinario en EE UU. No muchos, pero ha habido grandes números uno del pop y el rock que, llamados Valenzuela, López, Martínez o Flores, alcanzaron el triunfo en Estados Unidos e hicieron su aportación a la causa

El país donde se inventó el rock & roll, Estados Unidos, siempre ha sido muy cerrado sobre sí mismo en este campo (en realidad en todos), es decir, es extremadamente reacio a admitir en sus listas de éxitos a artistas foráneos; algo parecido ha ocurrido en el otro foco primario de pop y rock, Inglaterra. Sí, los anglosajones son muy dados a embelesarse con su propio ombligo; de todos modos, en cualquier parte se tiende a mirarse a uno mismo antes que a los demás y, por otro lado, el rock angloparlante tiene por lo general mucha más enjundia que el que se crea en otros idiomas. Uno de los pioneros, uno de los que se atrevió a desafiar el chauvinismo estadounidense es Trini López, que acaba de fallecer a los 83 años, y aunque no muchos, otros artistas de apellido ibérico consiguieron, puntualmente o con trayectoria más extensa, llamar la atención del público yanqui en este competitivo universo. 

Al pensar en nombres familiares la memoria lleva a personajes de gran peso en el universo musical estadounidense, como puedan ser Santana o Joan Báez, figuras que, con apellidos de procedencia evidente, han mantenido una dilatada y prestigiosa carrera artística en la que no han faltado deslumbrantes destellos; ¿y Jerry García, líder de Grateful Dead, cuyo abuelo era coruñés?

Muy larga fue la carrera de Trini López (1937-2020), pues comenzó aun en los cincuenta y publicó más de 60 álbumes. Texano de Dallas (del barrio Little Mexico), Trinidad López siempre ha ido y venido del inglés al español sin el menor prejuicio, y de esta manera ha grabado clásicos que van desde ‘La bamba’ a ‘Bésame mucho’, aunque siempre será recordado por su ‘If I had a hammer’ de 1963 (número uno en medio mundo, 3 en Usa) o ‘This land is your land’, piezas esenciales en uno y otro idioma; así llevó al público anglo canciones cien por cien hispanas y viceversa. Fue el primer López que vendió un millón de discos en Estados Unidos. Para ello necesitó un martillo. ‘Inolvidable su actuación en la película ‘Doce del patíbulo’.

El primer nombre castizo que escaló las listas hasta llegar arriba fue Ricardo Valenzuela, aunque para ello tuviera que nombrarse Ritchie Valens. No hay aficionado a esto que no sepa que Valens, Buddy Holly y Big Bopper protagonizaron, muy a su pesar, ‘el día que murió la música’. Ni siquiera había cumplido los 18 cuando Ricardo y sus dos compañeros de infortunio (junto al piloto) perecieron en aquel avión en febrero de 1959 para, inmediatamente, pasar al firmamento de la leyenda. Poco más de ocho meses había durado su carrera, pero tuvo tiempo de convertirse en pionero del rock & roll y el rockabilly, de dejar una pieza imprescindible del género, el ‘Come on, let´s go’, de crear una melodía maravillosa, ‘Donna’, y de convertir una tonada tradicional mejicana, ‘La bamba’, en todo un clásico de los primeros tiempos y de siempre. En total, la discografía que el californiano publicó en vida se reduce a dos singles, pero fue uno de los que abrió la primera puerta del rock y, de paso, mostró las posibilidades de los hispánicos en Usa.

Domingo Samudio era de Dallas, como Trini López, con el que tocó en el mismo grupo. A mediados de los sesenta lanzó con su banda, Sam the Sham & The Pharaohs, una pieza emblemática que no ha dejado de sonar desde entonces, el inmortal ‘Wooly bully’ (1965), que en su momento llegó al número 2 de las listas Usa y que conoce desde entonces numerosísimas y muy variopintas versiones. A pesar de que continuó en el mundo del rock, Samudio sólo hizo otra diana, ‘Li´l red ridding Hood’ (66), por lo que unos quince años después (tras haberlo intentado con gigantes como Duanne Allman o Ry Cooder) abandonó definitivamente la música.

