OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 8 de septiembre de 2016

ASÍ PATEAN EL IDIOMA LOS PERIODISTAS ESPAÑOLES No son pocas las veces en las que leer y escuchar a los medios de información llega a resultar de lo más irritante, y no por el contenido de la noticia (que también), sino por el continuo vapuleo que se propina al lenguaje.

L
Violentas agresiones al idioma pueden verse y escucharse diariamente
en los medios de comunicación 
a cascada de errores en la utilización de palabras, los giros mostrencos, la repetición de topicazos, la utilización de construcciones gramaticales de moda…, a que recurren muy habitualmente quienes firman las noticias, artículos y reportajes resulta desesperante.

Muy habitual en prensa, radio y televisión es referirse a la comunidad autónoma más extensa de España con un ignorante y desdeñoso ‘Castilla-León’, una asnada en la que también incurren políticos de dudosa capacidad. Aunque se haya repetido hasta el hartazgo, hay quien se obstina en no enterarse de que esa vasta región aglutina dos realidades, dos territorios históricos: Castilla Y León. Esa Y une dos tierras distintas, pero si se suprime la Y se está enviando el mensaje de que es sólo una, Castilla, a la que se le pone un suplemento, una especie de mote para diferenciarla de Castilla La Mancha, la cual sí que es un único territorio; es decir, si se prescinde de la conjunción copulativa, León (que existió como entidad y como reino siglos antes que Castilla) queda en poco más que un adminículo de aquella. Y de tal falsedad se deriva una expresión tan equívoca e insultante como ‘las dos castillas’, la cual da a entender que León es parte de Castilla, que Castilla Y León es sólo Castilla; también es indeseada consecuencia llamar a los habitantes de esta comunidad ‘castellanoleoneses’, una mezcolanza obtusa y humillante, puesto que si la zona en cuestión es Castilla Y León, es lógico decir que los nacidos aquí son castellanos o leoneses. De todos modos, no hay peor tonto que el que insiste conscientemente en su error. 

Terrible es también escuchar noticias como “El conductor no pudo preveer…”, e incluso comunicados de prensa como “Este gobierno no fue capaz de preveer…”. Los que redactan estos textos caen en esa trampa para ceporros que consiste en mezclar prever con proveer. Hay que añadir que esta patada al diccionario es casi exclusiva de medios hablados, en los que por regla general se descuida mucho más el lenguaje.
Perfectamente incorrecto e inexacto es el uso de la locución ‘Impresora 3 D’, ya que esa máquina lo que hace es modelar, esculpir, fabricar, construir, pero no imprimir. El caso es que como algún comunicador empleó esta expresión una vez, todos los demás, en tropel, la han copiado sin detenerse un segundo en comprobar si el susodicho aparatejo imprime o no; y es que imprimir es “marcar, fijar, estampar letras u otros caracteres en papel u otros materiales por medio de la presión”, algo que el artefacto que esculpe objetos no hace.

Prácticamente aceptado es el uso de ‘presidenta’ para aludir a la mujer que preside algún organismo o institución; esto es una imposición de quienes exigen corrección política y desechan el masculino genérico, por lo que continuamente, fatigosamente, recitan: chicos y chicas, ciudadanos y ciudadanas, conductores y conductoras… Lo curioso es que jamás osan decir socialistas y ‘socialistos’, periodistas y ‘periodistos’; por las mismas, sí que se atreven con ‘elefanta’ o ‘rinoceronta’, pero ni se les ocurriría ‘jirafo’ o ‘hieno’. El caso es que presidente es el participio activo de presidir, y se refiere a la persona (hombre o mujer) que preside, del mismo modo que se dice exigente y no ‘exigenta’, cantante y nunca ‘cantanta’, representante y jamás ‘representanta’. Sí, hay excepciones aceptadas por el uso desde antiguo, como sirviente y sirvienta, pero la excepción no es la regla.

Inexacto es dar la noticia de un incendio en el que la víctima “tenía quemado el 80 por ciento de su cuerpo”. Si fuera así, esa persona estaría muerta, pues tendría quemado el 80% de sus huesos, músculos, órganos… Lo que el descuidado periodista pretende comunicar es que la víctima tenía quemado el 80% de la superficie de su cuerpo, no de todo el cuerpo.

Impía agresión a la lengua es abundar en un error tan garrafal como frecuente en todos los medios de comunicación, que sueltan sin el menor reparo: “se ha producido una catástrofe humanitaria en…”. Humanitario viene a significar benigno, caritativo, benéfico, que mira o se refiere al bien del género humano; por tanto, dicha expresión equivale a “se ha producido una catástrofe benigna, caritativa, benéfica…”, cosa que no parece tener demasiado sentido.

El recurso a términos en inglés es otra muestra de zafiedad periodística que,  desgraciadamente, aparece en cada página, en cada emisión, en cada anuncio o cartel publicitario. Así ‘running’ en lugar de correr, a pesar de que en inglés se usa ‘jogging’ para esa actividad; igualmente se escribe ‘celebs’, contracción del inglés ‘celebrities’, al referirse a personas famosas. El uso masivo de terminología inglesa (que está por todas partes) suele obedecer a un intento de aparentar estar a la última, como si quien no manejara vocablos ingleses estuviera desfasado y lejos de la actualidad. Lo curioso es que la mayoría de los que frecuentan este vicio no suele saber inglés… 

Cotidiano, continuo, aceptado por todos es el dicho ‘violencia de género’ para referirse al odioso maltrato que se produce en el entorno familiar y que se sustancia en que el hombre golpea a la mujer. Sin embargo, las personas no tienen género sino sexo, pues el género (aparte de otras acepciones que no vienen a cuento) alude a las palabras, a los pronombres o a los sustantivos; por ejemplo, botón es género masculino y bota es  género femenino, de manea que ‘violencia de género’ sería que el botón pegó a la bota. En los carnets y documentos que precisan esta especificación no preguntan el ‘genero’ de la persona sino su sexo… Lo adecuado para expresar tan detestable y criminal acción sería violencia sexista, violencia machista, violencia doméstica… 

Los malos periodistas son tanto los que difunden información sin confirmar (o falsa) como los que desprecian el idioma, vapuleándolo un par de veces por párrafo al utilizar incorrectamente las palabras, al tirar de dichos de moda (“sí o sí”), al expresarse con vulgarismos y barbarismos… 


CARLOS DEL RIEGO

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