OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 27 de diciembre de 2017

LA PELEA POR EL PODER, HISTÓRICO DEPORTE NACIONAL ESPAÑOL Desde hace siglos, milenios, los españoles han tenido a otros españoles como principales enemigos, siendo el poder sobre un territorio (grande o pequeño, aquí o allí) su gran objetivo y el principal motivo de la eterna lucha

La lucha entre españoles es habitual desde la Prehistoria, como demuestra esta pintura rupestre levantina de hace alrededor de 8.000 años (Abrigo de Les Dogues)

Se atribuye al prusiano Otto von Bismarck la frase “España es el país más fuerte del mundo, pues los españoles llevan siglos intentando destruirla sin conseguirlo”; en realidad esta reflexión parece más apócrifa que otra cosa y de ningún modo existe constancia de que el canciller la expresara, sin embargo, este pensamiento se ajusta a la perfección con el ser de muchos, muchísimos españoles que han protagonizado la larga y agitada historia de este país; y casi siempre, el deseo de poder, el ansia de mandar sobre un espacio y unas gentes han sido la causa que ha motivado a los que han desafiado a las autoridades para situarse como amos y señores.

Basta con echar un vistazo superficial a la biografía de España para encontrarse con que gran parte de sus naturales no han dejado de darse mamporros entre ellos desde la Edad de Piedra; y así lo demuestran las pinturas prehistóricas del arco mediterráneo español. Saltando en el tiempo se llega a la época de los godos, cuya estancia en Hispania es sinónimo de combate permanente, con traiciones infinitas y una única meta, la corona, el cetro, el poder; asimismo se puede recordar que la etapa de los visigodos en España terminó con la traición del conde don Julián que, contrariado por no haber recibido los privilegios, las tierras, los títulos y honores de los que se sentía acreedor, prefirió la entrega de todo el reino antes que verlo en manos ‘enemigas’. Después, además de la guerra continua contra los musulmanes, los incipientes reinos cristianos siempre encontraban motivos para darse de palos.  

En la conquista de América los españoles estuvieron zurrándose, conspirando y matándose entre ellos casi continuamente. Durante la peripecia de Hernán Cortés se produjeron varias sublevaciones y enfrentamientos, alguno de los cuales es muy elocuente: Cortés envió a Cristóbal de Olí, uno de sus capitanes, a explorar y poblar una zona, pero al poco éste se levantó y se adjudicó las nuevas tierras, así que el conquistador de México mandó a otro de sus lugartenientes para sofocar la rebelión, pero al llegar la expedición de castigo no encontró al díscolo, pues éste, a su vez, había ido a sofocar otra revuelta, otro alzamiento protagonizado por uno de sus segundos… En todo caso, los combates entre españoles eran encarnizados, tanto que, tras uno de ellos, quedaron tan pocos supervivientes de ambos bandos que los indios no tuvieron problema en liquidarlos a todos. La otra gran figura de la conquista, Francisco Pizarro, hubo de luchar contra sus compatriotas casi tanto como contra los incas; Almagro y sus partidarios pelearon contra los Pizarro varias veces, hasta que Francisco lo derrotó y lo ejecutó…, cosa que los alamagristas vengaron presentándose en casa del conquistador de Perú y metiéndole no menos de veinte estocadas entre pecho y espalda.

Siguiendo en la América hispana, menos de tres siglos después, los españoles nacidos allí, los criollos, acariciaban la idea de hacerse con el control total de los prometedores territorios, con lo que llegó un momento en que dieron el paso de sacudirse las leyes y la autoridad de la metrópoli y hacerse con el poder. De este modo podrían manejar todo a su antojo y sin la obligación de rendir cuentas; lo curioso es que, a pesar de sus proclamas, jamás contaron con la voluntad de los indígenas (que confiaban mucho más en los organismos españoles que en las autoridades locales), quienes veían la cosa como un enfrentamiento entre españoles, algo ajeno a ellos y sus problemas. En fin, los criollos emprendieron la guerra por el mando y terminaron ganando. Lo malo es que esa cultura de motín, sublevación, revolución, guerra y violencia se ha mantenido hasta hoy: basta echar un vistazo a la historia de cada uno de los países que entonces surgieron. Sí, desde el primer desembarco en Tierra Firme, la historia de Iberoamérica es una sucesión de cuchilladas y traiciones entre españoles y sus descendientes por ser los señores de una parcela de la nueva tierra.

Pero en la vieja España la cosa no era distinta. La Guerra de las Comunidades (lo de los comuneros de Castilla) tuvo un origen económico, aunque también fue un intento de las aristocracias urbanas por mantener privilegios y poderes medievales. La Guerra de Sucesión enfrentó a dos pretendientes a la corona española, lo que llevó a sangrientas batallas entre españoles (ayudados por franceses, ingleses, holandeses…). Los ‘pronunciamientos’ masónicos contra Fernando VII: Lacy, Porlier, el Triángulo o Rafael del Riego…, todo en pos del poder y todo cien por cien a la española. Las Guerras Carlistas dieron lugar a sangrientas batallas, asesinatos y ejecuciones masivas, todo protagonizado exclusivamente por españoles y dirigido por jefes que aspiraban a cuotas de poder si ganaba su pretendiente (Carlos o Isabel). Durante la Primera República Española se produjo uno de los levantamientos más chuscos de la Historia, la revolución cantonal, que llevó al clímax más disparatado de la lucha por el poder; se proclamaron independientes los cantones de Almería, Sevilla, Salamanca…, y claro, el de Cartagena; de este modo, muchos se hicieron la ilusión de que, así, tendrían un trozo de tierra que señorear, un sitio donde ser los amos. La Segunda República y la Guerra Civil son otras evidencias del impulso de lucha fratricida y a garrotazos que los españoles parecen llevar en los genes.

Y todo esto fijándose sólo en lo que tiene mayor relieve histórico, o sea, sin detenerse en los infinitos motines, sargentadas, cuarteladas, pronunciamientos y sublevaciones de toda clase que siempre tuvieron la obtención del mando (mucho o poco) como objetivo y a otros españoles como enemigos. Sí, en este viejo territorio nunca han faltado las peleas familiares, las guerras por ser el jefe, los enfrentamientos entre los que se creyeron poco menos que los dueños de su parcelita.

Ahora, como el país llevaba mucho tiempo sin gresca general, han aparecido los que, a imagen de muchísimos españoles de los últimos dos milenios, están dispuestos a todo para lograr un territorio donde mandar y ser obedecido. Es curioso, muchos de los que quieren dejar de ser españoles y afirmar no sentirse tal, en realidad están reproduciendo uno de los ‘tics’ más típicamente españoles, una de las características que define el ser español, que es eso de pelearse con los vecinos para ser el mandamás.   

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 20 de diciembre de 2017

LOS CENSORES DE LA CORRECCIÓN POLÍTICA Entre el vociferante y absorbente asunto de Cataluña se diluyen noticias o sucedidos que tienen gran interés, al menos tanto como el pelmazo procés. Una ‘cosilla’ que ha pasado casi inadvertida es la polémica foto del futbolista Griezmann en las redes sociales

Disfrazarse de Globetrotter con la piel blanca sí que
sería una burla

El caso es sencillo: el delantero francés del Atlético de Madrid se fotografió vestido de jugador de los Harlem Globetrotters (de los que se declara admirador), y como quiera que este peculiar equipo está integrado exclusivamente por hombres de raza negra, Giezmann se tiznó todo el cuerpo y se colocó la típica peluca… Tal fue el océano de indignación que causó entre los campeones de la corrección política que el futbolista quitó la foto y se disculpó: ganaron los nuevos inquisidores, los guardianes de las buenas costumbres, los únicos que saben del bien y del mal.

