OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 17 de octubre de 2018

ZAPATERO SIGUE PRESUMIENDO DE ‘IMBECILIDAD’ Recientemente el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, dijo textualmente: “el señor Zapatero tiene un problema grande de comprensión (…) definitivamente, el señor Zapatero está en el grado más alto de imbecilidad”. Es esta una conclusión a la que llegan, tarde o temprano, todos los que entran en tratos con él. Por si fuera poco, se ha sabido que se reúne con terroristas

Zapatero hubiera hecho un buen Homer Simpson, tienen el mismo cerebro



Y es que el ex presidente de España va presumiendo de su falta de luces cada vez que se mueve. Se acaba de saber (X-18) que el muy tonto se reunió con el terrorista Otegi (¿para qué?, ¿para negociar algún trato?) y que, cuando era jefe de gobierno, sopesó la posibilidad de indultar a asesinos etarras para facilitar la negociación con la banda mafiosa; es decir, estaba dispuesto a bajarse los pantalones ante los asesinos, estaba dispuesto a ciscarse sobre los cadáveres de las víctimas (entre las que había muchos compañeros suyos) y estaba dispuesto a limpiarse el trasero con conceptos como moralidad, decencia o integridad.

Hay que imaginárselo llegando al lugar de encuentro con el capo de los asesinos y, con esa sonrisa bobalicona que le caracteriza, estrechando cordialmente la mano del terrorista; charlaría amigablemente con el prosimio y se despediría con buenos deseos y otro apretón de manos (¿tal vez un abrazo?). Claro que su escaso cerebro no da para pensar que, si hubiera llegado el caso, el Otegi y su banda no hubieran dudado en matarlo a él y a toda su familia si con ello hubieran conseguido algo…, o sin ningún otro propósito que hacer daño. Igualmente, tampoco tuvo ni tiene fuerza mental suficiente para pensar (¿) en los muertos y sus familiares y amigos, ya que sólo un majadero integral cree obrar correctamente ofreciendo beneficios al asesino, cuando lo que realmente está haciendo es convertirse en su cómplice (tanto peca el que mata como el que tira de la pata, dice el refrán). Moralidad, dignidad, integridad son barreras éticas que deberían obligar a la persona, sobre todo al poderoso, a no traspasar las líneas que suele imponer la propia conciencia.

Tampoco ha perdido Zapatero la ocasión de demostrar sus capacidades mentales en Sudamérica. Resulta que el tipo se presenta en Venezuela como mediador (¿quién lo nombraría?) entre gobierno y oposición, cuando es evidente su simpatía por el matón de Maduro y, por tanto, su antipatía hacia los miles de muertos de esa falsa democracia que llaman ‘chavismo’, incluyendo el opositor que ‘se tiró’ por la ventana de la comisaría (dicho sea de paso, los planos del cuartel descartan esa posibilidad). Por otro lado, con total y absoluta seguridad, jamás se hubiera propuesto como intermediario en caso de que el dictadorzuelo hubiera sido de derechas, y con certeza matemática, jamás de los jamases hubiera contemporizado con él.

Se suele decir que es más peligroso un tonto con poder que un perverso con poder; éste calcula las consecuencias de sus actos y, además, todo lo que haga buscará siempre un propósito, beneficioso para él o perjudicial para sus enemigos; mientras, el tonto con poder no se detiene un segundo a pensar qué ocurrirá si hace esto o dice aquello y, en fin, su acción no tiene objetivos deseables (sustentar a Maduro pisoteando a sus opositores no parece algo deseable).

En fin, hay que tener presente que el ex jefe de España no saluda amigablemente a terroristas o se pone de parte del tiranuelo por maldad o codicia, sino por pura y simple imbecilidad (como dijo el mencionado Luis Almagro). No hay que olvidar que Zapatero es un tonto puro, un tonto inmaculado, es decir, su estulticia no está contaminada por intenciones perversas, nada de eso, él es exclusivamente tonto. No podrá extrañar, por tanto, que en Iberoamérica también se den cuenta de su ‘grado de imbecilidad’.

Lo peor es que su sucesor al frente del partido no es menos memo, pues copia, plagia y reproduce a diestro y siniestro (textos, discursos, conferencias, fotos, vídeos…, él y su negro) y cree que nadie se dará cuenta nunca, o sea, además de escaso de luces, es también un evidente tramposo.

CARLOS DEL RIEGO
                                       


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