OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 19 de septiembre de 2018

QUE SE PUEDE ESPERAR DE BÉLGICA, UN PAÍS CUYOS MÁXIMOS REPRESENTANTES SON TINTÍN Y HÉRCULES POIROT Detrás de la negativa de los jueces belgas a extraditar a España a diversos delincuentes está una especie de complejo de superioridad, ya que siguen mirando hacia el sur con arrogancia, como si los españoles les debieran algo, como si la historia de Bélgica fuera inmaculada

Tal vez este sea el mejor belga de la historia .


Bélgica es uno de los países europeos en los que parte de la población sigue colocándose por encima de las demás, mirando por encima del hombro hacia el sur, horrorizándose con episodios históricos ajenos y disculpando los propios. A causa de este complejo de superioridad, jueces y políticos belgianos (no todos) se burlan de quienes se suponen sus socios, cosa que vienen haciendo desde… No será preciso recordar cómo sistemáticamente negaban la extradición de asesinos etarras, a los que daban refugio por el simple hecho de huir de España. Y ahora acogen entusiásticamente a personajillos que han intentado un golpe de estado y a tiparracos que vocean sus odios y amenazas de un modo tan explícito y soez que en otro ámbitos se consideraría intolerable, es decir, si en sus mensajes se cambia políticos y víctimas de terrorismo por mujeres y homosexuales sería detenido con el aplauso general. Aquí y en Bélgica.

Gran parte de la población de allí (no pocos jueces, políticos y ciudadanos) dicen  desconfiar de la democracia española, pero sus cargos públicos son tan corruptos y caraduras como los de cualquier otro lugar del entorno (del mundo, en realidad); Pierre Ives Monette, que fue una especie de defensor del pueblo, afirmó que “Bélgica está en el pelotón de cola de los países europeos en términos de ética pública (…), con continuos casos de corrupción, acumulación de cargos, clientelismo, acuerdos preelectorales secretos entre partidos…”.

El caso es que en muchos ámbitos se tiene al belga, en general, por persona poco fiable (hasta en Los Simpson hacen referencia a la desconfianza que generan). Así, qué decir de leyes como la que impide detener a nadie en su casa pasadas las 4 o las 5 de la madrugada…, algo digno de los Hermanos Marx. O de cuando tuvieron a un pederasta asesino en sus manos (una bestia llamada Dutroux), pero su ineficacia e incompetencia le permitieron seguir con sus atroces actividades; aquello fue una inexplicable chapuza jurídico-legal-policial digna de la Uganda de Idi Amin. Los atentados yihadistas de marzo de 2016 en Bruselas volvieron a dejar patente la ineptitud, torpeza y desidia imperante en todo el sistema belga: recibieron avisos y chivatazos fiables de lo que se preparaba y no los investigaron, los diversos cuerpos policiales no compartieron información, se pilló a uno con las manos en el Kalasnikov y apenas lo interrogaron, se equivocaron de sospechosos, no tomaron ninguna medida porque creyeron que la cosa no era para tanto… ¡Y se atreven a mirar por encima del hombro a los sistemas legales y judiciales de sus socios!

Y cuando vuelven los ojos a la Historia, siguen echando pestes del Duque de Alba y los Tercios de Flandes (de hace unos 500 años), pero disimulan cuando se habla de Leopoldo II, rey de los belgas (1865-1909), y las atrocidades cometidas en el Congo por sus compatriotas hace unos 125 años, cuando ya habían aceptado conceptos como Derechos Humanos y Democracia. El tal Leopoldo fue el gran responsable de una masacre atroz, uno de los mayores genocidios perpetrados en África. El incalificable personaje se las dio de hombre solidario que iba a solucionar los graves problemas del Congo, pero su verdadera intención era aprovechar sus recursos naturales como fuera. Le otorgaron, como una propiedad, todo el territorio (Conferencia de Berlín, 1885), lego engañó a los jefes locales para que le cedieran la tierra y concedió la explotación a empresas privadas a cambio de porcentajes; pero como no había leyes reguladoras, las empresas hacían lo que querían sin el mínimo límite. Así, esclavizaron tribus y aldeas enteras, retenían mujeres y niños para coaccionar a los hombres, fusilaron, torturaron, mutilaron, infligieron terribles castigos…, con lo que se calcula que acabaron con no menos de diez millones de personas, sin contar los cientos de miles a los que cortaron manos y pies. Esto no terminó ni con la muerte de aquel desalmado rey belga, puesto que a pesar de que Bélgica era una monarquía parlamentaria, o sea, era una democracia, no hubo reacción política cuando se supo del genocidio, no se dijo nada… Y es que allí no se promulgaron leyes que protegieran al nativo ni contaron con un de las Casas para denunciar Eso sí, muchos belgas están siempre dispuestos a ver la paja en el ojo ajeno sin reparar en que el propio está lleno de caucho y sangre.

En fin, ni Lemaitre (el que propuso la teoría del Big bang) ni el novelista Georges Simenon ni el pintor Pedro Pablo Rubens, los máximos representantes de Bélgica son inventados: Tintín, héroe del cómic creado por Hergé, y Hercule Poirot, el detective de las novelas de Agatha Christie. Sería difícil para el común de los mortales señalar algún belga real que supere a estos personajes, lo cual no dice mucho de ese país…Todos los territorios, naciones o estados tienen su historia, sus glorias y sus vergüenzas, por eso sorprende que algunos se atrevan a cuestionar desde los sistemas legales hasta el pasado de países nominalmente aliados.

 Claro que, bien pensado y volviendo al asunto de los delincuentes prófugos: a enemigo que huye, puente de plata.

CARLOS DEL RIEGO

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