OPINIÓN

HISTORIA

miércoles, 10 de junio de 2015

HISPANOAMÉRICA: ÚNICO LUGAR DONDE TRIUNFÓ EL MESTIZAJE La presencia de Felipe González en Venezuela ha desenterrado tópicos históricos: colonialista, imperialista, conquistador… Sin embargo, la realidad es que sólo los españoles se mezclaron con los nativos sin el menor atisbo de racismo.

Los españoles, a diferencia de otros conquistadores, se mezclaron sin racismo con los indígenas americanos 
El expresidente de España Felipe GonzálezLos españoles, a diferencia de otros conquistadores, se mezclaron sin racismo con los indígenas americanos (1) ha sido descalificado, menospreciado, insultado incluso, por haber ido a Venezuela con el fin de ayudar como abogado a la defensa de varios políticos opositores, los cuales están arrestados o encarcelados por cuestionar al régimen; lo curioso es que, al comprobar que se le acosa y se le niega encontrarse con los presos, González no ha tenido más remedio que salir del país, pero el sátrapa Maduro aprovechó para gritar que lo que hace es huir. El asunto es que tanto desde allí como desde aquí se ha tachado al que fuera líder del Psoe de intervencionista y colonialista…, cuando su intención no era más que atender a unos acusados que, como cualquiera, tienen derecho a asistencia legal; otra cosa hubieran dicho esos que se creen en posesión de la única verdad si sus clientes hubieran estado en las cárceles de Estados Unidos; también es oportuno recordar que en 1977 Felipe González fue al Chile de Pinochet para interesarse por presos y encontrarse con sus familias: se le permitió entrar en la cárcel para visitar a los cautivos y, al terminar sus gestiones, se marchó sin problemas; meses después sus clientes fueron liberados.    

Al margen del sistema cuasitotalitario que el chavismo tiene montado en Venezuela, llaman la atención las descalificaciones con que personajes de partidos de izquierda españoles han señalado al expresidente, al que reprochan ir a América como si estuviera en la época de la colonización. En primer lugar hay que destacar que lo que España tuvo en América no fueron colonias, sino territorios incorporados a la corona, como bien claro lo dejó Isabel de Castilla en su testamento, en el que subrayó que los indígenas americanos debían ser tratados y considerados como cualquier otro súbdito de la corona de Castilla, como si fueran de Burgos o de Toledo, vamos (a ello hay que sumar las numerosas disposiciones legales de protección al indio que instituyó Carlos I). Pero la prueba más contundente de que los españoles no fueron a colonizar es precisamente el fenómeno del mestizaje.

El escritor mexicano Juan Miralles dejó escrito que “la mayor obra de arte de España en América es el mestizaje”, una afirmación absolutamente irrevocable. Casualmente, estos días ha aparecido en los medios noticias de la situación de marginamiento, arrinconamiento y exclusión social que sufren los aborígenes australianos. En ese sentido no será necesario recordar el estado prácticamente residual de los indios norteamericanos. Son dos casos de auténtico colonialismo, pues los que llegaron confinaron, ocultaron y discriminaron (cuando no exterminaron) a los que allí vivían.
Por el contrario, los españoles que atravesaron el océano en carabelas, naos y otras naves se mezclaron con los indígenas desde el primer momento: cuando llegó a las costas de Yucatán la expedición de Cortés (cuenta Bernal Díaz del Castillo), se encontraron con que algunos de los que lo habían precedido (con las de Hernández de Córdoba o Grijalva) se habían casado y tenido hijos con las nativas; y el propio Cortés no tuvo problema para reconocer al hijo que tuvo con la nahua Malinche, la cual se casó después con uno de sus hombres de confianza y tuvo otro mestizo.

Así, toda la América que va desde el río Grande hasta la Patagonia está habitada mayoritariamente por mestizos, por descendientes de español e indígena, fenómeno que no se da en ningún otro país o territorio conquistado por otros europeos. Nadie negará que el número de mestizos nacidos en Norteamérica de inglés y nativa tiende a cero (de hecho, los blanco-negro apenas se han empezado a dar en las últimas décadas) y que los sioux y similares van camino de la extinción. Igualmente sucede en Australia, donde la mezcla es prácticamente inexistente. Y se podría repasar lo sucedido en lugares como Sudáfrica, donde ingleses y holandeses se encargaron de impedir no sólo cualquier unión mestiza, sino de no tener el menor roce con negros; ningún inglés mantuvo contacto con indias en la India, ningún belga se acercó a las congoleñas, ningún francés a las argelinas… De hecho, el único sitio de todo el planeta en el que se ha producido mestizaje en cantidades significativas es en Hispanoamérica, territorio conquistado en otra época y en el que progresan las poblaciones nativas y donde la mezcla de razas y culturas se muestra más productiva.
En definitiva, Nicolás Maduro tiene ancestros hispanos y americanos, es decir, vive gracias a que un día un español carente de prejuicios raciales convivió con una americana. Por eso, si en lugar de los extremeños y castellanos hubieran llegado los ingleses, ni Maduro ni ningún otro mestizo estaría hoy aquí.  


CARLOS DEL RIEGO

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