Enorme éxito alcanzó en la misma época el ‘96 tears’, clásico del garaje-rock que tocó número uno en el 66 y que, sin duda, eclipsó el resto de la producción de Question Mark & The Mysterians (o ¿ & The Mysterians). Formado en Michigan, resulta chocante comprobar que el tema lo compuso Rudy Martínez (que cambió su nombre por ‘?’) y que el resto del grupo lo formaban tipos llamados Lugo, Rodríguez, Balderrama (sic), Borjas… Sólo gozaron del gran éxito con ese tema y, aunque lo intentaron varias veces (sobre todo Rudy), serán siempre asociados a esas ’96 lágrimas’, exclusivamente.   

Seguramente menos reconocimiento tiene el saxofonista Danny Flores, y ello a pesar de ser el autor y primer intérprete de uno de los más reconocibles instrumentales de todos los tiempos (aunque el original tiene letra), una tonada que escaló hasta el número 1 en Usa en 1958 y cuyo título es más grito que otra cosa: “¡Tequila!”. Curiosamente Flores grabó la canción para un sello discográfico teniendo contrato con otro, por lo que el disco lo firmó e interpretó bajo el seudónimo de Chuck Rio. La pieza tiene tanto encanto, tanto atractivo, que se adapta a cualquier género sin perder gracia.

Hay que ser muy bueno y oportuno para firmar una pieza rock que llegue al número uno en Estados Unidos. Estos tipos lo consiguieron.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 12 de agosto de 2020

EL DESASTRE DE ANNUAL, 99 AÑOS DE UNA TERRIBLE DERROTA.

 

Todos los blocaos españoles mostraban idéntica imagen

Se cumplen 99 años (desde finales de julio a primeros de agosto) de una de las mayores derrotas del ejército español, la cual ha pasado a la historia como el Desastre de Annual

A principios del siglo XX el Sultanato de Marruecos vivía en la anarquía total, por lo que el sultán pidió ayuda a Francia. En la Conferencia de Algeciras de 1906 el sultán acepta la presencia de tropas francesas y españolas en distintos sectores del territorio. En 1912 se establece el Protectorado con zona francesa y zona española. Tras la I Guerra Mundial el general Silvestre asume (en 1920) el mando de los ejércitos españoles en el norte de África. Desde el primer momento intenta avanzar desde Melilla en dirección a la bahía de Alhucemas, estirando su ejército a lo largo de unos 140 kilómetros. Al principio la cosa parecía ir sin problemas; la mayoría de jefes moros eran aliados a base de sobornos o apoyo en sus luchas contra las cabilas rivales…

Pero entonces apareció la figura de Abd el Krim, que unió harcas y cabilas y acaudilló la revuelta. Éste había trabajado como funcionario para la administración española, pero durante la I Guerra Mundial fue acusado de espía por los franceses y encarcelado; intentó fugarse, se rompió una pierna y no quiso que los médicos lo tocaran, así que cojeó el resto de su vida. Al recobrar la libertad dejó ver su intención anticolonialista y empezó a buscar alianzas con caídes de otras cabilas. Bajo su caudillaje los rifeños infligieron esta aplastante derrota a los ejércitos de Silvestre.

Nombres como Annual, Monte Arruit, Igueriben, Sidi Dris…, son los de algunas de las posiciones militares más importantes en las que se asentaban los distintos cuerpos de ejército, pero también indican tanto los lugares donde se produjeron aquellas vergonzosas derrotas como las crudelísimas matanzas de españoles a manos de los rifeños: murieron entre ocho y diez mil soldados y mandos, mientras que los moros apenas contaron un millar de bajas. Las causas de la catástrofe fueron varias y de diverso origen.

Para empezar, el general Manuel Fernández Silvestre, héroe de la Guerra de Cuba, de donde trajo condecoraciones y heridas, pensaba alcanzar en África victorias y gloria militar. Por eso forzó a sus tropas mucho más allá de sus escasas capacidades; además, consintió lo indecible a los jefecillos locales.

