OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 25 de octubre de 2017

EL FUROR DEL CONVERSO Y LOS ‘CATALANES VIEJOS’. En la Cataluña actual (X-17) se observan escenas y situaciones que se ajustan a lo que se entiende por esperpento. Así, hay conversos (ni nacidos ni con ancestros allí) que dan lecciones de catalanidad a catalanes de varias generaciones.

Con total seguridad, muchos Pérez, García o Fernández integran gran parte de la turba vociferante y agresiva.

La figura del converso retrotrae a aquella época en que, en España, el cristiano viejo, o sea, el que lo era desde siempre, miraba por encima del hombro al converso, al cristiano nuevo convertido recientemente (muchas veces por obligación); para compensar, éste trataba de hacer más méritos y así demostrar su convencimiento y fanatismo; a esto le llamaban el furor o el celo del converso. Tal situación se está produciendo actualmente en Cataluña, donde gran parte de su población, tanto de catalanes viejos como de conversos, parece haber roto toda relación con la lógica y la razón.

Un mesetario que hace años emigró a esa región del noreste vuelve a su tierra cada verano. Hace un par, después de los saludos y parabienes, y metidos en tertulia, le preguntan sus paisanos que qué hay de eso de la independencia, a lo que él responde con un rictus de melancolía: “¡nos han robado tanto!” Silencio. “Pero a quiénes”, vuelven a preguntarle; “pues a los catalanes”, contesta él. Más silencio. Ante las caras de sus interlocutores, el converso explica que él ya se siente catalán, que se identifica con el catalanismo y, más aún, que España y los españoles odian, persiguen y desprecian su cultura y su idioma, y viven a costa de su trabajo y prosperidad, y que no les dejan vivir en democracia y libertad… Alguien empieza a dar razones pero a los pocos segundos se da cuenta de que el neocatalán no escucha, no atiende, como si estuviera obligado por su nueva fe a no tener en cuenta ningún argumento, ninguna explicación por razonable y evidente que sea. Los ánimos se encienden, y cuando uno de los presentes le asegura que “llegará el día en que el catalán viejo no te necesite, desee lo que tú tienes o no esté de acuerdo contigo, y entonces te llamará charnego”, él responde: “¿Veis como nos odiáis?”. Ante la incredulidad de los que fueron sus amigos, el converso se levanta y se va. Desde entonces no ha vuelto.  

Pero además de ciudadanos de a pie, también personajes de relevancia, como el cantante Manolo García (cuyo segundo apellido es García-Pérez), asumen las tesis independentistas, dando a entender que sí, que Cataluña es exclusivamente de los catalanes y, por tanto, tienen derecho a violar las leyes españolas, y que la ‘historia’ muestra la sucesión de agravios de todo tipo que han sufrido los pobres catalanes. Otro ejemplo es el ex jugador de baloncesto Xavi Fernández Fernández, que hubo de ser desalojado a la fuerza de un falso colegio electoral el 1-X porque se situó fuera de la ley. Es como si, en un partido, el árbitro le pita la quinta personal, pero él se niega a abandonar la cancha al considerar injusta la falta y, además, al tener a gran parte del público con él; entonces el árbitro avisa al delegado de campo que si ese jugador sigue en pista el partido no se reanuda, así que el delegado le pide a la policía que saque al jugador, el cual se resiste y es sacado a la fuerza…; posteriormente declara que la brutalidad policial le privó de ejercer su trabajo, que la democracia está por encima de la ley y que, por tanto, como la mayor parte del público estaba en contra de la decisión arbitral, él tenía derecho a seguir jugando… Los dos personajes, Manolo y Xavi, catalanes de nacimiento, no de ancestros, son elocuentes muestras de conversos dispuestos al sacrificio para que no quede duda sobre su catalanismo. Es de suponer que, en caso de que los padres de ambos hubieran emigrado a Madrid (desde Albacete y Cantabria), actualmente estarían echando pestes de los independentistas.

Es el furor del converso, que se siente obligado a demostrar continuamente su adhesión a la nueva fe, es decir, cree necesario ir más allá que los que nacieron en esa fe. Estas circunstancias se vieron hace siglos en España, cuando musulmanes y, sobre todo, algunos judíos se convertían al cristianismo de un modo fanático e intransigente. No hay que olvidar que el Inquisidor General Tomás de Torquemada, martillo de desafectos y sospechosos, descendía de conversos. 

De este modo, se dan situaciones esperpénticas, delirantes: catalanes de nacimiento y de ascendencia se ven insultados, amenazados, perseguidos por conversos que, nacidos en otras partes de España y/o apellidados García, Pérez o Fernández, son los encargados de entregar los carnets de catalanidad, puesto que se ven con toda la autoridad para decidir quién es el buen catalán y señalar al que no lo es… Así, uno de cuna y estirpe pero tan español, comentaba que últimamente sale de casa acongojado, y que desde hace unas cuantas semanas ha sido seguido varias veces por un grupo de vociferantes independentistas, la mayoría de los cuales le son conocidos, vecinos que inmigraron humildemente hace unos años y que hoy se niegan a hablar en español, criaturas que muestran una rabia contra su tierra natal que resulta desconcertante, inquietante. ¿Qué transformación ha sufrido su percepción de la realidad? Si en lugar de a Cataluña hubieran emigrado a Arabia Saudí ¿prohibirían a las mujeres salir de casa solas?, y si hubieran llegado a Sudáfrica en los años setenta del siglo pasado ¿serían racistas partidarios de la segregación?   

Y también está, evidentemente, el caso de los catalanes viejos autoconvencidos de tener la exclusiva de la verdad…, aunque también hay otra razón. Perfecto ejemplo es Guardiola, el ex futbolista. Se trata de un personaje que ha demostrado su enorme hipocresía y venalidad: declara haber sido independentista desde siempre, sin embargo no dudó en vender sus ideas ante el primer plato de lentejas que se le presentó: sus fuertes convicciones no lo fueron tanto cuando tuvo que defender los colores del “estado opresor y antidemocrático”. Este hombre demuestra, en cuanto tiene ocasión, que es un analfabeto funcional (o está muy cerca), pues de otro modo no se entiende que trate de dar lecciones de democracia a España mientras se codea jubiloso con jeques y representantes de países en los que la democracia y los derechos humanos, la igualdad y la libertad son ideas “degeneradas”. Claro que el hoy entrenador tiene otros motivos más ‘comprensibles’ para explicar su desprecio por las leyes españolas (esas que le han permitido llegar a donde ha llegado): algún que otro familiar cercano está cobrando siete de los grandes al mes en una de esas falsas embajadas de Cataluña… Y esta es otra: los miles y miles de ‘colocados’ por su ideología en puestos apetecibles, con grandes sueldos y escaso esfuerzo; lógicamente, todos estos son los más interesados en que continúe el chiringuito, pues de otro modo se acabaría el chollo. ¿Y los cadáveres monetarios que tienen tantos politicastros separatistas en el armario?


CARLOS DEL RIEGO

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