La cosa no deja de tener su gracia. ¿Alguien se imagina un base o un pívot blanco en ese equipo? No, y por otro lado, nadie diría por eso que son racistas. Es más, seguro que a ninguno de los Trotamundos de Harlem les parecerá mal o considerarán racista que un blanco se pinte de negro para parecerse precisamente a ellos; no se tiene noticia de que hayan publicado una nota de protesta. Asimismo, escudriñando comentarios en las redes no aparece nadie que se identifique como hombre de raza negra protestando y manifestando su indignación por la foto, o sea, ninguno de los opinadores se presenta como directamente ofendido. De esto se deduce que existen criaturas a la búsqueda de motivos para indignarse, gentes que llegan a tal arrebato de buenismo (que no es lo mismo que bondad) y de corrección política que terminan viendo terribles ofensas racistas donde no hay más que… molinos. Aunque ocurrió hace unos diez años, puede recordarse un caso muy parecido: el equipo español de baloncesto jugaba en China y, sin la mínima malicia, sus integrantes se hicieron una foto en la que hacían el típico gesto para que los ojos parecieran rasgados como los de la mayoría de los asiáticos; entonces saltó la legión de virtuosos y puritanos para apedrear a los desconcertados jugadores con epítetos que iban de racista para arriba; a raíz del revuelo, varios medios de comunicación hablaron directamente con chinos, tanto en España como en China, y todos, todos, señalaron que eso siempre les hacía mucha gracia y que de ninguna manera entendían el gesto como un insulto racista. En definitiva, parece un despropósito, un sinsentido que los aludidos por las fotos supuestamente ofensivas las vean con simpatía o ni siquiera les hagan caso, mientras hay quienes se adjudican su representación, se indignan en su lugar e inician la guerra de descalificaciones e insultos en la red.

Estos hombres y mujeres son como censores, como inquisidores que persiguen al hereje que altera la corrección política y contradice su visión de la realidad; de este modo, se  otorgan el papel de dictadores del uso de la palabra y de la imagen y, evidentemente, señalan a quien se sale de su realidad, que es la única que admiten. Y todo ello pasando por encima del verdadero sentir de los mencionados e imitados…, cosa que da igual: el inquisidor dice que pintarse de negro o poner ojos de chino es racista y no importa lo que digan los hombres de raza negra o asiática, en absoluto, lo único que conviene a la sociedad es pensar, hablar y actuar como el inquisidor ordena.

Con tales formas de entender la realidad es fácil caer en el más bochornoso de los ridículos: No hace mucho un reportero en una cadena radio daba una noticia que se refería a un hombre “afroamericano”, a pesar de que el tal era francés de, eso sí, padres marfileños. Y en una serie de televisión una chica blanca le dice a su compañero negro: “podemos hacer un arroz negro…, huy perdón”. ¡Qué despiste!, tendría que haber propuesto hacer un arroz afroamericano.

Lo malo es que, ante la posibilidad de quedar como racista por la foto del futbolista que admira a los Trotamundos de Harlem y se disfraza como uno de ellos, muchas personas optan por callarse o sumarse a la acusación aunque no la crean razonable. Y esto equivale a dar legitimidad a los nuevos inquisidores, vigilantes de palabras, gestos, poses, imágenes. En fin, estas personas pretenden ser los que examinan, los que califican, los que reparten carnets de buenos y malos, los que sentencien qué sentido tienen las palabras, cuáles utilizar y cuáles desterrar, o qué fotos son intolerables.

Los que quieren imponer su realidad, los que dictan cómo hablar y cómo disfrazarse se ven, en realidad, como auténticos quijotes que buscan “desfacer entuertos”, pero no se dan cuenta de que los gigantes contra los que creen combatir son inofensivos molinos.

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 17 de diciembre de 2017

REFLEXIONES SOBRE LA MALDAD EN CLAVE DE ROCK & ROLL Aunque todo el mundo se comporta de modo canallesco a veces, son pocos los individuos que pueden calificarse como absoluta y esencialmente malos, pero cuando aparecen… El rock & roll también ha reflexionado sobre la maldad

Metallica convirtieron en rock un cuento de Hoffman dedicado a una especie de hombre del saco a la alemana en 'Enter Sandman'

Nadie es perfecto, cierto, todo homo sapiens se vuelve vil, cruel, dañino muchas veces a lo largo de su vida; ocasionalmente, pero así es. Sin embargo, por suerte, son menos quienes ejercer la maldad con gusto y con total desprecio hacia sus víctimas. La historia contiene una amplia lista de seres despreciables que se llevaron la vida de sus semejantes sin el mínimo remordimiento. Últimamente se han producido en España dos sucesos sangrientos y cobardes protagonizados por dos sujetos sanguinarios y cobardes (el que reventó la cabeza por la espalda a otro y el que en su huida iba matando a todo el que se le ponía delante); son dos ejemplares de mamíferos bípedos con todo su ser invadido por la maldad absoluta. El rock & roll, como reflejo de todo lo que al individuo se refiere, no podía dejar de tratar este asunto de la perversidad, dando como resultado algunas excelentes canciones; de hecho, hay cientos de títulos y letras que dan vueltas en torno a tan humano defecto.   

El malvado por excelencia es, claro, el jefe de las calderas de Pedro Botero, a quien no pocos grupos de metal suelen mencionar. Además, Rolling Stones regalaron en 1968 su hipnótica ‘Sympathy fort he Devil’ (lástima, compasión, piedad por el Diablo). Esta pieza extensa, complicada y con letra larga y explícita molestó a muchos por hablar abiertamente de malos y de maldad; inspirada en poetas y autores de oscura biografía y obra (Baudelaire), se refiere al Diablo, que es el maestro de ceremonias que narra y que se pasa la vida “robando almas”; así, asegura que acompaña a Cristo cuando Pilatos se lava y lo condena, y señala a las guerras y revoluciones como generadoras de maldad, a los asesinatos y magnicidios como efectos de la condición humana (todo ello con datos para identificar cada hecho)…; y siempre, en todos esos actos de vileza, él, el demonio siempre está presente. La atmósfera que se respira a lo largo de todo el tema es tribal, primitiva, con gritos, cambios de voz y sonidos inquietantes. Sí, el viejo Jagger se presenta aquí más diabólico que nunca…, aunque sin perder su elegancia británica: “llámame Lucifer (…) si me encuentras sé cortés, clemente y educado (…) o haré que se te pudra el alma”. ¿Está claro?