Causa determinante de la derrota fue el empeño de Silvestre (sus ‘bigotadas’ decían) de establecer múltiples posiciones militares (los blocaos). Estas se eligieron según criterios políticos y diplomáticos (para no molestar) y no atendiendo a cuestiones militares. Eran lugares altos pero muy difíciles de abastecer o socorrer; el calor era insoportable y había que ir por agua cada día, subiendo y bajando por terrenos muy escarpados, auténticos caminos de cabras por los que los mulos tenían que subir cubas que, al llegar, habían perdido la mitad de la carga; cuando empezaron las hostilidades fueron muchos los convoyes de la ‘aguada’ que tuvieron que volverse a mitad de camino, pues hombres y caballerías eran fácilmente abatidos por un enemigo conocedor del terreno y bien situado; por la misma razón, el reabastecimiento resultaba penosísimo o imposible. Las condiciones en los blocaos eran terribles, estaban infestados de ratas y raro era el soldado que no tenía piojos u otros parásitos; cuando alguien llegaba con provisiones de casa, grandes masas de roedores se reunían en torno al afortunado. La comida era escasa y mala, el equipo anticuado, uniformes y calzado destrozados e inapropiados (abundaban las alpargatas); el apartado médico tenía tantas limitaciones e insuficiencias como el resto de las provisiones; el armamento era vetusto y la munición insuficiente. Y el blocao estaba mal protegido y peor parapetado.

En cuanto a los soldados que hubieron de combatir, casi todos eran reclutas sin la menor experiencia; muchos apenas habían hecho prácticas de tiro. Sabían de la crueldad del enemigo y le tenían verdadero pavor; esto explicaría que, llegado el momento de abandonar la posición, en lugar de una retirada ordenada se produjera una desbandada caótica que incluso incitó al enemigo a intentar no dejar ni uno vivo, como si se tratara de una cacería. Y es que, por si fuera poco, salvo algunas notables y heroicas excepciones, los pobres desgraciados que pencaban en África no estaban bien capitaneados.

Pero tal vez el mayor error fuera confiar en los rifeños. Así es, tanto la tropa como los mandos (salvo excepciones) confraternizaban incomprensiblemente con ellos, e incluso había algún moro que iba de un fortín español a una aldea rebelde con total libertad… El caso es que se creyó en la supuesta amistad de los cabileños incluso cuando ya habían empezado los tiros. Cierto que hubo cabilas que se mostraron amistosas, colaborando e informando (a cambio de bienes o dinero), pero en el momento en que sus jefes vieron por dónde soplaba el viento cambiaron de bando con enorme alegría. Asimismo se habían creado compañías de policía moras, las ‘mías’, que se batieron codo con codo con las fuerzas españolas…, hasta que comprobaron quién ganaría la batalla, momento en que se pasaron al enemigo en masa, y en el acto empezaron a disparar contra lo que unos minutos antes defendían. Incluso se sabe que, antes de empezar la guerra, mientras el ambiente aun era pacífico, encargados de intendencia, mandos y soldados llegaban a vender provisiones, equipo, fusiles (la ‘fusila’) y munición a los sarracenos.

El junio de 1921 empezaron las hostilidades, que desembocaron en los horrores de Annual, Monte Arruit… Tras espantosos asedios, cuando cada blocao llegó al límite (sin agua desde hacía días, sin comida, sin medicinas, sin munición, sin esperanza), se daba la orden de retirada, pero la extenuada tropa (que cargaba con heridos y enfermos) entraba en pánico, produciéndose la desbandada, la huida enloquecida, una fuga en la que los propios españoles se atropellaban unos a otros, se mataban por un mulo o un sitio en un camión (tan cargados que reventaban las ballestas) y pocos miraban por el compañero. En esa situación se pudo comprobar que las leyendas en torno a la crueldad del moro eran ciertas. El reguero de muertos y heridos que dejaban las columnas españolas fue supervisado por hombres, mujeres y niños, que torturaban y remataban sin piedad a quien aun respiraba, rebuscaban para hacerse con los despojos (a un herido le cortaron las piernas a la altura de la rodilla para quitarle las botas, ya que de modo normal no podían), abrían con el cuchillo las bocas en busca de dientes de oro o, para divertirse, aplastaban caras, clavaban estacas en el ano del herido o le cercenaban el sexo y se lo metían en la boca…, los pocos supervivientes contaron infinitas atrocidades. En Monte Arruit se pactó la rendición: entrega de armas a cambio de conservar la vida, pero en cuanto se depositó el último fusil empezó la matanza.

