OPINIÓN

HISTORIA

domingo, 14 de junio de 2015

MANIOBRAS MÚSICO-INDUSTRIALES EN LA AMBIGÜEDAD La nueva ocurrencia de la desorientada industria de la música consiste en publicar el mismo día y en todo el mundo todas las novedades discográficas. Es otra maniobra desesperada y ambigua de un sector que no quiere enterarse de lo que es.

El negocio de la música está desorientado, y por ello no deja de dar palos de ciego
El negocio de la música, o sea, su distribución y comercialización, sigue dando palos de ciego, desconcertado y dudoso; seguro que más de un ejecutivo añora aquellos años en que su único problema era la humilde cinta de casete. Ante la caída del soporte físico y los múltiples problemas de las ventas digitales (incluyendo probaturas tan torpes como la de regalar álbumes enteros), las discográficas han optado por fiar todo al márketing y ver qué trucos pueden sacarse de la manga los expertos en manipulación de masas. De este modo, éstos han pergeñado una estrategia basada en concentrar toda la novedad musical en un solo día, en lanzar a los mercados todo producto musical el viernes y solo el viernes; algo así ya lo viene haciendo la industria del cine desde hace años a pesar de que las cosas no experimentan mejoría.

Anuncia la asociación Promusicae que discográficas (multinacionales, independientes, subsidiarias y mediopensionistas), artistas y distribuidoras se han puesto de acuerdo en publicar todos a la vez. Así, han ideado un engendro llamado ‘New Music Fridays’, en español ‘Los viernes tu nueva música’, el cual busca que todo aficionado y/o comprador identifique los viernes con los nuevos lanzamientos discográficos (en soporte físico y por internet). Pretenden así que todos acudan como rebaño a la llamada de la pitanza, pues en eso convierten la creación musical, en un producto de consumo. Se trata, en fin, de una estratagema empresarial, industrial, algo típico de cualquier rama del comercio. Sin embargo, este tipo de recursos chocan con la insistencia de artistas, productores, promotores y distribuidores, que sostienen que lo suyo es cultura, no industria, y por ello exigen que se cargue su producto con impuestos culturales, no industriales. O sea, funcionan como negocio al usar sus tácticas, argucias y herramientas, pero se reivindican como guardianes de la cultura: se quedan a una carta u otra según convenga, o lo que es lo mismo, viven instalados en la ambigüedad. Más aún, aseguran las discográficas que han tomado esta decisión para que no haya aficionados que accedan al nuevo disco antes que otros, con lo que están dando a entender que lo único que persiguen es el beneficio del consumidor, ¿y qué es esto sino un truco propagandístico usado por todo tipo de firmas comerciales?; ¿no dicen éstas en los anuncios cosas como “cuidamos de usted”, o “su bienestar es nuestro único objetivo”, o “para nosotros su salud es lo primero”?

Además de ser una medida que procura esquivar la competencia, plantea posibles inconvenientes, como convertir los discos de la semana anterior en obras pasadas al volcarse los medios con lo novedoso, o como que quedarán perdidos en medio del mogollón la mayoría de los discos, sobre todo los editados con menos o sin publicidad.
De todos modos, resulta difícil creer (por más encuestas, consultas y estudios realizados) que presentando todos a la vez el nuevo producto se consiga mejorar ventas, pues si fuera así, otros sectores harían tal cosa; la experiencia del cine señala que se despachan más entradas cuando una peli tiene tirón entre el público, pero de ninguna manera porque se estrenen todas al mismo tiempo.

El negocio necesita entender que ya no valen los patrones que valían hasta ahora, y que lo que precisa es una fórmula diferente a los raídos e inútiles ganchos propagandísticos. El campo de internet es demasiado grande para ponerle puertas.


CARLOS DEL RIEGO

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