Malo malísimo es el personaje que Metallica insinúa en su ‘Enter Sandman’ (1991). El tema está basado en el cuento ‘Der Sandman’ (El hombre de arena), del autor romántico alemán E.T.A. Hoffman; el personaje al que se refiere es un equivalente al hombre del saco, aunque este ‘sacamantecas’ germano arroja arena a los ojos de los niños y se los lleva de comida a sus hijos. Metallica hizo la canción como el que da consejos al niño a la hora de acostarse “reza tus oraciones (…) mantente libre de pecado hasta que venga el Hombre de Arena”; a continuación señala la pura maldad: “no soñarás con Bancanieves, sino tendrás sueños de guerra, de mentirosos, de fuego”, y termina con un inquietante “no te preocupes por el ruido, sólo es el monstruo bajo tu cama”…, como queriendo decir que la perversión y la inmoralidad siempre están cerca de la persona. Como cabe esperar, las gruesas y poderosas guitarras, el ritmo y las voces encajan a la perfección con la intención del texto.     

‘Career of evil’ (1974) de los fabulosos Blue Öyster Cult también tira del heavy metal más sólido para hablar del mal. La letra es de Patti Smith y trata de un tío endiablado, perfectamente perverso y sin ningún límite ético o moral, como queda claro en los versos: “quiero que tu mujer sea mía esta noche (…) quiero robar y no me disculparé (…) es mi carrera de maldad (…) me gustaría tomar tu cerebro (…) me gustaría tomar a tu hija en un camino de tierra”. Evocador y muy a la clásica es el ambiente que crean, sobre todo la guitarra y el órgano, que hoy parecen casi de terciopelo pero que, entonces, resultaban demoledores. Siempre es gratificante recordar a esta banda.

Los terroríficamente divertidos The Cramps cantaron varias veces a estos asuntos de la malicia, aunque jamás abandonaron el tono humorístico y sarcástico. Entre sus títulos más recordados está el ‘Goo goo muck’ (1981), que aunque no sea de cosecha propia, ya se asocia a la singular banda californiana. Sus frases dan impresión de ser una seria amenaza: “Cuando se pone el sol me convierto en porquería pegajosa, (…) soy un cazador de cabezas que busca en la noche (…) sí, la ciudad es una selva y yo soy una bestia”, sin embargo, la bestia de la que habla es un adolescente en busca de ligues…, o sea, la cosa no va más allá del exceso de hormonas juveniles y poco tiene que ver verdaderas ganas de hacer daño. Su instrumentación esquemática (sin bajo) y la voz profunda e inquietante de Lux Interior redondean una canción que, sin duda, es sólo rock & roll.

No dejaron los imprescindibles Ramones de reflejar la maldad en temas como ‘Chainsaw’ (1976). El cuarteto se inspiró más de una vez en películas de terror y serie B, en este caso en la aquí se tituló ‘La matanza de Texas’, una peli en la que la maldad y el sadismo alcanzan cimas delirantes. El chirriante y aterrador sonido de la sierra de cadena se mezcla con la chisporroteante guitarra para conseguir un efecto devastador…, como si el horroroso ‘Cara de cuero’ te persiguiera con la motosierra pidiendo sangre. El texto, como habitualmente en Ramones, no da mucho de sí, y apenas hay insinuaciones, todo lo más: “tú nunca te irás de aquí (…) la matanza de la sierra de cadena de Texas (…) se llevaron a mi chica, pero tú nunca te irás de aquí”. No tiene gran cosa, cierto, pero su fuerte era el todo final, y no se paraban mucho en las letras, al menos al comienzo (hay que tener en cuenta que todo el álbum se grabó en una semana y costó unos seis mil pavos). La canción va de malísimos, sin embargo, los neoyorquinos lo presentan como una maldad en clave punk, simplona e irreverente, pero también ingenua.

Hay veces que hay que poner un poco de distancia para no dejarse llevar. Para eso, el R & R es ideal.

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 13 de diciembre de 2017

CÓMO PIERDEN EL TIEMPO LOS POLÍTICOS EN EL CONGRESO. La opinión que la mayoría de la población tiene de los políticos es mala, pero es que los profesionales de esta actividad no pierden ocasión de dar argumentos y motivos para apoyar aquella opinión: en el Parlamento de España se pierde el tiempo miserablemente.

El Congreso en España se ha convertido en una carpa de circo en donde lo que único que importa a muchos diputados es llamar la atención, salir en la foto.

En los últimos días (12-XII-17) los políticos que pueblan el Congreso español han malgastado el tiempo (que cobran a precio de oro) en cuestiones que no son, ni de lejos, las más importantes ni las más urgentes de las que preocupan al ciudadano. Pero es que, además, los profesionales del poder (cuyo principal objetivo es no bajarse del carro cueste lo que cueste) se han enzarzado en plantear leyes y proposiciones que pueden entenderse como contradictorias, incoherentes.  

Como si el país no estuviera amenazado por asuntos muy graves, las gentes encargadas de regular y legislar dedicaron tiempo a una propuesta para cambiar el nombre del Congreso de los Diputados, denominación que algunos-as entienden machista, ya que, explican, también hay diputadas; así, se propone que sea simplemente el Congreso, sin más. ¡Menos mal que hay quien se ocupa de las cosas trascendentes, menos mal que aquello que más preocupa a la ciudadanía se tiene en cuenta en el núcleo de la democracia española! Todo el mundo estará más tranquilo, puesto que si esto se resuelve convenientemente se habrá terminado con un problema que tiene obsesionada a la gran mayoría de la población… Ese tiempo, esas energías que se han gastado en simpleza semejante se podrían haber utilizado en pensar, debatir y buscar soluciones a alguno de los verdaderos problemas que tiene España, por ejemplo al tremendo atolladero demográfico en que se ha metido; y es que también se han difundido las cifras de nacimientos y muertes, y nuevamente son muchos más los que se van que los que llegan, situación que conduce a un auténtico desastre poblacional y, claro, social. Así, ¿qué es más urgente y trascendental, el nombre del Congreso o la pérdida continua de habitantes? Para gran parte de los que viven de la política hay que atender a los nombres de las cosas antes que alentar, subvencionar, facilitar la natalidad y buscar el modo de no perder más y más habitantes. 

Pero hay otros asuntos que, sin tener la mínima presencia en la lista de preocupaciones de la sociedad española, no sólo se llevaron también tiempo, ganas y fuerzas en el Congreso de los Diputados (de momento ese es su nombre oficial) sino que pueden llegar a ser contradictorios y moralmente cuestionables. Por un lado está la resolución de que las mascotas han de tener consideración de seres vivos y no de cosas (¿es que alguien lo dudaba?) y que deben ser tenidos en cuenta cuando se produzca una separación de pareja, de  modo que su custodia pueda ser compartida, y no pueden ser embargados (¿quién querría embargar un animal para tener la obligación de cuidarlo?); tremendo asunto que, al parecer, está entre lo más importante y urgente para la ciudadanía. Y por otro lado se propuso que las chicas de 16 años puedan ir a abortar sin el conocimiento de sus padres; es asombroso que a esa edad no se pueda votar, ni abrir una cuenta o sacar dinero del banco sin la presencia de papá o mamá, ni hacerse un tatuaje sin permiso de padre o madre, o que sin el papelito firmado no se pueda siquiera ir a la excursión del colegio… Sin embargo, gran parte de los miembros de la cámara exigen que a esa edad la niña pueda tomar una decisión que, sin duda, le resultará traumática y le afectará profundamente; ¿de verdad piensan sus señorías que una chiquilla de 16 puede ir sola a que le practiquen una operación, sea la que sea?, ¿mejor acompañada sólo por sus amigas?, y si se rompe una pierna ¿iría ella sola al hospital sin avisar o llamaría a sus padres?, ¿es más importante poner la escayola o una intervención para extraerle un ser vivo, algo que, sin duda, le dejará cicatriz para el resto de su vida? 