Antes de aquellos sucesos, un diplomático español mantuvo con un caudillo local este diálogo: “¿No os gusta la paz que os ha traído España? No, preferíamos nuestras luchas. ¿No queréis trabajar sin que nadie os quite vuestras posesiones? No, al moro no le gusta trabajar. ¿No queréis ir en tren o por la carretera que os hemos construido? No, el tren cuesta y no queremos carros, al moro le gusta caminar. Cuando os ponéis enfermos, ¿no os gusta que nuestros médicos os curen? No, no se puede hacer nada contra la voluntad de Alá, preferimos nuestros ungüentos. ¿No os gusta ir a Melilla? No, porque cuando volvemos, nuestra casa y nuestra mujer nos parecen peores”. Muchos miles de españoles dejaron allí la vida por la necedad, vanidad y negligencia del gobierno y altos mandos militares. España no sacaba gran cosa del protectorado, no había minas, petróleo o cualquier recurso, estaba allí por estar, por mantener un estatus de potencia colonial que ya había perdido.

CARLOS DEL RIEGO

(Actualizado de agosto 2016)-

domingo, 9 de agosto de 2020

LOUIS ARMSTRONG, 119 AÑOS DEL NACIMIENTO DE UN ARTISTA ÚNICO, INCOMPARABLE

 

La sonrisa y la trompeta, junto a su voz, sus señas de identidad

No, Louis Armstrong no era un músico de rock, sin embargo sería difícil encontrar fanáticos de ese género musical que no sientan simpatía y sincera admiración por el trompetista y cantante de jazz. Su estilo, su clase, su voz pedregosa, su sonrisa, su pañuelo, su enorme boca…, lo convierten en algo más que un gran músico de jazz. Vivió tan intensamente como cualquier pionero del rock…, mucho más tal vez. Nació hace 119 años y murió hace 49  

Algunas de sus canciones han sido revisadas y versionadas por grupos de rock, lo que significa que su aportación trascendió la frontera del jazz, y el rock y la música en general no hubieran sido iguales sin él. Fue Louis Armstrong una auténtica estrella de la música, posición que le procuró una existencia apasionante, contradictoria, dura, ingrata, que comenzó en la más mísera pobreza.

Nació en agosto de 1901 en uno de los barrios más marginales de Nueva Orleans conocido como el ‘distrito de color rojo’, donde todo eran teatrillos de vodevil, burdeles, salones y casas de juego... Tendría cuatro o cinco años cuando su padre se largó para siempre; su madre, adolescente, se vio forzada a prostituirse de vez en cuando, cuando el hambre más apretaba. Él y su hermano iban a los barrios altos para buscar en la basura; sin embargo,  siempre dijo que a pesar de todo “éramos felices”. 

Con seis años conoció a unos niños que tampoco eran bien mirados, ya que eran judíos; con ellos se dedicó a recoger chatarra, cajas, trapos, botellas y cualquier cosa que les llamara la atención; luego, con esa familia, los Karnofsky, recorría la ciudad vendiendo su ‘botín y tocando una especie de corneta de hojalata para atraer clientes. Con los Karnofsky hizo gran amistad, lo invitaban a cenar y él escuchaba las canciones que cantaban a su bebé: “eran almas maravillosas”, recordó Armstrong en sus memorias. Igualmente escribió que “no sólo los negros están discriminados, también hay blancos que discriminan a otros blancos”, refiriéndose a cómo eran despreciados sus amigos los Karnofsky; en su recuerdo el trompetista llevó gran parte de su vida una estrella de David colgada del cuello a pesar de ser baptista. Algunas fuentes sostienen que fue el señor Karnofsky quien le regaló su primera trompeta, aunque otras dicen otra cosa.

