OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 21 de febrero de 2018

EL ESPERPENTO INDEPENDENTISTA DESEMBOCA EN ODIO Y PERJUICIO PARA EL CIUDADANO El fanatismo más disparatado parece haberse adueñado de algunos dirigentes y militantes del catalanismo más supremacista. Así lo indican dos casos relacionados con el idioma, uno en Baleares y otro en Cataluña, ambos muy elocuentes.

Hay que tener mala sangre, ser un malnacido y un imbécil
para escribir tal cosa 


La manipulación de la realidad y el adoctrinamiento (algo así como aquella asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional que se daba en el franquismo) parece nublar la razón de gran parte de políticos y ciudadanos de las regiones españolas donde el catalán se habla tanto como el castellano. Es tal el desvarío que ya se tiene como cosa normal el uso del idioma como elemento de separación, como frontera o como herramienta política; por ejemplo, a nadie sorprende que en Cataluña haya una ley que obliga a rotular los negocios en catalán, o al menos no en castellano, a imitación de otra ley franquista que obligó al Athletic Club de Bilbao a llamarse Atlético de Bilbao. En Baleares se ha promulgado una norma que exige a los médicos un buen manejo del catalán si quieren ser contratados por la administración, mientras que en Cataluña un tipo amenazó de muerte en redes sociales a los padres que exigieran castellano para sus hijos.

Todo parece indicar que los legisladores baleáricos han llegado a la conclusión de que lo importante para dar un buen servicio médico a los ciudadanos no es la formación del galeno, sino si el dominio del idioma cooficial de las islas, es decir, según la norma que pretenden imponer, más vale un médico menos formado pero que se exprese correctamente en catalán antes que otro con un excelente currículo acreditativo pero  castellanoparlante. Así, algunos de los baremos con que se puntúan los méritos a tener en cuenta son desconcertantes, por ejemplo, hablar con total corrección el catalán vale seis puntos, mientras que tener un máster en la mejor universidad de Usa sólo otorga uno; o sea, según esa forma de pensar, lo que conviene al paciente no es que el doctor sea experto y esté a la última en técnicas y tratamientos, sino el idioma en que se expresa. Y todo ello a pesar de que de los cientos de miles de pacientes atendidos en Baleares apenas fueron una o dos docenas los que exigieron que se les comunicara el diagnóstico y tratamiento exclusivamente en catalán…, y que todos, todos, hablan y entienden perfectamente el castellano; eso sí, se sabe de uno que prefirió retrasar su operación casi un año porque el cirujano no era catalanoparlante… Sea como sea, cuando alguien llega a urgencias con un cólico nefrítico o un insoportable y persistente dolor de muelas ¿cuál será su deseo?, ¿que le alivien o que le hablen en catalán? En fin, es perfectamente lícito ser independentista y ansiar la segregación, pero hay que exigir que sea sin quebrar la ley ni perjudicar al ciudadano.

En Cataluña un tronco se dejó escribir en las redes sociales que si por culpa de uno o dos niños hay que dar clases en castellano, mataría a sus padres delante de ellos. Se dio cuenta de la burrada y lo borró, pero ya era tarde, ya había dejado patente lo penetrado que está por el odio más xenófobo y tribal; es lo que ocurre cuando alguien que se siente superior por tener la exclusiva de la verdad absoluta piensa que también tiene derecho a amenazar, despreciar, insultar. Evidentemente, este sujeto está transmitiendo toda esa inquina rabiosa a su hijo (o a los de sus cofrades), tanto con su ejemplo y sus amenazas como, seguro, con su discurso en casa; es decir, está educando en el odio, dando a entender que el odio es una herramienta con la que defender ideas y posiciones. Pero es muy probable que, llegado el momento, cuando el padre le niegue algo, le contradiga o le afee su conducta, el chaval que creció en el odio lo utilice como instrumento para lograr su propósito o imponer su criterio; en otras palabras, el que aprendió a despreciar y odiar desde pequeño recurrirá a esos sentimientos en cuanto las opiniones empiecen a chocar, y los utilizará como armas de ataque contra quien se los enseñó.

Y es que difícilmente los desvaríos y los odios viscerales desembocan en algo positivo. Por último, ¿qué harían los que amenazan en las redes si hubiera en España la misma facilidad que en Usa para conseguir armas de fuego?

CARLOS DEL RIEGO

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