OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 25 de septiembre de 2016

EL ROCK Y LA MENTIRA. Uno de los rasgos característicos de la persona es la mentira. Rarísimo es el que rara vez miente, ya sea individuo u organización. Por eso la trola está tan presente en las artes, sobre todo en las que tienen que ver con la palabra. Entre ellas, la música rock.

Manu Chao, casi siempre alegre y saltarín, mostró su cara más pesimista
 en 'Mentira'..
Ya en el siglo IV antes de Cristo Aristóteles demostraba que la mentira era cosa corriente: “El castigo del mentiroso es no ser creído ni cuando dice la verdad”; desde entonces se han expresado infinidad de pensamientos y escrito sobre el asunto desde todos los puntos de vista posibles, incluyendo el que encuentra el engaño casi como un aliciente, por ejemplo el escritor galo Anatole France: “Sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento”. Sí, es un tema que siempre está de actualidad (¡son tantas las paparruchas que se difunden a diario!) y, por tanto, da mucho de sí, de modo que así lo han entendido los autores del planeta del rock, que han tratado desde la gran patraña hasta la mentirijilla, ya fuera en clave de amargura o desde una posición amable; de todos modos, la mayor parte de las mentiras que aparecen en las partituras adscritas a este estilo tienen que ver con enredos y desengaños amorosos.   

La magnífica ‘Suspicious minds’ (¿alguien la cantó mejor que Elvis?) considera el asunto desde el que sufre una injustificada desconfianza de su pareja, es decir, no habla de la mentira, sino de la sospecha de la mentira; así, muestra al enamorado que se queja de que ella siempre está viendo rivales en todas las mujeres; “si una vieja amiga aparece, veré desconfianza en tus ojos”. La potente y dulce voz del rey deslumbraría aunque cantara la peor y más cargante sintonía publicitaria, pero precisamente en esta canción está verdaderamente glorioso; no puede extrañar que cuando la lanzó su autor, Mark James, en 1968, no pasara nada…, pero unos meses después la tomó Elvis y la convirtió en número uno y en un clásico imperecedero, de esos que cuando empiezan a sonar acaparan irremediablemente la atención. 

Aunque para visión negra del asunto ahí está esa penosa y triste ‘Mentira’ de Manu Chao. En su aclamado álbum ‘Clandestino’ (1998), el hispano-francés cantaba a modo de obsesiva letanía la omnipresencia de la mentira: “Mentira la mentira, mentira la verdad, mentira lo que dice, mentira lo que da, mentira lo que hace, mentira no se borra, mentira no se olvida, mentira nunca se va”, y terminaba con versos tan pesimistas como “todo es mentira en este mundo, todo es mentira, la verdad”. No es casual la inclusión  de una voz que da noticias en torno al calentamiento global o la del trocito de la doliente tradicional mexicana ‘Llorona’. Es una de las letras más negras de un músico tendente a la algarabía, un texto en el que, con un ritmo liviano y pausado, expresa la total desconfianza en esta sociedad.

Otra cosa es el ‘Little lies’ de Fleetwood Mac. Con su brillante y característica facilidad para construir melodías tras su renacimiento en Estados Unidos, en 1987 publicaron esta pieza que bien podría traducirse como ‘Mentirijillas’. Al igual que muchos otros éxitos de la banda, el asunto va de las siempre tormentosas relaciones entre sus integrantes. La voz solista habla de quien prefiere escuchar “dulces mentirijillas” antes que la verdad, puesto que “no pudiste disimularlo”. Es una forma resignada y teatral de aceptar el engaño: “fijé un día para creerte”, así que “dime dulces mentiras pequeñas”. Aunque el tono de voz de Christine Mcvie es siempre apasionado, el tema transmite la sensación de que, bueno, estas trolillas al final tampoco tienen tanta importancia.

El recordado e inconfundible JJ Cale escribió ‘Lies’ para su segundo Lp, ‘Really’, en 1973. En un entorno de esa variante del country llamada ‘bluegrass’, Cale usa de su susurrante textura vocal y el acostumbrado arreglo sereno, dos de sus señas de identidad, para conseguir otra cautivadora partitura. Aunque aparentemente simple, la pieza ofrece una elaborada y adornada construcción, quedando el texto (que no la parte vocal) como un componente más del ornato. Así, apenas se escuchan tres tercetos y otros tantos coros, con apenas un par de pensamientos: “Puedo ver a través de esas mentiras, mentiras, mentiras”, o “lo veo en tus ojos, mentiras, mentiras, mentiras”.  

Los Bee Gees proporcionaron al asunto un ritmo irremediablemente bailable en su ‘Jive talkin´’. De hecho ésta pertenece al Lp ‘Main course’ (1975), que es casi como el anuncio de la fiebre sabatina por el baile disco que vendría poco después. Sorprende el perfecto acoplamiento del ritmo discotequero, con sus arreglos de teclado y viento, y la melodía cien por cien pop; asimismo se intuyen los primeros falsetes. El título es algo así como ‘forma de hablar’, pero refiriéndose a decir mentiras. La letra, a pesar del tono vivaracho, no deja de ser afligida, doliente: “Con tu forma de hablar me dices mentiras (…) ya estás con tus fantásticas mentiras, dejando que me vean como a un tontorrón”. Con este título volvieron al estatus de superventas y empezaron su dominio de las pistas de baile.

Muchas, muchísimas más canciones de la raza del rock o de alguna de sus subespecies hablan de la trola, ya sea con acento más profundo o con actitud más intrascendente. Lógico, hay tanto de donde tomar ejemplo…

CARLOS DEL RIEGO


No hay comentarios:

Publicar un comentario