Su situación en aquella Nueva Orleans debió ser durísima, tanto por la pobreza como por la discriminación racial. Estuvo en una cárcel para menores cuando tenía 9 ó 10 años (él recordaba una cosa pero los documentos dijeron otra); unos dicen que fue detenido por ser ‘personaje sospechoso y peligroso’ y otros que ‘disparó al aire en un desfile en Nochevieja’.

Muchas otras veces le persiguió el racismo. Según un especialista,  en los años 30 “Armstrong era un músico moderno, sofisticado, del norte y bien pagado", pero al mismo tiempo era negro. En el 31 él y su banda tocaban en Menphiss, Tennessee; todos subieron a un autobús, Louis se sentó al lado de una blanca e inmediatamente fue señalado y arrestado, y de nada sirvió que la mujer fuera la esposa de su representante, que viajaba con toda la banda y declaró a su favor. El caso es que Armostrong y su banda y pasaron la noche en la trena. Al día siguiente tocaron en un hotel para una audiencia cien por cien blanca; abrieron dedicando a la policía una canción titulada (más o menos) ‘Me alegraré cuando estés muerto, cabrón”…, lo curioso es que el Departamento les agradeció la dedicatoria. Aun así la situación debió ser apurada, ya que lo normal es que allí abundaran los racistas y los miembros del Ku Klux Klan, sin embargo, astutamente, siempre tocaban un tema muy sureño, ‘Cuando es la hora de dormir en el sur’, que recordaba nostálgicamente aquel sur de los campos de algodón.

Tuvo relaciones con la mafia, pero hay explicación. De entrada, es evidente que en esa época la prohibición, el jazz y la mafia iban de la mano. La mafia era propietaria de los clubes y procuraba que no faltara el alcohol (malo) y la música (buena) para que la juerga no decayese. Dicen que Al Capone y Armstrong arribaron a Chicago casi a la vez en los locos años 20. Fue en Nueva York donde se convirtió en una estrella emergente, pero quiso volver a tocar en Chicago. Cuentan que en 1931 estaba actuando en esta ciudad, y que durante un descanso se le acercó un pistolero (llamado Fankie Foster), le aplastó el cañón en la cabeza y le dijo: “mañana estarás tocando en Nueva York”. Y estuvo. Armstrong pasó los siguientes años huyendo, nunca se quedó en un lugar demasiado tiempo y finalmente se fue a Europa para esperar a que las cosas se calmaran. Al regresar pensó que lo mejor era unirse a un tal Joe Glaser, que dirigía clubes nocturnos de Capone, una relación que benefició a ambos: Glaser protegía a Armstrong y éste le llenaba la sala.

La peor parte de su potentísimo modo de tocar la trompeta se la llevaron sus labios, que se le abrían fácilmente, continuamente. Sus labios estaban cubiertos de callos tan duros que regularmente usaba una cuchilla de afeitar para eliminar lo peor del tejido cicatrizado; esta afección labial es común entre los trompetistas y se produce cuando se rompen los músculos de los labios (hoy se llama ‘síndrome de Satchmo’). Por esa causa dejó de tocar durante más de un año.

Una constante durante toda su vida fue la discriminación racial. En febrero de 1957 El trompetista y su banda tocaban en un parque de Knoxville, Tennessee ante miles de personas, blancas y negras. Tras un descanso se produjo una potentísima explosión en la calle. Todos, músicos y público, quedaron paralizados, sólo Louis conservó la calma y (seguramente con su mejor sonrisa) dijo: "Está bien amigos. Eso sonó como un borracho cayendo por el balcón". Reanudaron el concierto. Al terminar todos quedaron espantados al ver el enorme socavón que la bomba había producido a unos metros de la entrada. Los testigos declararon que desde la ventanilla de un coche con las luces apagadas habían lanzado la bomba.

