OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 5 de noviembre de 2017

CHRSSIE ‘PRETENDERS’ HYNDE, EXPLOTA CONTRA LOS MÓVILES. Una de las cosas que más molesta al músico que está en escena es el flash del fotógrafo. Hoy, con los móviles, el artista soporta tal cosa todo el rato…, o no: Chrissie Hynde, de Pretenderse, mandó “a la mierda” al público que la miraba a través de la pantalla.

Chrissie Hynde, líder de Pretenders, dijo a un maleducado público lo que la mayoría de músicos piensan del uso de móviles en los conciertos 

Un concierto de rock tiene sus ritos. En los años heroicos, era costumbre encender el mechero cuando sonaba el baladón de turno, pero cuando la cosa se generalizó, cuando era más un tópico que otra cosa, los asiduos renegaron de los que seguían dándole a la lucecita. Andando el tiempo esta práctica cayó en desuso; pero con la mejora de la herramienta, algunos han encontrado forma de hacer el lechuguino desde que se apagan las luces hasta que termina el último bis. Así, muchos de los que acuden al concierto no guardan su móvil en ningún momento, de manera que de vez en cuando lo ponen en modo cámara, graban al grupo y envían, otras veces se fotografían a sí mismos con el escenario de fondo o en medio del personal y envían, también tienen tiempo para mandar mensajes a sus grupos contando dónde están y cómo es la cosa, y claro, no van a dejar de atender a las respuestas de los colegas ni mantener la conversación dándole a los iconos más graciosos… Y así se van sucediendo las canciones sin que el asistente le preste más atención al artista que a su teléfono.

Hace unos días (X-17) la temperamental cantante de The Pretenders, Chrissie Hynde, explotó durante una actuación en la que, desde la primera nota, la mayoría del público no dejaba de apuntarla con las (en momentos como ese) odiosas lucecitas. El suceso tuvo lugar en un concierto del veterano grupo en Dubái. Ya de entrada, la veterana cantante rogó al personal que guardara los teléfonos, e incluso explicó que “si hacéis caso al teléfono no nos lo hacéis a nosotros y no escucharéis al grupo”. Pero el ruego no dio resultado, pues apenas habían hecho la primera canción del repertorio cuando, ante la masa de pantallitas, luces de colores y flashes, Chrissie se interrumpió, se encaró con el maleducado público y, furiosa, les espetó: “¡Meteos vuestros jodidos teléfonos en el culo!”, y añadió: “Nosotros no somos ni Lady Gaga ni Katy Perry, así que si queréis grabar conciertos id a verlas a ellas”. Hecha un basilisco, y mientras abandonaba el escenario del Irsih Village de Dubai, soltó un taco y mostró al personal el dedo corazón enhiesto, acto seguido se señaló la entrepierna diciendo “grabad esto”, y finalmente mandó “a la mierda” al poco respetable público. 

Después, ya en casa, reconoció a través de las redes sociales que sí, que se pone “un poco perra con la gente que graba continuamente con su teléfono móvil durante un concierto”.  

Este es uno de los efectos perversos de los móviles: la gente se ensimisma, se abstrae de lo que tiene alrededor, interrumpe cualquier conversación, retira la atención a quien tiene delante para centrar todo su interés en el mensaje recién recibido y en su respuesta, y eso que en el 99% de los casos tanto uno como otra son chorradas sin la mínima importancia.

Estas evidencias incontestables de mala educación resultan especialmente molestas e inoportunas cuando tienen lugar en ambientes donde se precisa un respeto por lo que se tiene delante, ya sea teatro, cine o, como es el caso, durante un concierto. Este novísimo problema surge del impulso incontenible de ciertas personas a, de algún modo, convertirse en coprotagonista del evento, como si enviando las imágenes quisieran explicar que el concierto es importante porque ellos están allí. De este modo, muchísimos de los que van a ver a un grupo de rock en vivo prefieren difundir antes que ver, demostrar que están antes que disfrutar.

Seguro que muchos van a ver a su grupo en vivo con ánimo de cantar a pleno pulmón, de saltar y bailar, de meterse en la esencia del rock & roll, de disfrutar de esas dos horas como si no existiera el mundo. Sin embargo, a día de hoy, también otros muchos acuden con intención de dejar constancia de su presencia, de difundir, de comentar (incluso chascarrillos ajenos), de sacar y mandar fotos…, por lo que oirán pero no escucharán, no se meterán en el concierto, apenas prestarán atención y no lo disfrutarán. Al final, realmente habrán visto poquísimo, y no habrán encontrado esa ‘conexión’, esa magia que surge cuando el grupo toca tus canciones, cuando tú las cantas y bailas y, en fin, cuando dejas salir las emociones que sólo el rock & roll puede provocar.

Bueno, siempre habrá quien le ponga gaseosa a su Vega Sicilia, y será muy dueño de hacerlo. Como decía el castizo “hay gente pa tó”.

CARLOS DEL RIEGO


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