OPINIÓN

HISTORIA

lunes, 22 de diciembre de 2014

DISCOS EN VIVO DIRECTOS A LA ETERNIDAD Hace mucho que no se publica un disco en directo que pueda compararse a los que el rock dejó en los sesenta y setenta del XX, cuando los más grandes hicieron lo posible por dejar un ‘live’ para la eternidad

The Who en vivo eran imparables
Cuando el disco de vinilo perdió la exclusiva también se perdieron otros elementos, piezas intangibles que daban a la producción final un plus de encanto, un toque mágico que ningún otro formato ha recuperado o, en el mejor de los casos, suplido. Ya no es la portada cargada de arte e intención, ya no es aquella carpeta que se abría, ya no es el rito de la lectura de créditos y hojas interiores, que también, sino que cuando el elepé dejó de ser el formato-rey para el rock y el pop, se olvidó la jugosa tradición del disco en directo; sí, es evidente que se siguen publicando álbumes registrados en vivo, pero un Cd (y menos otros soportes) no posee capacidad suficiente para cobrar su propia personalidad, no tiene ese atractivo del ‘doble en directo’ que se contaba (se cuenta) como pieza especial en la discografía de cualquier banda de rock de los años gloriosos.    
Es por eso que desde hace décadas no se edita un disco en directo que esté a la altura de los clásicos, es decir, no hay ediciones comparables al emblemático ‘Made in Japan’ (en este caso es innecesario señalar el grupo), al emocionante ‘At Fillmore East’ de los Allman Brothers Band, al magnífico ‘Live & dangerous’ de Thin Lizzy, al revelador ‘Bursting out’ de Jethro Tull, al muy completo ‘Live Killers’ de Queen, al trepidante ‘Supidty’ de Dr. Feelgood, al monumental ‘Yessongs’ de Yes (¡y su portada!), al prodigioso ‘Live’ de Lou Reed, al exquisito ‘Weld’ de Neil Young, al arrollador ‘Kick out the jams’ de MC5, al cálido ‘Frampton comes alive’ de Peter Frampton, al iniciático  ‘Under a blood red sky’ de U2, …, y así se podría seguir enumerando muchos discos cargados de talento en estado crudo. Además, también pueden sumarse los que recogieron para la eternidad festivales legendarios, como el de ‘Woodstock’, ‘Bangla Desh’ o ‘The Last Waltz’, por citar sólo tres. En fin, que hace mucho, muchísimo tiempo que no se lanza un disco en vivo que se acerque a la categoría de los mencionados (que son sólo un escaparate del género de los grabados en escena).


Puede llamar la atención que entre los destacados no aparezcan The Beatles, pero la cosa tiene explicación: cuando ellos iban inventando las formas, usos y costumbres del pop y el rock, también tenían que ir inventando los cómos, de modo que al ser el primer grupo que tocó en grandes escenarios, tuvieron que experimentar por sí mismos los problemas (equipos escasos) para que luego se encontrara solución; pero además, como quiera que el público no dejaba de gritar enardecidamente durante sus actuaciones, los cuatro de Liverpool eran incapaces de escucharse a sí mismos, y todo el que haya pasado por ese trance sabe de la imposibilidad de tocar sin oírse. Por eso dejaron no sólo de grabar si no incluso de volver al escenario.
Todo buen aficionado al rock tiene sus favoritos y experimenta mayor empatía con este que con aquel ‘live’, tanto que a veces llega a sentirse allí mismo, en el sitio donde se grabó. Así, además de los mencionados, hay quien tiene en lugar de privilegio el histórico ‘Live at Leeds’ de The Who, el ‘Live’ de Uriah Heep y el ‘It´s alive’ de The Ramones.

Uriah Heep en los tiempos heroicos del rock 

El primero, de 1970, es considerado imprescindible cuando se trata el asunto de los conciertos grabados y editados. El cuarteto liderado por Townshend había publicado el año anterior su inmortal ‘Tommy’ y luego se embarcó en una larga gira, de la que sólo se quedaron con el concierto de Leeds (dicen que el guitarrista destruyó el resto de las grabaciones). La cara a del ‘Live at Leeds’ es antológica, con temas propios y versiones escogidas entre lo más granado del rock & roll clásico (ese ‘Summertime blues’ pone los pelos de punta); la b sólo tiene dos temas, un larguísimo, variopinto y sorprendente ‘My generation’ con pasajes para los anales, y un segundo clásico del grupo, el necesario ‘Magic bus’.

Otro que también recoge como pocos el ambiente de directo es el poderoso ‘Live’ de los londinenses Uriah Heep. Se trata de un doble con valiosas páginas interiores, con repaso a lo mejor de lo propio y del rock & roll histórico y, en fin, con todo lo que requería el género en aquel 1973. El sonido épico de la banda, rebosante de hechicería, rocoso…, en una palabra, ‘heavy’ en estado puro, luce en este disco, fiel reflejo de ese tipo de rock que da sensación de ser algo así como una locomotora de sonido que, gigantesca, se te echa encima abrumadoramente. Con este fantástico álbum uno puede sentir al grupo a unos metros; por destacar sólo un título de una colección insuperable en su género, bien puede decirse que ‘Easy livin’ está en la cumbre del estilo.

Pero tal vez sea el agotador ‘It´s alive’ de The Ramones el directo que mejor lleva a los altavoces del salón de casa el ambiente de una actuación; en este excitante doble no hay tregua, no hay descanso, el inconfundible grito de entrada de Dee Dee no permite distracción. Registrado en Londres en fecha tan temprana como la Nochevieja de 1977 (y editado en el 79), es toda una demostración del mejor y más dinámico punk-rock, algo que asombró entonces y hoy todavía más. A toda velocidad, con una ininterrumpida sucesión de descargas de adrenalina de apenas dos minutos, ritmos desenfrenados y guitarras como látigos, estos pioneros dieron muestra de qué es lo que hay que dar al público cuando un artista está ante los micrófonos. Han pasado casi 40 años, pero nadie se atrevería a bajarlo del podio de los mejores en vivo.    
     
Un casi olvidado grupo austriaco lo dijo una vez: el directo es vida.


CARLOS DEL RIEGO

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