OPINIÓN

HISTORIA

lunes, 27 de junio de 2016

ROCK, RUPTURA Y SEPARACIÓN El asunto del ‘Brexit’ (Br es abreviatura de Britain, y exit significa salida), o sea, el divorcio entre Reino Unido y Unión Europea, tiene paralelismos con la ruptura de relaciones que tanto se ha tratado en el mundillo del rock.

'No pierdes nada cuando pierdes a un falso amigo', cantaba Joan Jett 
La política es una de las mayores causas de desavenencia entre personas. Política es la decisión de alejarse del resto de Europa que han tomado los ingleses (V-16), y también lo es la actividad de los partidos, sobre todo con elecciones por medio. Sea como sea, la política suele provocar el enfrentamiento que conduce a la separación. El universo del rock, siempre dispuesto a poner ritmo a cualquier sentimiento profundo y apasionado, ha tratado el doloroso asunto del cisma con profusión; cierto que la mayor parte de las rupturas con partitura de este género son de índole sentimental, pero también se ha ocupado de otros tipos de desuniones.


Abundantes autores de pop, rock y derivados han abordado el “ya no quiero saber nade de ti” (palabras que algo más de la mitad del Reino Unido ha dicho alto y claro) desde diversos puntos de vista; esas canciones reflejan simplemente el fin del amor, el de la amistad o el de cualquier relación personal. Sea como sea, parecen apropiadas para momentos en los que el desacuerdo y el repudio han asaltado las portadas de todos los medios de información. Se pueden seleccionar infinidad de melodías que hablan del “márchate” o del “me voy para siempre”; aquí van algunas de las más meritorias y reconocibles.

Como es sabido, cuando Fleetwood Mac grabó su superventas ‘Rumours’ (1977) estaban todos sus miembros a la greña, sobre todo entre maridos y mujeres. Por eso, el evocador y exitoso ‘Go your own way’ (algo así como ‘vete por tu camino’) parecía de obligada composición. “Amarte no es lo mejor que puede hacerse”, dice, y añade “¿cómo puedo hacerlo si no quieres nada de mí?”, así que “puedes largarte por tu propio camino”. Sí, sin duda la cosa va de tirarse los trastos a la cabeza uno a otra y otra a uno pero, bien mirado y cambiado la palabra ‘amarte’ por ‘acompañarte’, esos versos podrían ilustrar perfectamente la salida británica de la Unión Europea.   

Lo contrario es lo que sugiere el clásico de Maurice Williams & The Zodiacs ‘Stay, just a little big longer’, ‘Quédate, sólo un poquito más’. Publicada en 1960, esta melodía ha traspasado décadas a través de múltiples versiones; realmente la intención de ese ruego es muy adolescente, pues es el chaval el que, más o menos, le dice a la chica ese juvenil: “quédate aunque sólo sea otro ratito, lo que digan tu padre y tu madre no importa, por favor quédate y echemos otro baile”… En este caso es difícil imaginarse a los gerifaltes de Bruselas suplicando a los de Londres: “quedaros y sigamos bailando juntos”.

De hecho, lo que dirían desde la UE a UK sería más al estilo agresivo de Ramones con su despectivo ‘Glad to see you go’, o sea, ‘Encantado de verte marchar’. E incluso como el insuperable ‘Hit the road Jack’ con el que el genial Ray Charles obtuvo un enorme éxito en 1961; el texto es explícito: “toma el camino y no vuelvas nunca más, nunca más, nunca más”, y por si no quedara todo bien claro, luego explica que en caso contrario, “empaquetaría mis cosas y me largaría yo”. También la rocosa cantante y guitarrista estadounidense Joan Jett dijo algo al respecto y con intenciones parecidas; fue en su no muy conocido ‘Fake friends’ (1983), en el que sentenciaba “no pierdes nada cuando pierdes a un falso amigo”…, gran verdad que, fácilmente, estarán mascullando los europeos despechados.

Una forma desconcertante de ver el abandono de la casa común es la que cuenta McCartney en el ‘She´s leaving home’ que The Beatles incluyeron en el prodigioso ‘Sergeant Pepper’ (1967). Basada en la historia real de una adolescente que abandona su casa dejando una nota a sus padres, esta maravillosa canción contiene un glorioso estribillo con un diálogo de lo más emotivo: “Ella (le dimos lo mejor de nuestras vidas) se va (sacrificamos nuestras vidas) de casa (le compramos todo lo que pudimos)”. Expresa la sorpresa por la huida, la incomprensión, el no saber por qué…, un poco como la defección británica.     

Finalmente parece oportuna la amistosa ‘Why can´t we be friends?’ (1975) de los estadounidenses War. Ese ‘¿Por qué no podemos ser amigos?’ se repite insistentemente a lo largo de la pieza, como si el protagonista pretendiera que su interlocutor se cansara de escuchar la tonadilla y aceptara el ofrecimiento de amistad; asimismo afirma que “el color de tu piel no me importa, puesto que podemos vivir en armonía”. No parece, sin embargo, que la postura endogámica de la mitad de los hijos de Albión pudiera cambiar tras escuchar tan afectuosas palabras.

¿Cómo hay que tomarse este infantil ‘ya no te ajunto’ de los britis? ¿Como el raycharlesiano ‘vete y no vuelvas nunca más’? ¿Cómo el suplicante ‘quédate y echemos otro baile juntos’? ¿O como el conciliador ‘por qué no podemos ser amigos’?


CARLOS DEL RIEGO

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