Sin entrar en el problema moral de acabar con la vida de un ser vivo de la especie humana, que es lo que en realidad ocurre cuando se practica un aborto, deja descolocado que los que ‘trabajan’ en el Parlamento estén más preocupados por el bienestar de perros y gatos que por la salud mental y física de muchachas de 16 años.
Es evidente que los encargados de legislar pierden mucho tiempo en cosas innecesarias y que no preocupan lo más mínimo al conjunto de los españoles. Y también lo es que, enredados en ‘gilichorradas’ y simplezas, descuidan otros problemas acuciantes, como el mencionado de la demografía o los que causan alarma social. Por ejemplo el caso del prehomínido que, si todo es como parece, mató a palos a un hombre por llevar la bandera española en los tirantes (este odio criminal a los símbolos nacionales sólo existe en España), un pervertido que ya había dejado tetrapléjico a una persona a pedradas, barbaridad por la que sólo pasó cinco años en la cárcel; esto es lo que debiera centrar la atención de los representantes políticos: evitar que las hienas rabiosas con delitos tan graves vuelvan a la calle a buscar víctimas, pues cada día que semejantes bestias estén libres se dedicarán a buscar a quién condenar a muerte o a una silla de ruedas.

Pero no, decenas de paniaguados con privilegiado sueldo público atienden a las mascotas y a los nombres de las cosas antes que preocuparse por la salud de las adolescentes y la integridad física de los ciudadanos.   

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 10 de diciembre de 2017

MEMECES DE ESTRELLAS DEL ROCK VENIDAS A MENOS. Son de esperar, y casi siempre resultan divertidas, las excentricidades de la estrella del rock, sin embargo, a veces alguno se sienten tan henchido de espíritu mesiánico, de vocación redentora, que la cosa pierde la gracia. Eso sí, hay excepciones.

Johnny Rotten, el que fuera deslenguado solista de Sex Pistols, se ofrece para participar en el acomodaticio festival de Eurovisión. Vivir para ver.

Uno de los privilegios que tienen las estrellas del rock es que se permiten decir y hacer grandes estupideces y aun así no perder seguidores. Algunos que ya no tienen el peso informativo que tuvieron parecen obsesionados por mantenerse en portadas y titulares como si aun fueran los dueños de las listas; pero sus buenos tiempos han pasado y ya no pueden presentar méritos artísticos, así que se dedican a lanzar opiniones incendiarias o insultantes contra todo lo que les parece. De este modo también se hacen notar cuando publican disco. Y, por otro lado, también están los que, apartados de la ‘titularidad’, de vez en cuando encuentran el modo de ‘reaparecer’, aunque sea del modo más chusco.

Entre los que no pierden ocasión de demostrar su frustración y permanente insatisfacción consigo mismo y con el resto del género humano está Morrisey, propietario de un ego desmesurado y un pensamiento sectario. Es conocido que odia a muerte todo aquello que no le gusta y a todos los que no comparten sus opiniones. Entre estos últimos están quienes no son tan animalistas como él, por lo que de vez en cuando embiste como morlaco ante una muleta. Hace unos años corneó a Canadá y su gobierno por permitir la caza de focas…, y le contestaron en su propio lenguaje llamándole ‘gilipollas, ignorante y populista’, y le explicaron que sin la caza la población de focas se dispararía (ya hay superpoblación), además de que esa reguladísima industria da trabajo a miles de familias. La última de este dudoso y engreído cantante (al que corresponden no pocos méritos artísticos… en otro tiempo) es la defensa que ha hecho de algunos de los abusadores, acosadores y violadores de Hollywood; concretamente dijo que “si un chaval de 14 años se queda sólo en una habitación con Kevin Spacey es que sabe qué va a pasar”, y no contento con tamaña barbaridad, añadió que las denuncias contra el productor Harvey Weinstein proceden “de actrices a las que no les ha ido bien en sus carreras” y que “si hoy fueran estrellas no dirían nada”. Como puede deducirse, el muy imbécil culpa a las víctimas y disculpa a los agresores. No es extraño que algunos de sus colegas le hayan dicho de todo en las redes sociales. En todo caso, seguro que no pasa mucho antes de que el ex Smiths vuelva a proclamar su inmensa necedad.

Roger Waters, en otro tiempo genial autor de algunos de los mejores títulos de la historia del rock al frente de Pink Floyd, es otro personaje dado al exceso verbal y la hipocresía más flagrante. Millonario que vive como tal (su deslumbrante mansión en el lugar más caro de USA lo demuestra), gusta de presentarse como un anticapitalista combativo y de rancia verborrea. Una de sus últimas salidas de tono ha sido despreciar e insultar a algunos de sus colegas que han actuado recientemente en Israel, como Radiohead o Nick Cave, quien después de participar en el complot antiisraelí durante años desafió las presiones de Waters y la agrupación BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones). Lo curioso es que el ex Pink Floyd ha sido boicoteado por una importante cadena de televisiones y radios de Alemania; al parecer, iban a retransmitir sus conciertos el año próximo en dicho país, pero han cancelado el compromiso acusándole de antisemita y de proferir “graves acusaciones contra los judíos”. Sea como sea, parece tonto pretender castigar a todo un país a causa de las acciones de su gobierno; es como si el músico británico, enconado y rabioso detractor de Trump, anunciara su renuncia a actuar en Usa mientras ese fuera su presidente…, cosa que ni se le pasa por la cabeza. Con esta actitud  Roger Waters deja otra vez constancia de su pensamiento dogmático y sectario, pues insulta y menosprecia a los colegas que tienen opiniones contrarias, es decir, exige libertad de expresión para levantar la voz contra Israel pero censura y no soporta que sus compañeros de profesión tengan otras opiniones.

A lado de cuestiones tan ‘profundas y trascendentes’ como esas, lo de Johnnny Rotten es cosa de mofa, befa y cuchufleta. Resulta que el que fuera solista de Sex Pistols se ha ofrecido a sí mismo pare representar a Irlanda en el festival de Eurovisión. Vivir para ver. ¿Quién hubiera sospechado que todo un icono de la música más soez, ordinaria, antisistema y combativa se presentara voluntario para tomar parte en el concurso más tradicionalista, conformista y mercantilista? En su día gritó contra la reina y el régimen británico, animó a la anarquía y se dijo el ‘anticristo’, y ahora está deseando codearse con los cantantes más remilgados y los shows más ordinarios en un entorno vulgar, grosero y, a la vez, políticamente correcto: “Sería un honor para mí”, dijo. Aunque, pensándolo bien, la cosa tendría su gracia.

Las escandalosas meteduras de pata de los dos primeros y el vergonzante ofrecimiento del tercero confluyen en una cosa: el ridículo. Resulta difícil imaginar al verdadero gran artista cayendo en el esperpento de un modo tan basto, tan zafio. David Bowie, por ejemplo, que hizo mucho más por los demás que aquellos dos y jamás se arrastró como el otro, nunca hubiera caído en tan grandilocuentes necedades. Como tampoco el recién fallecido rockero francés Johnny Halliday, bebedor pendenciero, mujeriego infatigable y amigo del exceso.  

