OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 24 de junio de 2018

LEYENDAS FALSAS DEL ROCK & ROLL Y UNA TAL VEZ CIERTA Es curiosa esa facilidad con que no pocas personas se creen los mayores disparates. En el universo del rock & roll también hay bulos, leyendas urbanas o absurdos que, sin embargo, vienen circulando desde hace años porque hay quien se lo cree


Aunque tiene que estar muy perjudicado por los excesos a que se ha sometido, Keith Richards nunca se cambió la sangre

¡Cuánto gusta la fabulación y cómo disfruta el que ‘desvela’ supuestas locuras o inventadas burradas de otros! En el universo del rock & roll la cosa tiene mucho recorrido, ya que que es un entorno perfecto para que surjan las mayores fabulaciones, pues son muchas las grandes figuras del género que ejercen la extravagancia tendente al exceso, al desvarío. A pesar de ello, la mayoría de leyendas que se repiten en torno a los rockeros más enloquecidos son pura paparrucha, trolas que permanecen porque hay quien está dispuesto a tragárselas y difundirlas. Eso sí, alguna puede ser cierta…  

Uno de los más divertidos cuentos que ha producido esto del rock se refiere a los centímetros de lengua que Gene Simmons, de Kiss, es capaz de exhibir. De hecho, el tipo consigue que la punta de su húmeda caiga por debajo de la barbilla. Por eso, alguien alguna vez empezó a decir que se había trasplantado una lengua ¡de vaca!, y así nació esta leyenda urbana. Para empezar, el trasplante es médicamente imposible, y el tamaño de la lengua de una vaca no cabría en boca humana. Simmons ha comentado divertidísimo muchas veces este rumor, e incluso ha realizado ‘demostraciones’ para que quede claro que lo que le cuelga es don de la naturaleza. Eso sí, en directo, después de tener la sinhueso fuera tanto tiempo, la saliva gotea y gotea…

Hilarante es también el hecho que dio pie a la leyenda urbana de que Ozzy Osbourne, de Black Sabbath, se zampaba murciélagos vivos en plena actuación. El caso es que, dado al espectáculo siniestro y demoníaco, él mismo contó que mientras estaba actuando (en 1982), un espectador lanzó un murciélago vivo al escenario que el cantante creyó de plástico, de modo que, en pleno furor ‘rockanrolero’ se lo metió en la boca y le arrancó la cabeza de cuajo. Al instante notó la sangre y la cabeza del animal moviéndose en su boca… y cayó en la cuenta de lo que pasaba. Rápidamente le llevaron al hospital (a Ozzy, no al murciélago) y le administraron la vacuna contra la rabia. Desde entonces muchos de sus seguidores están convencidos de que decapita un par de quirópteros por concierto, a pesar de que el músico recuerda el episodio con asco…, y humor negro.

Otra bola muy conocida y que en su tiempo mucha gente se tragó es la que sostiene que en 1973 Keith Richards se cambió en una clínica suiza toda su sangre, los cinco litros, para desengancharse de la heroína. El hecho de que haya sido un crápula toda su vida y se haya metido millones de dólares ‘pal’ cuerpo, y aun así siga en aceptable estado de salud, contribuye a sustentar la leyenda. La cosa es que sí fue a un hospital de Suiza a someterse a un proceso de purificación de sangre, pero no de sustitución. Lo mejor del caso es que, cansado de que le preguntaran sobre ello, el guitarrista empezó a reírse del bulo diciendo que sí, que tenía “sangre nuevecita, ¿te gusta cómo me queda?”. Como ocurre a menudo, hubo quien no entendió el chiste, creyó sus palabras al pie de la letra y así lo contó… Y hasta hoy.

Sobre los Beatles hay más de una. La más extendida es la de que Paul murió en accidente y fue sustituido por un doble…, sin que nadie se diera cuenta, ni familiares, amigos, compañeros, médicos. Otra chismorreo sobre el cuarteto denuncia que los cuatro se fumaron unos ‘petas’ de maría en los lavabos del Palacio de Buckingham mientras esperaban a que la reina los recibiera, de manera que cuando comenzó la audiencia estaban más colocaos que el sombrero de Isabel II. Pero aunque el cuento tenga ese punto de rebeldía juvenil, es prácticamente imposible que ocurriera. John, que entonces siempre estaba de broma, es el que declaró que fumaron porros para calmar los nervios, George dijo que fumaron cigarrillos corrientes, y Ringo asegura que no se acuerda, mientas que Paul nunca se ha molestado en desmentir el chisme. Seguramente la prensa oyó que fumaban en el baño y, simplemente, ‘enriquecieron’ la historieta.

Otro disparate que nadie sabe cómo empezó se refiere a Stevie Nicks, de Fleetwood Mac. El asunto va de drogas, por lo que dada la reputación de consumidores compulsivos que tienen las estrellas del rock, no es extraño que haya quien se lo crea a pies juntillas. Resulta que la talentosa cantante y compositora sí trasegaba cocaína sin tiento, tanto que se llegó a decir que había agujereado su tabique nasal y ya no podía esnifar, así que buscó otro sitio por el que meterse el polvo; el delirio llega surge el rumor de que contrató a alguien para que le administrara el asunto por el pandero… Entre indignada y risueña, Stevie desmintió todo hace años, excepto lo de los daños en la nariz.  

Mama Cass Elliot, de The Mamás & The Papas, también es víctima de la mentira desde que murió en 1974 a los 32 años. Cuando fue encontrada muerta, el médico dijo que podía haber estado comiendo y bebiendo en la cama, algo peligroso; pero alguien entendió que había muerto por culpa de un sándwich de jamón…, con lo que se formó la leyenda que había palmado zampando, ahogada por el bocata. Falso, el informe policial especificó que comida y bebida estaban intactas, y que murió por ataque al corazón.

Leyenda sin sentido es la que afirma que hay una sorprendente sincronización entre partes del ‘Dark side of the moon’ de Pink Floyd y piezas musicales de El mago de Oz; y es que, si se buscan, se pueden encontrar sincronizaciones por todas partes. Como tontería es la que dice que Roy Orbison era ciego y por eso llevaba aquellas gafas oscuras siempre; lo cierto es que usaba esas antiparras porque para un concierto olvidó sus gafas corrientes (tenía astigmatismo) y se puso las de sol, que le ayudaron a superar su natural timidez, y desde entonces siempre las usó, no porque fuese ciego.

Lo que sí puede ser cierto es otra de Keith Richards. El muy calavera afirmó haber esnifado las cenizas de su propio padre: “Fue incinerado y no pude resistirme a inhalarlas de un tirón. A mi papá no le habría importado. Me sentó bastante bien, y todavía estoy vivo”, dijo. Claro que suponiendo lo perjudicado que tiene que estar…

Sí, son amantes del exceso y la locura, pero la imaginación de los fans aun más.

CARLOS DEL RIEGO

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