OPINIÓN

HISTORIA

jueves, 25 de diciembre de 2014

EL COI PLANEA ELIMINAR LOS 200 M. DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS La noticia ha pasado desapercibida, pero no por ello es menos importante: el Comité Olímpico Internacional está meditando suprimir los 200 metros lisos del atletismo olímpico; es una perfecta combinación de estupidez e intereses económicos

El campeón olímpico se rebela contra la ocurrencia de la Federación de Atletismo,
 que pretende suprimir esto. 
Desde hace unos cuantos años (desgraciadamente décadas) el COI está compuesto por verdaderos memos, tipos de dudosa moralidad para los que el olimpismo es poco más que una mercancía; en el mejor de los casos se trata de perfectos analfabetos en la materia a los que es fácil llevar por aquí o por allí. Así, se atrevieron a meter en el calendario olímpico disciplinas que no son deporte, como la natación sincronizada o la gimnasia rítmica, ejercicios que para vencer exigen valores como la belleza, la coordinación, la coreografía…, incluso una bonita sonrisa, elementos propios de las artes escénicas, de la danza, pero perfectamente inválidos en un verdadero deporte, pues en éste lo que cuenta es superar al rival sin importar la gracia o hermosura con que se consigue el triunfo. Asimismo, embuten en el programa deportes indignos de los Juegos o deportes-sucedáneo (el vóley playa, el BMX, la cama elástica… y el fútbol sala, el fútbol playa o el pádel están a punto de entrar). En fin, que no sólo venden en subasta no pública la sede de la cita olímpica (las últimas designaciones no dejan lugar a duda), sino que ahora, tocando la perfección de la mamarrachada, la Federación de Atletismo (la IAAF) planea la supresión de los 200 metros de las carreras atléticas en los Juegos Olímpicos, y así lo dejó caer como si fuera cosa de poco más o menos. El atractivo de los Juegos Olímpicos tiene uno de sus principales pilares en la tradición, en la historia, en lo clásico, y si se los despoja de ello en beneficio de la moda del momento, perderán gran parte de su fascinación, de su singularidad. 

Esto es lo que ocurre cuando quienes llegan a los puestos de poder de los estamentos deportivos, sobre todo al dudosísimo Comité Olímpico Internacional (en dura competencia con la Federación Internacional de Fútbol, la Fifa, por el primer puesto de la indecencia más descarada), son personas que no tienen la menor idea de lo que es el deporte, son burócratas de visera y manguitos, ex políticos preocupados por las dietas y sobresueldos, buscavidas sin el menor mérito o talento; y lo que es peor, los exdeportistas que han llegado a esos puestos de privilegio se adaptan fácilmente a la poltrona y se convierten en eso, en funcionarios que ven pistas y canchas como si fueran impresos que rellenar, de manera que pasan fácilmente a engrosar las hordas de los inútiles vividores. Sus decisiones se mueven en función del mejor postor, así que si una disciplina puede acarrear más pasta se la embute en los Juegos sin la menor vergüenza; igualmente los horarios de determinados enfrentamientos, que se determinan según exigencias televisivas a la vez que se desatiende al deportista y a la propia competición. La tendencia actual del COI es incrustar en su programa más y más rentables deportes y seudo-deportes, por lo que han de quitar algo (salvo que los Juegos duren cinco meses), y como el atletismo tiene muchas carreras y concursos, habrán exigido adelgazar su calendario a la Federación en cuestión.

Ahí está la razón por la que los mezquinos directivos están pensando (es un decir) en eliminar los 200 metros, una carrera cargada de leyenda, una de las pruebas más espectaculares y épicas del deporte por excelencia. El buen aficionado, o incluso el ocasional, no dejará de admirar la épica escalofriante que la curva de una final olímpica muestra: recuérdese al gran Michael Johnson o al inolvidable Jesse Owens, al elegante Tommy Smith o al poderoso Usain Bolt en ese vuelo curvo.

No puede extrañar, por tanto, el enfado del campeón y plusmarquista mundial de la especialidad, el mencionado Bolt, que al enterarse de la ocurrencia de aquellos auténticos mequetrefes declaró de modo explícito “… es una estupidez… Cuando ves que tratan de tomar decisiones fuera de la pista crees que es ridículo… Pienso que la Federación de Atletismo no debería ni existir”. A pesar de que el ‘sprinter’ jamaicano siempre es correcto y moderado en sus declaraciones, en este caso tiene toda la razón para elevar el tono. Su enfado no puede estar más justificado.


CARLOS DEL RIEGO

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