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 6 de diciembre de 2017

‘MEMORIA HISTÓRICA’: PURA DISCRIMINACIÓN. ¡Y siguen insistiendo en utilizar los sucesos de hace décadas como arma política! Ahora el Psoe propone una ley que reforme la actual de la Memoria Histórica con ideas y propuestas sectarias y muy alejadas de los verdaderos problemas que tiene España.

Muñoz Seca fue tan asesinado como Lorca, por los mismos motivos y por el mismo tipo de gente, pero la 'memoria' sólo se acuerda del granadino

Antes de nada hay que señalar que esas dos palabras, memoria e historia, son incompatibles, pues la memoria es de cada uno, es subjetiva, interpretativa, parcial y sujeta a equivocación, mientras que la Historia tiene que ser imparcial y ceñirse a hechos comprobados o basarse en lo que se conoce; además, con esos términos se alude sólo a la época del franquismo, dando a entender que la Historia, toda la Historia, contiene solamente esa etapa; por último, esa ‘memoria’ no recuerda más que a los represaliados de un bando y se olvida a los del otro, es decir, es una memoria frágil y poco fiable.  

El Psoe (al menos una gran parte de sus estructuras) ha demostrado que la elección de un hombre tan simple y escaso de luces como Zapatero como secretario general no fue un accidente. Ahora, sus sucesores, dando a entender que tienen poco o nada que aportar para mejorar la situación de los ciudadanos y resolver los numerosos problemas del país, han llegado a la conclusión de que todo se solucionará anulando los juicios de los años del franquismo (¿todos?, ¿incluso los de robo y asesinato?; y ya puestos ¿por qué no los de la época de Fernando VII?); que se acabará con el paro sacando los huesos de Franco y José Antonio Primo de Rivera del Valle de los Caídos (el primero dejó escrito que no quería ser enterrado allí, con lo que esta ley cumplirá su voluntad; y el segundo fue fusilado mucho antes de planearse el monumento); e igualmente, las cuestiones territoriales, hospitalarias, de pobreza, de violencia sexista…, todo acabará cuando se ponga en marcha la idea de formar una ‘comisión de la verdad’, que seguramente estaría integrada por auténticos catedráticos en ‘verdadofilia’ y acreditados especialistas en ‘verdadología’, los cuales serán los encargados de determinar quién fue vilmente asesinado y quién fue sólo una baja o un daño colateral…, además de asumir el reparto de los carnets de buenos y malos. En fin, lo único razonable, justo y deseable que se dice en ese proyecto es que el Estado se ocupe de desenterrar a todos los que yacen en cunetas y fosas comunes…, pero a todos de verdad.

Algo que ya no sorprende es que en esas propuestas no se diga ni una sola palabra de las víctimas del otro bando, la mayoría de las cuales fueron tan asesinadas como ‘las suyas’ (las únicas que les merecen atención), y por idénticos motivos. Un buen ejemplo es el del dramaturgo Pedro Muñoz Seca, que fue tan asesinado como Federico García Lorca pero al que, a diferencia de éste, jamás se refieren los que sólo lamentan la sangre vertida hacia un lado y se quedan fríos ante la que cae hacia el otro. Sin embargo, tanto uno como otro fueron fusilados por el mismo tipo de gente y por idéntico motivo: por ser quienes eran, acusados de crímenes tan terribles como tener ideas monárquicas y católicas o por ser homosexual y funcionario de la república. Es inconcebible que la ‘memoria’ de don Pedro no tenga cabida en la ‘memoria histórica’, algo que contrasta con el hecho de que los que claman por la ‘memoria’ siempre tienen palabras elogiosas para un tipo tan abyecto como Rafael Alberti (pudo salvar a su colega Muñoz Seca, pero “ni quiero ni puedo”, dijo), el cual loó a Stalin con verdadera devoción y animaba a liquidar gente…, a pesar de lo cual es continuamente recordado, aplaudido, santificado. Igual que Marcos Ana, que se presentaba y era recibido por la ‘memoria’ como gran símbolo de la resistencia cuando, en realidad, había sido condenado a muerte por asesinato probado (él ni siquiera lo negó, sino que se justificó con que entonces tenía 17 años), pena que fue conmutada por la de cárcel al tenerse en cuenta que era menor cuando perpetró sus crímenes; el caso es que, por difícil de creer que sea, los de la ‘memoria’ olvidaron aquellos fusilamientos ‘de nada’ para presentarlo como un intachable ‘preso político’. Y lo mismo se puede decir de las calles dedicadas a gente dada a la violencia como Durruti mientras se expulsa del callejero a diputados electos y asesinados como Calvo Sotelo, al que se tilda de franquista a pesar de haber sido tiroteado antes de que existiera el franquismo.

Es incomprensible e indignante que la ‘memoria’ sólo recuerde y muestre solidaridad y empatía con unas víctimas y no con otras, y ello a pesar de haber sido todas asesinadas del mismo modo y por elementos con idéntico pensamiento: el totalitario. Nada justifica un asesinato, de modo que matar opositores por el simple hecho de serlo es igual de vil se haga en nombre de esta idea o de su contraria. Pero si la ‘memoria histórica’ solamente se siente cercana y recuerda a los muertos de aquí a la vez que ignora los muertos de allí, está cayendo exactamente en aquello que pretende denunciar.  

No es cuestión de lanzarse mutuamente los muertos del pasado como si fueran bombas, ni tampoco justificar los unos con los otros. Para acercarse a la Historia, para entenderla de verdad es preciso llegar a ella desapasionadamente, rigurosamente, y para ello hay que procurar mirarla del modo más desideologizado posible. En caso contrario todo se verá del color del prejuicio político que se tenga, con lo que la sangre de unos exigirá  justicia a voces mientras que la de otros se verá con indiferencia.

En fin, con proyectos como el que presenta el mencionado partido puede decirse que, seguro, pronto se acabarán los problemas de España… En todo caso, recurrir continuamente, una y otra vez  a Franco se ve ya como una burda y descarada maniobra política más.

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 3 de diciembre de 2017

TONY LUZ Y LA DORADA EPÓCA DE LOS PEKENIKES . El reciente fallecimiento de Tony Luz obliga a revisar los títulos imperecederos de Los Pekenikes y echar un vistazo a aquellos años, que para la música pop y rock fueron verdaderamente maravillosos.

Los Pekenikes, con el recientemente fallecido Tony Luz (izquierda), en una típica foto promocional de los sesenta.

Es un tanto injusto que sólo se vuelva la vista a sus años dorados cuando la muerte o la desgracia se abate sobre un artista, cosa que suele suceder cuando el que acaba de pasar es un músico; de hecho, cuando falleció el líder de Los Pekenikes, el gran Alfonso Sainz, también se recuperaron algunas de sus extraordinarias composiciones…, aunque solamente por parte de quienes estaban allí en aquellos inolvidables años o quienes algo después conocieron a tan extraordinario y tan injustamente olvidado grupo.

