OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 20 de julio de 2016

RUSIA Y EL DÓPING DE ESTADO Los próximos Juegos Olímpicos de Brasil están recibiendo golpe tras golpe: violencias, dudas organizativas, amenaza de enfermedades…, y ahora, el tremendo escándalo desatado en torno a la posible suspensión del equipo ruso por dopaje organizado.

Según parece, el control que se hacía en Rusia no era para perseguir el dóping.
En los tiempos del Muro de Berlín los aficionados al deporte olímpico, sobre todo en especialidades como atletismo o natación, se admiraban con los resultados obtenidos por la RDA, la Alemania que estaba al este de dicho muro. Muchos de los actuales y dudosos récords de carreras, saltos y lanzamientos siguen en poder de atletas de aquellos años, la mayoría de países de más allá del ya desaparecido telón de acero, pero también los hay de deportistas del bloque occidental; en todo caso lo de la RDA ya entonces saltaba a la vista. En aquellas épocas la Unión Soviética y sus aliados eran mundos impermeables, de modo que aunque se tuviera la sospecha, no existía ninguna prueba; los controles, además, iban muy por detrás de los laboratorios donde se investigaba sobre sustancias que mejoraran el rendimiento. Con el paso del tiempo y la caída de los muros las cosas cambiaron, los atletas quedaron más expuestos y se crearon las agencias antidopaje nacionales e internacionales. Así, hoy es muchísimo más difícil hacer trampas, de manera que los tramposos pueden ser señalados en el acto o avergonzados y obligados a devolver su gloria años después.

Lo descubierto ahora en Rusia es un auténtico plan estatal de dopaje bien organizado y dotado con fondos y recursos suficientes; sin embargo, los conjurados no tuvieron en cuenta que toda conspiración es más fácil de desvelar cuanta más gente haya involucrada, lo que hace suponer que el estallido del escándalo era cuestión de tiempo.

El caso es que un abogado independiente, el canadiense Richard McLaren (especialista en Derecho Deportivo), ha llevado a cabo una investigación seria que ha contado con la confesión del que fuera director de la Rusada; ésta es la agencia rusa que tenía que perseguir el dopaje, pero en realidad se dedicaba a encubrir los positivos de los atletas con mejores expectativas. El mencionado director ha contado cómo se producía el trasiego de frascos de orina desde la Rusada a un edificio anejo de la FSB (el Servicio Federal de Seguridad, heredero del KGB), donde eran convenientemente manipulados; también se da cuenta de atletas que, al aparecer los comisarios internacionales anti doping en sus entrenamientos, no paraban de correr hasta salir del estadio…; ¡y qué decir de los supuestos fontaneros que tenían acceso libre a los laboratorios que custodiaban las muestras de orina!

El informe Mclaren señala que el atletismo y la halterofilia son los deportes con más tramposos entre los deportistas rusos (más de cien están pringados en cada disciplina); lo que llama la atención es que también se hayan demostrado casos de dopaje entre los  paralímpicos, e incluso en el vóley playa…, aunque lo más sorprendente es que también se hayan drogado practicantes de ¡curling! No es que no haya embusteros y tramposos en cualquier lugar del mundo, que los hay, sin embargo, la singularidad de este caso es que, a diferencia de la práctica habitual, lo que se ha demostrado en los deportistas rusos es que el dopaje ya no es cosa del deportista, su médico y su entrenador, sino que el asunto es masivo y está perfectamente organizado y planificado. Muchos afirman que todo es un montaje, algo así como una confabulación interplanetaria contra Rusia (lo curioso es que algunos de quienes esto sostienen continúan pensando en la Federación Rusa como si fuera el bastión del comunismo, cuando en la actualidad es un auténtico paraíso del capitalismo más salvaje). Sin embargo, cuando la Usada (la Agencia Estadounidense Antidopaje) persiguió a Lance Armstrong hasta que confesó todos sus engaños y manipulaciones, nadie denunció conjuras antiamericanas…; además, bueno sería recordar a otros de sus compatriotas, atletas sobre todo, que fueron desenmascarados gracias a la agencia estadounidense, como Marion Jones, que tuvo que devolver cinco medallas olímpicas, además de otras de grandes campeonatos y abundantes premios y recompensas. Es necesario recordar, además, que lo revelado por el investigador no es tan inesperado: por un lado se venía hablando de ello desde hace años, con muchos atletas rusos denunciados y suspendidos y otros que denunciaban el montaje; y por otro, ninguno de los cientos de deportistas señalados por el informe ha negado.

Asimismo hay que tener presente otros factores, como que Rusia sigue siendo una de las primeras potencias mundiales, lo que quiere decir que si pruebas tan concluyentes acusaran a países de menor entidad, seguro que ya estarían sancionados. Por otro lado, en caso de que haya suspensión para la delegación rusa al completo, es fácil prever que los dirigentes de la nación más extensa del mundo promoverán boicots a próximos eventos deportivos… Y, por último, seguro que hay jugadores, ciclistas, nadadores o atletas rusos limpios, por lo que castigarlos también a ellos sería injusto e indeseable. 

Conviene recordar que los Juegos Olímpicos se han visto sacudidos por presiones de todo tipo desde hace mucho: la entrada de los tanques soviéticos en Budapest significó la negativa de varios países (entre ellos España, lo que impidió una medalla casi segura para el malogrado gimnasta Joaquín Blume) a participar en Melbourne 1956 al ser admitida la URSS; tampoco acudieron naciones árabes en protesta por la política de Francia, Inglaterra e Israel en la zona; e incluso China rehusó acudir a causa de la admisión de Formosa como independiente. Desde entonces y hasta Barcelona 92 hubo de todo: boicots políticos, terrorismo, muertos en la calle, amagos y amenazas de retirada… El caso de la trampa masiva, organizada y programada desde arriba es otro golpe más a los juegos.

Sí, los JJ OO se han visto muy zarandeados. Y eso que surgieron (hace más de 2.700 años) como tiempo de tregua. Ojala Río 2016 deje un buen recuerdo.   


CARLOS DEL RIEGO

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