Pero el racismo no sólo lo atacaba desde el lado blanco. Muchos artistas negros le acusaban de ser un ‘Tío Tom’, y le afeaban que siempre sonriera a los blancos. Otros trompetistas le echaban en cara esa actitud; Miles Davis declaró: “Me encanta cómo tocaba Louis la trompeta, claro, pero odiaba la forma en cómo sonreía para agradar a los blancos"; y Dizzy Gillespie lo describió como un “promotor de la imagen de la plantación". Una visión injusta y sesgada de la actitud siempre sonriente y alegre de Armstrong. Él explicaba: “No socializo con ciertos blancos después de un baile o un concierto. Estas personas pueden linchar a un negro a la vuelta de la esquina”. Y del presidente Eisenhower dijo que era “un presidente sin agallas, de dos caras”.

Para colmo, en 1955 Nueva Orleans prohibió las bandas integradas (de negros y blancos). Armstrong y su grupo fueron invitados, pero sin los blancos, así que se negaron y no regresaron hasta que terminó la prohibición, más de una década después. Explicó: “Ni siquiera puedo tocar en mi ciudad natal porque tengo blancos en la banda. Podría ganar un millón si toco sólo con los negros, pero al diablo con el dinero. Si no podemos tocar allí como en cualquier otro lugar, no tocamos. Si a mi gente no le gusta como soy, lo siento”.

Según The New York Times, Louis Armstrong no fue solo una sensación del jazz, sino que fue la primera estrella del pop de la era de las grabaciones.

 CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 5 de agosto de 2020

AGOSTO de 1492, COMIENZA EL PRIMER VIAJE TRASATLÁNTICO, EL DEL DESCUBRIMIENTO

Había que tener agallas para embarcarse en esos tres cascarones sin saber a dónde, solos en aquel océano, sin conocer destino o distancia y aun con el pensamiento medieval

Eran los primeros días de agosto de 1492 cuando se inició una de las mayores aventuras de la Historia de la Humanidad: el primer viaje trasatlántico, el del ‘descubrimiento’ de América. Fijándose exclusivamente en el viaje, hay que reconocer que aquel centenar de temerarios nacidos en la Edad Media que se embarcaron en las tres pequeñas naves tenían coraje, agallas

Aunque quienes allí vivían ya conocían las tierras que pisaban, el término ‘descubrir’ ha de utilizarse desde el punto de vista del Viejo Continente, de Eurasia, donde se ignoraba totalmente la existencia de tierras más allá del Atlántico o del Pacífico. Por otro lado, los nativos americanos no tenían conocimientos geográficos, no llevaron a un mapa los rasgos orográficos y geográficos de la región que habitaban, ni tampoco la silueta de las costas e islas, ríos o cordilleras; en definitiva, no tenían idea cierta de dónde estaban o cómo era el trozo de tierra donde nacían y morían (inquietud que, por otro lado, jamás tuvieron). No habían viajado, explorado o descrito otras tierras alejadas de la suya y, por supuesto, ni siquiera habían dado nombre al continente. Por eso, aunque pueda resultar paradójico, hasta que no llegaron los descubridores, los indios americanos no habían descubierto dónde vivían, no sabían en qué parte de la Tierra estaban. Entonces, se puede deducir que la palabra en cuestión, ‘descubrimiento’, es perfectamente válida para determinar un antes y un después en el devenir histórico del continente americano, y también en el del resto del mundo.

Aquella travesía fue extraordinaria se mire como se mire. Y es que había que tener agallas para embarcarse en semejante aventura. El pensamiento general de la población era totalmente medieval en 1492. En gran parte de los europeos persistía la creencia de que la tierra era plana y que en su final había un abismo, e igualmente se creía en la existencia de monstruos marinos, sirenas y otras criaturas fabulosas, de este modo, seguro que los alrededor de cien intrépidos estarían preparados para encontrarse cualquier cosa. Por otro lado, era necesario exhibir una valentía y una presencia de ánimo fuera de la común para embarcarse en tres cascarones de unos 20 metros de eslora (largo), siete de manga (ancho) y tres de calado con rumbo desconocido; los astronautas del primer viaje a la luna sabían dónde iban, la distancia, el tiempo de ida, de estancia y de vuelta, y estaban en comunicación permanente con el punto de partida, mientras que los de las tres naves estaban totalmente solos, aislados, únicos en el océano, sin saber a dónde iban ni, por tanto, cuánto tardarían, qué se encontrarían o  si algún día volverían.