Quienes nacieron para el rock & roll en los últimos años sesenta recordarán lo extraordinariamente difícil que era en aquella España escuchar música de esos géneros. Los Beatles apenas eran algo más que un nombre, pues sus clamorosos éxitos mundiales no se escuchaban casi nunca, salvo los suertudos que tenían un tío que viajaba; además, muy pocos tenían tocadiscos, muchos menos los que tenían para comprar discos y muchísimos menos los que compraban’ ese ruido’. Por otro lado, las canciones de los ingleses sonaban más a través de las adaptaciones que hacían los más avanzados grupos españoles del momento que en su versión original.

El caso es que había programas musicales en televisión (en la única que existía) los sábados por la noche, y de vez en cuando, muy de vez en cuando, aparecían grupos como Los Pekenikes. Para muchos españolitos que acababan de dejar la niñez y que empezaban a tener interés por la música, lo que se escuchaba en la radio, en esos programas sabatinos o en las fiestas no encajaba con sus gustos e inquietudes; así la copla más o menos aflamencada, los géneros como el bolero y otros de origen hispanoamericano, la zarzuela o el pasodoble…, que eran lo más popular, no sólo no llamaba la atención a gran parte de la chavalada, sino que todo eso les parecía de otro tiempo, sobre todo al empezar a conocer las nuevas ideas que, en el terreno de la música joven, acababan de aparecer y se empezaban a extender. Por eso, cuando en alguno de aquellos folclóricos y pintorescos programas ‘de variedades’ que emitían los sábados aparecía un grupo de pop o rock, algunos adolescentes inquietos  abrían sus ojo y orejas como si estuvieran ante la nueva maravilla…

Así, imposible olvidar cuando en la pantalla en blanco y negro, e imagen algo difusa, aparecían grupos como Los Pekenikes (no hace falta enumerar la lista de fantásticas bandas contemporáneas), con esa elegancia y cristalino sonido, con era pureza de líneas instrumentales y unas deliciosas melodías que atrapaban sin remedio. Fueron no pocos los españolitos que al verlos sintieron algo así como una revelación: esa era la música que les gustaba, eso era lo que querían escuchar, eso era lo que encendía su pasión, y no los pasodobles toreros, las folclóricas o los cantantes melódico-románticos. Ahí comenzó todo para gran parte de los que entonces estaban en su primerísima juventud y que, hoy, viven el rock & roll y, de vez en cuando, recuerdan con nostalgia aquellos intensísimos sentimientos que los invadieron cuando vieron y escucharon por vez primera a Los Pekenikes. Y a los otros.  
   
Tony Luz no tuvo tanta relevancia en esa banda como Alfonso Sainz o su hermano Lucas, pero bien merece la pena recordar a todos aquellos primeros héroes del rock español; y no es por melancolía patriótica ni nada parecido, sino por su valía artística, por atreverse con ese nuevo espíritu musical y por el impulso que dieron en España a la cultura del rock; así, uno puede escuchar hoy excelencias como ‘Hilo de seda’, ‘Embustero y bailarín’ o ‘Cerca de las estrellas’ (por no extenderse mucho) y afirmar, sin el menor temor a equivocarse, que se trata de grandes canciones, originales y con personalidad, y ejecutadas de modo impoluto y con gusto; en fin, son piezas que han resistido el paso del tiempo sin perder brillo, al revés, la perspectiva permite apreciar mejor su enorme mérito.   

Aquellas bandas que abrieron las puertas del pop y el rock a una España grisácea merecen no sólo reconocimiento, sino toneladas de agradecimiento. Gracias a Los Pekenikes y a los otros (no es cuestión de mencionarlos a todos, quien más quien menos tendrá una o dos docenas en la cabeza), gracias a gente como Tony Luz y Alfonso Sainz y tantísimos otros pioneros cargados de talento. Gracias a ellos, millones de españoles descubrieron que ‘el cielo en la Tierra se llama rock & roll’.

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 29 de noviembre de 2017

COMPETICIÓN NO ES DEPORTE, E-SPORTS TAMPOCO. El deporte profesional es uno de los grandes espectáculos en cualquier lugar del planeta. Por eso existen competiciones que, sin serlo, pretenden situarse a la altura de los verdaderos deportes, lo que les daría prestigio y presencia en los medios.

Nadie se atrevería a afirmar que estos muchachos están haciendo deporte, sin embargo. dicen que lo que hacen son e-sports, deportes electrónicos, y si la cosa sigue así, en unos años estarán en los JJOO

Los deportes se han convertido en parte importantísima de la sociedad; ocupan titulares, generan encendidas polémicas, suelen estar bien pagados, llegan a paralizar países enteros y, en fin, acaparan la atención de millones de personas. No extrañará que actividades con mayor o menor componente competitivo pretendan entrar en ese club. Pero no toda competición es deporte. Cierto que el deporte casi siempre tiene un fin competitivo, pero se puede practicar deporte sin estar interesado en ganar, sin otro fin que ejercitarse; sin embargo, el principal objetivo de casi todos los que lo practican regularmente es medirse a otros. Lógicamente, el deporte profesional, el amateur federado, el regulado o incluso un partido solteros contra casados tiene como meta la victoria, o sea, el factor competitivo está presente en todas las canchas o terrenos de juego. En todo caso, no se pueden identificar al cien por cien competición y deporte, pues una partida de parchís tiene poco que ver el concepto de ‘hacer deporte’, aunque sí contiene la disputa por la victoria, o sea, competencia.

El asunto viene a cuento por el auge que están experimentando los denominados ‘E-sports’, término que podría entenderse como ‘deportes electrónicos’ y que todo el mundo da por bueno, es decir, de algún modo ya han ganado el primer asalto, pues aunque sólo sea nominalmente, ya se les está llamando deportes. Sin embargo, los tales son vídeo juegos con componente competitivo, pero sin la mínima conexión con el hecho deportivo; la cosa se explica fácilmente con una certeza: nadie diría ‘voy a hacer deporte’ antes de sentarse ante una pantalla o un juego de mesa.

El caso es que hace tiempo que existen diversas actividades, juegos y competiciones que aspiran a ser consideradas deportes y, por tanto, a la posibilidad de formar parte del calendario de los Juegos Olímpicos. Para Tokio 2020 han llamado a las puertas del Comité Olímpico Internacional actividades que se parecen tanto al deporte como un teléfono a una sardina: el bridge, el baile deportivo, el disco volador, la orientación, el billar o incluso el sogatira…, y pronto las carreras de sacos o a ver quién escupe más lejos.

