OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 13 de diciembre de 2017

CÓMO PIERDEN EL TIEMPO LOS POLÍTICOS EN EL CONGRESO. La opinión que la mayoría de la población tiene de los políticos es mala, pero es que los profesionales de esta actividad no pierden ocasión de dar argumentos y motivos para apoyar aquella opinión: en el Parlamento de España se pierde el tiempo miserablemente.

El Congreso en España se ha convertido en una carpa de circo en donde lo que único que importa a muchos diputados es llamar la atención, salir en la foto.

En los últimos días (12-XII-17) los políticos que pueblan el Congreso español han malgastado el tiempo (que cobran a precio de oro) en cuestiones que no son, ni de lejos, las más importantes ni las más urgentes de las que preocupan al ciudadano. Pero es que, además, los profesionales del poder (cuyo principal objetivo es no bajarse del carro cueste lo que cueste) se han enzarzado en plantear leyes y proposiciones que pueden entenderse como contradictorias, incoherentes.  

Como si el país no estuviera amenazado por asuntos muy graves, las gentes encargadas de regular y legislar dedicaron tiempo a una propuesta para cambiar el nombre del Congreso de los Diputados, denominación que algunos-as entienden machista, ya que, explican, también hay diputadas; así, se propone que sea simplemente el Congreso, sin más. ¡Menos mal que hay quien se ocupa de las cosas trascendentes, menos mal que aquello que más preocupa a la ciudadanía se tiene en cuenta en el núcleo de la democracia española! Todo el mundo estará más tranquilo, puesto que si esto se resuelve convenientemente se habrá terminado con un problema que tiene obsesionada a la gran mayoría de la población… Ese tiempo, esas energías que se han gastado en simpleza semejante se podrían haber utilizado en pensar, debatir y buscar soluciones a alguno de los verdaderos problemas que tiene España, por ejemplo al tremendo atolladero demográfico en que se ha metido; y es que también se han difundido las cifras de nacimientos y muertes, y nuevamente son muchos más los que se van que los que llegan, situación que conduce a un auténtico desastre poblacional y, claro, social. Así, ¿qué es más urgente y trascendental, el nombre del Congreso o la pérdida continua de habitantes? Para gran parte de los que viven de la política hay que atender a los nombres de las cosas antes que alentar, subvencionar, facilitar la natalidad y buscar el modo de no perder más y más habitantes. 

Pero hay otros asuntos que, sin tener la mínima presencia en la lista de preocupaciones de la sociedad española, no sólo se llevaron también tiempo, ganas y fuerzas en el Congreso de los Diputados (de momento ese es su nombre oficial) sino que pueden llegar a ser contradictorios y moralmente cuestionables. Por un lado está la resolución de que las mascotas han de tener consideración de seres vivos y no de cosas (¿es que alguien lo dudaba?) y que deben ser tenidos en cuenta cuando se produzca una separación de pareja, de  modo que su custodia pueda ser compartida, y no pueden ser embargados (¿quién querría embargar un animal para tener la obligación de cuidarlo?); tremendo asunto que, al parecer, está entre lo más importante y urgente para la ciudadanía. Y por otro lado se propuso que las chicas de 16 años puedan ir a abortar sin el conocimiento de sus padres; es asombroso que a esa edad no se pueda votar, ni abrir una cuenta o sacar dinero del banco sin la presencia de papá o mamá, ni hacerse un tatuaje sin permiso de padre o madre, o que sin el papelito firmado no se pueda siquiera ir a la excursión del colegio… Sin embargo, gran parte de los miembros de la cámara exigen que a esa edad la niña pueda tomar una decisión que, sin duda, le resultará traumática y le afectará profundamente; ¿de verdad piensan sus señorías que una chiquilla de 16 puede ir sola a que le practiquen una operación, sea la que sea?, ¿mejor acompañada sólo por sus amigas?, y si se rompe una pierna ¿iría ella sola al hospital sin avisar o llamaría a sus padres?, ¿es más importante poner la escayola o una intervención para extraerle un ser vivo, algo que, sin duda, le dejará cicatriz para el resto de su vida? 

Sin entrar en el problema moral de acabar con la vida de un ser vivo de la especie humana, que es lo que en realidad ocurre cuando se practica un aborto, deja descolocado que los que ‘trabajan’ en el Parlamento estén más preocupados por el bienestar de perros y gatos que por la salud mental y física de muchachas de 16 años.
Es evidente que los encargados de legislar pierden mucho tiempo en cosas innecesarias y que no preocupan lo más mínimo al conjunto de los españoles. Y también lo es que, enredados en ‘gilichorradas’ y simplezas, descuidan otros problemas acuciantes, como el mencionado de la demografía o los que causan alarma social. Por ejemplo el caso del prehomínido que, si todo es como parece, mató a palos a un hombre por llevar la bandera española en los tirantes (este odio criminal a los símbolos nacionales sólo existe en España), un pervertido que ya había dejado tetrapléjico a una persona a pedradas, barbaridad por la que sólo pasó cinco años en la cárcel; esto es lo que debiera centrar la atención de los representantes políticos: evitar que las hienas rabiosas con delitos tan graves vuelvan a la calle a buscar víctimas, pues cada día que semejantes bestias estén libres se dedicarán a buscar a quién condenar a muerte o a una silla de ruedas.

Pero no, decenas de paniaguados con privilegiado sueldo público atienden a las mascotas y a los nombres de las cosas antes que preocuparse por la salud de las adolescentes y la integridad física de los ciudadanos.   

CARLOS DEL RIEGO


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