OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 5 de julio de 2020

CURIOSAS HISTORIAS SOBRE ALGUNAS DE LAS VERSIONES MÁS CELEBRADAS DE LA HISTORIA DEL ROCK

Todo aficionado  celebra la versión de Hendrix pero apenas reconocería la original de Dylan


El libro del rock está lleno de anécdotas, curiosidades, sucesos y batallitas. Y también de canciones que cobraron más fama cuando las rehízo alguien distinto al autor. Algunas de las versiones más aclamadas por los fieles del rock & roll tienen asociadas jugosas curiosidades, como el ‘Blue suede shoes’, el ‘I faught the low’ o el ‘All along the watchtower’, que Elvis, The Clash y Jimi Hendrix reformaron y convirtieron en éxitos eternos
Esas tres piezas son, sin duda, mucho más famosas, mucho más exitosas como versiones que como originales, es decir, es fácil que muchos de quienes degustan la de Jimi Hendrix apenas habrán escuchado la original de Dylan, y seguro que no pocos conocieron antes la de The Clash que la original de The Crickets o Bobby Fuller Four; no ocurre lo mismo con la versión que hizo Elvis del original de Carl Perkins, tan apreciada una como la otra. En todo caso, las tres tienen mucho que contar.
‘Zapatos de gamuza azul’, o ‘Blue suede shoes’, es uno de los títulos imprescindibles del primer rock & roll. Todo empezó con… Jhonny Cash y un amigo suyo de la Fuerza Aérea estadounidense, quien se refería al calzado reglamentario como zapatos de gamuza azul. Cash se lo dijo a Perkins añadiendo “deberías escribir una canción sobre eso”, a lo que Carl respondió “yo no sé nada de zapatos”. Una noche de 1955 éste tocaba en un club de Mississippi y escuchó que un chico le decía a su chica: “no me pises los zapatos”, y entonces pensó que había que ser tonto para estar con una chica tan guapa y preocuparse por sus zapatos de ante. Y se le encendió la bombilla. Carl Perkins se puso inmediatamente a escribir y, esa misma noche, ya tenía su ‘Blue suede shoes’ A finales de aquel año grabó el tema con un inconfundible aire rock & roll, y meses después estaba luchando por el número uno con un nuevo valor llamado Elvis Presley, de quien se hizo muy amigo. Pero en marzo de 1956 Perkins iba a participar en un ‘show’ de televisión cuando el conductor del coche se quedó dormido al volante; resultado: muerto en el acto el chófer, el hermano del músico sufrió heridas gravísimas que terminarían por ser fatales, y el propio Carl terminó con fortísimos golpes en la cabeza. Entonces, Elvis, que había trabado gran amistad con Carl, decidió grabar su legendario tema: “fue como un tributo a su amigo”, dijo el guitarrista de Elvis, Scotty Moore. La versión de Elvis tardó un poco en arrancar, pero terminó superando el millón de discos vendidos, más que la versión original. Elvis siempre tuvo palabras elogiosas para Perkins, que murió en 1998 a los 65 años.
En 1960 The Crickets escribieron y publicaron el tema ‘I fought the law’ (‘Luché contra la ley’), pero pasó totalmente desapercibida. Seis años más tarde Bobby Fuller Four la revisó con mejor suerte, ya que se situó entre las diez más vendidas del 66 en varias listas (meses después Fuller fue encontrado muerto en circunstancias nunca aclaradas). En 1979 la graban The Clash para su segundo Lp, lo publican como primer single en Estados Unidos y consiguieron un éxito imprevisto. De hecho, siempre fue uno de los temas imprescindibles del grupo de Joe Strummer en directo, ya que eso de ‘pelear contra la ley’ era irresistiblemente punk. Según Mick Jones, descubrieron la canción al escucharla en una máquina de discos, aquellas que exigían una moneda para escuchar el tema seleccionado: “Muchas de las versiones que hicimos las escuchábamos en aquellas fantásticas máquinas”. Strummer, Jones, Simonon y Headon se basaron en la versión de Bobby Fuller Four añadiéndole la rabia y energía de las primeras hornadas del punk.
Una de las canciones emblemáticas del repertorio de Jimi Hendrix es el ‘All along the watchtower’ (‘Desde la atalaya’), grabado en 1968, pero es versión. Su entrada toca el sistema nervioso instantáneamente, inconfundible, colosal, es una de las cumbres del rock estadounidense de aquella década; sin embargo, el original de Bob Dylan siempre ha pasado… desapercibido. Éste la había grabado unos meses antes; el caso es que Hendrix consiguió una copia antes del lanzamiento, y le gustó tanto que decidió grabarla y publicarla apenas dos meses después que Dylan. El productor Eddie Kramer afirmó que cuando se empezó a grabar apenas la habían ensayado; Hendrix toca una acústica y un bajo de seis cuerdas y Dave Mason, de Traficc, una de doce cuerdas. El arreglo es magistral, ligero y a la vez poderoso, sin duda mucho más atractivo que el original de Dylan, que en comparación parece apagado, falto de la chispa, del trueno que sale de la versión de Hendrix (ésta ha vendido millones, mientras que la original jamás entró en lista). Desde entonces, curiosamente, cuando la interpreta Dylan lo hace como si versionara a Hendrix: “Cuando la canto siento que es un tributo a Jimi Hendrix. Es extraño. Y desde que murió la hago como él la hizo”, explicó Dylan, quien desveló en 1995 lo que sintió al escucharla por primera vez: “Quedé absolutamente abrumado. Había mucho talento en ella. Jimi podía encontrar cosas ocultas en una canción y darles forma, vigor, nueva energía”. Cuando pronunció su discurso de aceptación del Premio Nobel, lo recordó: “No olvidemos a Jimi Hendrix. Tomó algunos temas míos a los que nadie prestaba la mínima atención y los llevó a la estratosfera, convirtiéndolos en clásicos”. Por su parte, Hendrix siempre se declaró incondicional suyo: “Nunca podré escribir como él, pero gracias a él he sido capaz de terminar muchas canciones”, dijo el malogrado guitarrista.
Son tres canciones, tres versiones que tienen mucho que contar.
CARLOS DEL RIEGO

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