Parece descabellado, pero no lo es tanto si se tiene en cuenta que en el programa de los Juegos ya hay especialidades que no deberían estar; se trata tanto de deportes sucedáneo como falsos deportes. El sucedáneo es una imitación, como el vóley playa (increíble, pero es olímpico), el pádel o el fútbol playa, sala o (pronto se harán sitio) sobre patines o sobre hielo; de todos modos, al menos, sí pueden considerarse deportes. Diferente es el asunto de los que bien pueden llamarse falsos deportes, que no deberían ser considerados tales, como la natación sincronizada, el patinaje artístico o la gimnasia rítmica (por no hablar de los saltos de trampolín o la cama elástica), los cuales tienen presencia en los JJ OO; sin embargo, en puridad, no deberían formar parte de éstos por varias razones: por un lado lo que en ellos cuenta para ganar son conceptos como la expresividad, la coordinación, la coreografía, la elegancia en la ejecución…, criterios que no pueden ser medidos objetivamente, matemáticamente, y que pertenecen al mundo del arte, de la escena, de la danza; asimismo es evidente que en el verdadero deporte no cuentan para el resultado ninguno de los mencionados principios artísticos, es decir, para ganar el partido o la carrera no se tiene en cuenta si se es elegante, expresivo y coordinado, sino anotar más, o ser más rápido, más alto, más fuerte, aunque la ejecución sea tosca, descoordinada o incluso risible (cuando entra un gol tras cuatro rebotes, el último en el culo del delantero); por otro lado, el triunfo en disciplinas como esas, que tienen mucho de arte y casi nada de deporte (como la danza clásica), lo deciden los jueces según su criterio, cosa que no sucede en ningún deporte auténtico, donde los árbitros están para velar por el cumplimiento del reglamento, no para designar vencedor (si los réferis se confunden o tienen mala fe es otra cosa, pero en las normas no se contempla que deban dictaminar quién gana); por último, el hecho de que se precise esfuerzo físico y entrenamiento no convierte una actividad en deporte, ya que se entrenan y se esfuerzan los bailaores y danzarines de todo género, los malabaristas, trapecistas y contorsionistas, los actores o los toreros…, y nadie tendría como deportista a ninguno de ellos.   

Cierto que algunas actividades se encuentran en la frontera de lo que puede ser considerado deporte y lo que no; así las carreras de caballos, pues el animal sí que puede ser considerado un deportista de élite aunque el jinete no realice gran esfuerzo; las carreras de coches y motos (y todo lo que tenga motor) también pueden entrar en la sección deportiva, pues aunque lo que prima es la destreza a la hora de manejar, también requieren una preparación específica y exigen un gran desgaste físico; caso especial es el ajedrez, al que se ha llamado ‘deporte del cerebro’…, pero en realidad es un juego que plantea una batalla intelectual sin desgaste del aparato locomotor, con lo que puede deducirse que es una competición, una dura disputa, pero no deportiva.

Sí, las cosas se van complicando, y salvo que cada cita olímpica dure seis meses, habrá que limitar el número de especialidades y ceñirse al lema ‘citius, altius, fortius’, más rápido, más alto, más fuerte…, no más bonito, más expresivo, más coordinado. En caso contrario los Juegos se convertirán en juegos florales y de mesa, en ejercicios y actividades de moda y en diversos géneros de danza.    

CARLOS DEL RIEGO



domingo, 26 de noviembre de 2017

EL ROCK & ROLL REFLEXIONA SOBRE EL MUNDO Y SUS CONFLICTOS. La torrencial lluvia de información que continuamente empapa al ciudadano empuja a pensar que el mundo es una auténtica locura con infinitos conflictos. El rock & roll ha reflexionado sobre diversas cuestiones mundanas en muchas y muy brillantes canciones.

Kraftwerk anticiparon un mundo totalmente informatizado, tecnologizado y, pronto, robotizado

Algo en lo que todos los terrícolas están de acuerdo es en que el planeta es como un avispero, un gigantesco embrollo con múltiples y variopintas locuras aquí y allí, confusión, desórdenes, desigualdades, calamidades, desorientación, enfrentamientos…, sí, una barahúnda siempre al borde del caos. A pesar de lo cual, en general, cualquier tiempo pasado fue peor. De este modo, si el receptor de noticias se deja influir por los titulares catastrofistas, por esos que cuentan violencias y todo tipo de crímenes, por los que hablan de enfrentamientos, de necesidades y de las mil catástrofes y desgracias que acosan al mundo, sin duda caerá en el pesimismo; sobre todo teniendo en cuenta que sólo son noticia las malas noticias. Los que escriben rock, siempre sensibilizados por todo lo que los rodea, por lo que ven y lo que oyen, han escrito algunas de sus mejores obras después de haber interiorizado y procesado las infinitas desdichas y malos tragos que afligen a los terrícolas. Puede deducirse que el rock & roll hace buena la frase del autor romano Terencio: “Soy humano y nada humano me es ajeno”.  
  
El tema de The Temptaions ‘Ball of confusion’ (1970) es como un compendio de titulares que conforman una realidad preocupante. Es una canción protesta (rara en Motown) que presenta una visión muy pesimista del mundo, sobre todo desde la perspectiva de la comunidad negra estadounidense. El título, ‘Bola de confusión, eso es el mundo hoy’, describe una situación caótica tanto a escala local como global. Los versos (cantados a modo de conversación) señalan claramente a los políticos: “vota por mí y te pondré en libertad”; hablan abiertamente del problema de las drogas: “jóvenes dando vueltas con la cabeza en el cielo”; denuncian el racismo: “gente adentro y afuera, ¿por qué?, por el color de su piel”; expresan desconfianza e incluso temor: “miedo en el aire, tensión en todas partes”; mencionan los problemas más cercanos: “los niños crecen demasiado pronto (…) el desempleo aumenta rápidamente (…) impuestos, inspectores, cobradores”; también dice resignada: “nadie sabe a dónde va esto”, y sin embargo “la banda sigue tocando”. Una frase señala el momento preciso del que está hablando, “el nuevo disco de los Beatles es un gas”, pero el caso es que casi todos los asuntos que menciona esta sensacional ‘Ball of confusion’ se ajustan al presente… 

Con su proverbial frialdad robótica, los germanos Kraftwerk describen un mundo distante y carente de alma en su ‘Computer world’, un mundo presidido por la tecnología y dirigido por las entidades más poderosas. En medio de una atmósfera aséptica, minimalista, el cuarteto de androides no construye frases, sino que se limita a lanzar palabras sueltas, conceptos que afectan a todo el mundo: “negocios, números, dinero, gente (…) crimen, viajes, comunicación, entretenimiento”, y también señala centros de poder: “Interpol, Banco de Alemania, FBI, Scotland Yard”, repitiendo una y otra vez “mundo de computadoras”. Probablemente los inventores de la música techno ya se barruntaban en 1980 el mundo hipertecnologizado que se venía, pues además del tema que le da título, el álbum contiene otros de similar intención, como ‘Ordenador personal’, que equivaldría a ‘portátil’, o ‘Amor de computadora’, que en palabras de hoy sería ‘amor virtual’. Sea como sea, los alemanes tenían claro que el planeta iba a convertirse en un yonqui de la electrónica y la informática.      
‘Wild world’, ‘Mundo salvaje’, también parece describir la realidad del planeta, una realidad bronca e incierta; es una pieza de referencia de los años setenta y una melodía tan inspirada como pegadiza. Cat Stevens (que nació Steven Georgiou y hoy es Yusuf Islam) la hizo pensando en la eterna búsqueda de la paz y la felicidad en que el hombre está embarcado, pero a través del individuo; el texto habla del abandono del hogar, de la tristeza de dejar lo conocido y agradable (la relación amorosa) y enfrentarse a lo que hay en el mundo: “recuerda que hay mucha maldad ahí fuera”, y que “es un mundo salvaje y no se puede sobrevivir con una sonrisa”. En todo caso, el autor aclaró: “es una canción sobre mí”.  

