Supertramp fue durante unos años el grupo más popular del planeta |
La discrepancia entre la prensa especializada y el
comprador de discos suele ser muy habitual en el terreno de la música, algo
lógico tratándose de un arte, de algo absolutamente subjetivo. Sin embargo, a
veces se da el caso de que por muchos méritos que hagan los músicos jamás
encuentran una palabra amable entre los ‘entendidos’ que publican sus juicios. Así
ha sucedido con no pocos, pero hay algunos a los que el mejor crítico, el
tiempo, ha recolocado; se recuerdan tres grandes bandas que vendieron millones
de discos (cuando para escuchar música había que recurrir al soporte real) y
que, en su tiempo, no recibieron sino reproches y vituperios de gaznápiros con
firma: los estadounidenses Grand Funk y los británicos Slade y Supertramp.
Hoy día se hace menos caso a la crítica, pero en
otro tiempo el que tenía interés buscaba datos y opiniones especializadas; y ha
habido ocasiones en que la prensa ha minusvalorado a bandas de rock, a veces
con calificativos terriblemente despectivos, aunque con el paso de los años ha
tenido que tragarse sus palabras, ya fuera porque aquellos opinadores cayeron
del caballo o simplemente el apoyo popular les empujó a cambiar el discurso; por
ejemplo, la revista Rolling Stone se burló de los primeros discos de los Queen,
despreciándolos con tal saña que parecía odio personal, pero en cuanto el
triunfo de la Reina no admitió dudas cambiaron el tono y la opinión. Por otro
lado, hay veces que la prensa especializada (la mayor parte) se obceca
tercamente, e incluso los periodistas de rock pasan el testigo de la mala
opinión con libros y artículos, de modo que su parecer se mantiene en el tiempo.
Afortunadamente, el mérito termina por asomar, y pasadas décadas, casi nadie se
atreve a dudar del poderío de Grand Funk, del buen gusto de Supertramp y del
atractivo horteriforme de Slade
Supertramp fueron durante algún tiempo (de 1974 a
1980) la banda más famosa del planeta, y sus discos se vendieron como
rosquillas. Su sonido estaba muy cuidado, pues sus principales integrantes
(Davis, Hodgson y Helliwell) eran músicos fantásticos, con gran sentido de la
armonía y partidarios de la visión más artística de la música. En sus canciones
no cabía improvisación (ni siquiera en algunos pasajes que se acercan al jazz),
sino una meticulosidad casi obsesiva, con una sonoridad muy equilibrada,
composición inspirada, finísimos arreglos y pinceladas de exquisita musicalidad
con solos deliciosos…, bien puede afirmarse que algunas de sus piezas
emblemáticas semejan cuadros de gran maestro de la pintura. Toda la cara A de
‘Crisis?, What crisis?’ es un prodigio de creatividad en la que hay casi de
todo; y qué decir de la preciosista ‘Fool´s overture’ o las pegadizas ‘Give a
little bit’ o ‘Babaji’ de su otra obra cumbre, ‘Even in te quietest moments’;
no se pueden olvidar éxitos mundiales como ‘Dreamer’ o ‘Logical song’, ésta
pertenece a su multimillonario ‘Breakfast in America’. Sí, el público estuvo
con ellos durante lustros, pero la crítica los destrozó acusándoles de un
gravísimo pecado en aquella época: ser comerciales, vender muchos discos; y en
base a esto se les puso verdes en casi toda publicación que se creía legitimada
para entregar carnets de autenticidad o, por el contrario, se acusaba de
ignominia y deshonra. Lo malo es que aquello caló, al menos en su momento, y
muchos fanáticos del rock colocaron (injustísimamente) a Supertramp en su lista
negra.
Slade era otra cosa: vocingleros y horterillas,
ruidosos y barriobajeros, excesivos, facilones y con un sonido muy sucio. Y sí,
eran todo eso, como prueba el hecho de que siempre fueron número uno en las
salas de billares y futbolines, donde había máquinas en las que se metía una
moneda de cinco pesetas, un duro (0,03 euros), y se escuchaban dos canciones,
una de las cuales casi siempre era el ‘Mama weer all crazee now’, ‘Gudbuy
T´Jane’, ‘Cum on feel the noize’ o ‘Coz I love you’… Sí, escribían con faltas
de ortografía y su atuendo era hilarante, pero sus melodías chillonas y
exageradas entraban sin dificultad a pesar del farragoso sonido. Esto, el
aspecto de Holder, Lee y compañía, sus ventas millonarias y el hecho de que
alternaran con Los Chichos y similares en ‘los 40’ o en los coches de choque hizo
que los rockeros excluyentes les colocaran un capirote de hereje.
CARLOS DEL RIEGO
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