OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 20 de mayo de 2020

¿POR QUÉ NO HAY ERES EN CONGRESO, SENADO, AUTONOMÍAS…?

Diputados, senadores..., parece que no se enteran de lo que pasa y de quién soporta el peso de sus nóminas


Todo tipo de empresas, pequeñas, medianas o multinacionales, sociedades o negocios de toda España han tenido que recurrir, para seguir con vida, a expedientes de regulación de empleo, a reducciones de plantillas, a despidos, a rebajas de salarios… Pero hay una organización que no ha querido enterarse del esfuerzo de la gran mayoría de los ciudadanos y ni siquiera se plantea tomar medidas semejantes: la organización política, cuyos abundantes miembros parecen aislados de la realidad, como si la cosa no fuera con ellos
Poquísimas empresas, organizaciones y negocios no habrán tenido que ajustarse el cinturón en España en los últimos meses. Para sobrevivir al episodio excepcional que atraviesa el país casi todos los gerentes o directores han prescindido de plantilla y reducido sueldos. ¿Todos?, no, los que viven y medran en los muchísimos centros de poder que conforman la administración del estado no han sufrido ni la más mínima variación en sus plantillas ni en sus nóminas. Parecen ajenos al problema general, como si se sintieran por encima, legitimados para no hacer ni un solo gesto.
¿No podría haberse decretado un expediente de regulación de empleo que redujera el número de diputados en el congreso a, por ejemplo, 100 en lugar de 350? ¿Y en el gobierno de veintitantos a diez ministros? ¿Y dejar en otros 100 los 265 senadores que integran la Cámara Alta? ¿No podría hacerse algo parecido con los gobiernos autonómicos, provinciales y municipales?
Porque todos ellos cobran rigurosamente sus sueldos íntegros, con todos los   complementos, extras y demás prebendas con que completan sus ingresos; parece oportuno recordar que senadores, diputados, ministros, directores generales y otros altos cargos cobran más que el 95% de los españoles contribuyentes. ¿No parece algo ilógico e insostenible que, salvo alguna excepción que lo ha proclamado a los cuatro vientos, no renuncien al suplemento de 1.900 pavos para transporte que perciben los que gozan de esas poltronas? Tan dados como son ellos a los gestos grandilocuentes, ¿cómo es que ningún líder, portavoz o partido ha pedido una rebaja general de emolumentos para todos los que integran la clase política? ¿No se le ha ocurrido a nadie o si les llega la idea la apartan atemorizados?
En un famoso programa de televisión propusieron a dos integrantes del congreso eso mismo: reducción de plantilla y rebaja de sueldo…, silencio total y cara de póker. Piden a los empresarios y autónomos que no despidan, que no bajen salarios, pero ninguno de los que conforman los distintos gobiernos (sobre todo nacional y autonómicos) tiene la decencia de exigir lo mismo para su gremio.
Es como si el hecho de alcanzar los más altos estamentos políticos exigiera la pérdida de la decencia, de la solidaridad con ese 95% de contribuyentes que ingresa menos que ellos pero contribuye a costear esos sueldos y complementos que ellos se niegan a recortar. En otras palabras, es inmoral, ruin, exigir a los demás lo que uno no está dispuesto a hacer. Hay países en los que no se permite que el político gane más y viva mejor que la media…
La conclusión es fácil, evidente: a la clase política el ciudadano no le importa un pimiento, y sólo lo tendrá en cuenta cuando se acerquen las elecciones. Por ello es preciso eliminar la figura del político y sustituirla por la del ciudadano metido temporalmente a labores políticas; así se dedicaría a buscar el bien común en lugar de centrarse exclusivamente en la política.
CARLOS DEL RIEGO


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