El poderoso clásico de James Brown ‘Its a man´s man´s world’ está desarrollado como si se tratara de un sermón. El texto fue escrito en su mayor parte por su novia Betty Newsome, la cual se inspiró en la Biblia y en su experiencia con sus novios y sus ex, incluyendo el propio Brown; mucho después dijo que, en realidad, ella lo escribió todo, pero Brown se olvidaba siempre de pagarle sus derechos. El texto explica que el hombre ha aportado casi todos los avances materiales, pero sin la mujer no es nada, de hecho, afirma, sin ellas el hombre estará perdido y amargado. Publicada hace más de 50 años, seguramente Betty no pretendía que fuera una queja, una denuncia; por su parte,  difícilmente pensaría en machismo alguien tan machista como James Brown. Eso sí, el significado del título lo suscribirían hoy millones de personas. 

De los años de la Guerra Fría procede la apocalíptica y, a la vez, divertida ‘Two tribes’ de Frankie Goes To Holliwood. El trasfondo de tan trepidante canción es el temor a una guerra atómica, algo que en aquellos momentos (primeros años ochenta del XX) no parecía tan imposible, pues había ‘dos tribus’ (Usa y Urss) dispuestas a aniquilarse y llevarse al mundo por delante. Y es que el asunto de la guerra es una constante en toda la historia del planeta. Imprescindible ver el vídeo.

Y una visión más amable. John Lennon sueña en su emblemática e imperecedera ‘Imagine’ con un mundo sin poderes, sin posesiones, sin religiones, sin guerras, sin hambres, un mundo presidido por la hermandad…, un mundo unido; pero aunque “es fácil si lo intentas”, también “puedes decir que soy un soñador”; el caso es que esa humanidad ideal está todavía muy lejos, aunque todo homo sapiens coincidirá con el beatle en que esa utopía no deja de ser un objetivo deseable.

Títulos excelentes que dejan bien a las claras que el entorno del rock &roll siempre ha estado conectado a la realidad del planeta.

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 22 de noviembre de 2017

LA PERVERSIÓN DE LAS IDEOLOGÍAS. En los últimos años se observa una profunda ideologización en las sociedades occidentales. Sin embargo, las ideologías resultan empobrecedoras, constriñen el pensamiento y tienden al maniqueísmo: bueno o malo según diga la doctrina.

Las ideologías impiden ser verdaderamente libre, pues condicionan el pensamiento y, por tanto, distorsionan la realidad

“El primer paso hacia la verdadera libertad es liberarse de las creencias políticas”, apuntó en una de sus obras el filósofo y escritor alemán Ernst Jünger. La frase no puede contener más lógica y razón, puesto que las ideologías políticas tienden a ser excluyentes. Así, quienes tienen gran apego a creencias de un signo o de otro, verán todo a través del color que le imponen sus gafas ideológicas; y no sólo en los temas relacionados con el pensamiento político, sino prácticamente en cualquier cosa, persona o acción que se les ponga delante, es decir, las doctrinas políticas condicionan la vida de quien se deja convencer y penetrar por ellas. De este modo, el individuo cuyo pensamiento se rige por un convencimiento ideológico, antes de tomar y pronunciar opinión acerca de un personaje, observará cual es su posición, si tiende hacia la diestra o hacia la siniestra, de manera que lo que piense o diga sobre tal personaje tendrá como base no su valía o sus méritos, no su esfuerzo o sus propuestas, no sus logros o actos solidarios, sino si el credo que manifiesta coincide o no con el propio. Es más, la misma acción tendrá una valoración positiva o negativa en función de quién la realiza, o sea, será loable si la creencia del ejecutor coincide con la propio o censurable en caso contrario.

Los tragicómicos sucesos que tienen lugar en Cataluña en los últimos meses (años) dan pruebas irrefutables de ello. Por ejemplo, el cantante catalán Joan Manuel Serrat (podrían mencionarse muchos otros nombres propios) ha sido tratado de ‘facha’ por los que, fanáticamente, tienen como única guía moral su creencia ciega en su idea política, de manera que quien discrepa de ellos es considerado un enemigo al que perseguir e insultar. Así, el adepto incondicional a la idea catalanista no tiene en cuenta los vaivenes de sus líderes, de manera que le da igual que los apóstoles de la causa digan una cosa ante los tribunales y su contraria a sus feligreses; no, a los devotos de la segregación no les importa el prejuicio económico, social, político que (de modo irrefutable) causan los que tal cosa predican, sencillamente no son capaces de ver la realidad porque todo lo miran a través de los principios que dirigen su existencia; ignoran las evidencias, las cifras, las afirmaciones de presidentes y representantes políticos de otros países, e incluso no quieren (no pueden) ver el evidente ridículo en que caen. Al revés, contra toda lógica dan la vuelta a las cosas y culpan al resto del mundo de las calamidades que los acosan. Sea como sea, mientras no sean capaces de sacudirse el prejuicio político continuarán viviendo en un sectarismo ideológico que no produce más que frustraciones, ya que una y otra vez se chocarán contra la realidad, una realidad que no coincide con su creencia y, por lo tanto, la ignorarán, la negarán. Lo ilustra perfectamente la postura de uno de los que más espuma echa por la boca contra quien no comulga con su ideario y se atreve a contradecirlo, un cantante que en otro tiempo fue un abanderado de la libertad de expresión…

El caso es que la ideología contamina el pensamiento hasta invadirlo y ocuparlo, con lo que será el ideario quien dirija al adicto adoctrinado; es decir, el que ha caído en las redes de una ideología habrá perdido el libre albedrío, no será él quien libremente decida, ya que la idea condicionará la decisión. Por eso, ante el dogma no funcionan las razones y sobran los argumentos; es un poco como el hincha que está convencido de que su equipo va a ganar el campeonato a pesar de que no tiene en qué basar su creencia y le dé igual que le digan que no hay mimbres: le basta la fe (que no es lo mismo que la esperanza). El problema es que cuando la fe se impone a la realidad, cuando el ideario es lo primero, ya se está listo para tragarse cualquier rueda de molino y, por tanto, para emprender cualquier acción por muy disparatada que sea…, como se puede comprobar. 
Pero la cosa va a más allá de cómo se mira a los demás en función de su postura política. Y es que esas antiparras que obligan a ver el mundo a través de un único color imponen al sujeto ideologizado una postura concreta sobre las cosas más variopintas; así, comprar esto, ir allí, hablar con aquel, ver esta peli, escuchar esa música, consumir cierta marca de bebida o vestir con este color se acepta sólo si coincide con el dogma (ejemplo: en muchos países regidos íntegramente por el ideario islamista se ha prohibido cualquier símbolo con cruz, ya sea el de una firma de automóviles o la bandera de Suiza).

También causa asombro que haya personas que despotriquen estentóreamente contra las creencias de los demás al estar convencidas absolutamente de que la suya es la única válida y admisible. Una muestra es ese prójimo que habla sapos y culebras contra las convicciones religiosas a la vez que proclama a los cuatro vientos sus propias convicciones; estas criaturas no caen en la cuenta de que su ideario está tan profundamente arraigado como el de los creyentes, utiliza el mismo proceso mental y tiene idéntica base: la fe, unos en el más allá y otros en fulanos y teorías de acá.

La reflexión del pensador alemán Jünger no puede ser más cierta: resulta imposible acceder a la auténtica libertad mientras la mente esté penetrada por la ideología política. 
CARLOS DEL RIEGO