Se use la expresión que se use, lo cierto es que existen varias teorías que afirman que quien primero dejó sus huellas en el nuevo continente (sin ser americano y sin remontarse a épocas prehistóricas) no fue Cristóbal Colón. Así, la más extendida apunta a los vikingos, que poco antes o después del año mil arribaron a la actual Terranova y, posteriormente, al continente; en ese sentido se habla de pruebas concluyentes que, analizadas con espíritu crítico y exclusivamente científico, no insinúan más allá de una presencia circunstancial; es posible, muy probable incluso, que naves procedentes de Escandinavia tocaran esas heladas costas, pero de haber sido así, la cosa no pasó de anécdota, pues no dejaron constancia documental de tal suceso, no se enteraron de qué habrían encontrado ni dieron importancia al hallazgo, por lo que no lo difundieron; en resumen, América seguía sin ser descubierta. También se habla de navegantes irlandeses, escoceses y galeses, fenicios, cartagineses, árabes, portugueses, micronesios y muchos otros que podrían haber llegado antes. Es posible que extraviado o empujado por las tormentas alguien llegara, es posible. Pero lo importante es que no hubo trascendencia de esa posible llegada y el continente siguió siendo desconocido para el resto del mundo hasta 1493, cuando regresaron y contaron qué había allí (la noticia se divulgó rapidísimo por toda Europa).

Lo importante cuando alguien se encuentra con algo nuevo no es sólo dar con la novedad en sí, sino entender su importancia y, sobre todo, socializar la novedad, compartir el conocimiento para que así muchos puedan aprovecharlo, desarrollarlo y encontrar nuevas posibilidades que beneficien a todos (alguien escribió que “el conocimiento sin compartir no sirve para nada”). Y eso no sucedió hasta aquel momento. Hace más de medio milenio.

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 2 de agosto de 2020

ÁLBUMES INOLVIDABLES PUBLICADOS EN 1970

Aquel año los Creedence publicaron dos elepés, uno de ellos el 'Cosmo´s factory'.
Portada el 'The man who sold the world' de Bowie; en España salió con otra


Varias veces se ha señalado que los años setenta fueron los más prolíficos y brillantes de la historia del rock. Pero para muchos fue precisamente 1970, el último de la década de los sesenta, el que regaló los mejores elepés que ha dado dicho género musical. Difícil es afirmar tal cosa, sin embargo, de lo que no cabe duda es que el 70 proporcionó discos que siguen escuchándose con gusto nada menos que medio siglo después
La lista de álbumes históricos que vieron la luz a lo largo de aquellos 365 días es asombrosa. En los años anteriores los Beatles habían conseguido que la música rock se convirtiese en un fenómeno global; a lo largo de los setenta el rock & roll vivió su auténtica época dorada. 1970 (aun los sesenta) fue algo así como el punto de partida para aquellos luminosos años que, sin duda, nunca han sido igualados. Muchos de los discos que fueron lanzados aquel año permanecen en los altares del incondicional del rock, siguen vendiéndose y escuchándose a pesar del tiempo. Aquí va una muestra mínima pero significativa de lo que era el rock hace cincuenta años.
Para empezar, The Beatles. Así como otras bandas y artistas nacían para el rock o abrían una nueva etapa, The Beatles ponían su punto final. Lanzado un mes después de que la banda se separara oficialmente, ‘Let it be’ fue un final apropiado para su carrera, con temas llenos de melancolía, de sentimiento, de energía vital. No es preciso recordar las circunstancias, los títulos, las relaciones… Fue el canto de cisne de Beatles, ¡pero qué canto!
También hace cinco décadas salió el fabuloso ‘Bridge over troubled water’, también la despedida (de momento) de Simon y Garfunkel. Aquel estaba en lo alto de su capacidad compositiva, y Art seguía poseyendo una voz y gusto para el canto que aun hoy toca la fibra sensible. Un álbum magistral con una lista de títulos a cada cual mejor.
¡Y qué se puede decir del extraordinario ‘Moondance’ del imprescindible cascarrabias irlandés! Tercer Lp de Van Morrison (sin contar lo que hizo con Them). Su talento, su clase permanecen inalterados, aunque con este Lp demostró que también sabía dar un toque comercial que hechizara a todo tipo de público que supiera apreciar el blues-rock, el jazz, el folk…
Otro creador por encima de todo fue y es Neil Young. En el 70 lanzó uno de sus álbumes-cumbre, el sensacional ‘After the gold rush’, en el que asombran las texturas country-folk que logra, lo que combinado con unas melodías deliciosas da un resultado inigualable, irresistible. Y en esos doce meses aun  tuvo tiempo el canadiense de unirse a Crosby, Stils y Nash y meter su talento en el imprescindible ‘Deja vu’. Talento desbordado. 
Otro americano al que se le caían las canciones era (es) John Fogerty, que aun estaba al frente de la Creedence. Tenía Fogerty tanto que decir que aquel año los Creedence sacaron ¡dos elepés!, ambos integrante ideados por él (salvo algunas gloriosas versiones). Fueron ‘Cosmos factory’ y Pendulum’, cuyos temas jamás han dejado de sonar desde entonces.
El rock duro, el heavy ya estaba ahí aunque pocos se dieron cuenta y pocos lo nombraron. ‘Led Zeppellin III’ fue su lanzamiento de aquel año. Tal vez menos brusco, pero aun dentro del ‘orden zepelliniano’. Se vendió durante toda la década a pesar de lo que salió después. Sus primeros segundos aun producen escalofríos. ¡Ah!, y ya que se habla de heavy, los Purple sacaron su ‘In rock’, Uriah Heep el densísimo ‘Very ‘eavy, very ‘humble’…
Vovliendo a EEUU, The Doors regaló al mundo su insuperable ‘Morrison Hotel, una de las más excitantes muestras de rock-blues que puedan imaginarse. Bastan los primeros segundo del tema de apertura para entender qué es eso del rock & roll.
Imposible olvidarse de David Bowie, que en 1970 demostró que no se conformaba nunca, que siempre estaba en movimiento. Tras un par de discos más bien acústicos, el genial artista, que ya empezaba a convertirse en una singularidad en el universo del rock, dio un giro (algo que será una constante en su carrera) e ‘inventó’ el hard-rock; como queda patente escuchando la canción que abre el álbum ‘The man who sold the world’, el cual contiene otras piezas por las que más de uno vendería su alma al diablo sin dudar.
Sí, aquel año fue especialmente brillante para la historia del rock & roll; algunos críticos y especialistas afirman que 1970 fue su mejor año o, al menos, uno de los mejores. No hay sitio para mencionar todos los discos memorables que vieron la luz a lo largo de aquellos doce meses: el ‘Live at Leeds de The Who, el ‘Abraxas’ de Santana, el primero de Emerson Lake & Palmer, el ‘Layla & other…’ de Dereck & Dominoes (o sea, Eric Clapton), el sinfónico ‘Time & word’ de Yes, el primero de Kraftwerk (que abrió la puerta del techno), el injustamente infravalorado ‘No dice’ de Badfinger (uno de cuyos temas, ‘Without yo’, significó la fortuna para otros), el ‘Jesus Christ Superstar’ en su primera versión (con Ian Gillan de los Purple)… Y además pueden añadirse cientos de singles memorables.
Cincuenta años después de todo aquello, el rock está domesticado, empaquetado, sometido. Podría decirse que sólo sigue presente gracias a aquellos años de vinilo.

CARLOS DEL RIEGO